El gringo marca el compás. Al diálogo, dialogantes hasta a Guaifai se les acaba el carburo.
Eligio Damas
Si revisamos la prensa encontraremos otra proclama de Guaidó, en la cual, eso fue lo que entendí ya como preparado por la habitual conducta opositora que es la misma desde que el mencionado se autoproclamó presidente, llamó para ayer 23 de julio a otra gesta para provocar un cambio. Casi escribí, esa la intención que me asaltó, la palabra audaz, pero me contuve porque lo repetitivo, el proclamar, fracasar y mas que esto último, ofrecer algo tan sustantivo y contundente y luego salir con un rolincito al pitcher, son tan repetitivos que a eso ya le quita la audacia del discurso. Pensé, porque uno se está mecanizando ante tanta repetición, que llamaba a una larga marcha sin retorno, otra vez, para sacar al “usurpador” de Miraflores. Pero como se dice en Venezuela, “nos quedamos con los crespos hechos”, no invitaba para esa fiesta sino a otra, una modesta reunión, como una parrillada, pues las fuerzas ya no dan para más, en la “Plaza Alfredo Sadel”, algo así como el ágora de la oposición, lo que nada tiene que ver con el excelente cantante venezolano, donde se acordó solicitar la reincorporación de Venezuela al TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca), uno de los acuerdos gestionados por Estados Unidos dentro de la concepción que tienen ellos y según la cual somos su patio trasero y, en consecuencia, eso les da derechos a entrar y salir cuando les parezca y meterse en medio de nuestros asuntos y hasta asumir la soberanía. Una nueva forma, que en verdad es vieja y de tanto se han valido para atropellar a América Latina, para facilitarle a Estados Unidos la tarea de resolver la crisis venezolana a su medida y exclusivo interés. Por cierto esa modesta concentración, con ese fin, por obra y gracia de la “usurpación”, convertida en una supuesta sesión de la Asamblea Nacional sin quórum, acta ni firmas respectivas, se produjo mientras el dialogo en Barbados “avanza”, según ellos mismos, pues Guaidó lo declaró a la prensa y no se ha desmentido, por lo que lo de la Plaza Sadel pudiera interpretarse como un gesto de mala fe y manifestación contra aquello o una mirada de reojo. Una contradicción pues, pero esa es la vida del joven autoproclamado, un permanente contradecirse y revirar los ojos.
Pero casi al mismo tiempo que, según denuncia del gobierno nacional y unas justificaciones insulsas de Estados Unidos, un avión de ese país violó el espacio aéreo nacional, se anuncian nuevas medidas o sanciones contra los venezolanos, porque es así, esas medidas afectan primordialmente al venezolano e intentan por esa vía hacerle cambiar de opinión, y hasta se amenaza a todo aquel país que alguna relación tenga con Venezuela de hacerle más o menos lo mismo, en un gesto diplomático nada digno de encomio y hasta imitación por lo que tiene de aquello de la “Ley de la selva”.
Y esas manifestaciones “de buena voluntad”, coinciden con los anuncios de Guaidó, otra vez, como con el apagón del lunes. Dije que este coincidió con aquellos. ¡Es casual! Porque como antes, en esto del apagón todas las hipótesis tienen validez. Como que coincidieron con el anuncio enrevesado de Gauidó para el 23 de julio, la decisión allí tomada. Y ya es como demasiado que unos eventos, declaraciones coincidan con otros y pretender que creamos no hay ninguna relación.
Pero las cosas no quedan en eso. Mientras sigue el diálogo en Barbados y como ya dije hasta el mismo Guaidó anunció que allí está sucediendo algo sustantivo, el gobierno de Noruega solicita prudencia, funcionarios del gobierno de Estados Unidos se desbordan, como que ahora un tal Mauricio Claver-Carone - en Cumaná se diría “en su casa le conocen”, encargado para Latinoamérica de la Casa Blanca, acaba de darle un plazo a Maduro para que coja sus corotos y se vaya. Y hasta al mismo Grupo de Lima puso en preparo que si esto no sucede en lo inmediato ellos aumentarán la presión y para esto las sanciones. “Nos matarán de hambre y de todo lo que contiene la miseria”, en nombre de la democracia y la libertad. Pues nosotros no tenemos derecho a pataleo, ni nada de esa vaina de diálogo, ponernos de acuerdo en una salida, como unas nuevas elecciones para que el soberano dé su dictamen. No. Nada de esa vaina. Trump, como Luis XVI, rey de Francia, ha dicho “en Venezuela el soberano soy yo”. “Pueden irse mucho al carajo quienes pretendan desconocer esto, hasta el mismo Guaidó”, seguro piensa y dice Trump, con el aplauso de los suyos.
Pero todo eso que planifican los funcionarios estadounidenses y aquí aplican ayer, hoy y mañana, que ha fracasado y fracasa de manera rotunda, menos el estar matándonos de hambre, es lo mismo de Guaidó desde que tuvo, no la osadía, porque de eso nada hubo, sino digamos el sueño de creerse libre, con derechos, autonomía y asumió lo que desde allá le vino impuesto. Por eso no halla en qué palo ahorcarse, si continuar con el diálogo y la paz, lo que la mayoría aplastante de los venezolanos quiere o seguir bailando al son que los gringos le toquen.
Es por demás evidente, no hacen falta pruebas porque abundan y están sobre la mesa, como gusta decir a Trump, que mientras los venezolanos queremos paz, diálogo, acuerdos hasta fraternales y en la mesa de Barbados eso trasluce, los funcionarios de la Casa Blanca quieren guerra. La paz en Venezuela, un acuerdo entre la gente sensata que dirige, en base a lo que el pueblo quiere, un hermanarse entre los venezolanos, sería una herida de muerte a las aspiraciones de la diplomacia de Trump. Por eso justamente, mientras se dice que el diálogo avanza, como henos dicho antes, eso dicen el gobierno de Noruega y las partes, como Guaidó mismo, los funcionarios que manejan los asuntos de la Casa Blanca relacionados con Venezuela andan desesperados, tal como avispero que alguien le tiró una piedra. Porque el asunto no le viene saliendo como quieren, pues hasta el “Grupo de Lima” ha venido dando evidentes manifestaciones de manejar el asunto de conformidad a lo que se habla en Barbados y no como lo quieren en la Casa Blanca.
Hoy mismo, Eliot Abrams, ha declarado que preparan sanciones contra Rusia por las relaciones que lleva con Venezuela. Mientras las cosas, afortunadamente por ahora, parecieran caminar por otra senda. Pero tampoco es como para que uno se llene mucho de optimismo, pues tal empecinamiento, cuando pareciera eso como imprudente y destinado al fracaso, pudiera torcer el rumbo que la mayoría de los venezolanos queremos marcarle a nuestra historia. Pues la conducta opositora desde días del año 1998 ha sido díscola, un estar en un lado y otro. Son muchos los fracasos derivados de ese dejarse llevar por intereses extraños e incapaces de interpretar el movimiento nacional que le impiden sintonizarse con la mayoría. Y esto no cambia lo suficiente, tanto que todavía Guaidó y con él buena parte de la dirigencia opositora, no hallan como componer su propio ritmo y mezclan pasos de aquí con los de allá, se vuelven un rollo y ruedan por la pista.
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