martes, 30 de julio de 2019

COMO SE CONSTRUYO LA CARRETERA CENTRAL

APUNTES DEL CARTULARIO
Ciro Bianchi Ross

Cómo se construyó la carretera Central

La carretera Central tiene 1 139 kilómetros de largo y un ancho de
seis metros y lleva en todo su trayecto una base de hormigón
hidráulico. El gobierno cubano pagó a los contratistas algo más de 107
millones de pesos por la obra, pero a esa cifra hay que añadirle los
gastos incurridos por la Secretaría (ministerio) de Obras Públicas en
estudios, proyectos y trabajos  de supervisión y control, lo que
representó una inversión de unos 111 millones de pesos.
    La carretera siguió en su trazado, hasta donde fue posible, el curso
de los antiguos caminos reales y su construcción obligó a la tala de
39 446 árboles. Se utilizaron en ella, hasta donde se pudo, piedra y
arena propias de regiones por las que la vía atravesaba, lo que obligó
a su búsqueda y se siguieron, a todo lo largo del camino, los
controles más modernos de calidad sobre los agregados, el cemento y el
asfalto. Se medía la cantidad de agua en las dosificaciones de
hormigón.
    Para hacer la carretera  se llevó el terraplén hasta el nivel deseado
y se consolidó con un  cilindro de tres ruedas y un peso no inferior
de diez toneladas, sustituyéndose por piedra y gravilla el material
que no resistiera la consolidación. Sobre esa subrasante se colocó una
base de telford de veinte centímetros con rajón y encima una capa de
diez centímetros de rajoncillo, sobre las que se pasaba el cilindro.
Se fundía sobre esas capas una placa de hormigón de treinta
centímetros de espesor y se colocaba acero de refuerzo si se
consideraba necesario. La superficie de rodamiento se lograba con
hormigón bituminoso y en los lugares de tránsito intenso se extendía
sobre la base de hormigón una capa de arena de tres centímetros y se
colocaban adoquines de granito, sellándose las juntas con un derretido
de mortero hidráulico.
    El 15 de julio de 1925, menos de dos meses después de haber tomado
posesión de la presidencia de la República el general Gerardo Machado
y Morales, el Congreso aprobó la ley que disponía la ejecución de la
carretera Central. Comenzaron de inmediato los estudios de campo y el
27 de septiembre de 1926, con la presencia de representaciones de
firmas nacionales y extranjeras, se llevó a cabo la primera subasta
con las propuestas para la realización de la obra. Ninguna de ellas
cuadró a los intereses del Estado. Se impuso así la necesidad de
realizar una segunda subasta, el 30 de noviembre siguiente, y la obra
quedó adjudicada a la Compañía Cubana de Contratistas y a la Warren
Brothers Company.
    El primero de marzo de 1927, en San Francisco de Paula, en presencia
del Presidente de la República, el ingeniero Manuel A. Coroalles, jefe
del negociado de Caminos y Puentes de la Secretaría de Obras Públicas,
inauguraba, de manera simbólica, los trabajos en la carretera Central.
Coroalles había sido designado director técnico de la obra.
    Se procedió de la manera siguiente. La carretera se dividió en
treinta dos secciones de entre treinta y cuarenta kilómetros  cada
una. La Compañía Cubana de Contratistas, conformada por la empresa
Arellano y Mendoza con algunos socios, asumió desde la sección ocho
hasta la doce, correspondientes a la provincia de Matanzas, y de la
trece a la diez y siete, sobre el territorio villareño, para un total
de 342 kilómetros. Del resto se hizo cargo la Warren Brothers Company.
Se impuso vencer dificultades sin cuento. En Pinar del Río, las arenas
locales estaban por lo general muy contaminadas con arcilla. Se
lavaron, pero como les faltó fino hubo que añadirle una arena silícea
de San Juan y Martínez para lograr la granulometría deseada. En
Matanzas no pudo utilizarse la arena del territorio y se recurrió a
arenas y piedras de La Habana y Cienfuegos. En Las Villas, como  hubo
que realizar de manera paralela las obras de fábrica y las
explanaciones, para abrir los  accesos y construir  los puentes
provisionales se hizo necesario mover en carretas tiradas por bueyes
más de 73 000 metros cúbicos de arena y 142 000 metros cúbicos de
piedra  triturada, 233 000 barriles de cemento, 4 000 toneladas de
acero en barras y 2 167 toneladas de acero estructural.  Para cubrir
el tramo correspondiente a Holguín se trasladó la piedra desde Las
Tunas. Las gravas y las arenas del río Bayamo, sin embargo, fueron por
su calidad de los hallazgos más importantes de la obra.
Juan de las Cuevas, autor de ese libro medular que es Quinientos años
de construcciones en Cuba, está convencido de  que la carretera
Central es la obra más importante del siglo XX en la Isla: acortó
distancias y aproximó los rincones de la geografía insular, lo que
redundó de manera satisfactoria en todos los órdenes de la vida
nacional: humano, social, científico, cultural, político, económico.
Su construcción demoró cuatro años.
    






-- 
Ciro Bianchi Ross

" COMO USTEDES PUEDEN VER "LLEGA UN MOMENTO EN QUE UNO SE CANSA. ?Y EL FORO DE SAO PABLO?

“Como ustedes pueden ver”, llega un momento que uno se cansa. ¿Y el Foro de Sao Pablo?


