Negocio con
las enfermedades humanas
Por
Hedelberto López Blanch
Lucrar con
las enfermedades que padecen las personas en el mundo se ha convertido en un
pingüe negocio para las compañías farmacéuticas transnacionales que se
enriquecen a costa de las penurias humanas.
La
globalización capitalista ha llegado al término donde no existe escrúpulos para
hacerse más ricos, aunque para eso esté en juego la curación o la vida del
ciudadano.
Las
declaraciones emitidas por el poderoso grupo de bancas e inversiones de
valores, Goldman Sachs, resultan muy claras para comprender a fondo el
pensamiento y comportamiento de los ricos ejecutivos: “curar enfermedades no es
rentable para las farmacéuticas”.
Por su
parte, el colombiano Germán Velásquez que trabajó por más de 20 años en la
Organización Mundial de la Salud, dijo que “productos que curan al paciente
matan el mercado cuando se trata de mantener y aumentar las ventas y por eso el
paciente sin cura será consumidor permanente para que las ganancias de las
industrias sean sanas”.
No hace
falta realizar un análisis profundo para comprender que cuando la salud es un
negocio y los inversores solo buscan recuperar y aumentar su dinero, el
bienestar de los pacientes no es la prioridad sino la mejor forma de
enriquecerse.
La revista
Forbes una publicidad dirigida a los hombres de negocios más ricos del orbe
informó que los ingresos obtenidos por las 15 principales farmacéuticas del
mundo superaron los 700 000 millones de dólares en 2017.
Esas
empresas realizan una gran presión propagandística sobre los medicamentos que
fabrican, aunque no sean útiles y puedan ser nocivos para la salud. Uno de los
ejemplos más atorrantes es el de la ciudad de Miami, en la Florida, donde la
radio y televisión están cargadas de anuncios publicitarios que no permiten a
los oyentes o televidentes disfrutar de un film o un programa por las
constantes interrupciones para anunciar cualquier tipo de medicamento o de
clínicas y hospitales particulares que ofrecen servicios pagados.
Para que se
comprenda el enorme negocio que controlan esas empresas, baste decir que el mercado
farmacéutico supera las ganancias por ventas de armas o las telecomunicaciones
y por cada dólar invertido en fabricar un medicamento obtienen mil de ganancia.
Estas
compañías en los últimos años han incrementado sus fortunas con enfermedades
como el VIH sida, el ébola, la Gripe A y otras más pues cuando aparece
cualquier tipo de riesgo epidémico en una región, comienzan a expender
productos y medicamentos que en ocasiones no tienen efectos reales o ya habían
sido fabricados con anterioridad con otros nombres pero los comercializan como
si fueran nuevos.
Uno de los
mayores negocios en la actualidad se realiza con los pacientes que padecen
algún tipo de cáncer pues existen industrias específicas dedicadas a vender y
divulgar medicamentos destinados a paliar la enfermedad hasta que la persona
fallezca y mientras tanto se llenan los bolsillos los dueños de laboratorios, de las compañías
distribuidoras y de los médicos y clínicas privadas.
Las transnacionales controlan ampliamente el mercado apoyadas en
acuerdos internacionales como los de la Organización Mundial
de Comercio (OMC) sobre patentes y de esa forma explotan al máximo el uso de fármacos en condiciones
abusivas que no tienen en cuenta las necesidades objetivas de los enfermos ni
su capacidad adquisitiva.
Durante la
última década las industrias farmacéuticas han expandido en más de un 60 % los nuevos
medicamentos oncológicos a la par que han duplicado sus precios.
La
especialista y consultora europea Janel Helth calcula que el mercado global
sobre esta enfermedad alcanza los 132 000 millones de euros, liderado por
Estados Unidos con un 42 %, y seguido por otros cinco principales mercados:
Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Alemania.
Por ejemplo,
en España algunas de las terapias más empleadas para tratar tumores varían
entre 30 000 y 100 000 euros por enfermo al año, precios muchas veces impagables
por los pacientes o por el sistema sanitario, sobre todo al tener en cuenta que
cada vez son mayores los diagnosticados con esa enfermedad.
Si en España
en 2015 existían 247 000 pacientes con cáncer se estima que en 2035 serán 315
000 por lo que las familias deberán ahorrar desde que son jóvenes para poder
costearse, hipotéticamente, los tratamientos.
En
contraposición opuesta a esa política de globalización capitalista, en un
pequeño país de Latinoamérica, específicamente Cuba, se ha trabajado siempre a
favor de una globalización de solidaridad, lo que acaba de ser puesto de
manifiesto hace solo unos días en una reunión de la Organización Mundial de la
Salud (OMS) realizada en Ginebra.
En esa
ocasión, la representación cubana ofreció a la OMS sus experiencias, recursos
humanos especializados, universidades médicas y los productos de la industria
farmacéutica y biotecnológica para logar la anhelada meta de la salud para
todos.
Durante la
LXXI Asamblea Mundial de la Salud, Cuba significó que sigue trabajando bajo el
precepto de lo expresado por el líder de la Revolución Fidel Castro Ruz, de
compartir lo que se tiene y no lo que sobra.
En ese
cónclave, la representación de la Isla antillana indicó que cuando el
compromiso de la cobertura sanitaria universal constituye un asunto pendiente
para muchos, 407 000 profesionales cubanos han estado presentes en 164 países
de todos los continentes, y hoy suman más de 11 000 jóvenes de 126 naciones,
los que han cursado estudios médicos en Cuba.
En
conclusiones, esas son algunas de las razones por las que deben primar en el
mundo sistemas que ayuden a mejorar la salud humana para que las enfermedades y
pandemias mundiales no se conviertan en un mero negocio para el enriquecimiento
de unos pocos.