Se reanuda el diálogo en Barbados. ¿Maduro y Guaidó lo quieren?
Eligio Damas
Si, en efecto, hay una oposición oficial u oficialista, esa que el gobierno reconoce y con la misma que ahora se reúne en Barbados. La que junto con el gobierno, según Oscar Schemel, acumulan el 43 por ciento del respaldo de los venezolanos. Si hacemos una simple operación de resta, sin ánimo de favorecer a nadie, pero si para que nos podamos entender, cada uno de esos factores cuenta con el respaldo del 21.5 del universo nacional. Es decir, constituyen dos minorías que intentan decidir por todos y por quienes este “todos” espera se pongan de acuerdo, pero no convalida lo que uno y otro hace o intenta hacer en materia de política de Estado. El “todos” está de acuerdo hace tiempo en la necesidad de buscar caminos atendiendo al interés nacional y ante la grave crisis de la cual somos víctimas por culpa de esa minoría. Como sentarnos a planear el futuro, tomando en cuenta lo que cada quien piensa y espera. Y de hecho, ese “todos”, ocupa un espacio que pudiera configurar una nueva oposición, no ya oficialista, que recoja en un programa lo que es de su interés y del interés de todos. Esta oposición en verdad no necesita ir a Barbados, a Noruega y tampoco a Panamá como solicita su presidente, se conforma que vayan gobierno y su oposición y hallen fórmulas para desentramar al país, normalizar su vida, abrir espacios para la participación y hasta para una política con planes que funcionen. Esa oposición solo quiere que volvamos a la normalidad y a la práctica política que permita recuperar la economía, las relaciones entre los venezolanos sin que nadie se sienta afectado y menos herido en sus convicciones, nos veamos como amigos y compatriotas que piensan distinto. Y para eso es vital que cada factor se desentienda de las líneas que trazan o pudieran trazar factores externos para los cuales lo nuestro está en el último puesto de la fila.
Pero es obvio que dentro de ese pequeño universo, desde la perspectiva que emerge de las cifras de Schemel, hay serias confrontaciones que sin ser insalvables, se presentan o manejan como si lo fuesen, por operar sin atender primordialmente el interés nacional y como resultado de viejas y malas prácticas políticas.
Es evidente que los intentos de diálogo de ahora despiertan mucho interés y parecieran desatender las presiones de quienes quieren una guerra. El llamado del gobierno noruego y las recientes declaraciones optimistas del nuevo presidente panameño son síntomas de eso. Pero analicemos ahora como se manifiestan las tendencias a lo interno.
El presidente Maduro ha dado declaraciones que indican que el chavismo podría volver a la Asamblea Nacional, lo que pudiera ser uno de los seis puntos en la agenda de Barbados, según lo informado, en el diario Últimas Noticias.
Pero uno, según por lo antes visto, duda al tratar de interpretar la conducta del ciudadano presidente. Pues lo que ahora vemos, pareciera ser que este se muestra como demasiado expresivo ante la reanudación del diálogo. Pues no sólo ha dicho lo que hemos arriba escrito, sino que como antes ha venido dando declaraciones casi al instante de producirse los acontecimientos. Por lo que es habitual, en circunstancias como estas, las partes deberían mostrarse muy discretas para no perturbar las conversaciones; pero pareciera ser, en primera instancia, que Maduro estuviese asumiendo una conducta inapropiada que pudiera entorpecer. Aunque quizás lo mueva, pese no sea diplomático, su sincero interés de abrirle espacios y veredas al futuro. Uno no puede tampoco caer en el error de mal juzgar a todo el mundo.