Eligio Damas
 
           ¡Alto quién vive! Eso dijo el vigía, un carajo que pusieron allí en ese punto por donde yo venía enfilao, buscando aunque fuese agua, porque sed y hambre las traía pegadas de las tripas desde allá lejos.
          Me puse de pendejo a discrepar, sabiendo que esa es la vaina más costosa que hay. Es un lujo que pocos, de los locos sueltos que subsisten en este planeta, se pueden dar. ¿Cómo discrepar con los de aquí y los de allá, algo que como dice aquella canción “no soy de aquí ni soy de allá”, es una de las vainas que más cuesta aquí y dónde usted vaya? Es estar metido en el espacio que los contendientes dejan en el medio al retirarse o marcar distancia y creen de nadie y donde caen los bombazos, niples y perdigones que unos les lanzan a los otros. El mismo sitio donde nunca estará la verdad porque ella está allá o en el otro lado; es decir las dos verdades, porque hay dos,  está una allá y  pá allá está la otra, pero nunca donde se encuentran quienes de ambos discrepan. Donde nadie manda ayuda porque suponen que no hay nadie y si llegaren a pensar que hay alguien no la consideran gente. Y como tal no merecedora de ayuda alguna. ¿Cómo puede haber gente que no nos entienda? ¡Eso si, hay que mandarles bombas por coñazo! Y he sido tan pendejo que llegué a esta edad, una donde casi todos están muertos, en esta misma vaina de discrepar de todo el mundo, los de aquí y los de allá. De unos porque defienden un modo de vida donde los pendejos deben trabajar para que quienes no trabajan vivan de lo mejor y uno, en el campo que sea, se joda para que eso suceda y de los otros que quieren cambiar eso, pero como a ellos les da la gana, a los coñazos y sin tomar a nadie en cuenta, ni siquiera a quienes trabajan y hasta de paso vivir como aquellos. Y esos  cambiadores, suelen ser tipos que nunca han trabajado, para más vainas, sindicalistas de corta temporada no es lo más apropiado, más si las letras se le enredan y nunca aparecen donde ellos frecuentan. Además, cuando llegan al poder, antes que comenzar a arreglarle la vida a los demás, pareciera que el Estado, pasado de vivo, induce a que primero aseguren la de ellos y de todos aquellos que tengan más cerca, como una forma de maniatarlos y ponerlos a hacer lo que quieren los que aquél diseñaron y tienen maniatado. ¡No pasó algo de eso con los de la ANC?  Suelo meterme en tantas vainas y a medida que más años me caen encima más me empecino en hacer lo que hace que me saquen el culo. ¡Tipos como uno nunca madura!
             Cuando escuché aquella solicitud de santo y seña por no saber qué decir para ganarme el derecho a pasar y por lo menos a tomar agua, dije lo que venía pensando de toda aquella incomodidad de transitar por un camino oscuro, lleno de huecos y sabiendo que en cualquier punto podía asaltarme alguno de esos tantos asaltantes llenos de todo, hasta de tesoros ocultos y otros, tantos como los primeros, ya desahuciados por la vida que llevamos y dispuestos a todo, hasta asaltar a un viejo que viene como pidiendo limosna, aunque esté decidido a  mantener su verdad y decir de  todo lo que mira, más allá de lo oscuro y las visiones contratadas que se exhiben en el camino y sólo se pueden ver a mediodía, la visión que de ellas tiene y no las que le dictan los cartelones del camino cuando está alumbrado.
            O mejor si supe y dije lo que sabía, que es lo que creo porque es lo que mis sentidos y hasta capacidad de racionalizar me indican. Lo que no sabía decir y tampoco podía, era lo que el vigía esperaba dijese, porque es lo que deben decir para que allí les reciban, les den cobijo y hasta sustento, como el vigía mismo. Pues él tampoco sabe como es la vaina de verdad, salvo decir o responder cuando le griten ¡alto! ¿Quién vive?, lo que le dijeron responda, para estar allí por todo el tiempo que eso dure y recibir de todo, hasta aplausos. Por supuesto, hay vivos que ante aquella solicitud le preguntan al vigía ¿qué quieres que digamos? y él solícito les dará el santo y seña y aquellos lo repetirán a grito pelao para escuchen quienes están atrás del vigía como si lo supiesen de antemano. Porque al vigía eso le importa un carajo, a él nadie le preguntó ni consulto, sino le pusieron allí a cumplir aquel papel a cambio de lo que necesitaba y le dieron un santo y seña que debe pedir a quienes lleguen.
           Por esas vainas, cuando el vigía viendo mi edad y pese no logré acertar el santo y seña y tampoco me atuve a lo que su generosidad me indicó para dejarme pasar y acceder a lo que tienen derecho los bienaventurados, se hizo el loco, como “eso no es problema mío y este es de la tercera edad y tiene prerrogativas”, me levantó la barrera; cuando logré entrar había detrás de la cerca un gentío en una reunión que según supe le llamaban ”Foro de Sao Pablo” y todos estaban guindados dándole julepe del bueno contra el imperialismo y como en eso yo no tengo dudas, me fajé también con los demás y ya hasta se me había olvidado aquello del ¡alto quien vive! y lo de dame la contraseña, como me dijo aquel vigía más buena gente que el carajo. Pero, de repente, me percaté que quienes me rodeaban decían, porque eso les dijeron, que aquí la vaina estaba de lo mejor porque los trabajadores recibían un salario justo, tanto que sus contratos se respetan como si fuesen versículos de la Santa Biblia y lejos estaban de la explotación capitalista y lo estaban porque en este socialismo la propiedad era de todos y los bienes y beneficios se repartían equitativamente y explotadores, agiotistas y todos los malandros del mundo, por supuesto empezando por esos de cuello blanco, habían sido exterminados y sólo se veían en los museos. Que la salud y las medicinas eran gratuitas y de la mayor calidad del mundo y hasta tiradas en la calle a éstas uno las  hallaba. Los educadores estaban de lo más contento y con ganas de enseñar. Que la producción nacional de alimentos era descomunal por los efectos de la agricultura urbana y la enorme cantidad de conucos que por todo el país estaban dispersos y las industrias del Estado, que de paso según dicen son socialistas, estaban a todo vapor y la comida era tan abundante que no había suficientes bocas y estómagos para meterse todo aquello. Y eso lo repetían los venidos de afuera a participar en el foro, como santo y seña que les pedía un vigía, mientras comían hasta saciarse y, uno que les escuchaba, no sabía si eso creían porque se los dijeron o simplemente por inteligentes, lo que uno no es, se aprendieron el santo y seña, lo hicieron suyo y lo repitieron y no se pusieron como uno a llevar la contraria sin razón ni motivo y se percataron que es mejor estar en la sombra que en el sol. “Como ustedes pueden ver”, quien no se sabe el santo y seña o sabiéndolo no lo repite y devuelve al vigía, al menos que este sea buena gente, como el que yo me encontré, se queda a afuera a llevar leña de la buena. Y, mientras todo aquello se decía, uno podría encontrar de lo que en la casa no se encuentra.
        ¡Qué loco es uno! Ponerse a discrepar de Trump y lo que representa y también de quienes dicen vainas que aquí pasan como que estamos en la recta final al socialismo. Pero algo bueno debe estar pasando, tanto que la mayoría nada quiere ni con uno ni con otro. Pero es confuso todo, tanto que no acertamos cuando los vigías, que son dos y con dos jefes distintos y hasta opuestos, dicen ¡alto quién vive! Reclamándole a uno que le dé una contraseña. Pero nada de eso, los del Foro de Sao Pablo, por culpa de los guías, no de los vigías, no vieron. Allí no llegaron.
          ¡Ah! Se me olvidó otra vez el santo y seña y por eso le pongo a los del Foro de Sao Pablo esta nota:
          Porque como “Ustedes pueden ver”, tampoco, como hace dos domingos, salimos esta noche. ¿Será por el Foro de Sao Paulo?

