FMI lanza sus tentáculos sobre América Latina
Por Hedelberto López Blanch
Aprovechando la estrepitosa caída de las economías de América Latina por
la propagación del coronavirus Sars-Cov-2, el Fondo Monetario Internacional
(FMI) lanza nuevamente sus tentáculos de control económico y político contra la
región al otorgar créditos de emergencia bajo sus leoninos métodos.
Solo del 15 de abril al 13 de mayo, el organismo internacional aprobó
préstamos por alrededor 14 780 millones de dólares a 13 de los 17 países de la
región, que los habían solicitado para enfrentar la pandemia.
Para esos fines, el Fondo recurrió a dos herramientas de emergencia: el
Mecanismo de Crédito Rápido, (RFC por sus siglas en inglés) que presta
asistencia inmediata con condiciones limitadas a Estados de bajos ingresos que
tienen necesidades urgentes de equilibrar su balanza de pagos; y el Instrumento
de Financiamiento Rápido (RFI), con los mismos objetivos, pero para todos los
países miembros del organismo.
En ambos casos se flexibilizan los créditos sin que ello implique
revisiones de las políticas económicas de los beneficiarios, que sí se aplican
en otros tipos de deuda.
Pero, fíjense bien, a la par que reconoció las políticas sociales
aplicadas hasta ahora por los gobiernos, advirtió que, en la etapa posterior a
la pandemia, se deberán repetir las
añejas recetas de ajuste del gasto público.
A las naciones que se les autorizaron los créditos cuyas cifras aparecen
en millones de dólares son: El Salvador (389), Panamá (515), Bolivia (320),
Haití (111,6), Paraguay (214), Dominica (14), Granada (22) Santa Lucía (29),
Costa Rica (504), República Dominicana (650), Ecuador (643.7), Honduras (530) y
Colombia (10 800).
Otros países también han solicitado empréstitos como Jamaica (65), Perú
(11 000), Chile (23 000).
En muchos de
esas naciones, los gobiernos utilizarán los empréstitos para ayudar a las
grandes empresas y negocios a solventar la crisis y no van destinados a
resolver los graves problemas de la mayoritaria población.
Recordemos
que tanto el FMI como el Banco Mundial son organismos financieros creados en
1944, durante la reunión celebrada en Bretton Woods, poco antes de terminar la
Segunda Guerra mundial. Han estado dominadas desde un principio por Estados
Unidos y las potencias europeas occidentales, y actúan en contra de los
intereses de los pueblos.
El FMI tras
un periodo de declive al ser rechazado por imponer políticas económicas en
detrimento de las grandes mayorías del mundo, esta tratando nuevamente de
convertirse en el inspector financiero del orbe.
El poder de
este organismo se basa en que sus programas de ajuste tratan de imponer la
confianza de los mercados internacionales de capital en el país deudor. Sin el
visto bueno del Fondo, que como censor determina la voluntad y capacidad de un
país para pagar el servicio de la deuda, no se abren generalmente las puertas
para la entrega de empréstitos.
Como ya ha
sido su práctica esencial de control, las naciones que reciben este “beneficio”
deben someterse a condicionamientos que van desde recomendaciones no
obligatorias hasta inspecciones extremas con imposición de sanciones de
carácter forzoso.
Los empréstitos que realiza esa
institución como su hermanastra del Banco Mundial, tienen como fin
influenciar sobre sus políticas internas, pues el endeudamiento externo es
utilizado como un valioso instrumento para someter a los deudores.
La historia
de estos dos organismos financieros está plagada de violaciones de los pactos
internacionales sobre derechos humanos, sostenimiento y apoyo a gobiernos de
derecha y hasta de dictaduras militares como las que tuvieron lugar en
Argentina, Uruguay, Brasil, Bolivia, Nicaragua y Chile en el siglo pasado.
Consecuente con esa política, las solicitudes de Nicaragua y Venezuela,
que en estos días también pidieron un empréstito debido a la crisis que les ha
ocasionado el nuevo coronavirus, resultaron rechazadas por el Fondo.
Sobre
Venezuela, cuyo presidente Nicolás Maduro solicitó 5 000 millones de dólares,
el organismo adujo que no se le otorgó porque hay una “confusión” sobre quién
encabeza el Gobierno, ya que algunas naciones bajo presiones de Estados Unidos
y de sus aliados occidentales reconocen al “fantasma” Juan Guaidó.
Asimismo, el
mandatario nicaragüense Daniel Ortega solicitó 470 millones de dólares pero las
autoridades del FMI lo rechazaron al considerar que estaba haciendo un
"mal manejo" de la crisis. Datos oficiales de organismos
internacionales de salud confirman que Managua tiene uno de los índices más
bajos de contagios en la región.
A todas
luces se desprende que el FMI seguirá la línea dictada desde Washington de
cerrar o debilitar a los gobiernos de izquierda, progresistas o nacionalistas
en aras de favorecer el acceso al poder de los opositores de derecha.
Desagraciadamente
esto sucede porque en América Latina, por las acciones desestabilizadoras de
Washington que ve a la región como su patio trasero, no se ha podido mantener
una unión como la proyectada en 2011 por la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que posibilitaría fortalecer
instituciones bancarias como el Banco del Alba, al otorgar facilidades
asequibles a sus miembros sin tener que enfrentar presiones leoninas.
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