¿Cuál es el enemigo?
La situación que enfrenta Venezuela, sirve de colofón a una aventura de
dimensión histórica, cuyo primer capítulo, fue escrito por el Dr. Fidel Castro Ruz, en el cuartel
Moncada, en 1953.
Las esencias de los eventos históricos evolucionan. Al principio, usan
mascarillas, tienen cierto pudor. Es entendible que así sea, nuestra especie es
un tanto hipocritilla, algunos dirán que solo lo indispensable, otros,
argumentaran que la hipocresía, es su cualidad primera. Para darle contundencia
a sus argumentos, estos últimos, recurren a la historia embebida en el reclinatorio, ubicado en los
aposentos históricos del papado en el vaticano. La solicitud de los perdones
que se invocaron allí, aspiraban a
cubrir tal magnitud de crímenes, que tal vez instigaron al Nazareno a contradecir al Padre:
Si intentas enviarme de nuevo allí… ¡Esta vez no iré!
Posiblemente estemos solos,
varados en la infinitud del Universo ¡Y esta vez, sin asistencia divina! Enjaulados,
devorándonos los unos a los otros. El libre albedrio perfecto. ¡La libertad
absoluta! Una jauría bípeda, fuera de su jaula. Eso sí, con mucha formación
ideológica. Muy progresiva.
Baila en la televisión Maduro, cuando regresa de su jornada asesina
cotidiana. Junto con él, bailan, todos sus simpatizantes. ¡Todos!, hasta los
timoratos que crean torceduras del lenguaje para amparar crímenes. “Bueno… no todo es como parece….” Argumentan tímidamente sin atreverse a
aplaudir abiertamente a los colectivos paramilitares. El que asesina, tiene un
puesto en el escalafón de la des humanidad, el que aprueba, el que aplaude el
crimen, está un peldaño por debajo del asesino. Venezuela no tiene salida, aun
cuando su juventud estuviere dispuesta a ser asesinada toda.
Se requiere, en la clasificación convencional de la inteligencia, un
cociente de 100, para obtener un título universitario.
El ochenta por ciento de la población, tiene un cociente de 80, son
estadísticamente normales, pueden incluso, tener un hablar florido, existen
virtudes que no requieren una inteligencia significativa, que de poseerla,
puede que algunos de ese 80 por ciento,
se destaquen en algunas funciones.
El problema grave que confrontamos, es que por si solo, por mucho que se
esfuercen, ese 80 por ciento, no puede desarrollar una agenda existencial
propia. No es que no tengan respuestas, sino que no saben hacer las preguntas. Las
limitaciones están impuestas en la creatividad, no precisamente en la
creatividad estética, que pertenece al mundo de afuera. La batalla se libra en
el mundo de adentro. De lo que hablamos, es de un estado de conciencia.
¡Somos, en esencia, existencialmente hablando; un instrumento de
investigación y búsqueda! ¡Y no más! El resto de las actividades que realizamos,
son de relevancia moderada, simple esparcimiento para disipar tensión.
Existen grupos históricos, que han desarrollado la pretensión de imponer
respuestas que no han descubierto. Sus vanguardias ideológicas, resultan una simple impostura, porque es realmente en sus celdas, en sus cámaras de torturas y
de interrogatorios, donde adquieren su supremacía ideológica.
Mientras que un grupo muy minoritario, lucha por integrar a las masas como
vanguardia a la creación de un proyecto que garantice destino para la especie.
Otro grupo, más minoritario todavía, desarrolla un esfuerzo extraordinario por
poner a esas mismas masas a su servicio.
El suyo, es un proyecto de
dominio, de odios y de muerte, con un discurso que propone una fatal igualdad,
que no practican hoy, ni lo harán mañana.
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