Mientras Elías Jaua anda “Despejando el horizonte” a uno “se le enreda el volador”
Eligio Damas
Los maestros de escuela, por asuntos de Pedagogía, siempre nos empeñamos en como aquello de “llover sobre mojado”; es decir, aclarar lo que pudiera estar claro pero porque es mejor que lo esté. Por eso advertimos al lector que, por la magia de la tecnología está más allá de nuestro pequeño espacio, “se nos enreda el volador”, en el lenguaje coloquial venezolano significa eso, un enredarse algo que pudiera parecer claro, pero se nos vuelve confuso por algunas circunstancias.
Antes del último Congreso del PSUV (partido de Chávez), el IV, según ellos, el asunto de los grupos y alianzas dentro de él parecían responder a un orden, liderazgos y, para ser más específico, a unas personas, pero de allí para acá todo se volvió confuso, no porque aquello hubiese cambiado, llamémoslo orgánicamente, sino porque aun manteniéndose, si se produjeron nuevas alianzas en función de lo específico aunque sea para mediano plazo y se pospusieron enfrentamientos que algunos, entre ellos Elías Jaua, estaban impulsando. Prevaleció el instinto de la supervivencia en medio de la recia conflictividad que caracteriza la actual coyuntura venezolana, mecánica o dinámica esta que parecería prevalecer en todos los ámbitos, incluida la oposición misma.
En verdad, lo admito, como atraído por ese enfrentamiento, que al principio, en los tiempos del MVR, siendo como muy público y en primer término y en apariencia entre dos grandes lotes, uno militar y otro de civiles, que luego derivó entre diferentes factores de eso que suelo llamar, de manera convencional, la nueva izquierda, para englobar a los distintos grupos formados como resultado de aquella implosión que produjo el garrafal error que fue la lucha armada, he indagado sobre él, recogido algunas evidencias y hasta escrito unas cuantas cuartillas, entre ellas las que conforman mi libro “Venezuela en el siglo XXI. De lo mesiánico”. Mi atracción tiene que ver con la experiencia personal, pues habiéndome incorporado en los tiempos de la fundación del MVR, con un espíritu simplista y hasta infantil, pese mi avanzada edad, contrario a los grupos y por eso queriéndome mantener al margen de cualquiera de ellos, quedé despaturrado, como perro asustado, en medio de una carretera intensamente transitada por vehículos pesados.
Es un hecho público que Elías Jaua, a partir de la realización del IV Congreso del PSUV quedó guindando, pues siendo, para decirlo en el habitual lenguaje del chavismo oficial, del primer anillo de Maduro, fue destituido del cargo de Ministro de Educación de manera abrupta y posteriormente se le ha visto, sin mayor disimulo, distanciado del poder y del espacio que por casi 20 años frecuentó. Cuando salió de aquel cargo, se dijo que el motivo estaba en su indisposición a aceptar se aplicase a los docentes y trabajadores todos del ministerio a su cargo una política salarial derivada del programa económico que Maduro empezaba a impulsar que llamó entre otras maneras de “Bienestar”, que contrariaba y hasta negada lo establecido en el Contrato de Trabajo que acaba de firmar con ese universo. Es decir, Jaua al parecer, no quiso prestarse para aquello y menos negar lo que ya había firmado y hasta impulsado. Hay un artículo suyo que hace alusión específica a ese asunto. Y en eso hay mucho de verdad, pues quien se tome el trabajo de revisar los medios de entonces hallará expresiones de Jaua en ese sentido. Pero sus discrepancias van mucho más allá de eso y son por demás evidentes.
En un artículo publicado el 1° de julio del año 2018, el cual forma parte de su libro “Despejando el horizonte”, dirigiéndose a los integrantes del IV Congreso Elías Jaua dijo lo siguiente: “No nos convirtamos en una clase política, en términos del autor Gaetano Mosca, es decir: una dirigencia política cuyo último fin es perpetuarse en el poder, a través de un manejo administrativo de la política. No hagamos un Congreso gatopardeano, “donde todo cambie, para que nada cambie”. Y luego agregó, “No le tengamos miedo a las bases, apostemos a que del ejercicio de su soberanía se relegitimen y emerjan los auténticos liderazgos”. (1)
Jaua dijo lo mismo que muchos revolucionarios, quedados o puestos al margen desde tiempo atrás, de lo que en Venezuela, como quien da un santo y seña o una clave, se le llama “el proceso”, que bien visto tiene mucho de kafkiano.
El viernes pasado, caminando hacia el centro de la ciudad, hallé en el camino a un amigo bastante calificado para hablar de estos asuntos. En lo apresurado de nuestro conversar, pues aparte de hallarnos en la calle, me dirigía a cumplir un compromiso con un grupo que se proponía hablar de teatro, me dijo “son varios los grupos que se disputan el control dentro del PSUV y el gobierno y entre estos el más débil es el de Maduro”. Esta última calificación me impactó, pues mis percepciones a distancia no pasaban por ese cuadro. Pero instigado por aquello, me atreví a preguntarle, corriendo el riesgo de quedar frente a él como mal informado, ¿entonces eso que los ministros no hiciesen caso a su solicitud de renuncia y todo siguiese como venía, y el no escucharle esos disimulados reclamos de cambio que suele hacer a su gobierno y sus ofertas que nadie cumple, deberíamos interpretarlos como retos o desafíos a su endeble autoridad?
