sábado, 18 de abril de 2020

CAPITALISMO O COMUNISMO . DUDA FASCISTA DE HOY PARA NO CAMBIAR Y HASTA MATAR

Capitalismo o comunismo, duda fascista de hoy para no cambiar y hasta matar

Eligio Damas

            Decir “ya es habitual”, no parece lo más adecuado y pertinente para hablar del asunto. Lo mejor sería, “ya nos tienen hasta aquí”, pasando en forma horizontal el dedo índice de la derecha o izquierda, según sea el caso, por la frente y se podría agregar “hasta la coronilla”, pero también “hasta los cojones”,  con eso del comunismo.
           Cuando Marx y Engels publicaron “El Manifiesto Comunista”, dijeron “un fantasma recorre al mundo”, refiriéndose entonces al temor que en Europa habían despertado aquellas ideas para interpretar la sociedad. No en verdad por el comunismo, pues no se sabía que era eso, sino por incitar al cambio, reclamo, dándole un fundamento teórico científico a las propuestas organizativas y luchas de los trabajadores.
           Hoy se pudiera repetir aquello, pues los publicistas del capitalismo y particularmente los estrategas del Pentágono, están reeditando aquel fantasma para meter miedo frente a la decadencia de su modelo, por cierto, circunstancia puesta de manifiesto por el coronavirus. Miedo que cunde, desde antes que el virus desnudase las debilidades  de un modelo que se exhibía y exhibe inmutable.
          Entonces, hoy comunistas no son los habitantes de Rusia, de la Alemania del Este, el resto países de ese mismo espacio, porque el modelo estalinista de capitalismo de Estado fue barrido por ineficiente y sustituido por nuevas  formaciones del capitalismo. Los partidos comunistas, incluyendo el de Rusia se convirtieron en minorías y no tienen influencia en ninguno de esos gobiernos. Es más, si se estudia la conducta de los partidos comunistas del mundo se podría constatar que sin abjurar de las ideas de alcanzar algún día el socialismo y quizás en el cielo el comunismo, se han conformado con luchar dentro del capitalismo y adaptándose a sus reglas, a la búsqueda de mejores condiciones de vida para los trabajadores. Los partidos comunistas, que existen en el mundo entero, incluso en EEUU, parecen más bien unos muchachos disciplinados y respetuosos de las leyes; ninguno de ellos aparece vinculado a acciones contrarias a la legalidad en ninguno de los países, que lo son todos, donde actúan. Si se quiere, hasta podríamos decir que pasaron de moda. Por eso mismo, se desempeñan legalmente y no son objeto de persecuciones por violar la ley, salvo por ese fantasma que se viene del pasado, de los tiempos de la segunda guerra mundial y luego de la guerra fría, de acusar, como ahora se hace a todo aquel que levante una bandera de cambio y de justicia social en la repartición de los bienes del trabajo.
           Las experiencias por el socialismo, no en lo inmediato por el comunismo, pero llamadas de esa manera porque fue el Partido Comunista quien tuvo la osadía de asignarse aquella gigantesca y al parecer muy difícil tarea, no han alcanzado el éxito hasta ahora, en ninguna parte.
           Los chinos y Víctor Álvarez en Venezuela, por cierto premio nacional al Pensamiento Crítico, otorgado por el gobierno de Maduro, al hablar de lo acontecido en el gran país asiático, lo hacen diciendo de un “socialismo con peculiaridades chinas”. Y al describirlo, ponen énfasis en lo del desarrollo y aprovechamiento al máximo de las fuerzas productivas. En ningún caso se habla de una sociedad desarrollada bajo el sustento de unas nuevas relaciones de producción, donde la propiedad privada sería eliminada y el Estado se abrogase el derecho a decidir todo, en todo el espacio nacional.
          Este humilde servidor, de lo poco que sabe de la economía China, pero lo suficiente para saber sobre la estructura, comportamiento, enorme desarrollo, lo que es por demás evidente para cualquiera,  diría de un “capitalismo con peculiaridades chinas”. Donde el capital privado, interno y externo, participa al mismo tiempo, en limitaciones de espacio con el estatal y este otorga a aquél libertad de acción. Mientras se aprovecha toda la capacidad productiva de una población inmensa que participa en el proceso productivo sin esperar dádivas pero sí los derechos que les corresponden, como que ahora, frente a la pandemia, el trabajador chino pudo acceder con facilidad a demandar servicio de salud y otras cosas, lo que les permitió asumir la cuarentena con menores dificultades que en otras partes del mundo.
