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ELIGIO DAMAS
Admito de antemano, nadie vaya a sentirse con derecho a apostrofarme por pensar que quiero enmendarle la plana al Papa en asuntos de Dios, soy un osado al atreverme dudar de la pertinencia de algo dicho por Luis Britto García. Sé bien de los méritos académicos y más que eso del peso que, como intelectual, tiene el mencionado y el bien merecido nivel de credibilidad del cual goza. En cambio, quien esto escribe, sólo es un insignificante maestro de escuela, militante de la izquierda desde los quince años y eso ya lleva sesenta y cuatro. Aunque en esos avatares, el de maestro, inmerso en el proceso de aprender todos los días y en el de militante de un universo generalmente como levantado contra toda forma de pensar que alguien distinto a uno exprese que ha sido la izquierda venezolana, por hablar de la nuestra y no juzgar más allá de las fronteras, uno se acostumbró, y eso no es malo, a poner en cuarentena todo cuanto escucha o lee.
Luis Britto, en artículo puesto en Aporrea recientemente, titulado “Llegó la hora de la verdad”, hace nueve propuestas, de las cuales sólo a una de ellas no le he dado mi respaldo, porque tengo profundas dudas derivadas de los acontecido en Venezuela, en el marco de América Latina, hasta las reacciones en el mundo con respecto al proceso venezolano que, para decirlo de manera formal y elocuente, desató Chávez, casi desde el mismo momento que dijo “por ahora”. Por último, por algo muy simple, la realidad, esa terca señora que generalmente tiene la razón. Esa propuesta es justamente la primera que dice así:
1-. “Declaración del carácter socialista de la República Bolivariana de Venezuela, con los respectivos poderes para acrecentar la propiedad social de los medios de producción.”
Chávez, pese su declaración personal de asumir el marxismo y el socialismo y su posterior llamado a construir una sociedad acorde con su definición, siempre sostuvo que dentro de la constitución vigente era posible avanzar hacia lo que se había propuesto. Todos sabemos, porque lo hemos vivido, de lo acontecido en Venezuela en los últimos dieciocho años. Esta noche mismo, el presidente habla de un inminente “bloqueo naval” por parte de los EEUU, lo que al margen de la pertinencia o no de ese anuncio, por lo menos en lo inmediato, habla de las serias dificultades que confrontamos, sin pasar por alto el cuadro latinoamericano de ahora, cuando hasta Ecuador se nos ha vuelto una incógnita.
Llegado aquí, quiero hacer referencia a unas declaraciones de Rigoberto Lanz, poco antes de morir, que sirven para fundamentar las dudas que a uno le embargan, sobre todo a quien no cree tener el rábano por las hojas, sino saberse angustiado ante una encrucijada dramática y recordando algo que leí y hasta escuché de labios de mi viejo amigo Julio Escalona, cuya palabra es para mí tan alta como la de Britto o la de el viejo compañero y también amigo Vladimir Acosta, “Ellos – el imperialismo- siempre tendrán más armas que nosotros”.
Rigoberto Lanz, refiriéndose a la gestión de Chávez, dijo lo siguiente:
“Las leyes sobre el poder popular son realmente subversivas porque propician el protagonismo y la participación de la gente. Pero entre la ley y la realidad hay un abismo. Chávez podría haber hecho el triple, sin boliburgueses y sin ese discurso hostil y excluyente contra los no chavistas”.
Para Rigoberto Lanz el discurso “excluyente” de Chávez fue importante en cuanto a que “por eso se fue la clase media, Chávez los alejó y se los regaló a la derecha. El gobierno creó sus propias exclusiones. Escuelas para pobres, hospitales para pobres, mercados para pobres….”.
Para Lanz, el discurso, las formas son importantes, esto tomaría de nuevo valor al considerar que redactada una nueva constitución o simplemente reformada la vigente, tendría que someterse a la aprobación popular tal como acaba de decidirlo la Asamblea Constituyente. La experiencia del primer referendo constitucional perdido por el proceso bolivariano es inolvidable y sustancial
La frase de Julio Escalona antes citada, la que leí en un artículo suyo publicado en Ultimas Noticias, también escuchada de sus labios en una reunión en Puerto La Cruz y esta de Rigoberto Lanz, según la cual “entre la ley y la realidad hay un abismo”, suenan muy duro en mi simple y poco cultivado entendimiento de maestro y viejo militante sin rostro.
Por ellas, digámoslo así, por comodidad y ahorrar tiempo y espacio, tengo profundas dudas ante esa primera propuesta de Luis Britto García. Confieso que me parece muy noble y hasta poética, coherente con aquella vieja aspiración de “tomar el cielo por asalto”; sólo por eso, casi me siento tentado a decir que la apoyo y me dispongo a combatir por ella. Sé bien, por algo tengo esta vieja edad, que a alguien que esto lea, simplemente dirá “este viejo, si alguna vez lo fue, dejó de ser socialista, porque en esta encrucijada arruga”. Pero eso no me arredra. No será esta la primera vez que alguien me diga eso cuando dudo ante algo que pareciera no tomar en cuenta al mundo real. También sé que es como un atrevimiento mío sólo pensar que Britto haya cometido semejante error. Pero lo he pensado, pese el respeto que tengo por ese personaje. Me asalta lo dicho por Escalona y Lanz.
Sería bueno que, asunto de tanta envergadura, Britto lo expusiera con mayor amplitud y mostrara a quienes no alcanzamos a ver tan lejos y claro como él, la validez de su propuesta. Sobre todo cuando uno, como dije al principio, por maestro de escuela y viejo militante, formado en una escuela que generalmente todo lo ponía en duda, no encuentra en lo inmediato razones para sumarse a su propuesta, que de repente es pertinente y siéndolo, podríamos asumir con entusiasmo; porque no es malo que todos ayudemos a remar.
Me preocupa que alguna gente ya, sin duda alguna, se haya expresado a favor de todo lo propuesto por Britto, sin encontrar nada para la duda. ¿Será qué me he vuelto bruto, perdido el ritmo del movimiento o por la edad, no muy dispar de la de Britto, estoy escorándome a la derecha? ¿Estoy frente a una realidad distinta? ¿Acaso he muerto? Eso, de estar en la derecha, me han dicho por años tipos que en ella están desde hace tiempo por no haber compartido sus radicalismos. ¡Y unos cuántos muertos también!
Por cierto, antes del artículo que aquí referimos ya, Britto había escrito uno donde cuestionó lo relativo a doble nacionalidad, lo que compartí, sobre todo porque cuando se discutió el asunto en 1999 en la Constituyente, fui uno de los pocos que escribió una opinión contraria. Aquello, a algunos, eso me dijeron, pareció como muy extremista y xenófoba. En veces, uno pierde el sentido de la realidad. En estas nueve propuestas de Britto, extrañamente, digo yo, no sé, no aparece ese asunto.
Advierto, que nadie me ha pagado nada, cuando se llega a esta edad las ambiciones son pocas, no hay plata para pagarle a uno. Mi próximo artículo, ya está escrito, como suelo hacerlo, será una declaración sustantiva contra el imperialismo y la injerencia.
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