ELIGIO DAMAS
El pequeño pampero , el "cabecita de fosforo , como le llamó una amiga Argentina a orillas del rio de la Plata ,se filtro con arte, audacia y fuerza de gigante por entre sólidas lineas entre las sólidas líneas finales de la selección de Inglaterra y
depositó con suavidad, no sin dificultad, el balón en el fondo de la red. Diego
Armando Maradona, el 22 de junio de 1986 en México, había anotado el gol,
conocido como el “gol del siglo” que permitió a Argentina ganar en cuartos de
final a su rival.
En aquel inolvidable enfrentamiento, minutos antes,
el propio “Diego”, anotó el gol “de la mano de Dios”. Aquella tarde, los
ingleses reclamaron mano y el árbitro, quizás distraído viendo a aquel
jovencito talentoso, de muy baja estatura, desparramando arte, gracia y
vitalidad en el terreno azteca, mezclado entre gigantones de la defensa inglesa
a quienes dejaba atónitos y atolondrados, no se percató de la pertinencia del
reclamo. Es más, pocos se dieron cuenta de aquella “picardía” propia de nuestra
gente, pues la pequeña humanidad del genial jugador argentino, que se hacía
notar por su destreza, magia en el manejo del balón, pudo haber cautivado a
todo el mundo y evitar se percibiese, como tampoco lo percibió el árbitro, la
intervención de la “mano de Dios”.
A partir de aquel momento Diego Armando Maradona se
convirtió en una estrella del fútbol, de una era cuando la televisión hizo
posible que aquellos encuentros fuesen vistos en tiempo real en el mundo. Y él,
un jugador excepcional, tanto como para hacer que un equipo de poco talento, formado
por jugadores modestos como el Nápoles, llevado por su mágica pierna zurda, de
toque sutil y habilidoso, se convirtiese entonces en uno de los más importantes
del fútbol italiano y europeo.
Ya para el cuarto mundial de fútbol en el que
participaría Maradona, en los estadios de Atlanta en 1994, finalizado un
partido que ganó Argentina, la FIFA, sin apelar al sorteo que demandan las
reglas escogió al pequeño pero brillante jugador pampero para hacer la prueba
de dopping. No la hizo al inicio porque sacarle del mundial antes de tiempo era
como matar la gallina de los huevos de oro, al jugador que venía siendo el
mayor atractivo del futbol mundial aún a finales de su carrera.
¿Por qué de aquella escogencia deliberada para
examinarle?
La FIFA, entonces encabezada por el brasileño Joe
Havelange, un personaje que llevaba más de treinta años al frente del cargo,
sabía bien que Diego daría positivo. Esos rumores corrían. El talentoso jugador
por motivos que se han ventilado en demasía, a finales de su carrera adquirió
aquel hábito que él ahora con humildad públicamente reconoce y llama
enfermedad. Pero la decisión de la FIFA no obedeció al deseo de tomar medidas
en favor del deporte y menos con la intención de dañar a la Argentina. Todo
estuvo dirigido contra Diego.
En aquellos momentos bien se sabía la simpatía del
genial y puntilloso atacante por la Revolución Cubana y hasta de su amistad con
Fidel Castro. Tampoco era un secreto que en su cuerpo tenía estampada la figura
de su compatriota Ernesto “Che” Guevara.
Pero lo que más indispuso a la FIFA contra Diego,
fueron sus persistentes denuncias contra el horario de juego, que en aquellos
meses de verano, obligada a jugar a horas del mediodía, bajo temperaturas por
encima de 40 y 43 grados. Horario elaborado sólo pensando en los ingresos que a
la organización mundial del fútbol le produciría las transmisiones de
televisión al planeta todo sin importar la salud de los atletas. Es más, “el
Diego”, llegó a anunciar que en compañía de Richard Platiní, el francés que entonces
era también figura descollante de ese deporte, formarían un sindicato de
futbolistas para enfrentar los abusos de la FIFA.
Ahora en Brasil 2014, ha vuelto Diego Armando
Maradona, el más grande y talentoso N° 10 del futbol mundial, a denunciar los
abusos y atropellos de la FIFA, justamente cumpliéndose los 28 años del gol “de
la mano de Dios”, por lo acontecido con la modesta pero exitosa selección de
Costa Rica.
Para Diego, que la selección del pequeño país
centroamericano haya alcanzado la proeza de sacar a Inglaterra y España del
mundial, es un hachazo a los cálculos monetarios de la FIFA. Esta corre el
riesgo que quienes patrocinan el evento dejen de aportar lo acordado y en
definitiva la FIFA no es más que una empresa mercantil. Por eso, la FIFA, pese
a que se excuse como también lo hizo cuando se le puso por delante Diego en
Atlanta, escogió sin apelar al sorteo sino a dedo siete jugadores “ticos” para
hacerle la prueba anti dopping, cuando sólo se toman tres y por sorteo.
Ante este abuso, atropello y hasta ofensa a la
dignidad de todo un pueblo y por el reconcomio que representa el atrevimiento a
fuerza de coraje y audacia de los costarricenses, sólo se ha escuchado la voz
de Diego denunciando a la FIFA y sus cálculos comerciales.
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