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lunes, 29 de julio de 2019

LEER AL PASO

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Letras al paso
Ciro Bianchi Ross

La primera piquera pública de automóviles que existió en la Isla se
estableció en 1914 en el Paseo del Prado, frente al hotel Inglaterra,
y en áreas del puerto de La Habana, afirma Marcelo Israel Gorajuría en
su libro Historia y pasión del automóvil en Cuba publicado en el año
2015. El mítico piloto cubano Ernesto Carricaburu, con buen tino y
olfato comercial, dice Gorajuría, adquirió,  para fomentar su negocio,
un lote de diez autos marca Ford modelo T. El popularmente llamado
fotingo  (por la frase inglesa cubanizada foot it and go) revolucionó
la industria del automóvil y no tardó en adueñarse de la preferencia
de los compradores, entre otras razones por su bajo costo, que
oscilaba entre 260 y 300 dólares y la robustez que permitía su empleo
en el servicio de taxis.
    Carricaburu fue chofer del presidente José Miguel Gómez —trasladaba
al mandatario por toda La Habana, sin escolta— y antes, en 1906, al
timón de  un auto marca Mercedes, había resultado triunfador en la
primera carrera internacional que se celebró en Cuba. Contempló un
periplo de 158 km de ida y vuelta entre el poblado habanero de  Arroyo
Arena y la ciudad pinareña de San Cristóbal y atrajo la participación
de los más grandes ases del volante del mundo. Apuntemos de paso que
José Miguel fue el primer presidente cubano que dijo adiós al coche
tirado por caballos.
    Cuando en 1927 dejó de fabricarse el modelo T,  habían salido de los
talleres de la Ford alrededor de quince millones de unidades. Todos de
color negro, lo que en opinión del fabricante, agilizaba la cadena de
producción pues lo eximía de preparar otros colores. Pasó a la
historia como uno de los automóviles más importantes del siglo XX,
junto  a los alemanes VW y Porshe 912, el francés de la Citroën y el
inglés Mini-Morris.
PIQUERA: VOZ CUBANA
Los coches de alquiler tirados por caballos se apostaban, uno detrás
del otro en lugares fijos para aguardar al posible cliente. Por eso se
les llamó «coches de punto». Y del que ocupaba la cabeza de la fila se
decía que estaba «a pique» de hacer la carrera. De ahí se derivó la
voz «piquera», que es un cubanismo, como lo reconoce Fernando Ortiz, y
que es el lugar de parada de los coches de alquiler.
«LA REUNIÓN», DE SARRÁ
Ernesto Sarrá Hernández, farmacéutico y dentista, era, en La Habana de
1958, uno de los mayores propietarios de bienes inmuebles y el dueño
de la droguería que llevaba su nombre, el mayor y más antiguo
establecimiento de su tipo en el país. Poseía en suma un emporio de 46
edificios, 600 empleados y no menos de 500 productos que, aparte de
las especialidades propiamente  farmacéuticas, incluían jabones,
perfumes, insecticidas, desinfectantes, juguetes, lozas y cristales,
así como un almacén de ferretería, otro de suministros para lecherías
y  de materias primas para dulcerías y panaderías y otro de
instrumental quirúrgico.
    El imperio Sarrá tuvo un siglo largo de vida en Cuba. Nació en 1853
cuando los boticarios Valentín Catalá y su sobrino, José Sarrá y
Catalá vinieron desde Cataluña a hacer carrera y probar fortuna en los
negocios.  «Lograron mucho más. Los Sarrá conquistaron La Habana. Su
historia es la de los catalanes emprendedores en el mundo; una parte
importante de la historia de Cuba; un paradigma de la historia de los
indianos, de la burguesía criolla y de los primeros capitalistas de
Latinoamérica. Sus huellas están en algunos de los inmuebles más
emblemáticos de La Habana, desde la gloriosa farmacia que crearon y
fueron ampliando a lo largo de generaciones, hasta el imponente
palacio art noveau que hoy alberga la embajada española», escribe el
historiador Fernando García.
    Tío y sobrino invirtieron 50 000 pesos en la fundación de una
farmacia y droguería en pleno corazón de La Habana Vieja. La suerte
los ayudó, En el predio adquirido encontraron un pozo que aseguraba un
agua pura, sin durezas, idónea para la elaboración     de medicamentos.
El establecimiento, orientado a la venta al por mayor, se llamó La
Reunión porque unificaba las farmacias tradicional y homeopática: la
primera, a cargo de José y la segunda, dirigida por Valentín, que
también asumió la contabilidad, precisa Fernando García, y añade:
«Sarrá montó un laboratorio que en poco tiempo estaba surtiendo de
ungüentos, sales, jarabes y extractos a farmacéuticos y hospitales de
toda Cuba».
En 1858 se incorporó a la empresa el también científico y negociante
José Sarrá y Valldejulí, sobrino del cofundador; siete años después,
Valentín le vendió su parte para establecerse por su cuenta en
Barcelona, donde el primer Sarrá iría también a morir en 1877.
Llegado el momento, el sobrino se fue por encima del tío. Sarrá
Valldejuli revolucionó  la empresa. Afirma el ya citado Fernando
García que compró toda la manzana y otros terrenos cercanos; remozó la
botica y le agregó oficinas, almacén y un laboratorio mayor; compró
nuevos aparatos, como una máquina de vapor para hacer pulverizaciones
y presas para extraer aceite de ricino; lanzó productos propios de
gran éxito, singularmente la Magnesia Sarrá. Creó, en suma, la que
sería la mayor farmacia de Latinoamérica y se cree que la segunda del
mundo tras la norteamericana Johnson, y contribuyó a la formación de
más de cien farmacéuticos en la laboratorios Sarrá.
.El rey Alfonso XII concedió a Valldejulí el título de Farmacéutico y
Droguero de la Real Casa, así como el derecho de utilizar en sus
muestras y etiquetas el Escudo de Armas Reales.
Con Ernesto Sarrá Hernández a la cabeza,  el  negocio se transformó,
en las primeras décadas del siglo XX,,  en uno de los emporios más
importantes de Cuba,. El heredero de La Reunión se hizo de oro con
procedimientos no siempre admirables. Ernesto no sólo introdujo
técnicas de marketing moderno, también recurrió a las influencias
políticas y a una vigilancia casi policial de sus  competidores, para
acabar imponiendo un oligopolio que el sector bautizó como trust del
dolor. Sus figuras más representativas, aparte de Sarrá Hernández,
eran Teodoro Johnson y Francisco Taquechel Mirabal. Su poder era tal,
dice el historiador Carlos del Toro, que influyen sobre los
departamentos de venta de laboratorios extranjeros de manera tal que
los obligan a no hacer negocios en Cuba con nadie que no sean ellos.
Manejan el dumping de precios al extremo de poder arruinar a cualquier
farmacéutico que se quiera convertir en importador, dándose el caso de
haber rebajado en un cuarenta por ciento en cierta ocasión el precio
de un artículo para hacerle perder una considerable suma a un
farmacéutico que compró gran cantidad en el exterior.
Contra Sarrá, Taquechel y Johnson poco podían empresas cubanas
pequeñas y medianas como Magnesia Márquez S A, fundada en 1830, y el
Instituto Biológico, entre otras.
Ernesto Sarrá residía en la calle 2 entre 11 y 13 en El Vedado, actual
Ministerio de Cultura.  Pertenecía asimismo a la familia el palacete
donde desde 1984 radica la embajada de España.
En cuanto a La Reunión, la Oficina del Historiador de la Ciudad la
restauró y la convirtió en un museo en el año 2004. Hoy, afirman los
entendidos, es un auténtico palacio para los amantes de las boticas
antiguas.
MANTECA DE OSO
En una época en que los jóvenes querían tener la cabellera de Jorge
Negrete, el padre del escribidor se preocupó por el pelo que se le
caía. Y fue ahí que alguien le recomendó un producto entonces en alza:
Manteca de Oso, loción que se elaboraba y expendía en la droguería de
Ernesto Sarrá. Bastaba con aplicársela mientras se masajeaba
suavemente el  cuero cabelludo y los resultados a mediano plazo
resultaban alentadores. Eso quería decir que no bastaba el empleo de
un solo frasco, sino que debía hacerse del producto un uso más o menos
continuado.
    Era un líquido blanco y espeso, y si era eficaz o no, ya se sabría,
pero, de entrada, lo mejor que tenía era su nombre. Los que
desconocían cómo olía un oso, podían hacerse una idea exacta con oler
aquello. Sin dada había que tener mucho valor para someterse a algo
así por milagroso que fuera. Pero ya se sabe que hay calvos que con
tal de no serlo, hacen cualquier cosa, como darse masajes con una papa
podrida.
    El caso que mi padre, que con 22 años era ya tan calvo como lo sería
antes de fallecer con 90, empezó el tratamiento El primer pomo, el
segundo, el tercero… y de tanto visitar la droguería  donde se
expendía  la dichosa manteca llegó a hacerse familiar  en el
establecimiento y sus guardia jurados, que eran los CVP de entonces,
lo veían como a un amigo: se saludaban con afecto y se preguntaban
mutuamente por sus respectivas familias.
    Un día conversaba amigablemente con uno de ellos  cuando se acercó a
la farmacia un automóvil negro, de lujo y de unos diez metros de
largo. El custodio suspendió de sopetón la charla y se situó muy tieso
junto al contén de la acera a fin de abrir la puerta trasera derecha
del vehículo y dar paso a un hombre de mediana edad y vestido de traje
al que saludó con un efusivo buenas tardes y una ligera reverencia.
Luego de que el recién llegado penetró en la droguería y el guardia
jurado volvió a su posición anterior, mi padre se interesó por conocer
su identidad.
    -Es el doctor Ernesto Sarrá – respondió el custodio.
    Y ahí mismo se acabó para mi padre la Manteca de Oso porque resulta
que el fabricante de loción tan espectacular contra la calvicie, era
calvo.


