¿Hay en Puerto Rico democracia? Rosselló el despedido, dispone quién habrá de sustituirle
Eligio Damas
¿Una relación colonial es democrática?
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Un lector muy respetuoso, de quien hice referencia en artículo anterior al tratar lo acontecido en Puerto Rico, argumentó que el desenlace de la crisis en la isla antillana, donde una seria y persistente protesta mantenida por casi 15 días, obligó al gobernador a presentar su renuncia se explicaba en que allá “había una democracia” y por el contrario, en Venezuela, había una dictadura, conclusión sacada porque aquí las manifestaciones solían ser reprimidas; se fundamentó en que las protestas, según dijo él y a nosotros no los hicieron creer en buena medida los medios informativos, no habían sido reprimidas por el Estado, pero en artículo de Ana Teresa Toro, ||publicado en el New York Times, cuyo link colocaremos más abajo, cuando lo volvamos a esa cita, expresa, “Algunas de esas protestasse enfrentaron con golpes y gases lacrimógenos, pero la gente siguió marchando”.
Como dije también antes, más que un simplismo, es una mentira decir que las democracias, o los regímenes que conocemos como tales, no reprimen. Si eso fuese cierto, bastaría preguntarnos, ¿Para qué existe Guantánamo? ¿Es cierto que cualquier manifestación que se produzca en Estados Unidos queda sujeta a lo que quieran hacer quienes en ella participan o pudiera mediar la acción represiva estatal si aquellos se extralimitan? ¿Los chalecos amarillos de Francia, ante su peculiar estilo de protestar, violación de ciertas normas de convivencia, no sufren la respuesta violenta del Estado o éste se cruza de brazos? ¿Quiénes ahora protestan en Hong Kong, Moscú y hasta contra Boris Johnson en Escocia quedan en libertad de hacer lo que les venga en gana sin mediación de la represión estatal? ¿Cuál es la conducta del gobierno de Estados Unidos frente a los migrantes que intentan entrar a su territorio y hasta contra quienes están allá adentro? ¿En la Argentina de Macri, el Chile de Piñera, como se enfrentan las protestas de los trabajadores, estudiantes y hasta Mapuches? ¿Santiago Maldonado acaso no fue asesinado por fuerzas gubernamentales argentinas por haber participado en una protesta de Mapuches? ¡Y no hablemos de Colombia! ¡Ay Colombia! De manera que si se define a un gobierno como democrático porque deja a quienes protestan, al margen de las causas de ello, hacer lo que les parezca, limitándose a observar de lejos, tendríamos que decir que la democracia no existe en ninguna parte. Es pues mentira decir que “las democracias no reprimen”, y no es exagerado decir que en Estados Unidos, el Estado tiene la misma conducta, salvando ciertos detalles para peor, que los concernientes a todas las naciones del mundo. Ningún Estado se cruza de brazos, porque eso sería una irresponsabilidad y hasta negación de si mismo, ante una manifestación pública y todos apelan a la violencia, en el menor y más respetuoso de los casos, si quienes en ella intervienen violan determinadas reglas o conductas.
De manera que el gobierno de Puerto Rico, por el hecho de no haber reprimido en abundancia, pues según Ana Teresa Toro en su artículo en el NewYork Times, algunas de esas protestas se “enfrentaron” con violencia, no necesariamente califica como democrático.
Y no fundamentamos esa premisa nuestra, relativa a lo no democrático del Estado de Puerto Rico, tampoco en el diagnóstico ligero que uno pudiera hacer en base al siguiente párrafo, tomado de una nota publicada también en New York Times que dice lo siguiente:
“Al capitalizar la ira ya enconada por la frágil economía del territorio, los escándalos por sobornos y la respuesta insensible ante el huracán María, la pequeña manifestación en el aeropuerto se convirtió en una serie de protestas callejeras masivas que derrocaron su gobierno en solo dos semanas.” https://www.nytimes.com/es/2019/07/30/ricardo-rossello-renuncia-protestas/?rref=collection%2Fsectioncollection%2Fnyt-es
Las denuncias por la indolencia del gobernador aparecían todos los días en la prensa mundial y después de leer la corta nota anterior, de un diario nada sospechoso de extremismo o “enemigo de la democracia”, queda claro que Rosselló había perdido legitimidad para seguir gobernando, más si le añadimos lo declarado por una militante feminista puertorriqueña, que en la misma nota del diario estadounidense dijo: “Esto no solo era por el lenguaje. No era porque nos llamaran putas. Era porque un gobernador había abusadode su poder”. Es decir, la fuerza que se desató en Puerto Rico no fue exclusivamente por el mal uso del lenguaje y la homofobia, sino por otras cosas trascendentes, como “el abuso de poder, la fragilidad de la economía”. El haberse burlado de Ricky Martín mediante expresiones homofóbicas, también como dijo la luchadora feminista, contribuyó a que se desatase todo aquello, pero en el fondo hay cosas mucho más trascendentes. Porque detrás de todo eso hay otras cosas que sirven para definir a la sociedad puertorriqueña, sometida a una relación colonial no democrática que es causa y motivo de la inconformidad.
