¿Qué lectura debemos darle los venezolanos?
ELIGIO DAMAS
Lo primero que resalta de lo acontecido en Brasil, es la reacción de la presidenta Dilma Rousseff, al acercarse al movimiento popular que al parecer aparece asociado a las protestas con ánimo de dialogar y buscar puntos de encuentro. Y, como al mismo tiempo, puso sobre los hombros del congreso la responsabilidad de promulgar leyes que permitan enfilar a la solución de muchos de los problemas que aquejan a las comunidades populares de su país. Justamente, en las calles de las ciudades brasileñas, la queja contra el congreso y la desconfianza en las organizaciones allí representadas, incluyendo el PT, es ostensible. El movimiento de masas determinó o catapultó la acción de la presidenta.
La derecha venezolana, siempre necesitada que alguien le interprete los acontecimientos, sólo solícita para adelantar campañas ya previstas en la estrategia del “golpe suave”, como un guion cinematográfico, cree ver en lo de Brasil similitudes con Venezuela que le pudieran favorecer. Pasa por alto la diferencia enorme entre la estructura capitalista del gigante sureño, el poder del Estado en uno y otro país y el grado o nivel de las luchas en ambos países, lo que incluye las diferencias de las inserciones, cuantitativa y cualitativamente, entre las masas populares y el PT y el Psuv o para mejor decirlo, el chavismo. También y esto es demasiado importante, el grado de compromiso, en uno u otro país, del Estado y partidos gobernantes, con los intereses populares.
Es incuestionable que la inmensa mayoría de pobres o de las clases ubicadas en los últimos escalones, las más afectadas por las precariedades del sistema capitalista en cualquier parte del mundo, en Venezuela están identificadas por lo menos con el legado de Chávez. Esos siete millones y medio o más de personas que sufragaron por Nicolás Maduro, proceden determinantemente del sector de los humildes; es más, esos votantes lo hicieron, más que por los socialistas, por el socialismo mismo que le propuso audazmente Hugo Chávez Frías. En muchas partes del mundo, Europa es un ejemplo vivo, mucha gente suele votar por los partidos socialistas, sabiendo que los programas que estos defienden no rebasan el marco capitalista. Si para muestra es suficiente un botón, allí está el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Lo anterior significa, para quien lea los acontecimientos con pertinencia, que los pobres de Venezuela, lo que equivale a decir la mayoría y parte más combativa y arrojada, esperan por un cambio más profundo de las relaciones existentes en el país.
De manera pues, que esa masa que en Brasil salió a protestar y causó daños en sectores puntuales de la economía capitalista, como el incendio de importante cantidad de vehículos cero kilómetros dentro del espacio de las concesionarias, se manifestó contra la FIFA, que además de ente futbolístico lo es en gran medida empresarial, lo hizo en demanda de un cambio profundo en la vida económica y social de aquella sociedad, donde el desarrollo capitalista es considerable y el dominio de la clase capitalista también lo es.
De manera que, para decirlo de manera gráfica y pedagógica, quienes en Brasil salieron a expresar su inconformidad, es la misma gente que en Venezuela vota por el socialismo y apuntala el gobierno iniciado e inspirado en los ideales de Hugo Chávez. Nada favorable tiene que ver la inconformidad profunda contra el sistema capitalista puesta de manifiesta en las calles de las ciudades brasileñas, con la derecha de aquel país y por supuesto con la venezolana.
Pero por lo anterior, arribamos a un punto de meditación que nos lleva a formularnos la siguiente pregunta:
¿Qué significa que los cambios, las revoluciones los hacen las masas? ¿Basta que ellas depositen sus votos, como en días de feria, y regresen a sus cuarteles de invierno, mientras dejan todo en manos de una vanguardia que podría terminar sucumbiendo por la acción u omisión de los ineficientes, corruptos, agiotistas, especuladores y golpistas de la derecha o todo aquello, más el rasgo burocrático de los funcionarios del Estado?
Las masas impulsan en el cambio, lo demandan y construyen a su nivel histórico las estructuras y relaciones pertinentes para arribar al socialismo. Pero cuando decimos lo anterior, no estamos haciendo uso de una entelequia o expresión abstracta para inducir a equívocos. No. No se trata de dar un mandato como en la democracia representativa, para que la burocracia luego haga lo que le venga en gana o marche al ritmo de sus callos. Tampoco es suficiente que las comunidades definan de manera concreta sus problemas locales y cotidianos y se le asignen presupuestos para solventarlos. La cosa va más allá y eso, justamente, es en gran medida lo que enseña la protesta brasileña.
El Estado revolucionario mismo necesita del respaldo material y subjetivo del movimiento popular en la calle reclamando por sus intereses, en función de sus necesidades y pertinencia de la marcha del proceso, para hacer sentir su voluntad ante quien sea y se oponga al cambio.
A manera de ejemplo, ¡qué de bueno sería, que el movimiento popular venezolano, aparte de las actividades de vigilancia que pueda y deba hacer contra la especulación, acaparamiento, golpismo, burocracia e ineficiencia e impunidad, salga a la calle cuando las circunstancias lo demanden a exigir con vigor a quién corresponde el diseño y ejecución de políticas contra todo aquello!
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 6/28/2013 02:48:00 p.m.
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