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Ciro Bianchi Ross

domingo, 28 de julio de 2019

UN PEDAZO DE ALMA CUBANA

Ciro Bianchi Ross (cirobianchiross@gmail.com)To:you + 26 more Details
Un pedazo del alma cubana
Ciro Bianchi Ross

Veinte años, la habanera inmortal de María Teresa Vera, interpretada
en español por una niña franco-coreana de ocho años de edad, con
respaldo de su padre en la guitarra, y de un hermano de once años con
la trompeta y en el coro, fue un emotivo e inesperado regalo de la TV
en esta mañana de lunes. Es, esa melodía imbatible, una de las piezas
más reiteradas del cancionero popular cubano desde su estreno en 1935
y que durante décadas permaneció en una zona de misterio.
    ¿A quién la dedicó?,  preguntó a la compositora el poeta y periodista
Guillermo Villaronda en la entrevista que le hizo para la revista
Bohemia en febrero de 1958, en una época en que ella se hallaba sin
trabajo, olvidada, en plena miseria, agobiada por el presentimiento de
que, más temprano que tarde, tendría que salir a la calle a pedir
limosnas para comer.
    —Le seré sincera —respondió María Teresa. De ese número me
corresponde solo la mitad: la música.
    Sin darle un respiro, inquiere el entrevistador sobre el autor de la letra.
    La trovadora, apunta Villaronda, «quedó como enredada en la
incertidumbre. Se frotó las manos. Suspiró. Bajó y alzó la vista».
Dijo finalmente;
    —Yo de ninguna manera puedo pronunciar ante nadie el nombre de esa
señora que pertenece a la  alta sociedad y que posee un corazón de
poeta. Lo único que me atrevo a decirle es que, desde hace muchos
años, esa digna señora pone letras a mis mejores producciones, pero
advirtiéndome  contantemente que no quiere que se divulgue su nombre.
Su placer es escuchar en su alcoba mis audiciones radiales.
    Atreviéndose,  el periodista pregunta si se trata de un amor frustrado.
    —No insista, por favor —responde María Teresa Vera. A veces, me dicta
por teléfono sus versos que inmediatamente yo musicalizo. Pero nada
más… Lo que ella fue y lo que es ¡a nadie importa! Hay que dejarla
ahí, en su residencia de silencio, en su anonimato perpetuo. No desea
otra cosa. Es necesario complacerla si cumplimos con la soberanía de
nuestro corazón.
    Claro, el nombre de aquella mujer terminaría emergiendo a la luz. Se
trataba de Guillermina Aramburu, hija de un destacado periodista,
nacido  en  Guanajay, masón y hombre de ideas autonomistas, primero, y
luego separatistas que colaboró en numerosas publicaciones periódicas
y durante veinte años tuvo a su cargo la columna Baturrillos en el
Diario de la Marina. En la casa de Joaquín Aramburu prestaba servicio
como cocinera la madre de María Teresa, y allí la niña era vista como
alguien de la familia. Con los Aramburu aprendió la futura compositora
a leer y a escribir y gracias a ellos pudo asistir a una escuela
privada.  Guillermina es la autora de las letras de No puedes
comprender, Te acordarás de mí, Yo quiero que me quieras y Mi
venganza, entre otras melodías.
    Era aún adolescente cuando María Teresa se instala en La Habana.
Aprende a cocer y a  bordar en un colegio de monjas y gracias a un
tabaquero se entusiasma con la guitarra. Pronto tendría como maestros
a los trovadores Manuel Corona y Patricio Ballagas. Fue precisamente
con una obra de Corona, Mercedes, con la que debutó profesionalmente
el 18 de mayo de 1911. Fue en el Politeama Grande, en la azotea de la
Manzana de Gómez, en una función en beneficio de  Arquímedes Pous y le
pagaron veinte pesos por su actuación. Con el dinero en la mano corrió
a Guanajay para decirle a su madre, que ganaba veinte pesos mensuales
con  los Aramburu,  que ya no tendría necesidad de seguir trabajando
como doméstica. La señora de la casa dio al asunto una salida elegante
y altruista: la madre de María Teresa seguiría contando con el apoyo
de la familia cocinara o  no cocinara.
¿QUIÉN ERES TÚ?
María Teresa Vera nació en Guanajay el 6 de febrero de 1895,  hija de
una esclava liberta y de un militar asturiano que no quiso o no pudo
reconocerla. Tras su debut en el Politeama, Corona figuraría siempre
en el repertorio de la artista. Fue el compositor con el que alcanzó
mayor identificación profesional y humana, afirma el investigador
Jorge Calderón. Hace presentaciones, por quince pesos,  en el cine
Gris, en Zanja y Galiano, y luego en el cine Esmeralda, donde es
fichada por un representante de la casa disquera Víctor, que la quiere
en su catálogo. . En 1914 se inicia como compositora: estrena otra de
sus melodías imperecederas, el bambuco Esta vez tocó perder, con
versos de Emma Núñez Valdivia, otra de sus  letristas más asiduas.
    El dúo de María Teresa, voz prima, con Rafael Zequeira es un éxito
tanto en Cuba como en Estados Unidos. Hacen la pareja perfecta, tanto
que se rumora en su  momento que la relación va más allá de lo
artístico. Inquiere Villaronda sobre este aspecto en su entrevista de
1958. La trovadora se desconcierta ante la pregunta, pero  lo niega de
manera categórica. Fueron, sí, muy amigos; lo cuidó durante su
enfermedad y ya en el velorio, no se separó del cadáver un solo
