ELIGIO DMAS
Creo que estas interrogantes están
en el centro del debate entre quienes apoyan al gobierno.
Lo que se ha venido llamando “guerra
económica” y su contraparte “ofensiva económica”, que al parecer son más
enredadas que lo se percibe desde fuera y en virtud de lo que se dice y no, ha
fortalecido la tendencia – lo que no quiere decir que sea mayoritaria –
partidaria de las expropiaciones a ultranza.
La escasez de un rubro o de muchos,
para no caer en la tentación de intentar reflejar las cosas como no son,
pareciera por lo que ahora se discute y acuerda en las mesas de diálogo – para
no usar la infamante palabra negociación-, pudiera resultar, como en efecto
resulta, de maniobras para manipular el mercado, con puros fines lucrativos y
hasta para contribuir con la cruzada expresada en la consigna “La Salida” o por
lo menos intentar torcerle el rumbo al chavismo. Pero también pudiera ser que
existan trabas, como ese enredo relativo a la disposición de los dólares en una
economía altamente importadora, efectos de la crisis mundial del capitalismo
que traslada la inflación, el rígido control de precios y quizás como efecto de
todo lo anterior, un desbalance entre la alta capacidad adquisitiva de la
población, las importaciones y hasta la producción interna.
Las trampas injustificadas, simplemente
para ayudar las guarimbas, como detener el ritmo de producción, acaparar para
alterar el funcionamiento del mercado, provocar alzas en los precios y hasta
esconder mercancías a espera que en las mesas de diálogo se llegue acuerdos
sobre aumentos de precios, pese a que el gobierno, como los anteriores, lo
llama eufemísticamente “ajuste”, fortalecen en el chavismo, y con razón, la
idea de expropiar.
Como también ayudan a fortalecer la
idea de expropiar a diestra y siniestra, esos anuncios por televisión sobre
sobreprecios encontrados en tiendas supervisadas, mientras los demás
comerciantes siguen en lo mismo e incluso aquellos que ya fueron supervisados,
vuelven a lo de antes como si nada. Por cierto, los anuncios de sobreprecios,
al parecer como que sirven de mecanismos promotores de venta o exacerbación del
ansia consumista.
Aunque la “ofensiva económica”,
pareciera – no lo vemos claro - como “bola de humo”, intenta pasar
desapercibidos los acuerdos económicos en las mesas de diálogo que se comen a dentelladas los salarios.
El presidente Chávez, que bien
recuerde, habló con insistencia del socialismo del siglo XXI, dentro del cual
la expropiación de un medio de producción, no estaba planteada como norma u obligación para construir el socialismo en
esta etapa que él llamó de “transición”. Además, la constitución que por ahora
tenemos, permite distintas formas de propiedad. De modo que no se puede
expropiar a los cimborriazos porque lo impide la Ley y porque no parece una
fórmula adecuada para construir el socialismo del siglo XXI. Antes de proceder
a expropiar o asumir una empresa por razones que lo justifiquen, se debe tener
todo previsto y hasta bien investigado en su estructura, para que no demos
saltos al vacío y terminemos dilapidando el dinero.
En Cuba, el último congreso de PCC,
acordó fórmulas para restituir el derecho de los particulares, en algunas
áreas, a trabajar en lo que ellos llaman el “cuentapropismo”, habiéndose dado
cuenta que el burocratismo y la excesiva carga estatal en materia de empleados,
el centralismo artrítico en muchos sectores, hacía que todo aquello resultase
costoso y altamente improductivo. Eso no lo digo yo, lo dijeron los cubanos en
el Congreso. Allá mismo, la revolución, desde años atrás, encontró razones para
abrirle espacios a capitales privados, llegados del exterior para explotar,
entre otros, el negocio del turismo.
Pareciera a todas luces una
imprudencia calificar por igual un latifundio con una propiedad agraria
particular que esté en plena producción y cumpla con lo dispuesto en la Ley. El
mismo criterio es válido para empresas industriales o comerciales.
Por supuesto, esto plantea una
respuesta más o menos en los siguientes términos:
-“Bueno pero en ambos casos se trata de
empresas capitalistas y nosotros estamos planteando construir el socialismo”.
Ante eso, es válido alegar que la
Constitución del 99, ante la cual juramos todos los días, garantiza a los
propietarios que cumplen con la Ley o sus actividades no colidan con los fines
inmediatos del Estado, gozar de libertades y derechos económicos, como la
propiedad, producción y comercialización. Además no se puede sacar de una
botella un genio que nos interrogue con ánimo de servirnos:
- “¿Cuáles son sus deseos amo, le
escucho?”
