Por: El Duendejulio 12, 2019
Traducido desde el más allá por Max Lesnik
Para nadie es un secreto que aún a pesar de los años transcurridos desde la proclamación de la llamada “Doctrina Monroe” en 1823, que los Estados Unidos sigue considerando a la América Latina como si las naciones situadas más al sur de su territorio fueran su traspatio- su Destino Manifiesto- en el cual tienen derecho a intervenir y decidir sobre sus gobiernos como si el país norteño fuera el amo y señor de todo el continente americano.
Lo que acaba de ocurrir en República Dominicana es el mejor ejemplo de que la vocación imperial de Estados Unidos se manifiesta nuevamente en toda su vigencia, aún a pesar de que el Presidente norteamericano Donald Trump dice ser un verdadero “nacionalista” contrario a la intervención de su país en la política interna de otras naciones del mundo, y mucho menos en América Latina, a pesar de que dicha afirmación es desmentida por la conducta de Washington en cuanto a Cuba, Venezuela y Nicaragua, naciones libres y soberanas a las cuales la administración actual Republicana trata de descarrilar con su política agresiva de la llamada “Doctrina de cambio de gobierno”.
Los hechos son los hechos. El Secretario de Estado de Estados Unidos Mike Pompeo un día de esta semana de Julio hizo una llamada telefónica desde Washington al Presidente dominicano Danilo Medina para comunicarle- como si fuera una orden imperial- que en nombre del Presidente Trump y del gobierno norteamericano que no veía con buenos ojos que el Congreso dominicano aprobara una reforma constitucional que permitiera la reelección de Medina a la presidencia de su país.
No se trata de si se debe o no modificar la constitución dominicana para permitir la reelección presidencial. De los que se trata es de que tal cuestión es solo de la incumbencia del pueblo dominicano y no de la grosera intervención de un gobierno extranjero.
Es la mano larga y peluda de Mr. Pompeo interviniendo suciamente en la soberanía de una nación latinoamericana. Los hechos son los hechos. Digo yo.
Y hasta la próxima entrega de El Duende que con mi gallo me voy cantando a mi tumba fría. Bambarambay
Para nadie es un secreto que aún a pesar de los años transcurridos desde la proclamación de la llamada “Doctrina Monroe” en 1823, que los Estados Unidos sigue considerando a la América Latina como si las naciones situadas más al sur de su territorio fueran su traspatio- su Destino Manifiesto- en el cual tienen derecho a intervenir y decidir sobre sus gobiernos como si el país norteño fuera el amo y señor de todo el continente americano.
Lo que acaba de ocurrir en República Dominicana es el mejor ejemplo de que la vocación imperial de Estados Unidos se manifiesta nuevamente en toda su vigencia, aún a pesar de que el Presidente norteamericano Donald Trump dice ser un verdadero “nacionalista” contrario a la intervención de su país en la política interna de otras naciones del mundo, y mucho menos en América Latina, a pesar de que dicha afirmación es desmentida por la conducta de Washington en cuanto a Cuba, Venezuela y Nicaragua, naciones libres y soberanas a las cuales la administración actual Republicana trata de descarrilar con su política agresiva de la llamada “Doctrina de cambio de gobierno”.
Los hechos son los hechos. El Secretario de Estado de Estados Unidos Mike Pompeo un día de esta semana de Julio hizo una llamada telefónica desde Washington al Presidente dominicano Danilo Medina para comunicarle- como si fuera una orden imperial- que en nombre del Presidente Trump y del gobierno norteamericano que no veía con buenos ojos que el Congreso dominicano aprobara una reforma constitucional que permitiera la reelección de Medina a la presidencia de su país.
No se trata de si se debe o no modificar la constitución dominicana para permitir la reelección presidencial. De los que se trata es de que tal cuestión es solo de la incumbencia del pueblo dominicano y no de la grosera intervención de un gobierno extranjero.
Es la mano larga y peluda de Mr. Pompeo interviniendo suciamente en la soberanía de una nación latinoamericana. Los hechos son los hechos. Digo yo.
Y hasta la próxima entrega de El Duende que con mi gallo me voy cantando a mi tumba fría. Bambarambay
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