minuto. Evocaba su entierro. Sesenta músicos hicieron sonar sus
instrumentos detrás del féretro. Dice en la entrevista con Villaronda:
«Tal como él lo deseó. Lo mismo que yo ambiciono para mí cuando me
llegue la hora».
    Muerto Zequeira hizo dúos con Miguelito García y Lorenzo Hierrezuelo.
Dúos que la crítica califica de emblemáticos.  En 1927 fundó el
Sexteto Occidente,  agrupación en la que  figuraba, en el contrabajo,
Ignacio Piñeiro, autor además de la mayor parte de los sones que
interpretaba el sexteto, entre ellos, Esas no son cubanas.
    En plena efervescencia del son, el Sexteto Occidente viajó a Nueva
York. Fue un éxito. Se  anuncia a la artista  como «la Champion de las
canciones, los boleros, los sones y la rumba».  Hizo presentaciones
en vivo y grabaciones para Columbia y otros sellos disqueros. María
Teresa Vera parecía estar en la cumbre de su carrera. Pero ya en La
Habana, abrupta e inesperadamente,  vende a Piñeiro su agrupación
musical, que empieza a llamarse Sexteto Nacional, y se retira de los
escenarios. Lo hizo, afirma Calderón, por imperativos religiosos. Sus
dioses le prohíben  que siga cantando. No dejó, sin embargo, de
componer. A esa etapa  corresponde Veinte años.
El retiro no sería definitivo. La invitan a cantar, en Radio Salas,
con el cuarteto de Justa García, una de las voces más destacadas de la
trova cubana, y con ese grupo se presenta asimismo en salas
cinematográficas, hospitales y centros de trabajo. Se disuelve el
cuarteto y quedan solos María Teresa y Lorenzo Hierrezuelo. Formarían
un dúo que duraría unos 27 años, hasta los años iniciales de la
Revolución. Solo en Radio Cadena Suaritos,  dejaron más de 900
grabaciones. Laureano Suárez, el propietario de esa emisora llegó a
ser un personaje muy popular y querido. Tenía una forma original de
asumir la publicidad, que le valió requerimientos y suspensiones.  En
uno de sus anuncios, por ejemplo, decía: «Señora, ¡póngase en cuatro!»
Y añadía enseguida: «Sí, en cuatro horas de La Habana a Nueva York». Y
otro: «Grandes, gordas y peludas… Toallas Antex… Acarician al secar».
O «Con chorizos Nalón, no hay fabada señorita».
    El nuevo dúo hace presentaciones en Cuba y en el exterior. Lo
contrata CMQ y en el programa Cosas de ayer, saludan a María Teresa
como La Embajadora de la Canción de Antaño. En Mérida, México, el
torero Manolete corre cada noche tras los cubanos: quiere que le
canten, una y otra vez, Doble inconciencia, un bolero de Corona.
Los llama también la TV y están en programas como Noche cubana, Jueves
de Partagás, El bar melódico de Osvaldo Farrés, El casino de la
alegría… Un disco de larga duración grabado en esos días deja escuchar
al dúo en Boda negra, de Villalón, y Pensamiento, de Teofilito…
    El triunfo de la Revolución sorprende a María Teresa Vera en plenitud
de facultades. Una noche, en el Anfiteatro de La Habana,  el público
la recibe con una larga y calurosa ovación y el reclamo de los
asistentes la obliga a interpretar ocho números fuera de programa. En
la emisora CMZ, del Ministerio de Educación, graba, junto con Lorenzo,
unas 500 piezas. Guanajay, su pueblo natal, le concede el título de
Hija Predilecta por su contribución a la difusión del cancionero
nacional.
    En 1962, sufre un infarto  cerebral. Ahora sí no regresará más a los
escenarios, aunque tuvo voluntad suficiente para orientar la grabación
de piezas de su autoría que para la disquera Egrem hizo el trío Veinte
años, del que entonces formaba parte Lorenzo Hierrezuelo.
    Falleció en La Habana el 17 de diciembre de 1965. Es, como dice su
biógrafo Jorge Calderón, «un pedazo del alma cubana».
CADÁVER DESAPARECIDO
Deshilvanó María Teresa Vera muchos de sus recuerdos en la entrevista
con  Villaronda publicada en Bohemia en febrero de 1958. De Patricio
Ballagas contó que cayó muerto mientras cantaba en la calle. Ya
inhumado, sus amigos quisieron llevarle flores al cementerio y para
recaudar el dinero necesario se reunieron varios trovadores, María
Teresa entre ellos. Rascándose los bolsillos, allegaron diez y ocho
pesos con treinta y dos centavos, y María Teresa expuso que lo ideal
sería entregar  los diez y ocho pesos a los hijos del amigo e invertir
los treinta y dos centavos en flores. Así se hizo, pero se continuó
pensando en un homenaje. Se quiso adquirir el terreno donde fue
enterrado y con ese fin se organizó un beneficio en el teatro Apolo
que arrojó una ganancia de cien pesos. A una de aquellas reuniones
asistió una mujer a la que nadie conocía y que se negó a dar su
nombre. Manifestó que ella se haría cargo de los restos de Ballagas y
que con aquellos cien pesos le rindiéramos el homenaje que
entendiésemos, aunque lo mejor, expuso, es que nos los bebiéramos en
ron.
    Grande fue nuestra sorpresa, decía María Teresa, al enterarnos en el
cementerio de Colón que los restos de nuestro amigo habían sido
exhumados y trasladados a un lugar desconocido. Concluía la autora de
Veinte años:
    —Los restos de Patricio desaparecieron para siempre y nadie volvió a
ver ni supo de aquella dama misteriosa. En cuanto al dinero, lo
entregamos al trovador Román León, que estaba ya muy enfermo y
falleció poco después



