lunes, 17 de junio de 2019

CONTRADICCIONES CUBANAS

     Contradicciones cubanas
                                                      Por Lorenzo Gonzalo, 16 de junio del 2019

Nada podría parecer más contradictorio que la actitud de los cubanos residentes en Estados Unidos de América. Especialmente quienes viven en Miami, ciudad que concentra cerca de 800,000 nacidos en Cuba.

Este cubano quiere ser como el resto de los latinoamericanos, respecto a sus derechos como residentes estadounidenses. No faltan incluso quienes se sienten con más derechos que el resto de los latinos, porque “El Tío Sam”, siempre “nos recibe con beneplácito y nos atiende como hijos pródigos”. Este pensamiento no tiene en cuenta que el trato especial es una dádiva para utilizarnos en la guerra violenta y diplomáticamente agresiva ejercida por Washington desde 1959.

El cubano que migra a Estados Unidos quieren visitar su país, enviar ayudas materiales, comprar propiedades, invertir, cuando su status económico se lo permite, pero no está dispuesto, ni siquiera a escuchar con atención, las razones que nos condujeron a vivir en la zozobra de ser emigrados permanentes, sin derechos para regresar cuando lo deseemos, so pena de ser expulsados de Estados Unidos o pagar altas multas si practicamos la doble morada, compartiendo nuestro tiempo entre las dos orillas, como lo hacen millones de ciudadanos estadounidenses.
Ante esta triste realidad, el cubano emigrado se mantiene callado. Protesta en la sala de su casa cuando una nueva medida del Tesoro (es decir de Washington), dicta una restricción que le impide ejercer su derecho de hacer con sus medios lo que más se ajuste a sus criterios personales. En cambio, no es capaz de protestar cívicamente, para lo cual tendría que recurrir a las instituciones civiles estadounidenses, integrarse a ellas y reclamar como residente o ciudadano de Estados Unidos. Pero al carecer de entrenamiento político para vivir en democracia desconoce sus derechos y su obligación de participar. Para colmo tiende a aceptar el statu quo, entre ellos el del Condado Miami-Dade, secuestrado por los herederos de quienes dieron el golpe de Estado de 1952.
Si el cubano que abandona la Isla le diese un ápice de beneficio al discurso oficial del gobierno cubano, quizás se esforzaría más por entender su situación y procedería en consecuencia. Pero su decepción, no le permite separar la responsabilidad del gobierno cubano de las barbaridades de Washington.
Creo que esas son las razones principales de su apatía. Mi punto es que el cubano emigrado en Estados Unidos no siente la necesidad de reclamar los derechos que le arrebatan, excepto el de poder visitar su país. Por eso no ha surgido una organización cubana emigrada fuerte (excepto la derecha), que presione al gobierno Federal para quitar las injustas sanciones a Cuba. Para estos emigrados enviar ayudas, invertir, mudarse a vivir en la Isla, son prioridades de tercera categoría. Lo considero además que es un ser despolitizado por costumbre.
En el devenir de las agresiones de Washington, el gobierno de Cuba optó por ciertas políticas excluyentes con la emigración, aunque es importante señalar que, en los últimos años, ha rectificado gran parte de ella. Quizás esto también tenga importancia en el cúmulo de causas que pudieran justificar esta apatía cívica y política. Otro elemento que pudiera ejercer influencia, es el hecho de ser diferenciados por las autoridades de Estados Unidos, del resto de los emigrados latinos, por las ayudas materiales que ha recibido hasta el presente. Pero al margen de causas, la realidad es que los llegados a partir de 1965 y más aún a partir de la década del ochenta, carecen de activismo cívico y político. Este es el punto de mis observaciones.
Todos los intereses de los emigrados cubanos de Miami se condensan en viajar. Quítenle los viajes y verán cómo reaccionan. Por eso, en medio de las inmorales medidas en contra de Cuba, que el gobierno de Donald Trump acaba de instaurar, el único aspecto que se ha esforzado en aclarar es que las visitas familiares no serán afectadas como en época de Bush hijo.
Esta dinámica circunstancial, le ha restado protagonismo para reclamar su derecho de ser respetado como residente o ciudadano de Estados Unidos. Como consecuencia, el peso de las soluciones y las dificultades han quedado en las manos de ambos gobiernos. Los ciudadanos de los dos países hemos devenido en víctimas. Ocasionalmente han existido reclamos liderados por grupos estadounidenses, quienes acostumbrados a que no limiten sus libertades han sido escuchados en algunos corrillos del Capitolio de Washington. Algunos grupos cubanos también han hecho lo mismo. Pero desde hace años, por la peculiaridad de la mayoría de los actores o por el discurso empleado, esas gestiones son tildadas de “comunistas” o sus actores  señalados como “simpatizantes del gobierno”, lo cual es aprovechado por la propaganda conservadora para desviar la atención del objetivo central del reclamo: pedir el cese de las injustas injerencias y de las sanciones impuestas a un país donde jamás han existido flagrantes violaciones del individuo.
La derecha cubana emigrada continúa con la delantera porque se ha hecho parte del sistema estadounidense. Como venganza y haciéndole honor a la memoria de sus padres que fueron unos golpistas que interrumpieron el sistema constitucional vigente en 1952 y dieron lugar a la situación que hoy vivimos, se aprovechan de su acceso al poder de Washington para crearle más dificultades al gobierno cubano.
Entre la derecha cubana y Washington la diferencia estriba en que la primera quiere un cambio de régimen y al otro no le interesa, al margen que, dentro del actual escenario internacional, no le conviene ni siquiera intentarlo.
No tengo solución para el caso. Considero que el gobierno cubano tiene las experiencias de Vietnam y otras, entre ellas las enseñanzas en materia de política exterior que aportó Fidel Castro, para lidiar con el diferendo USA-Cuba. Con agudeza y pragmatismo, en sus manos está el buscar soluciones que estimulen al Norte a bajar la guardia y nos dejen tranquilos.
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