PARA LOS QUE NO VIVIERON LA HISTORIA , O QUIEREN OLVIDARLA , ESTO ES UN DOCUMENTO. estraido del libro publicado en Cuba por el Dr. Reinaldo Suarez Suarez y yo corraboro como cierto todo y cuanto esta dicho en estas hojas . Frank Diaz , combatiente del Movimiento 26 de Julio.
Dr C. Reinaldo Suárez Suárez
Profesor titular Universidad
de Oriente suarez@fd.uo.edu.cu
RESUMEN Entre el 3 de enero y el 16 de febrero de 1959
transcurrió la primera etapa del Gobierno Revolucionario. Fue un gabinete
articulado con rapidez, pero de manera
atípica; era mayoritariamente masculino y multicolor en lo político, su mayor
debilidad residió en que no incorporó el líder de la Revolución, Doctor Fidel Castro. Estas debilidades y contradicciones provocaron
una crisis parcial, que tuvo como solución la incorporación de Fidel en calidad
de Primer Ministro. Palabras Clave:
Gobierno Revolucionario, Revolución, Manuel Urrutia, Fidel Castro
ABSTRACT The first period of Revolutionary Government
(January 3 to February 16, 1959) had a heterogeneous political composition. Its
main weakness was that Fidel Castro was not part of the Cabinet. This weakness
desappeared when the leader of the Rebel Army was incorporated in the position
of Prime Minister. Key words: Revolutionary Government, Revolution, Manuel
Urrutia, Fidel Castro.
INTRODUCCIÓN Cuando
el 3 de enero de 1959 se establece en la Universidad de Oriente el Doctor
Manuel Urrutia Lleó y toma juramento a una reducida nómina de ministros,
anuncia varias designaciones y adopta decisiones de importancia, que son
inmediatamente confirmadas en la primera reunión del Consejo de Ministros, así
comienza propiamente el accidentado camino de conformación y funcionamiento de
lo que dio en llamarse Gobierno Provisional de la República.
DESARROLLO En la tarde-noche del 3 de enero, el Presidente
se constituyó en la Universidad de Oriente, que pasó a ser la sede del Gobierno
Revolucionario; inmediatamente promovió lo que sigue:
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• Anunció pública y formalmente que con anterioridad había
designado al Comandante Fidel Castro Ruz como su Delegado en los institutos
armados del país, a la vez que Comandante en Jefe de las Fuerzas de Mar, Aire y
Tierra de la República; al coronel Rego
Rubido, jefe del Estado Mayor del Ejército; al comandante Gaspar Brooks, jefe
de la Marina de Guerra; y al comandante
Efigenio Ameijeiras Delgado, jefe de la Policía Nacional; como Presidente del
Tribunal Supremo de Justicia, al Doctor Emilio Menéndez y Menéndez, y como
Fiscal del mismo órgano, al Doctor Felipe L. Luaces Sebrango. • Comunicó varias decisiones de
extraordinario valor simbólico y material: cesar en sus funciones a Fulgencio
Batista y Zaldívar como Presidente de la República, cesar a los representantes
y senadores y disolver el Congreso Nacional, suspender a los gobernadores de
las provincias y a los alcaldes y concejales de los ayuntamientos, traspasar al
Consejo de Ministros las funciones legislativas del Congreso de la República,
reafirmar la vigencia de la Constitución de 1940, con la introducción de la
posibilidad de hacerle modificaciones para adaptarla a las circunstancias
revolucionarias; designar a Santiago de
Cuba como capital provisional de la
República, hasta tanto el Gobierno Provisional no se trasladara a La Habana.
• Tomó juramento a la primera hornada de ministros: Doctor
Roberto Agramonte Pichardo, ministro de Estado; Doctor Ángel Fernández Rodríguez,
ministro de Justicia; Doctor Julio Martínez Páez, ministro de Salubridad y
Asistencia Social; Dr Faustino Pérez
Hernández, ministro de Recuperación de Bienes Malversados y doctor Luis María
Buch Rodríguez, ministro de la Presidencia y secretario del Consejo de
Ministros. De esta manera comienza a
existir un Gobierno Revolucionario integrado por un Presidente y cinco ministros,
que representará apenas el 26 % de los que llegarán a ser sus miembros: cinco
de diecinueve. De los ministros juramentados en Santiago de Cuba, tres habían
sido escogidos por el Presidente: Estado, Justicia y Presidencia. Dos de ellos
no habían tenido una relación orgánica con el Movimiento 26 de Julio: Agramonte Pichardo y Fernández Rodríguez. Después de constituido el 3 de enero, aún el
Gobierno Revolucionario permaneció unas 38 horas más en la ciudad de Santiago
de Cuba, radicado en la Universidad de Oriente, aunque se desconoce de alguna
labor o decisiones adicionales que descubran una actividad gubernamental. En la
mañana del cinco de enero, el Gobierno Revolucionario evacua con destino a La
Habana, a la que no se había
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dejado de reconocer su condición de capital permanente del
país. Dos razones parecen haber coincidido para determinar que el Presidente y
los miembros de su gabinete que le acompañaban en Santiago de Cuba,
desembarcaran en Camagüey, en lugar de proseguir hacia La Habana: el
completamiento del Consejo de Ministros, incluyendo el nombramiento del Primer
Ministro, y la solución que habría de dársele a la ocupación del Palacio
Presidencial por parte del Directorio Revolucionario 13 de marzo. Para lo primero era lógico que el Presidente
quisiera consultar con el líder de la Revolución, o que este quisiera abordar