-- 
Ciro Bianchi Ross
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ENCUENTRO DE AMIGOS


ENCUENTRO DE AMIGOS

Fueron llegando los amigos al Museo de Arte Valencia, donde nos imparten el Taller de Escritura y Lectura Creativa. Nadie me dijo, en aquella invitación silente, a través de otro vehículo más silente aún, en los que parece que la voz a muerto junto con el verbo que patalea por no fenecer, que me sumergiría en aguas cristalinas, donde elTetradiamante recuperaría su espacio en la vida y volvería a su lugar de origen para que recobrásemos ese sentido de pertenencia. Hoy es el Octavo encuentro de nuestro Taller y los que llegan saludan como si encontraran a ese amigo de toda la vida, a ese que esperamos ver para abrazarlo y comentarle lo que nos aconteció en esos larguísimos cinco días, en que no estuvimos juntos. 
Hoy nos dijeron “Cuando se utiliza un diálogo, debe ser usado para hacer avanzar el cuento” sabias palabras porque me da pie para pensar que lo mismo sucede cuando comenzamos a hablar, debemos tener material fresco para mantener a nuestro oyente interesado de saber cómo termina cualquier cosa que estemos contando.
Nos paseamos por las letras de Oscar Guaramato con el cuento “La otra señorita” la breve lectura hizo que rememorara aquel pupitre para zurdos que había en mi salón cuando niña. Éramos dos zurdos en clase y el primero que llegara sería el dueño de tan preciado amigo. El Profesor Ramón, con ese no sé qué en su narrativa, nos envuelve y siempre terminamos pidiendo más, más conocimiento, más inspiración.
Nos invitó a un partido de fútbol. En él se celebraba el onomástico de la madre del Árbitro, todos hicieron honores a tan respetable dama pero en el fragor del encuentro, el Árbitro desconoció un gol e inmediatamente, también la sacaron a relucir pero esta vez fue con más sabor y estruendo “Árbitro Hijo E´Puta”.
En el libro de Eduardo Galeano “El Fútbol” encontramos una sencilla carta que se transformó en un interesante cuento nada común, que nos hizo gritar ¡GOLLLL! Cuando la pelota irrumpió en la caja, entre las hojillas Gillette y otras baratijas del mercado. Estoy por pensar, que este Profesor fue elegido por alguien que entendía nuestras ganas de mejorar en la Escritura y la Lectura Creativa y  quiso que estos ocho mortales tuvieran el mejor Maestro en Letras.
La mañana transcurrió entre cuentos, poemas en prosa y crónicas. Estábamos maravillados de ver cómo emanaba tanta belleza interna de todos nosotros. Terminamos con nuestro delicioso compartir y las, ya acostumbradas poses para la foto. Por lo que hoy me despido con un “En el nombre del Padre, del Hijo y del Enmascarado de Plata”RN.
Carmen Pacheco

HOY, NO SE QUIEN SOY


Hoy debo alejarme. Hoy las lágrimas están a flor de piel. Hoy tengo miedo de  seguir sintiendo más profundo de lo que ya concibo amarte. Hoy quiero dejarte a un lado de mi vida. Sentir que fuiste un ave de paso en ella y no voltear hacia atrás para que tu sonrisa no turbe mi decisión.

Hoy tengo el volumen alto en mi alma, no quiero oír mis pensamientos. Una lucha impera en mis adentros y ya casi me siento hablando con las aves que se cruzan en mi delirio. Hoy pido olvidarte.

Lamento y doy gracias a la vez porque este hoy dura hasta la media noche. Busco entre la brisa fuerzas, como un vicioso que no quiere volver a caer en esta inmoralidad de amarte. Hoy mi hermosa alma está añorando tu presencia y pidiendo no verte más.

Hoy, no sé quién soy…

Carmen Pacheco
@Erotismo10
27 de julio de 2019

OJOS DE LLUVIA


OJOS DE LLUVIA…

La luz se fue asfixiando, los músicos recogían sus instrumentos. El sol, en su parsimonia dejaba caer chispas brillantes sobre los presentes. Las gotas de lluvia desmaquillaban las risas de los rostros, sólo unos ojos grises acompañaban la tristeza del momento. 

Era alta y muy hermosa, sus amigos la llamaban Kate. En pocos días se había convertido en la alegría del Instituto. Su melena roja era sacudida por la fuerte brisa que azotaba su rostro. No se supo dónde llovía más fuerte, si en el jardín o en esos ojos tristes y nublados que se ahogaban en el silencio. Ya era una sombra que se desvanecía lentamente ante el vapor de la tierra. 

La vida había cobrado muy caro su derecho a amar. Ese día asistía a su propio funeral

Carmen Pacheco
lasculpasylamuertedelamorii@hotmail.com
26 de julio de 2019
@Erotismo10

LA HISTORIA LEVANTA SUS MASCARAS


La historia levanta sus máscaras
Un nuevo libro sobre Antonio Guiteras toca a la puerta para revelar detalles ignorados y bastante polémicos de la Revolución del 30
 Publicado: Sábado 27 julio 2019 | 09:35:42 pm.
Autor:
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 digital@juventudrebelde.cu
Rolando Rodríguez García muestra fotos relacionadas con la vida del hombre del Gobierno de los Cien Días.

