A LA ATENCIÓN DE FRANK
La muerte del amigo, general de brigada Oscar Fernández Mel, uno de los hombres del Che
La espiritualidad prohibida No. 498
De lo que he visto, de lo que he vivido, de lo que pienso y creo
En Especiales
Félix Sautié Mederos
CDXCVIII
Confieso que tenía otros planes para la elaboración de este capítulo, pues en las últimas semanas me he referido a las circunstancias y coyunturas actuales que estamos viviendo con el arreciamiento del bloqueo del “Norte revuelto y brutal que nos desprecia” y nuestro enfrentamiento decisivo con Mr. Trump y sus acólitos al frente de todo contra Cuba; inventado cada día nuevas medidas de agresión económica y restricciones encaminadas a destruir la Revolución Cubana.
La vida es impredecible y nos plantea improntas y circunstancia que, como se dice en buen cubano, nos sacan del paso. La muerte imprevista, sorprendente, es una de las causas fundamentales que nos trastoca nuestros propósitos del momento en cuestión. Eso me ha sucedido muchas veces en mi ya larga existencia terrenal. Familiares, amigos y personas que considero decisivas e importantes, cuya muerte me ha sorprendido en mi día a día, como sucedió cuando Fidel se marchó definitivamente a la gloria de los justos. Sucedió un día que me sentía muy mal y me enteré de sopetón, como se dice, al despertar. Escribí entonces sin pensarlo mucho una crónica, con palabras que salían de mi angustia existencial con el título: “Mis sentimientos, Fidel es Fidel…Eso ya nadie lo podrá negar, así lo pienso y así lo expreso” (1).
Años antes, cuando mi amigo del alma y compañero de lucha de mucho tiempo, Jaime Crombet, se marchó para la casa que no se acaba, estando hospitalizado me enteré también sin previo aviso en la sala de televisión de los pacientes, cuando en el Noticiero Nacional dieron la noticia de su deceso. Fue un impacto muy grande y los enfermos se preocuparon mucho y llamaron a la enfermera de guardia. En esa ocasión también escribí una crónica titulada: “El último abrazo de un amigo antes de irse” (2).
Cuando Armando Hart falleció, escribí también una crónica titulada: “¡Hart se nos fue junto a Fidel!” (3), en la que comencé expresando que “Me lo acaban de informar y todavía no lo creo. Armando Hart se nos fue hacia donde está Fidel…”
.
Por otra parte, debo decir que desde que era niño la muerte me ha estado acompañando en mis ámbitos existenciales. Incluso sucedió que cuando nací confronté muchos problemas de salud y mi abuela paterna se concentró en atenderme, pero antes de que cumpliera mi segundo año de vida ella murió; y, eso provocó un ambiente especial en la familia del que pude tomar conciencia en la medida que fui desarrollando mi uso de razón. Además, de lo que mi madre me decía al respecto. Un creyón de la época con el retrato en blanco y negro de mi abuela, presidía la Sala de mi casa, en torno al cual se desarrollaba una especie de culto familiar. Recuerdo que siendo un niño sentía cierto miedo, porque me parecía que mi abuela siempre me miraba de manera escrutadora desde cualquier ángulo en que me situara.
Por otra parte, debo decir que desde que era niño la muerte me ha estado acompañando en mis ámbitos existenciales. Incluso sucedió que cuando nací confronté muchos problemas de salud y mi abuela paterna se concentró en atenderme, pero antes de que cumpliera mi segundo año de vida ella murió; y, eso provocó un ambiente especial en la familia del que pude tomar conciencia en la medida que fui desarrollando mi uso de razón. Además, de lo que mi madre me decía al respecto. Un creyón de la época con el retrato en blanco y negro de mi abuela, presidía la Sala de mi casa, en torno al cual se desarrollaba una especie de culto familiar. Recuerdo que siendo un niño sentía cierto miedo, porque me parecía que mi abuela siempre me miraba de manera escrutadora desde cualquier ángulo en que me situara.
Cuento esto porque, en definitiva, puedo decir que en los primeros años de mi vida conocí un ambiente familiar de culto por la muerte más allá de las ideas de libre pensador de mi padre masón; y comprendo que eso influyó decisivamente en mi adolescencia. Lo que además, se complementó con mi formación en el Colegio de los Hermanos Maristas de la Víbora, donde me convertí en un líder estudiantil católico, con una formación conforme al concepto del Kempis con ejercicios de vida para alcanzar una buena muerte, en los conceptos místicos propios del Concilio de Trento entonces vigentes.
