APUNTES DEL CARTULARIO
Ciro Bianchi Ross
La fiesta del Guatao
Durante más de cien años hemos oído repetir en Cuba una frase que el
uso ha hecho célebre: “Acabó como la fiesta del Guatao”. Lo curioso
del caso es que desconocemos realmente qué fiesta fue aquella, aunque
por el sentido que se da a la expresión se sabe que no tuvo un final
feliz. Cuando aquí se dice que un suceso terminó de esa manera, nadie
duda de que se trató de algo que empezó bien y finalizó mal.
Guatao se fundó en 1750 en las tierras que cedió gratuitamente
Esteban Godina a la vera del camino real que iba de La Habana a Vuelta
Abajo. Sobre esa vía se edificaron también los caseríos de Mordazo, La
Ceiba, Curazao, Quemados y Marianao, y además El Cano, Corralillo y
Guayabal. Pero la tierra era baja y pantanosa y para trazar la calzada
hasta Guanajay se buscó una base más firme. La nueva vía pasó
paralela, pero a unos dos kilómetros del viejo camino real y El Cano,
Guatao, Corralillo y Guayabal quedaron a un lado, abandonados.
Entonces, sobre la nueva ruta, por cada uno de esos caseríos surgió
uno nuevo: Arroyo Arenas por El Cano, Punta Brava por Guatao, Hoyo
Colorado o Bauta por Corralillo y Caimito del Guayabal por Guayabal.
Luego sobre la antigua calzada se hizo la Carretera Central y las
nuevas poblaciones florecieron. Los pueblos a la orilla del viejo
camino real, ya sin uso, quedaron abandonados a su suerte.
En 1959 Guatao tenía menos población y comercio que a mediados del
siglo XIX. En 1827, por ejemplo, existían allí un almacén de víveres,
dos tiendas de ropa, ocho tiendas mixtas, dos herrerías, una
carpintería, una sastrería, una panadería, tres tabaquerías y una
barbería. En 1959 no quedaban más que dos bodegas y una cantina,
precarias las tres, y una fábrica de almidón era la única industria
del poblado. La iglesia, que se edificó en 1765, se derrumbó en 1955.
Entonces lo único que quedaba del Guatao era su fama: aquella de la
fiesta.
¿Fue bronca de jaladera en medio de una celebración religiosa
afrocubana? ¿La motivaron los celos y la furia de un marido burlado o
la determinación de un grupo de hombres dispuestos a vengar una
estafa? Se ignora qué pasó y hay quien asegura que no hubo tal fiesta
en Guatao y sí una matanza horrible que en 1896 perpetraron soldados y
voluntarios españoles entre la población indefensa y levantisca porque
en Guatao, se afirma, hasta las piedras eran insurrectas.
Lo que sigue es solo una de las versiones que llegaron hasta nosotros
sobre la famosa fiesta del Guatao. Parece la más creíble entre todas
las que existen. Se celebraba un baile para festejar el fin de la
guerra contra España y a la celebración concurrieron, de guilletén,
muchos voluntarios y elementos proespañoles hasta la víspera para ver
qué acogida se les daba.
Por aquellos días, Ángel Bildosa y Merced Amador, dos vecinos del
poblado, mantenían relaciones amorosas, pese a que Ángel era casado.
Llegó la fecha del baile y Ángel, prohibió a su amante que acudiese a
la fiesta. Parece que sospechó que ella no lo obedecería y ya a
medianoche se fue a casa de la querida. No la encontró y decidió
buscarla donde sabía que estaba. Cuando entró a la fiesta, Ángel vio
que Merced bailaba con el teniente Abad, de los voluntarios españoles.
No se molestó en pedir explicaciones. Rasgó el vestido de la mujer de
arriba abajo, y ella, que también se las traía, se descalzó y a
taconazo limpio la emprendió contra su compañero. Quiso intervenir a
favor de Merced el ex teniente Abad y ahí se armó la gorda porque los
vecinos, que se las tenían juradas a voluntarios y guerrilleros
españoles desde la matanza de 1896, aprovecharon la oportunidad para
cobrárselas. La leña estuvo sata y los enemigos de ayer quedaron mal
parados.
Porque el 22 de febrero de ese año los españoles cometieron en Guatao
la matanza de la que ya se habló. Una columna compuesta por unos 200
guardias civiles, voluntarios y soldados salió de Marianao para operar
en las zonas vecinas, y en Punta Brava se enfrentó con una partida
insurrecta a la que no pudo aniquilar.
Entonces la columna vino hasta el Guatao, cogió a todo el que pudo y
lo metió en la iglesia. De allí los sacaban amarrados y los mataban en
el suelo... De noche partió la columna llevando unos 20 prisioneros
de los cuales solo cinco llegaron a Marianao. En la carretera
quedaron 16 cadáveres. Se dice que unos 50 muertos causó aquella
tragedia. Para algunos autores esa matanza fue la que dio origen a la
frase. Pero ¿quién sabe? Porque de aquel pasado sangriento,
pendenciero y bullente del pueblo, no queda más que una frase: Acabó
como la fiesta del Guatao.
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Ciro Bianchi Ross