Rolando Rodríguez García muestra fotos relacionadas con la vida del hombre del Gobierno de los Cien Días. Autor: Ricardo Tamayo PérezPublicado: 27/07/2019 | 08:05 pm
Ciego de Ávila.— El historiador Rolando Rodríguez García (Santa Clara, 1940) continúa su serie de la Revolución del 30. A sus estudios sobre la colonia, la República neocolonial, la dictadura de Gerardo Machado y el Gobierno presidido por Ramón Grau San Martín —al cual insiste en llamar el Gobierno de los 127 días—, se le suma un nuevo libro: Antonio Guiteras, el héroe.
El volumen, editado por Ediciones Capiro, se presentó en el 11no. Fórum Nacional de Historia, organizado por la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), con una conferencia de su autor y la presentación del joven Doctor e historiador Elier Ramírez Cañedo.
En sus páginas, el Premio Nacional de Ciencias Sociales (2007) y de Historia (2008) retoma una figura de la que, al parecer, se había dicho todo y ahora, a medida que leemos el libro, nos damos cuenta de que todavía quedan unas cuantas cuestiones por decir u otras por develar.
Y, sobre todo, un dato: la historia continúa. «Sí, voy a continuar. Empecé con Colón y he pasado por todas las etapas hasta la Revolución del 30 y voy a continuar con lo ocurrido en la década de 1940», nos dice.
—Profesor, sobre Guiteras se han realizado varios estudios. Desde la biografía de José A. Tabares del Real hasta la de Paco Ignacio Taibo II; pero ahora aparece esta investigación. ¿Cuál es la novedad que nos trae su libro?
—Aunque parezca mentira, en este libro se aclara con lujo de detalles quiénes fueron las personas involucradas en la ejecución de Carmelo González Arias, el traidor que denunció los planes de «Tony» Guiteras para salir del país. Cuando se recuperaron los restos de Tony y Carlos Aponte, se dio una versión del ajusticiamiento. Pocos días después, Luis Buch, dirigente de la Joven Cuba y uno de los protagonistas del ajusticiamiento, envió una carta a Raúl Roa y a Jesús Montané en la que expresaba su inconformidad con esa versión. En la misiva contaba paso a paso cómo ocurrieron los hechos.
«Otra novedad es que se presenta la información recopilada en los Archivos Nacionales de  Estados Unidos, entre estos los despachos de la Embajada estadounidense; también se muestran documentos del Partido Comunista y de la Joven Cuba, que ilustran las complejidades de la lucha y las contradicciones entre las organizaciones de izquierda.
«Pero una de las cuestiones más relevantes es que, por primera vez, se pueden apreciar los intercambios de criterios en las reuniones del Gobierno de los 127 días a través de las actas del Consejo de Secretarios. Esos documentos no se encontraban a la mano de los historiadores, y logré acceso a ellas».
—Guiteras es una personalidad decisiva en la historia; sin embargo, en determinados momentos su personalidad apenas se ha mencionado en Cuba. ¿Por qué esos olvidos?
—Debido a las cicatrices dejadas por los conflictos, los dogmatismos y errores de visión entre los revolucionarios del 30, y que derivaron en la falta de unidad entre las fuerzas de izquierda. Al referirse a esas complejidades, Carlos Rafael Rodríguez dijo que la Internacional Comunista le llamó la atención al Partido Comunista por confundir al social-revolucionario Guiteras con el social-reformista Grau. Por supuesto que no eran iguales, a pesar de que estaban en el mismo Gobierno; pero esas diferencias no se apreciaron en su momento.

