De la carta renuncia de Isaías Rodríguez. De víboras y alacranes.
Eligio Damas
Cuando Julián Isaías Rodríguez dejó la vicepresidencia de la ANC, adonde había sido llevado en virtud de lo que hasta ese momento se esperaba hiciese ese organismo y para lo que hombres como él, juiciosos, abiertos al diálogo y la búsqueda de encuentros eran indispensables, y se fue a Italia donde no hacía mucha falta, a seguir al frente de nuestra embajada y por la forma inexplicable hasta ahora como aquello se produjo, pensamos que habían muchas cosas que a él, hombre de gran sensibilidad y coherencia, estaban afectando y hasta alejando. Creí había ido a refugiarse. Quizás por eso mismo, haciendo tanta falta aquí, donde los hombres equilibrados y juiciosos hacen falta, le habían “ayudado” a alejarse.
Claro, es cierto, razones de salud, edad, en medio de tantas calamidades que hasta al funcionamiento de la misma embajada afectan y el muy humano deseo de disfrutar la condición de abuelo, se han sumado para que quien fuese Fiscal General de la Nación en aquella difícil situación del golpe de abril del 2002, optase por dejar el cargo que desempeñaba en este momento.
Pero todavía recuerdo aquellas opiniones discrepantes y hasta inconformes de Isaías Rodríguez, con posterioridad a su renuncia al cargo de vicepresidente de la ANC, según las cuales pensaba que el país votó, al elegir la ANC, “por la paz y la solución del problema alimentario; contra el acaparamiento, la inflación, el contrabando; por el acceso a la cesta diaria y a la posibilidad de vivir dignamente con sus salarios y su remuneración, y de esto muy poco ha conseguido y, para algunos, la situación no solo es peor sino que tiende a agravarse”.
No pareciéndole suficiente lo que había dicho, agregó: “De una institución extraordinaria y emergente ha pasado a ser un Poder Constituyente centralizado, dirigido por el poder constituido”.https://deeligiodamas.blogspot.com/2018/12/isaias-rodriguez-la-anc-es-un-poder.html
Eso debió pisar muchos callos y causar resquemores. Tuvo el “desatino” de tocar un tema tabú, una de esas cosas que no se hablan y sobre las cuales pocos piensan, pese es como una enorme llave que a un también grande candado abre cuando alguien cierra.
Por haber emitido esos juicios debieron salirle muchos enemigos que sin duda le perseguirían hasta allá donde se supuso le dejarían tranquilo. Pero, al parecer, no resultó como se lo esperaba, pues ha dicho “¡Ya no aguanto más! Se ha irrespetado la Embajada donde lo represento. Toda la vida he rechazado las injerencias que pretendan humillar o alterar mi consciencia y mi espíritu.”
Al parecer, alguien desde aquí o habiéndose llegado a allá quiso pasarle por encima. Por eso y “las injerencias que pretendan humillarlo”, él pasa por encima y dirige su carta renuncia directa al presidente.
Se fue Isaías silencioso como suele ser y como ahora, al renunciar mediante carta dirigida al presidente, obviando el usual trámite de Cancillería, “Desprovisto de alardes y con un inmenso respeto por esta batalla digna y valiente que ha librado contra el imperio declinante”. El insiste en ser “un compañero leal y no un diletante adulador y temeroso.” Dicho eso, sin duda, para dejar sin piso a quienes pudieran venirle con el simplismo de la lealtad debida a quienes insisten en cometer errores.
Meticuloso, como suele ser, no pasó por alto hacer una definición clara para desarmas a quienes pudieran intentar apostrofarle, por eso recordó que ahora, como siempre ha luchado “contra el imperio declinante”. Es decir, se mantiene fiel a los principios de lo que debe ser la “Revolución Bolivariana”. Y por eso dice al presidente “Quiero que sepa usted, que estoy y estaré a su lado. Pero espiritualmente. Es mi turno de ser abuelo.”
Porque de las tantas cosas bellas que adornan al personaje es una humildad nada común. Quizás ella pudo, cosa difícil de alcanzar, hallar como mostrar sus valores sin estridencias ni “alardes”. Claro como él mismo lo admite, eso tiene su costo, pues “No he aprendido a regatear la indulgencia y ello es terrible y agotador en la política del día a día”. Es decir, ya llegó a su límite, no está dispuesto a seguir convalidando lo que no admite, porque “He llegado, sin embargo, a comprender definitivamente que no puedo convertir el agua en vino, ni resucitar a los muertos.”
Al parecer, Isaías nos está advirtiendo, dicho así porque también se dirige a nosotros, pues por eso decidió hacer esta carta “pública, porque es definitiva”, no sólo al presidente, que “Muchos de sus discípulos tienen muy poco de apóstoles, y es cuando todos nos preguntamos ¿si es la iglesia o dios quien está fallando?
La insatisfacción de Isaías es de gran magnitud y estando cerca, pese ha estado en Italia los últimos años, debe saber cosas, de esas que mucho uno siente y percibe desde lejos, a través de los números, las señales de humo, pero también por los aguijones que da el hambre a cambio de nada, habiendo de por medio solo discursos estridentes pero vacíos y de retórica vacua. Por eso dice a nosotros y al presidente en esa carta renuncia “He visto mucho marketing al lado suyo y también al lado de Chávez. La gente constantemente se bautiza, pero jamás se libera de sus pecados.”
Isaías bien conoce el uso de la lengua y justo por lo mismo, apeló a un anglicismo, como “marketing”, que se usa en relación a la publicidad y los negocios, como aquello del arma de doble filo. Unos están por una cosa y otros por otra, en todo caso, allí hay mucho de “pantalla”, de luces y brillantes que encandilan, en cambio él, y de eso a uno no le cabe duda, solamente se metió en eso porque quiso“ser un compañero leal y no un diletante adulador y temeroso. Es decir, se atrevió a dejar saber sus pareceres, sin medir cuánto habrían de gustar y hasta causar pesares y provocar contra él de esas cosas que sugiere por las que ¡ya no aguanto más!
Y se va Isaías como uno lo imagina “sin rencores y sin dinero”, como dice en su carta renuncia y sin cuentas con la justicia, dice uno. Pese que sus enemigos, entre esos los del Pentágono que le aplicaron esas sanciones sin pudor ni fundamento, sólo por los cargos desempeñados en los últimos años, pues ellas eluden y hasta se suspenden cuando un delincuente opta por ponerse al servicio de ellos, pero quizás, uno no sabe en suficiencia de los detalles, se refiera a esos que no perdonan a alguien que no sea “adulador y temeroso” y por eso dijo : “Clavaron mi honestidad en una pica, pero cuando muera sabrán exactamente cual patrimonio dejo a mis hijos. Guardaré los recuerdos que de usted tengo en una caja con pelotas de naftalina.”
Llegado aquí, uno de nuevo vuelve al pasado y sobre aquello que la ANC pasó “a ser un Poder Constituyente centralizado, dirigido por el poder constituido”.Una de las tantas observaciones que no pasan desapercibidas, pero no para enmendar la plana, corregir los errores sino para identificar a quienes llegan a un nivel de discrepancia como para ponerles en la lista de quienes dejaron de ser leales.
Y a eso obliga además, cuando casi al final de su carta, agrega “Renuncio, Presidente, a mis dosis de insomnio, estrés, aflicción y a las víboras con cabeza triangular que desde hace mucho tiempo lo acompañan.”
Y uno recuerda, como el General Müller Rojas, quien no vio víboras de cabeza triangular, pero sí alacranes rodeando y observando a la distancia justa para el ataque, a quienes se acercaran al “comandante” y quisieran advertirle.
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