Por esto último, Ana Teresa Toro, en el artículo arriba mencionado, publicado en New York Times, expresa: “Los puertorriqueños y puertorriqueñas han dado el primer paso, había que limpiar la casa. Lo próximo será repensar el país y negociar una relación más justa y no colonial con Estados Unidos. Cualquiera de las alternativas —independencia, estadidad, soberanía o mayor autonomía— debe ser considerada. Lo que ha quedado claro es que Puerto Rico ya no es, ni quiere ser, el mismo país”.
Las protestas no sólo fueron contra Rosselló, sino también con la relación colonial. No es desconocido el origen de Puerto Rico. Forma parte del mundo nuestro, de los americanos del sur. Es una nación y cultura que por su origen nada tiene que ver con Estados Unidos y su relación actual es producto de un acto violento, una imposición. La relación de sometimiento del pueblo de Puerto Rico nada tiene que ver con la democracia. Toda relación colonial, como el caso de Puerto Rico, un territorio, cultura, historia, tradición, que resulta del sometimiento por la fuerza, de la naturaleza que esta sea, y expropia derechos y valores a los sometidos, no tiene nada de democrática; es más bien todo lo contrario. Es una imposición y como tal se le niega derechos fundamentales a un pueblo todo.
Es pues simplista, y lo decimos así porque entre quienes eso albergan pudiera prevalecer la buena fe, la idea que Puerto Rico es una democracia. Entonces, el no haber reprimido con fuerza, pues Ana Teresa Toro denuncia que eso no fue cierto, no es suficiente para darle al Estado de la isla antillana el rasgo de democrático. La represión, y la fuerza de esta, no dependen del carácter o no democrático del gobierno o del Estado. Eso más bien estaría sujeto al de la crisis, el comportamiento de quienes protestan y la solidez y respaldo con que cuente el gobierno. En gran medida, eso no niega haya habido excesos en algunos casos, la represión del Estado venezolano ha estado en correspondencia con el nivel de violencia practicado por la oposición.
Es demasiado evidente que el señor Rosselló, pese sus buenas relaciones con Estados Unidos, sobre lo que hablamos en el artículo anterior nuestro tantas veces citado, en los últimos meses había perdido el respaldo del gobierno de Trump. Basta revisar los diarios, para saber cómo el presidente de Estados Unidos se negó a entregarle recursos para enfrentar las dificultades, entre otras cosas, como la poca generosidad que prevalece en la Casa Blanca, por las constantes denuncias de corrupción e incompetencia y en los días recientes, cuando se iniciaron las protestas, dio declaraciones en las cuales manifestó claramente su distanciamiento del gobernador de la isla. Es decir, Rosselló no estaba en condiciones de excederse más como reprimir brutalmente a quienes pedían su renuncia, lo que al final tuvo que hacer no teniendo, como decimos los venezolanos, “en qué palo ahorcarse”.
¿Pero en que está pensando Rosselló? Según la prensa mundial ha estado pensando el gobernador, obligado a renunciar por tantas causas muy justificadas, prevalido de algún “derecho” impuesto, supone uno, seguramente no otorgado por el pueblo de Puerto Rico que lo defenestró, designar un sustituto, precisamente alguien que antes fue representante de la isla antillana en el Congreso de Estados Unidos; es decir, un viejo agente de la relación colonial. ¿Es lógico haya alguna disposición que le otorgue a un funcionario, destituido de manera deshonrosa, el derecho a escoger su sustituto? Como decimos nosotros, ¿en qué cabeza cabe eso? ¿Es esa una opción democrática o una burda manifestación del colonialismo?
Última Hora: Rosselló ha anunciado su sustituto escogido por él, lo que aviva la crisis en Puerto Rico.
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