Grau quiere fusilar, Batista llora y Grau lo perdona
—Cuenta el periodista Mario Kuchilán en su libro Fabulario, que Guiteras intentó fusilar a Batista por traidor…
—Quienes quisieron fusilar a Batista fueron Guiteras y el Directorio del 30. Grau San Martín lo aprobó. La historia de cómo ocurrieron los hechos me la contaron básicamente Willi Barrrientos, Salvador Vilaseca y Segundo Curti. El Directorio Estudiantil Universitario (DEU) se enteró de las conversaciones de Batista con el ex embajador estadounidense Benjamín Sumner Welles, y Carlos Prío, que era uno de los dirigentes de esa organización, corrió a Palacio. Grau se enfureció y lo informó al DEU. Acordaron celebrar una reunión a las nueve  de la noche en casa del periodista Sergio Carbó, que había sido miembro de la Pentarquía. Allí juzgarían a Batista.
«Tony se encontraba ajeno a todo. Los detalles los cuento en el libro. Él se entera porque conoce de la reunión en Palacio y le pregunta a Willi Barrientos, uno de los miembros del DEU, qué estaba sucediendo. “Batista quiere deponer a Grau”, le respondió. Entonces citó a su gente para la casa de Carbó».
—Se dice que en esa reunión Guiteras increpó a Batista, lo llamó traidor y pidió el fusilamiento.
—Quien increpa a Batista es Grau. Tony se recostó a una columna de la biblioteca donde se celebraba la reunión. Desde allí lo miraba todo. Al llegar Batista, Grau hablaba con los jefes de distritos militares que todavía no habían traicionado y lo detuvo: «Batista, no te acerques, que estoy hablando con estos señores».
«Batista se dio cuenta de que estaba muerto. Luego subieron a la biblioteca. Curti se recostó sobre el respaldo de la butaca de Batista. Desde ahí notó que sudaba intensamente. Grau habló a los presentes, anunció: “Señores, voy a dimitir porque he permitido que el jefe del ejército hable con el ex embajador americano, y eso es muy grave”. Hubo protestas. Batista intentó hablar y Grau lo detuvo: “Batista, tú hablarás cuando yo te lo permita”. Y empezó a narrar lo que era una traición. Al fin Grau lo autorizó a hablar.
«Batista se movió hacia la punta del asiento, luego tocó con la rodilla el suelo y empezó a pedir perdón. Dijo que él no sabía lo que había hecho, que él era un pobre guajirito ignorante y ellos personas instruidas. Que Grau había nacido en cuna de seda y él en un pesebre —un miembro del DEU dijo: “Yo nunca entendí de dónde sacó eso del pesebre”—. Que había sido invitado a la mansión de González de Mendoza, un empresario azucarero, quien lo había llevado ante Welles, pero él se lo iba a contar todo a Grau. Y que lo perdonaran, por favor, que pensaran en su mujer y en su hijita».
—¿Pero por qué Grau lo salva? ¿Por lástima, porque lo subestimó o porque veían en él un contrapeso a la figura de Guiteras?
—Grau quería salir impoluto del Gobierno, sin las manos manchadas de sangre, para luego postularse como un mirlo blanco, y salir electo presidente constitucional. También había un desprecio de clase. Ramón Grau San Martín era un burgués, de familia adinerada de Pinar del Río, y Batista era un mestizo pobretón de Banes, en Oriente. Cuando el DEU recriminó a Grau por el perdón, dijo que total, Batista, Pedraza, López Migoya y los demás sargentos todos eran lo mismo, escoria, pura basura. «Daban lo mismo y al menos ya Batista estaba advertido», aseguraba.
—¿Tony sí adivinó desde un primer momento quién era Batista?
—Exacto. Cuando Tony vio que lo habían perdonado bajó y le dijo a sus hombres: «Vámonos». Luego comentó: «Ahora Batista sí es peligroso, porque ya está advertido». Aquella noche Fulgencio Batista hizo la mejor actuación de su vida y la decisión de Grau pesó mucho en la historia. Nos costó la vida de Tony y la de miles de cubanos.
Guiteras se planta. Grau se pone bajito de sal y engaña
—¿Qué tan feliz era la relación entre Grau y Guiteras?
—No debieron ser muy cordiales. En una de las reuniones del gabinete, Guiteras declaró: «Yo soy de izquierda, pero este Gobierno no». Así aparece en una de las actas del Consejo de Secretarios del Gobierno. En otra ocasión, Grau expuso en el gabinete que había sostenido conversaciones con Sumner Welles, y Guiteras planteó que entonces dimitía porque no estaría en un Gobierno en que el presidente hablaba de cuestiones internas con el «extranjero».
«Grau dio marcha atrás. Dijo que sí habían conversado; pero no de política interna, sino de asuntos de economía y de asuntos internacionales. No era cierto. Habían hablado de la entrega del poder. Grau era un zorro y mentía. También es verdad que Grau necesitaba a Guiteras para compensar el peso de Batista y del ejército en el Gobierno de los 127 días. Con el tiempo, Grau se convirtió en el enemigo solapado de Guiteras».
—En su conferencia a los estudiantes de la FEU, usted habló de los comunistas primitivos. ¿A quién se refiere específicamente?
—A los comunistas bisoños del primer Partido; porque el segundo es el fundado por Fidel. No se puede dudar que aquel primer Partido lo integraron compañeros muy valiosos, verdaderos patriotas, dispuestos a los mayores sacrificios. Pero también es cierto que entre sus dirigentes existía una visión estrecha del marxismo y de la sociedad, que los ubicó en un margen de maniobra política muy reducido y confundían marxismo y anarquismo. Llegaron a sancionar a Mella por la huelga de hambre y Ruthemberg, un alto dirigente de la Internacional Comunista, les escribió: «Han cometido un error. Han sancionado al hombre de más talento que hay entre ustedes».
«A Tony lo atacaron muy duro. Llegaron a decir que se encontraba en vías de convertirse en un fascista. No aceptaron ni comprendieron los gestos de Guiteras al ofrecerles plazas dentro de la policía y la infantería de Marina para contrarrestar el poder de Batista y la reacción. En ellos pesó la confusión generada por la masacre perpetrada por Batista en el entierro de las cenizas de Mella.
«Culparon a Guiteras, quien era el secretario de Gobernación, y lo cierto fue que había sido Enrique Fernández, el subsecretario, quien aprobó el entierro. En medio de las acusaciones sobre su persona, Tony reprendió a su subordinado. Dijo que él nunca hubiera autorizado el entierro público porque solo llevaba 15 días en el cargo y todavía no tenía control sobre Batista».
—¿El plan insurreccional de Antonio Guiteras tenía posibilidades reales de triunfar en la década del 30?
—Era quizá el único que podía triunfar. ¿Cuál otro podía lograrlo? El viejo Partido sostenía la tesis de la lucha de clase contra clase y de la lucha de masas. También propugnaba los soviets de obreros, campesinos, soldados y marinos.
«Bajo las indicaciones en esos momentos de la Internacional Comunista, querían realizar en Cuba una revolución semejante a la de la Unión Soviética, sin acabar de entender que las condiciones eran distintas y los obreros no entendían ni qué era el término soviet.
«Con Batista el ejército se volvió aún más represivo y no titubeaba en masacrar a su propio pueblo. Igual pasaba con la oligarquía cubana. La única manera de derribar ese sistema era como lo hizo Fidel: por la lucha armada y no con manifestaciones y huelgas».
—Al morir Guiteras, muchas personas de diversas tendencias políticas afirmaron que en él primaba el terror por el terror y no la lucha revolucionaria. ¿Qué usted opina de ese criterio?
—¿Tony terrorista? Léete el programa de la Joven Cuba. Ahí encontrarás la verdad. Era marxista, y como Fidel, no usaba clichés, como lucha de clases, dictadura del proletariado. No solo era antimperialista. En el libro demuestro quién era Guiteras y la altura de su pensamiento.
—Si Guiteras alcanzaba el poder, ¿qué hubiera pasado en Cuba?
—Hubiera tratado de acabar con el latifundio; los trabajadores tendrían derechos reconocidos y jornadas de ocho horas, más de 30 000 campesinos se habrían beneficiado con la entrega de tierra y el Gobierno hubiera apoyado la educación, la creación de una industria nacional y hasta de una marina mercante. Hubiera seguido un camino no capitalista.
—¿Y los estadounidenses lo hubieran dejado?
—No, ¿y qué? ¿Dejaron tranquilo a Fidel? Todo podía suceder; incluso que Stalin, una figura que no es para nada de mi agrado, pudiera haberle vendido a Cuba petróleo y maquinaria a cambio de azúcar, porque había un Gobierno al cual no entendían mucho, pero que desafiaba a los capitalistas.
—La Revolución del 30 significó un antes y un después en la vida del país. De cierta manera nada volvió a ser igual en Cuba y ese cambio, en cierta medida, también se refrendó en la Constitución de 1940. ¿Hasta qué punto el legado de Guiteras estuvo en esa carta magna?
—Un análisis detallado demuestra que muchas medidas defendidas por Guiteras en el Gobierno de los 127 días o el pensamiento de Joven Cuba, se recogieron en esa Constitución. Me refiero, entre otras, a la condena al latifundio, a la defensa de un sistema de educación pública, al derecho de voto para la mujer y la protección a los obreros y su jornada de ocho horas. Esa Constitución fue muy avanzada; pero la oligarquía y los sucesivos Gobiernos nunca permitieron la promulgación de las leyes complementarias para su aplicación o se buscaron formas para escamotear lo reflejado en ella.
«Sin embargo, el principal legado de Tony está en su ejemplo. Hasta que él aparece, nadie en Cuba se atrevía a desafiar a los estadounidenses. ¿Expulsar al exembajador de Columbia u ordenar que le dispararan al primer marine que saliera de la Base Naval de Guantánamo en son de interventores…? Eso nunca había ocurrido hasta que llegó Guiteras. Él rompió con una cultura política del complejo de inferioridad y eso, te diría, es de lo más importante: la herencia de dignidad y valentía que nos dejó Antonio Guiteras Holmes».
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La nueva biografía de Antonio Guiteras Holmes revela detalles inéditos.
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A escasos metros de la desembocadura del río Canímar se halla el obelisco que perpetúa la caída de Antonio Guiteras y Carlos Aponte.