La muerte pues, me ha acompañado y me ha golpeado con mucha fuerza en las diversas etapas de la vida. Especialmente, siendo un hombre maduro viví lo que considero más aciago que le puede suceder a alguna persona, la muerte de mi pequeño hijo Félix Ernesto, un dolor que llevaré siempre.
En consecuencia, el sentido de lo efímero que es la existencia humana y la muerte, se ha mantenido latente en mi ser interior. Eso lo comprendo, además, en mis escritos el tema de la muerte ha sido una constante, tal como aquello que recoge el Evangelio y cito textual: “Manténganse alerta, pues, porque no saben ni el día ni la hora”. (Mat. 25:13)
Por otra parte, como cronista de mi época, mi pensar y actuar ha reflejado este sentir, Lo que no es extraño para la cultura de México, porque la muerte constituye un factor esencial de culto para los mexicanos, en mi opinión, muy consecuente con la realidad de la vida terrenal.
Así las cosas, en el telediario de las noches habaneras veo la noticia de la muerte del General de Brigada, doctor Oscar Fernández Mel, un verdadero héroe de la lucha insurreccional a quien caracterizo como médico, guerrillero, político del Pueblo y hombre del Che. Así lo concibo muy especialmente en este trabajo con el que me despido de él hasta que un día volvamos a encontrarnos en la casa que no se acaba, de acuerdo con mis convicciones existenciales.
Quiero expresar que de Oscar Fernández Mel siempre he tenido referencias cercanas, dada su trascendencia en la Revolución Cubana y las responsabilidades políticas que desempeñó, entre ellas, como presidente del gobierno (alcalde) de mi Habana maravilla; de entonces, recuerdo una ocasión en la que siendo yo dirigente en la Isla de la Juventud, durante mis gestiones para crear una novena de béisbol local, fue necesario que en La Habana liberaran a buen número de peloteros pineros (nacidos en la Isla de la Juventud, antes conocida como Isla de Pinos) que jugaban en el habanero equipo Industriales.
Quiero expresar que de Oscar Fernández Mel siempre he tenido referencias cercanas, dada su trascendencia en la Revolución Cubana y las responsabilidades políticas que desempeñó, entre ellas, como presidente del gobierno (alcalde) de mi Habana maravilla; de entonces, recuerdo una ocasión en la que siendo yo dirigente en la Isla de la Juventud, durante mis gestiones para crear una novena de béisbol local, fue necesario que en La Habana liberaran a buen número de peloteros pineros (nacidos en la Isla de la Juventud, antes conocida como Isla de Pinos) que jugaban en el habanero equipo Industriales.
En definitiva, viajé a la capital para consensuar directamente con Fernández Mel, quien atendía directamente al equipo de la ciudad, pues además era un experto y entusiasta de nuestro deporte nacional. Nunca podré olvidar lo profundo de los análisis técnico deportivos que hizo durante el encuentro, en el que demostró con gran naturalidad su humanismo y conocimiento de cada uno de los peloteros que debía cedernos para hacer posible un equipo que nos representara en las series nacionales. Hablo en presente porque todavía pienso que no está muerto, porque la verdadera muerte, en mi criterio, es la que se produce cuando alguien se aparta definitivamente de su deber de conciencia, y Fernández Mel ha sido y es siempre, un revolucionario consecuente con sus ideas revolucionarias de justicia social.
En el sitio digital Cuba Debate, con la noticia de su fallecimiento, aparece una síntesis biográfica que interesaría a los lectores de POR ESTO!, de quien Fernández Mel fue siempre un amigo cercano, especialmente de su Director, el maestro de periodistas Mario Renato Menéndez Rodríguez. Cito textual:
“El General de Brigada de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Oscar Fernández Mel falleció hoy a la edad de 88 años.
Fernández Mel nació el 24 de marzo de 1931 en la provincia central de Matanzas, donde estudió hasta matricular sus estudios superiores. Se graduó de Medicina por la Universidad de La Habana en 1956.
A finales de la década de 1950 se incorporó al Ejército Rebelde como médico y combatiente, bajo las órdenes de Ernesto Che Guevara. Fue miembro de la Columna no. 8 hasta ser designado para el III Frente Mario Muñoz.
Luego del triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959 asumió diferentes responsabilidades en el Ejército Occidental. Fue jefe de servicios médicos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Fernández Mel participó en la victoria sobre las tropas mercenarias en Playa Girón y por su destacada trayectoria mereció varias condecoraciones.
Además, combatió con el guerrillero argentino-cubano Ernesto Che Guevara en la misión internacionalista del Congo en 1965, donde fue nombrado Jefe del Estado Mayor del contingente cubano.