Aparecer él como desorbitado, lo que no quiere decir deba dar muestras evidentes de estar en contra, pudiera generarle dificultades a la oposición. En este universo la resistencia al diálogo es bastante fuerte. Entre ellos, durante los últimos diez o doce años, por tomar una referencia temporal, se ha impuesto el cortoplacismo y la necesidad de salir de Maduro y el chavismo en lo inmediato, lo que implica rendirle y hasta someterle. “La salida” por la vía violenta ha sido la táctica y la forma que se ha privilegiado. El propio Guaidó asume el “liderazgo” atrapado por esa tenaza. Por eso, las redes en estos días están llenas de mensajes de rechazo y hasta condena dirigidos a Guaidó, quien por ser el vocero de ellos, se ha visto obligado “a liderar” las gestiones que hoy se reanudan en Barbados. Y esto es una contradicción que él debe manejar y no es tampoco fácil hacerlo. Todo este tiempo, por esa enorme presión, más la que deben ejercer factores externos ganados para la guerra (dentro del gobierno norteamericano mismo hay diferencias al momento de tratar este asunto pues como se sabe Trump. Pompeo, Bolton y Abrams no reman exactamente en la misma dirección) el presidente de la Asamblea Nacional ha actuado en permanente contradicción, mientras dice enviar su representación a aquellos encuentros, da declaraciones confusas como para congraciarse con quienes no quieren sino la guerra y llevar esto “hasta las últimas instancias”. Para alguna gente, de un bando u otro, el contario es mucho más que eso, un enemigo y hasta un demonio a quien se debe aniquilar. Entonces estando así las cosas, se podría pensar que las manifestaciones como muy entusiastas de Maduro tienen como fin alborotar más aquel avispero. ¡Pudiera ser! ¡En el mundo del Señor todo es posible!
Lo verdadero, que se puede deducir por las manifestaciones abundantes en las redes, es que mientras el chavismo, aparte de lo que ya hemos dicho del presidente, da evidentes manifestaciones de querer diálogo y hallar puntos de encuentro con su oposición, en este bando crece el descontento y la inconformidad. Y eso no debe extrañar si tomamos en cuenta lo que antes dijimos, pues su dirigencia, una parte de manera constante, sin descanso ni dudas, ha estado promoviendo la opción de la violencia y el inmediatismo, la otra ha jugado a las dos cartas y en el momento que esa alternativa pareciera copar el escenario se pliega con bastante esperanzas y hasta entusiasmo. Hay sectores opositores de no difícil identificación que no tienen ventaja ni esperanza alguna dentro de la competencia legal y electoral y sólo por eso prefieren la guerra y la violencia. En los medios dejan constancia que aquí no hay otra cosa que hacer es promover una guerra y rogar para que los gringos nos invadan.
Barbados es pues hoy una esperanza para quienes sueñan con la paz y la tranquilidad y lo es para quienes pudieran unirse con un programa común, nacionalista y racional, atendiendo estrictamente el momento histórico que vivimos para que los venezolanos podamos tener opción a una forma de vida digna, que pasa por conservar nuestros intereses y soberanía, lo que es común al universo venezolano que conforman los chavistas partidarios del gobierno, gran parte de su oposición que visto los resultados cobraría la sensatez y esa enorme masa de más del 55 por ciento de los venezolanos que pudiera sustentar una nueva oposición.
Los esfuerzos de Noruega, los cambios de posición en el Grupo de Lima, las indecisiones de Trump, la certeza de este tiene como que una invasión militar a Venezuela es por demás contraproducente, las opiniones de los organismos internacionales, los respaldos que el gobierno venezolano tiene de potencias como China y Rusia y hasta la entusiasta manifestación del recién electo presidente de Panamá, revelan que la opción del diálogo cobra fuerza y quienes lo desechan están aislándose. Pese la interpretación que uno quiera darle a la conducta de Maduro no hay duda que en el chavismo todo hay disposición y esperanza en el diálogo. La duda está del lado de la oposición oficialista. Allí no hay liderazgo, las vacilaciones de Guaidó son evidentes manifestaciones de ese asunto, como lo son también las muestras que corren por las redes, donde los “suyos” le vilipendian y hasta injurian por plantearse una acción noble, constructiva y que las mayorías quieren como el diálogo. Con esto queremos decir, no descartamos que a lo interior, Guaidó mismo, esté ganado para el diálogo. ¡Todo es posible!
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