sábado, 23 de mayo de 2020

A TRUMP, IRAN , CON LOS BARCOS, LE LADRA EN LA CUEVA; LE PASO COMO A VADILLO, GUAPETON CUMANES

A Trump, Irán, con los barcos, le ladra en la cueva; le pasó cómo a Vallillo, guapetón cumanés.
Eligio Damas

            Una multitud hay en la playa, claro es una como versión poética, porque todo el mundo está en su casa guardando la cuarentena. Pero por las redes, todas ellas, todo el mundo está pendiente del primer barco se acerque a la bahía y no por qué en él “venga la novia mía”, sino la gasolina que hace falta para toda vaina, hasta para que los alzados de todos los días quemen sus velas y se queden en el inmenso mar naufragando sin esperar que nadie acuda a ayudarlos, porque quien se cree y le hace creer a los demás que es “Supermán”, también se piensa y lo piensan como que nunca necesitará de nadie.
          Y miran con larga vistas y revisan las redes, buscan los reportes de la prensa internacional que a cada metro registran el paso de las naves iraníes. Y más de uno que se inventa y dice, “mira aquella <humamentazón>, por encima de aquel promontorio que parece una isla, es el primero de los barcos.”
           Unos están desesperados por la falta de gasolina. “Porque el carro lo tengo en una cola desde hace una semana y nunca llego a la cabeza porque si no pago lo que piden que es en dólares,  me pasan por delante a un montón que si los tienen.”
        Y los que no tenemos carro, por una razón u otra, estamos afectados porque mi sobrino que si tiene y me llevaba a hacer mis vainas no tiene gasolina y tampoco de ella tiene el autobús que pasa cerca de mi casa y me dejaba cerca del abasto y después me traía.
        Pero hay también chavistas o para mejor decirlo, maduristas, unos que no tienen carro y están como estoy yo, como abundante gente que se identifica con la oposición; otros que si tienen, han podido mantenerlos a fuerza de sacrificio y porque todavía están relativamente nuevos y no exigen demasiado, salvo gasolina, pero ya sabemos cómo está la cosa. Por supuesto, hay los enchufados que como aquellos enemigos del gobierno que siguen en la buena y son bastantes, no los jodidos como los primeros, que tienen buenos carros y suficientes dólares para pagar donde sea y lo que sea menester y hasta encuentran gasolina donde uno cree que lo venden es pura agua bendita.
          Pero todos esperan con avidez la gasolina, porque los premiados por esta vida que llevamos, los enchufados y los opositores que aun siéndolo viven mejor que si estuvieran en el gobierno, también quieren venga la gasolina porque “se me están acabando los dólares que tengo a mano porque los otros que son más, los tengo en cuentas bancarias afuera y es una ladilla ponerme en ellos y además los carajos que se apoderan de la gasolina para bachaquearla, hasta amigos y compañeros de luchas de uno, cada día quieren cobrar más”.
         Por eso todo el mundo mira hacia la playa y hasta la tortícolis empieza a ladrarle en la cueva al virus, y de él empieza una pandemia y una pedidera que les den masajes y llenan las consultas de los servicios de terapia de los CDI, solo con quienes viven cerca y pueden ir a pie. Y ese mirar hacia la playa tiene una doble expectativa; y genera un doble y contradictorio deseo entre la multitud.
       Unos esperan como dije que el barco entre al puerto de Jose y comience a descargar la gasolina, que son miles y miles de barriles, pero no traen los barriles de acero de Delsa Solórzano y otros, estos son la excepción y el fenómeno, quieren verle llegar pero no quieren. Esperan a su vez y desean que a las naves de guerra gringa las incendien en medio del océano y que esa gasolina que quieren que aquí llegue y entre en el tanque de su carro y en el del carro que les pueda llevar a donde necesitan ir, también con aquéllas desaparezcan y con toda la gente que en los barcos vienen a prestarnos ayuda, menos los barriles de acero de Delsa que no vienen.
         Y en eso se la pasan. Unos que “allá vienen los barcos y con ellos la  gasolina de mi carro” y otros cantan eso mismo, pero al mismo tiempo “ojalá que Trump dispare la orden para que a esos barcos hundan con gasolina y todo”. Y hay de estos técnicos y expertos que aseguran que la gasolina sólo será para 3 ó 4 días y eso entonces no importa si llegan; y otros más incisivos, “sólo alcanzará para los militares y de los más enchufados”. Y del lado del gobierno, “viene gasolina para lo que queda de año y hasta para regalar”, cosa por cierto de mucho gusto entre la gente que gobierna, unas veces de verdad por generosidad y otra por cultura electoral y “como esa vaina no es mía”.
