ELIGIO DAMAS
Rómulo Betancourt dijo una vez que
en este país, abundaba mucha gente “notable” y letrada, que no se resistía ante
la tentación de una paca de dólares, un pasaporte diplomático y una sinecura en
una embajada.
Por supuesto, que él mismo, por el
afán de llegar a la presidencia dos veces, tampoco resistió la tentación de
convertirse en servidor de los intereses gringos y particularmente de los de
“su amigo”, Nelson Rockefeller.
En todo eso, hay algo de aquello
“billete mata galán” o también, como solían decir en mi pueblo “por la plata
baila el perro”.
Después de la primera película que
se filmó acerca del personaje “El Zorro”, habiendo resultado exitosa, se
hicieron unas cuantas más, hasta llegar a la que filmó Antonio Banderas. Si mi
memoria o mi recuerdo son válidos, creo que a la primera le siguió “La vuelta
del Zorro”. Era una simple argucia, para aprovechar en taquilla el éxito de la primera
versión, sin contar nada nuevo en lo esencial sino casi repetir lo mismo.
Para poner esto en sintonía con lo que
dijimos al principio, debemos nosotros también repetir que no se trataba de
hacer algo bueno o mejor que lo anterior, sino simplemente aprovechar el éxito
inicial para ponerse en una nueva y buena cantidad de billetes.
Ustedes saben bien que hay un actor –
si así puede llamársele – conocido como Silvestre Stallone, que se especializó
en esa argucia, sin pensar para nada en el público que siempre se merece
mejores cosas, sino en producir películas en serie, unas tras otras,
aprovechándose del éxito comercial de la primera. Así hay Rocky y sus otros
Rocky y sus Rambos, etc.
Por supuesto, esos personajes,
usualmente llamados actores o hacedores de cine, en realidad son vulgares
comerciantes. Hacen productos para que se vendan en masa; el público sólo
importa para hipnotizarlo y obligarle que “se retrate en taquilla”.
Antonio Banderas, cuando optó por
Hollywood, llevaba clara la idea que el cine que allí haría sería distinto al
que acompañó a hacer a Almodóvar en España. Se trataba de alcanzar una plaza y
una catapulta que les pondría, sino en el altar del buen cine, sí en el de una
elevada paca de dólares. Uso el plural porque Banderas, Almodóvar y hasta
Penélope Cruz, se fueron juntos a la aventura.
Por eso Banderas, al poco tiempo llegó
a convertirse hasta en promotor comercial y por allí usted puede ver
cortos donde intenta convencer a cierto
tipo de hombre a consumir los perfumes que vende.
Siendo ya ganado para pensar que lo que
importante es cuánto hay para eso, después de haber filmado la “Máscara del
Zorro”, con John Hopkins, también incurrió en la tentación de volver más tarde
con la “Leyenda del Zorro”, siempre detrás de la misma inspiración.
Por todo lo anterior, el dinero que hay
de por medio, aquella simple, sencilla, gratificante y ansiada sinecura de la
que habló Betancourt, Banderas como lo hizo con el Zorro y Stallone en sus
tantos mono temas, no tuvo empacho en volver sobre sus pasos, esta vez para
borrarlos y no dejar huella comprometedora.
Si una vez tomó a Chávez como ejemplo a
seguir de lo que debía hacerse en la Europa arruinada por el Banco Mundial, el
FMI y los gobiernos de derecha que allá pululan, sin la aprobación de sus
manejadores, no en materia de arte sino en la de los negocios, no hay problema
que ahora, sin que se le arrugue la boca, diga lo contrario; no es más que el
proceder de un zorro pero también de un gato, “arrimar tierrita para tapar la
cagada”. Pues sus agentes, quienes poco piensan en arte y menos en esa palabra
calamitosa que llaman justicia, le demostraron que “la había puesto”, pero bastaba
con decir lo contrario, es decir echarle tierrita, para volver, volver.
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 5/13/2014 05:08:00 a. m.
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