A lo que responderíamos ansiosos, después de
consultar el primer manual que tengamos a mano:
-“Mis deseos genio, son que en lo que
canta un gallo nos construyas el socialismo como sacado de paquete”.
Pero hay casos, cuando se viola la
norma jurídica, los derechos de la gente y hasta se sabotea los fines del
Estado o por asunto de utilidad pública, que se puede y debe expropiar.
Pero esa expropiación debe evitar
tentaciones tramposas, como decir de una fábrica de pastas, – es el caso
específico de Anzoátegui años atrás - antes de la era de Aristóbulo- no debe servir
para que una planta, que antes producía poco o nada y hasta sus dueños la
quebraron, pero le costó dinero al Estado al resarcir a estos, asumir pasivos, esté cerrada y produciendo gastos. Expropiar
plantas que llegaron al fin de su vida útil, razón por la cual sus propietarios
prefirieron esta opción, es un muy mal negocio.
Expropiar para eso, es premiar a los
propietarios ineficientes y hasta estafadores, como tantas veces se hizo en la
IV República. En el primer gobierno de Pérez, éste engañó a los venezolanos
“nacionalizando plantas” obsoletas y pagando por encima de su valor, mientras
los expropiados celebraban.
Pero hay otro problema. La meta de este
gobierno, si nos atenemos al discurso de la era de Chávez y ahora al Plan de la
Patria, es avanzar al socialismo. Por eso, estaríamos obligados a crear
empresas bajo relaciones socialistas lo que es diferente a propiedades del
Estado, donde este decide todo, hasta el destino de los ingresos y beneficios
de la empresa, manteniendo de hecho la cultura capitalista y la confrontación
de clase en ellas.
Entiendo que cuando se habló de las
comunas, no fue sólo por el afán de crear formas de organización que asumiesen
el rol de órganos del Estado para elevar la eficiencia, lo que podría lograrse
sin alterar el orden capitalista. Porque la Ley dice que la comuna debe ser un
espacio socialista y para que ella lo sea, en su seno deben prevalecer
relaciones de ese tipo. Eso supone crear, a partir de la experiencia, deseos y
propuestas de sus integrantes, empresas bajo el manejo socialista de quienes en
ellas laboren e integrantes de la Comuna. Intuyo, que esa fue la estrategia
prevista por el compañero Chávez; no eso de crear organismos que se les pone
nombre de comunas pero siguen bajo las relaciones internas o externas del
capitalismo y se comportan como simples gestores y administradores, sólo para
que aparezcan en una cuenta o suma burocrática. Las comunas concebidas así,
serían la avanzada de las relaciones socialistas y la cultura a ellas
inherente.
Esto nos lleva a otro tema. Si en el
área de una comuna, dadas las condiciones para ello, hay que expropiar una
empresa, no llegada a la obsolescencia, no sea chatarra, habiendo trabajadores
que conocen los distintos niveles y áreas del trabajo productivo a que ella se
dedica, ¿Por qué en lugar de socializarla, la estatizamos?
Hay empresas estatizadas, resultado de
expropiaciones, que funcionan mal y hasta son improductivas o de muy baja
calidad, no por la expropiación misma, menos por culpa de los trabajadores,
sino que la estatización conduce a la alienación del trabajador quien no se
reconoce como dueño y responsable. Pero también sucede, junto a lo anterior,
que el centralismo estatal, cuyo centro de decisiones está lejos de la empresa,
la ahoga y le impide toma de decisiones justas y a tiempo. Sin olvidar, que los
gerentes nombrados por arriba, parecieran que pocas veces dan buen resultado.
He leído en la prensa reclamo de
trabajadores de empresas del Estado, según los cuales, no producen lo que deben
o prestan muy malos servicios, porque carecen de insumos y otros medios, pues
no disponen de liquidez, o recursos de caja para operar, lo que les impide pagar a quienes aquellos les
suministran, por sólo mencionar esto. Pues el poder central maneja los
beneficios que ellos producen y eso genera conflictos de intereses. Si se quema
una nevera, es probable que ella, en el menor de los casos sea reparada “cuando
San Juan baje el deo”, lo que es, cuando el reclamo llegue a Caracas o al
centro de decisión y allí algún día, habiendo de por medio tantas cosas,
decidan al respecto.
Por supuesto esto no niega las otras
formas de propiedad que prevé la constitución,
como la estatal, en aquellas áreas de gran envergadura entre ellas las de
comunicación, petrolera, eléctrica, que además tienen una fuerte motivación
estratégica, sin mencionar aquellas, que por razones de Estado, nacen de
convenios con capitales externos.
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 5/17/2014 08:44:00 p. m.
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