Apagón en Manhattan. ¿Sabotaje de Irán o de Maduro, dejadez o falta de mantenimiento?
Eligio Damas
El centro de Nueva York, el Distrito de Manhattan, sufrió de repente un apagón. No se trata de uno de esos huracanes que estacionalmente azotan a Nueva Orleans y allí sus habitantes por esta época del año esperan; no es diciembre y Papá Noel desfila con sus trineos voladores. Tampoco de los tifones que entre mayo y noviembre se desatan en el área del Pacífico o las nevadas decembrinas. Un apagón en Estados Unidos y para más señas en el centro de Nueva York, es como diría el oficial lenguaje del chavismo, un acontecimiento “sobrevenido” o un venezolano cualquiera “un acabose de mundo” o una vaina que no se ve nunca. Según lo que casi todo el mundo espera, los apagones, como las arepas y hasta las hallacas, son vainas propias de Venezuela e inherentes a los venezolanos. Pues los tres forman parte de la tradición y del día a día de la gente. ¿Quién en Venezuela se asusta o incomoda por un apagón? Nadie, porque eso es como el aire, el calor del mediodía y la oscuridad de la noche, sobre todo ahora cuando es raro el poste que tenga bombillas. Es más bien una diversión. Desde la mañana se abren las apuestas para ver quién acierta las horas cuando se producirán y hasta el tiempo de duración de los mismos. Entre quienes habitan en cuadras vecinas, pero dependen de sectores eléctricos distintos, hacen apuestas a quien se le va la luz primero; eso sí, las apuestas son por un kilo de arroz, un paquete de harina de maíz o espagueti, dos tomates contra dos cebollas, porque no hay dinero en efectivo y hacer transacciones bancarias es demasiado complicado.
¡Coño! ¿Pero en Nueva York? Eso, hasta hoy que llegó la información por las redes y puesta a circular por medios como el New York Times, es una cosa impensable. Y lo es de tal manera que un no logra organizar sus hipótesis para explicar aquello, pese estamos como entrenados para formularlas apenas aquí, en Venezuela, se produce un apagón, que pueden ser, en la ciudad donde vivo, cinco o seis al día.
Para nosotros la cosa es de lo más sencilla. El apagón o los apagones ya no nos mortifican por la oscuridad si es de noche, el calor que habremos de soportar por falta de aire acondicionado, pues ya estamos habituados y ni siquiera se nos pueda quemar algún artefacto. En este último caso, el apagón durará horas y a uno le da tiempo desconectar todo, pues al regresar la luz, como decimos nosotros, es cuando de aquellos se queman. Porque si a algo hemos llegado los venezolanos, cosa que consuela al gobierno y desconcierta a quienes quieren que esto cambie, es que estamos como acostumbrándonos a este estado de cosas. Pero, pensándolo bien, tratándose de algún revolucionario, como se definen quienes gobiernan, debería haber preocupación porque si algo es contrario a sus supuestos sueños es que el pueblo y ellos mismos caigan en ese decadente estado, un cómo hacerse la camita y hasta peor si se la hacen. ¿No estará hecha?
Lo nuestro, apenas el apagón se hace de nosotros, es formular nuestras hipótesis, un ejercicio o juego que sustituyó la lotería y las carreras de caballos, instituciones o prácticas de la cultura nacional desaparecidas no sé si por el ascenso espiritual alcanzado al impulso revolucionario o por la descomunal peladera que a la triste mayoría embarga. ¿Y acaso no desaparecieron las habituales fiestas familiares y los semanales jolgorios entre amigos? La cultura revolucionaria acabó con aquello y en cambio nos aficionó a los discursos de Maduro. Ya no se dice “anoche en casa de Juancho nos jalamos tres botellas y mañana sábado en lo noche seguiremos en la de Luis”. No, ahora es, “nos pasamos la tarde y parte de la noche en casa de María, hasta que llegó <Con el Mazo Dando>, el programa de Diosdado, viendo por la tele la reunión de Gabinete de Maduro, donde él habló todo lo que el acoso de el del Furrial le permitió, y a los ministros anotando en sus libretas y luego seguimos con la programación del canal”. Porque si una vaina respeta Maduro, cuando se larga a hablar por televisión, es el espacio de “Con el Mazo Dando”, si no pregúntenle a Pirela y a Earle Herrera.
