El Libre comercio y los retos para África
Hedelberto López Blanch
El continente africano que ha sufrido durante muchos años el saqueo de
sus riquezas, primero por las naciones colonialistas y después por las
compañías transnacionales, realiza grandes esfuerzos por lograr para
sus pobladores un mayor desarrollo económico.
En ese desafío, sus jefes de Estado y de Gobierno africanos en la XII
Conferencia Extraordinaria de la Unión Africana (UA) efectuada en la
capital de Níger, concretaron a principios de julio el establecimiento
de la zona de libre comercio continental (AFCFTA por sus siglas en
inglés) que en papeles será la más grande del planeta con 54 países y
una población de 1 200 millones de personas.
Las dos últimas naciones en adherirse fueron Nigeria y Benín y según
una declaración de la UA, el convenio representa “otro hito histórico
de unidad de África para la prosperidad colectiva, la paz y la
armonía”.
Tras cuatro años de negociaciones, en la primera fase se eliminarán
los aranceles al 90 % de los productos de cada país para potenciar el
comercio inter-continente que en estos momentos se sitúa en 18 % y se
estima que dentro de tres años sea de 52 %.
Mientras Estados Unidos trata de imponer al mundo un fuerte
proteccionismo e impulsa guerras económicas, África apuesta por abrir
su comercio interno con miras a disminuir su dependencia del exterior,
incrementar fábricas, industrias, infraestructuras en general y
generar numerosos puestos de trabajo.
En la actualidad, los aranceles medios en el continente fluctúan entre
un 6 % y 8 %, lo que a las empresas y productores les resulta caro
exportar dentro de África. La reducción paulatina de los impuestos
posibilitará mayores intercambios entre sus miembros.
En su conjunto estos países cuentan con un Producto Interno Bruto
(PIB) de alrededor de 2,700 millones de dólares y le es completamente
necesario crear 18 millones de puestos laborales al año para impulsar
desarrollo, reducir flujos migratorios y aumentar el nivel de vida de
la población para ayudar a la tranquilidad ciudadana.
Las palabras pronunciadas por el destacado líder ghanés, ex presidente
Kwame Nkruman el 24 de mayo de 1963 durante la creación de la
Organización para la Unidad Africana (OUA) precedente de la Unión
Africana (UA) han sido retomadas por los actuales líderes africanos:
“las fuerzas que nos unen son intrínsecas y más grandes que las
influencias impuestas que nos separan. Debemos unirnos ahora o
perecer”.
Pero innegablemente existen retos que deben ser superados en los
próximos años, entre estos que los gobiernos asuman una política de
desarrollo económico-social objetivo que ayude a equilibrar las
diferencias entre los pobladores.
Aunque se reduzcan las barreras arancelarias, se necesita lograr más
complementación económica entre los países pues algunos no podrán
pagar las mercancías que puedan ofrecerles los más avanzados o los que
cuentan con productos indispensables como hidrocarburos. En la mayoría
de esos casos no cuentan con refinerías para procesarlos.
Recordemos que en el conjunto de sus 55 naciones existe gran variedad
de niveles de desarrollo entre los que aparecen 34 Estados menos
desarrollados del mundo y 16 sin salida al mar.
Aunque en los últimos años se han realizado inversiones importantes en
la red de carreteras y ferrocarriles, todavía continúan siendo
deficitarias y en ocasiones se tarda hasta 24 horas en recorrer 200
kilómetros.
Los puestos marítimos y aeropuertos deberán modernizarse y agilizar
sus gestiones para la pronta recepción y despacho de las mercancías. A
esto se une el elevado costo para mover los productos.
Impedimento para ese libre flujo de tránsito y personal son las
barreras de visados que deberán ser eliminadas o simplificadas en el
75 % de los países.
Un esfuerzo constante y mayor vigilancia tendrán que ejercer los
gobiernos en la lucha contra la corrupción la que ha penetrado en
algunas partes del continente como ha sucedido en muchas naciones del
mundo.
En ese sentido habrá que ejercer controles eficientes sobre la
actividad de las compañías transnacionales para que no vayan a obtener
abundantes ganancias que afecten el desarrollo de sus países.
Si bien parecen grandes los retos y desafíos, los gobiernos del
continente cuentan con las riquezas materiales-humanas, así como la
experiencia para superarlos y llevar por la senda del desarrollo
sostenible a sus pueblos.
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