        Y en medio de ese fecundo debate interviene Iris Valera, no sé si con ironía  u otra cosa indelicada, lo que es difícil saber por su cara de “no te metas conmigo porque estoy que corto”, para proponer que, cuando se hagan colas para surtirse de esa gasolina iraní, se fotografíe a todo el mundo, de manera que se pueda mediante esa prueba denunciar a los escuálidos que en ella estuvieron para surtir sus carros.
             Y así de pedestre es el debate. Quienes esperan que las naves de guerra USA hundan  o no dejen entrar a los barcos iraníes, pasan por alto que Irán podría hacerle lo mismo y muy fácil, en el estrecho de Ormuz, a las numerosas de EEUU que por allí pasan a buscar y traer petróleo. Pero también desdeñan que Irán es una potencia y ya está probado que EEUU y sus aliados de la OTAN, los países de Europa, para nada les interesa una confrontación bélica con el país de los persas. El armamento nuclear de estos es un riesgo serio y peligro latente que merece respeto. Como lo es el de Corea del Norte a quien Trump ha sabido respetar y no tocar por que el bicho salta y tiene sus espuelas grandes. Entonces él, Trump, hecho el musiú, todo eso lo sabe, porque ya se lo dijeron y de eso si es verdad que no cree sea una simple gripecita.
          El debate sustancial es cómo Trump cometió el error de desafiar a Irán y hasta fortalecer en la imagen de su gente y de la oposición venezolana que siendo este “su patio trasero”, se  gendarme, guachimán y entonces en este espacio sólo entra quienes él decida. Cuándo pasen los barcos, va tener que dar explicaciones sobre todo por estar frente a las venideras elecciones.
           Con esto que hará Irán, lo de meter sus barcos cargados de gasolina y aditivos para también producirla, me acordé de Vallillo, un guapetón de barrio cumanés de mis tiempos de adolescencia. Vallillo comandaba una pandilla o lo que después llamaron en Caracas “Patota”.  Con ella atropellaba a todo el mundo y en la calle mandaba a golpear a quien se le antojase. Una vez, un amigo nuestro, buen estudiante, levantador de pesas y aficionado al boxeo, viéndole como mandaba a atropellar a un hombre humilde, se atrevió a retarlo.
             “Vallillo, no seas cobarde”, le grito. “Ven tú a enfrentarte conmigo”. Aquel reto entusiasmó a todos los que allí estábamos y aplaudimos; éramos unos cuantos, otra patota informal y contingente que se nutrió de quienes fueron llegando. Nuestro amigo salió al frente o mejor al centro de la rueda que se había formado. Otro amigo, sabiendo de las mañas de Vallillo, como la de antes de salir a pelear con quien como este de ahora le retase, adiestraba a los suyos para que en casos como ese, de inmediato entrasen a ayudarle, se plantó en el medio y advirtió, “todos los que aquí estamos, que somos como 20, que no somos de Vallillo, vamos a salir a joder a quien se meta en la pelea”. De esa manera Vallillo quedó solo y su contrincante barrió el suelo con él y hasta la dio en el cielo de la boca. Y se acabaran las correrías patoteras de Vallillo.
           No había necesidad de eso. Los barcos de Irán van a entrar por encima de lo que piensen y quieran las autoridades de USA y particularmente Donald Trump. Quedará demostrado que no estamos absolutamente sujetos a la voluntad de los norteamericanos como también que este mundo de hoy todo está cambiando y el cambio es tan tenaz y rápido que en veces no nos damos cuenta. Ese desacato de Irán a EEUU era inconcebible unos pocos años atrás.
           Pero pese la enorme trascendencia que significa la llegada de los barcos iraníes a Venezuela, desde la perspectiva de los cambios del orden mundial y el significado de la distribución de fuerzas, pareciera que la gran mayoría nada de eso percibe, apenas sólo siente el olor a gasolina y ven en la imaginación pura una estela de humo que se acerca a la bahía.
          Pero es tiempo de entender que el “mundo es ancho”, pero cada pedazo tiene su dueño y hay que respetarlo y buscar formas civilizadas de entendernos. Ignorar los cambios en el orden mundial y seguir creyendo que “aquí se hace lo que yo diga”, puede desatar una guerra mundial y ahora sería con armas nucleares de tan alto poder destructivo que pudieran acabar con la humanidad..

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