Decía pues que formular hipótesis, además de las apuestas de las que hablamos arriba, para explicar los apagones es nuestra ya arraigada forma de pasar el tiempo mientras la luz regresa. Las hipótesis son dos, depende se esté con el gobierno o la oposición. Los primeros, sin perder el tiempo, gritarán al unísono ¡sabotaje!, los segundos, como más hablachentos pese no están con Maduro, largarán una perorata aderezada de groserías y maldiciones para en sustancia decir, “eso pasa por falta de mantenimiento y exceso de corrupción”.
Los gringos, a quienes la contienda electoral de ahora, dedicada a la escogencia de los candidatos presidenciales demócratas y republicanos, no les predispone a usar ese inusual hecho para lograr adeptos y menos descalificar al contrario, por medio de su prensa explicaron:
-el corte de energía se ha producido como consecuencia del incendio en un transformador eléctrico ubicado en la intersección de West 64th Street y West End Avenue. El alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, ha subrayado que se trató de un problema mecánico que no está relacionado con ningún "juego sucio". Esto salió en todos los diarios de la gran urbe, no hubo otra versión y a ningún político se le ocurrió, no sé si por falta de imaginación de los políticos o por el respeto habitual que en todos ellos inspira la empresa privada. Fue, según el vocero oficial, “un problema mecánico”. No hay que buscarle cuatro patas al gato.
Observe el lector varias de las cosas que la nota revela y que son diametralmente opuestas a como entre nosotros se abordaría ese asunto. En primer lugar la prensa no formula hipótesis ninguna con la finalidad de dañar o favorecer a quienes gobiernan sino que se limita a recoger el informe del Alcalde respectivo. Tampoco recoge la opinión de ningún político para que intente arrimar la brasa a su candela. Como que aquí en lugar de consultar al funcionario competente, inmediatamente el periodista se hubiera ido a la casa de Voluntad Popular, Primero Justicia o del Psuv a buscar explicación al accidente. Pero también llama la atención que fue el Alcalde de Nueva York quien informó al respecto; si hubiese sido en Venezuela, Maduro inmediatamente en una reunión de gabinete, convocada de urgencia, rodeado de sus ministros, quienes armados de sus bolígrafos mientras fingen anotar algo, asienten con movimientos de cabeza, informaría al país que se trató de un acto de sabotaje. Por su parte Guaidó desde la AN donde habitualmente está solo, diría lo de siempre, que ese transformador “no arrancó porque le faltó la corriente que se robó Diosdado”.
Pero hay mucho más cosas en la nota que para nosotros son como insólitas. El funcionario, a quien se supone no directamente responsable de lo acontecido, pues sin duda alguna la empresa eléctrica es privada, está él en el santuario de lo privado, da la explicación y la asume de lo más normal. Pese estar allá en Estados Unidos, donde todo es como perfecto, “se incendió un transformador” y cualquiera sabe que en eso, es lo más probable, medió un proceder que pudiera ser imperdonable según la actitud de quien juzgue. Sin duda que hubo eso de descuido y hasta falta de mantenimiento pero también que es cosa de humanos y de control previo de la empresa que lo fabricó.
No obstante, el Alcalde anuncio que abrirán una averiguación porque eso es “inaceptable”, como un saludo a la bandera, mientras en la calle la gente denunció el descuido de la empresa. Es decir, los afectados asumieron el asunto como es, no hicieron de aquello un motivo para dividirse y elaborar hipótesis sin sustento y provocar alborotos que facilitan al ladrón el escaparse.
Y la cosa allá es tan diferente que el alcalde dijo que en eso no hay ningún“juego sucio”, como que no hubo saboteo de Irán ni de Maduro.
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