El pueblo venezolano, dueño de su destino
- 01 Aug 2017
En el transcurso de una jornada electoral perturbada por los enfrentamientos de la oposición, 8 millones de venezolanos han hablado a través de las urnas para elegir a los candidatos para la Asamblea Nacional Constituyente. Con un porcentaje de participación del 41%, los venezolanos expresaron su disposición para resolver los problemas que enfrenta el país por la vía democrática y pacífica. Ciertamente, hubo algunos brotes violentos, como en Táchira y Mérida al oeste del país o en el barrio Altamira de Caracas, pero las amenazas y la intimidación de la oposición no impidió que grandes segmentos de la población fuesen a votar.
El día de este domingo 30 de de julio de 2017 puede considerarse histórico por diferentes razones: en primer lugar, debido al contexto particular en el que se llevaron a cabo estas elecciones. Fue para hacer frente a la negativa de diálogo de la oposición y su llamado al caos en las calles, por lo que el presidente Nicolas Maduro anunció el 1 de mayo, que sólo la participación del pueblo venezolano en toda su diversidad a través de un proceso constituyente podía garantizar la paz social. La fuente de legitimidad de la Asamblea Constituyente sería el poder originario, es decir el pueblo soberano. Por lo tanto, su carácter dería parecérsele : “la Asamblea Constituyente será ciudadana, obera, comunal, estudiantil, juvenil, feminista e indigena. Pero, sobre todo, será profundamente obrera y comunal “
De hecho, estas elecciones responden a la voluntad de superar las dificultades del callejón sin salida entre la oposición y el gobierno, de una manera democrática. Al parecer, esto no es del gusto de todos: durante semanas se han sucedido los ataques, centrándose en los detalles del procedimiento más que en el propósito de esta iniciativa que no es otro que la paz. ¿Cuántas personas nacen y mueren en todo el mundo acariciando el sueño de participar en la construcción y el futuro de su país a través de un proceso constituyente?
Es difícil entender la actitud de la oposición MUD (Mesa de Unidad Democrática), que cerró la puerta a cualquier diálogo desde del mes de enero. Y en abril, la MUD lanzó a sus seguidores a un callejón sin salida, con violentas manifestaciones marcadas por : linchamientos contra presuntos chavistas originando su muerte (una veintena de personas quemadas vivas), el asesinato de dos candidatos para la ANC ( José Luis Rivas Aranguren y José Pineda), numerosas muertes de inocentes a causa de las barricadas y el saqueo, el incendio de cinco mil tiendas y 51 autobuses, el ataque de un hospital materno y, finalmente la destrucción de las máquinas electrónicas electorales. Durante todo ese tiempo, los llamados de la oposición a bloquear por completo el país ( por medio de “trancazos”) se intensificaron, con el fin de hacer “ingobernable” del país, acercándose a la “hora cero”. ¿Es esta una actitud pacífica?
A lo que hay que añadir el miedo inoculado por los medios de comunicación internacionales a favor de la oposición, las amenazas de sanciones por parte de Donald Trump, las muchas declaraciones en contra de la Asamblea Constituyente de presidentes sometidos a la agenda de EEUU (España, Colombia, México ). Con un contexto internacional tan favorable a sus intereses, la oposición incluso ha anunciado la creación de un “gobierno paralelo”! La destrucción de varias toneladas de alimentos para sembrar el descontento entre la población demuestra que se trata de un conflicto entre dos clases sociales: es la revuelta de los ricos!
La oposición llamó a no votar. Pero aún así, 8 millones de venezolanos acudieron a las urnas a pesar de un contexto marcado por la violencia, lo cual refleja su nivel de confianza y el fuerte entusiasmo popular. Y si tenemos en cuenta que una parte de los venezolanos han seguido las instrucciones de la oposición, eso significa que la iniciativa del gobierno ha recogido casi 3 millones más de votantes en comparación con las elecciones legislativas de 2015.
Para ellos, la Asamblea constituyente es vista como una oportunidad para el país. Mientras que los nuevos gobiernos de derecha de la región se han puesto como misión el desmantelar los servicios públicos (el presupuesto del estado brasileño ha sido congelado durante los próximos 20 años), el pueblo venezolano tiene la posibilidad de incluir el derecho a la la salud, la alimentación, la vivienda o la cultura en la nueva Constitución. Unos derechos en parte conquistados gracias a los últimos 18 años de Revolución Bolivariana.
Después de defender en 2016 la necesidad de pasar la página de la Constitución Bolivariana, la oposición venezolana ha vuelto a caer en la trampa de sus propias contradicciones al anunciar el sabotaje de las elecciones. El día antes, Leopoldo Lopez y Henrique Capriles, sus cabezas visibles, renovaron los llamados a bloquear calles, con el riesgo de alterar el orden público y provocar nuevas y trágicas violencias. Y eso fue lo que muy pronto sucedió: un candidato a las elecciones y un miembro de la oposición fueron asesinados antes de que saliera el sol. Más tarde en el día, un artefacto explosivo tomó como objetivo una fila de policías motorizados, causando un herido. Una imagen que será utilizada por muchos medios de comunicación internacionales para ennegrecer y deslegitimar el día de las elecciones, llegando hasta distorsionar los hechos y negar su carácter criminal.
Finalmente, las acciones ilegales contra las elecciones fueron marginales, aunque significativas. Mientras que unos precintaron los centros de votación con el mensaje: “Peligro no entrar”, otros los incendiaron directamente. Ante el clima amenazante que prevalecía en los barrios controlados por la derecha y la incapacidad física de votar en su centro de votación, el Consejo Nacional Electoral (CNE) puso a disposición de los ciudadanos un gran estadio, “el Poliedro” de Caracas. Como en cada proceso electoral, las fuerzas armadas nacionales fueron desplegadas para garantizar la seguridad en todo el país. Esto es lo que probablemente ayudó a calmar a los grupos de oposición violentos, aunque en Altamira lograron tender una emboscada contra la policía.
Pero estos hechos aislados no explican nada del fondo del asunto, salvo que se trata de un nuevo fracaso de la oposición. Sus esfuerzos en 2016 se concentraron en deslegitimar a las instituciones del país como el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Nacional Electoral, acusándolos de no ser imparciales. Sin embargo, en Venezuela, hay 5 poderes independientes: el poder ejecutivo, judicial, legislativo, electoral y ciudadano. El sistema electoral de Venezuela (CNE) ha sido reconocido por su eficiencia y transparencia por muchas organizaciones internacionales. El ex presidente de Estados Unidos Jimmy Carter, incluso lo describió como el “mejor sistema electoral en el mundo.”
La experiencia de la democracia participativa en Venezuela encuentra pocos paralelos en el mundo. El pueblo ha acumulado una verdadera cultura de debate político. Y, a diferencia de la imagen de “dictadura” que los medios de comunicación internacionales están tratando de difundir, el gobierno sufrió anteriormente dos derrotas, que fueron reconocidas de inmediato: una en el referéndum constitucional en 2007 y la otra en las elecciones legislativas de diciembre del 2015.
No se puede decir lo mismo de la oposición, que denuncia el “fraude” cada vez que es derrotada en las elecciones. Al tratar de sabotear las elecciones para la Asamblea Constituyente, se ha desconectado de las aspiraciones de la población.
Fuente : Investig’Action
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