-“Eso es correcto”, dijo mi amigo. Hube de continuar mi marcha porque ambos teníamos compromisos ineludibles con el acuerdo de llamarnos para extendernos y profundizar sobre el tema. Pero debo advertir al lector que además del asunto del conversatorio sobre teatro, que partiría con una disertación de apertura por parte del destacado actor y director teatral Kiddio España, me llevaba allí también el interés de comprar el libro de Elías Jaua que utilizamos para fundamentar parte de este trabajo.
En otros trabajos he hecho mención como Jaua, llegado al MB-200 o MVR, de las filas de unos de esos tantos grupos de la dispersa y enrevesada izquierda, distinto a la “Liga Socialista” de Maduro, dio demostraciones de estar de la parte de éste, cuando en Ecuador, a un año casi antes de las elecciones de julio del año pasado, propuso y hasta lanzó a Maduro como candidato presidencial, pasando por encima de lo que debería, por derecho y respeto a la dinámica y hasta dialéctica, disponer la base del partido y también el Polo Patriótico. Es decir, actuó en contrario de lo que ahora quiere reclamar.
Considera Jaua necesario que el Congreso caracterice “el momento actual del conflicto histórico y sus dimensiones principales, y entre ellas menciona: “corrupción contra la ética revolucionaria, burocratismo autoritario contra el protagonismo democrático del Poder Popular..”. (2)
Más tarde, habiendo sido Maduro electo presidente, para lo que sería como su segundo período, dijo Jaua: “Esta propuesta, cual, es elegir por la base las instancias de dirección del PSUV, la hago considerando que el camarada Nicolás Maduro acaba de ser religitimado por los votos del chavismo, no sólo como Presidente de la República, sino también como líder de esta etapa de la Revolución; así lo interpreto.” (3)
Observe el lector como Jaua toma una elección, resultado de circunstancias muy específicas y hasta sobrevenidas, para decirlo en el habitual lenguaje oficialista, para justificar se tome a Maduro, por encima de cualquier otra consideración, como “líder de esta etapa de la revolución”, lo que significa aceptarle a partir de ese resultado como presidente del PSUV, responsabilidad y honor que fue conferido a Chávez, siendo presidente de la República, por razones obvias. Es decir, Jaua contradice su llamado a elección por la base de todos los cargos y autoridades del partido. Pues antes había dicho: “Sometamos a la soberanía de nuestra militancia, nuestros cargos y la evaluación de nuestro desempeño. Seguiremos insistiendo en estos temas en el plano del debate político e ideológico, alejado como siempre de la diatriba personal o grupal estéril. Con nuestro Comandante decimos; Águila no caza mosca”. (4)
Y más adelante propondrá para alcanzar lo que llamó “La democracia socialista: Estimulando la más amplia y consciente participación electoral, promoviendo o facilitando la emergencia de un poderosos Poder Popular protagónico, en sus distintas expresiones; defendiendo y expandiendo la plena vigencia de los Derechos Humanos integrales en nuestra sociedad.”(5)
Pero todavía hay más, pues también dijo que para ejecutar las líneas de cambio: “se requieren procesos de cambio en la conformación, organización y funcionamiento del gobierno revolucionario en los distintos sectores y niveles; pero, también se requiere una transformación de los métodos y estilos de dirección política en nuestroPartido Socialista Unido de Venezuela y en el resto de las estructuras organizativas que conformamos esta gran alianza patriótica, democrática, popular y socialista, que es el chavismo”. (6)
Si pensamos bien sobre esto último Jaua solicita un cambio profundo, quizás un poco en sintonía con aquel arrebato de Maduro, uno de los tantos, de pedir, como dijimos arriba renuncia a su gabinete, pensando en lo que dijo Jaua y quizás como acuerdos entre ellos. Pero todo eso como que murió al nacer. Pues Juau quedó fuera, con el aval de Diosdado y los otros grupos no sólo se escogió por cooptación a Maduro como presidente del PSUV y además se le otorgó, sin que el organismo que eso hizo tuviese esa facultad, el poder de escoger la dirigencia del partido, una eficaz manera de castrar todo eso que estaba pidiendo Jaua. No hubo choque de trenes. Más bien Maduro como que bajó a Jaua del suyo y tampoco elecciones con lo que se mató los derechos democráticos de las bases del partido y de todas las fuerzas que apoyan el proceso. “Chivo que se devuelve se desnuca”.
1.-*ELÍAS JAUA:“Despejando el horizonte. Por el camino de Chávez”
Edit. Trinchera. Segunda Edición. Pág. 347
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