Desempeñó las funciones de Embajador de la República de Cuba. Presidió el Gobierno de Ciudad de La Habana”.
Con motivo de las noticias, el mismo portal publica en un documento testimonial su relación revolucionaria con el Che titulado: “El Che, un amigo hasta las últimas consecuencias” (4), que recomiendo leer y que considero hermoso, dramático y ejemplarizante, porque está inspirado en sus más íntimos recuerdos, del Guerrillero Heroico, quien fuera su amigo, su camarada y padre político y revolucionario.
Cito dos párrafos del documento en cuestión, por considerarlos importantes e imprescindibles:
“El proyecto internacionalista del Che de extender la revolución más allá de la experiencia cubana continuó con el apoyo al Movimiento de Liberación Nacional del Congo belga, materializándose con su incorporación a dicha gesta en abril de 1965. La organización y el reclutamiento de los combatientes cubanos que partieron con él se habían realizado con la mayor discreción posible.
”Yo ya tenía conocimiento de que el Che estaba fuera de Cuba pero no sabía dónde. Entonces, en el mes de agosto recibí una llamada telefónica del comandante Piñeiro [1] informándome que el Che estaba en África y solicitaba mi incorporación a la guerrilla congolesa, así que allá me fui junto con Emilio Aragonés…”.
En mi despedida quiero agregar que Oscar Fernández Mel, hasta sus últimos días mantuvo una lucidez muy especial en el análisis de nuestra sociedad, con sentido crítico y autocrítico, sobre los problemas que comportan la atención a los intereses de las grandes mayorías de la población en Cuba, así como los logros a generalizar, los defectos, errores y deficiencias a superar, y en sus disertaciones al respecto, nunca hizo gala alguna.
Quiero terminar recalcando que las sorpresas que nos da la muerte en realidad constituyen un recordatorio de que la vida es muy corta y merece que tenga razón de haber sido. Corresponde a cada uno resumir en el momento de los recuentos todo lo que hicimos. En nuestra hora, como expresa en un verso Don Pedro Casaldáliga, Obispo emérito de Sao Félix do Araguaia en el Mato Groso brasileño y referente vivo de la Teología de la Liberación, a la que ha entregado toda su vida en lucha por los pobres de la tierra. Cito pues, algo que encaja a la perfección en la vida terrenal de Oscar Fernández Mel:
Es tarde
pero es nuestra hora
Es tarde
pero es todo el tiempo
que tenemos a mano
para hacer el futuro.
Es tarde
pero somos nosotros
esta hora tardía
Es tarde
pero es madrugada
si insistimos un poco.
pero es nuestra hora
Es tarde
pero es todo el tiempo
que tenemos a mano
para hacer el futuro.
Es tarde
pero somos nosotros
esta hora tardía
Es tarde
pero es madrugada
si insistimos un poco.
Como dijo José Martí la muerte no es verdad cuando se ha hecho bien la obra de la vida. Y yo sé que donde estás nos unen las ideas, la vida, Fidel y la Revolución por las que el Che lo entregó todo.
Así lo pienso y así lo expreso con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular.
Continuará…
Finalmente, les reitero mi correo electrónico con el propósito de que puedan trasmitirme dudas, criterios, opiniones y preguntas:fsmederos@gmail.com,
Notas
1 Por Esto! Sección de Opinión, domingo 27 de noviembre del 2016.
http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=521601
2 Por Esto! Sección de Opinión, martes 28 de mayo 2013. http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=245379
3 ¡Por Esto! Sección de Opinión, lunes 27 de noviembre del 2017. http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=606336
4 Cuba Debate , domingo 23 de junio del 2019 http://www.cubadebate.cu/especiales/2019/06/23/oscar-fernandez-mel-el-che-un-amigo-hasta-las-ultimas-consecuencias/#.XRKx9OhKjcs
http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=521601
2 Por Esto! Sección de Opinión, martes 28 de mayo 2013. http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=245379
3 ¡Por Esto! Sección de Opinión, lunes 27 de noviembre del 2017. http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=606336
4 Cuba Debate , domingo 23 de junio del 2019 http://www.cubadebate.cu/especiales/2019/06/23/oscar-fernandez-mel-el-che-un-amigo-hasta-las-ultimas-consecuencias/#.XRKx9OhKjcs
Etiquetas: MéridaYucatánFélix Sautié Mederos
Publicado en el Semanario de Ciencia y cultura UNICORNIO de Por Esto! Y en la sección digital de Especiales del periódico Por Esto de Mérida, Yucatán, México, el domingo 7 de julio 2019.
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