          Es decir, teniendo en cuenta que el comunismo sería un estadio del desarrollo humano tan idealista, como igualitario, un mundo soñado donde hasta el Estado ha desaparecido, más como para hacer una película o novela romántica, pues en ninguna de las experiencias asumidas por los partidos comunistas aquél ha desaparecido y la igualdad de todos y en todo en ninguna se ha dado, lo sustentable entonces sería hablar de socialismo. Lo que tampoco, juzgando con rigurosidad se ha dado y da en ninguna parte. En Venezuela, se da el caso irrefutable, que estando en una sociedad capitalista y hasta salvaje, donde el gobierno, que por cierto no lo ha asumido el PCV, se adhiere a un discurso y se define como socialista, pero cuya ejecutoria nada tiene que ver con eso, sino solo destinado a introducir tímidos cambios en la distribución de la renta sin alterar para nada la estructura ni la composición clasista, aún así hay un persistente mensaje desde el lado extremista de la oposición, según el cual “gobierna el comunismo”; en esa narrativa inventada, el PSUV no es tal sino el PCV y todos aquellos que algo de lo ellos convaliden, aunque se distancien del gobierno, también son comunistas y es comunismo todo lo que hagan y digan, como  hasta exaltar el cristianismo.
          Ahora mismo acabo de leer en Facebook un asqueroso texto, escrito por una señora, evidentemente analfabeta funcional, influída por esa nefasta prédica, según el cual el Papa Francisco, por llamar a la suspensión de sanciones en vista de la contingencia que significa la pandemia, es “un viejo cabrón y comunista”.
        ¿Qué es, qué significado tiene entonces hoy el calificativo comunista, en el léxico de cierta tendencia política y en el sentido de toda una campaña publicitaria a la que pareciera no se le está prestando la debida atención?
            Vemos como en EEUU, todo ese movimiento alrededor de Bernie Sanders, un integrante del Partido Demócrata y quien fuese hasta hace pocas horas precandidato de ese partido para la presidencia de Estado Unidos, ha sido también calificado de comunista, particularmente por Trump, sólo por descalificarlo, con la mirada complaciente de los partidarios de Biden, quien ahora reciben amorosos el apoyo de esos “comunistas”.
            ¿Qué plantean Sanders y los suyos para que se les tilde de comunistas?
            Si revisamos sus discursos, sus programas, apenas están solicitando mejores salarios para los trabajadores, tratamiento más humano a los inmigrantes, sustanciales mejoras para todos en servicios como educación y salud que usualmente les resultan muy costosos. Para nada aluden a las relaciones de producción y en general el cambio de la sociedad. Reclamos por cierto que la pandemia del coronavirus se encargó de demostrar su pertinencia, validez,  justicia y fundamento, tanto es esto cierto que la mayoría del Partido Demócrata, contraria a Sanders y partidaria de Biden, ante ese cuadro, los hizo ahora suyos en el Congreso e implementa una Ley al respecto.
          La derecha mundial, para quien el gobierno español es un dilema, habiendo desde años atrás asumido al PSOE, pese su historia de socialista y aun siga llamándose tal, no acaba de digerir a Podemos, de Pablo Iglesias a quien todavía siguen percibiendo como un peligroso grupo comunista, simplemente porque ha hecho suyas buena parte de las banderas  que aquel viejo partido abandonó, como las que representan las mismas luchas que mueven a Sanders en Estados Unidos y opta por distanciarse de o desechar los intentos de ese país de imponerles su política, tal como lo ha hecho con toda la UE.
           Porque en síntesis, y esto es bueno ventilarlo, hoy como muchos años atrás, para el capital norteamericano, aliados y agentes, comunismo y comunista es todo aquél y aquello que se oponga a que el mundo siga como ha venido siendo, como la pandemia lo ha denunciado, por demás injusto y bestial y abogue por un cambio que, si no borre todas esas desigualdades, por lo menos haga al modelo menos cruel. Es el fascismo que despierta y ve en todo ser humano sensible y ansioso de justicia un comunista que hay que exterminar. Pero por encima de todo, es comunista todo nacionalista que siéndolo, privilegie los intereses, la independencia de su país y no avale que EEUU lo asuma como una colonia suya. Como fueron llamados comunistas todos aquellos dirigentes obreros que en las compañías petroleras gringas organizaban a los trabajadores para luchar por sus derechos.
         Esa mentalidad corre por las redes, nos rodea e intenta atraparnos para convertir a cada hombre justo, libre y partidario de abrirle puertas al cambio para que la humanidad “sea más humana”, en una bestia a la que hay que exterminar, a la que ella llama comunista.
         Que sepa la gente común, los trabajadores, que el comunismo al cual se refiere la propaganda de la extrema derecha y de las agencias publicitarias del capitalismo, de los grandes empresarios y del Pentágono, está en los programas más sencillos y humanos que llaman a la lucha por cosas elementales como el salario, salud, educación y los derechos inherentes a la condición humana. Y que oponerse a eso, en esta etapa, es propio del fascismo que retorna como con ánimo de vehganza.
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