el asunto con el Presidente Provisional. Probablemente haya sido esto último, si nos
atenemos a que fue su inciativa la que determinó el aterrizaje del avión
presidencial en la ciudad agramontina. Por decisión de Fidel, el presidente
Urrutia hizo nuevas designaciones ministeriales. El Doctor Armando Hart Dávalos fue nombrado
ministro de Educación, en ese momento se convirtió en el ministro más joven: 27
años; como ministro de Gobernación fue escogido el Doctor Luis Orlando
Rodríguez, antiguo líder juvenil del Partido Revolucionario Cubano; el Ingeniero
Manuel Ray Rivero, uno de los líderes del Movimiento de Resistencia Cívica, fue
nombrado como ministro de Obras Públicas; como ministro de la Agricultura fue
nombrado el doctor Humberto Sorí Marín, exdirigente auténtico que tempranamente
se enroló en el aparato clandestino del Movimiento 26 de Julio en La Habana y
luego subió a la Sierra Maestra, donde fue ascendido a Comandante y designado
Auditor General del Ejército Rebelde. El
doctor José Miró Cardona fue designado Primer Ministro. En el ánimo de Fidel
Castro primó la idea de escoger una figura que contara con suficiente solvencia
como figura representativa de las llamadas clases vivas para que sirviera como
“bálsamo para la burguesía” cubana. Fue presidente del Colegio de Abogados de
La Habana, el más poderoso e influyente del país, en el verano de 1958 fue
escogido para coordinar al llamado Frente Cívico Revolucionario, la formulación
unitaria de la oposición insurreccional.
Las designaciones hechas en Camagüey tienden a fortalecer al Gobierno
Revolucionario, a través de su completamiento y de la inclusión de
personalidades de prestigio y ascendencia. También consolida dos
características o rasgos en su articulación: el papel de árbitro del doctor
Fidel Castro –también la dependencia política del Presidente-, y la militancia
veintiseísta de una parte de los miembros del gabinete. En propiedad, se
articula un gabinete rojinegro –por los colores de la
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bandera y los estandartes y propagandas del Movimiento 26 de
Julio-, y de personalidades de distinta extracción política que se incorporan a
título individual. El Movimiento 26 de
Julio fue el arquitecto del Gobierno Provisional. El Presidente Provisional, el
doctor Manuel Urrutia Lleó, era su candidato, y la composición del gabinete,
hasta ese momento, era el fruto de la iniciativa presidencial o de la dirección
del Movimiento 26 de Julio, especialmente de su líder, doctor Fidel Castro. Una
parte de los ministros eran miembros activos y prominentes de la organización
revolucionaria, y los demás estaban a título individual, aunque pudieran ser
asociados con formulaciones políticas diversas.
En el juicio del doctor Fidel Castro, quien actuó determinantemente en
la vertebración del Gobierno Revolucionario hasta ese momento, por ser de hecho
y admitidamente líder simbólico y real de la insurrección, aunque es un
gobierno controlado por el Movimiento 26 de Julio, no está pensado para
responder estratégicamente a esa bandería organizacional. El control pretende
evitar que el Gobierno Revolucionario se convierta en terreno de disputas
estériles por repartos de cuotas de poder político y quiere garantizar, en
última instancia, la consecución de un programa mínimo de transformaciones. La
unidad ha de lograrse entre los revolucionarios a partir de coincidir con la
marcha, la profundidad y los ritmos de la Revolución misma, y no de ponerse de
acuerdo para repartir cargos públicos. En una visión externa: aquel era un gobierno
veintiseísta, que expresaba un estado de cosas, pero que ignoraba o dejaba
fuera a otros importantes factores de la insurrección, especialmente del
Directorio Revolucionario 13 de Marzo, que tanto aportó en sacrificio y
mártires a la revolución triunfante. Las
tropas del Ejército Rebelde y del Directorio Revolucionario avanzaron por
separado sobre La Habana, y ocuparon instalaciones diferentes. Las fuerzas del
Ejército Rebelde, desplegadas y actuantes en la provincia de Las Villas,
comandadas por Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos, tal y como ordenó desde Santiago de Cuba su
Comandante en Jefe, se apoderaron del Cuartel General del Ejército en la Ciudad
Militar de Columbia, y de la estratégica guarnición de la fortaleza de La
Cabaña; y también de otras instalaciones militares menos importantes. Sus
milicias urbanas y otras fuerzas guerrilleras del Movimiento 26 de Julio
tomaron control de todo el sistema de instalaciones policíaco-represivas de la
dictadura, además de vitales instalaciones públicas y medios de comunicación.
De hecho, la mayor parte del orden y la seguridad en el país dependían de la
articulada
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y desplegada capacidad militar y política del Ejército
Rebelde y las milicias urbanas del Movimiento 26 de Julio. Por su parte, el Directorio Revolucionario
ocupó objetivos de mucha significación política: el Palacio Presidencial, sede
del Poder Ejecutivo; el Capitolio, sede del Poder Legislativo; y la Universidad
de La Habana, símbolo de la lucha revolucionaria del país. El vertiginoso control de la capital del país
por parte de las fuerzas revolucionarias rápidamente convirtió en una necesidad
el traslado del Gobierno Revolucionario. Para normalizar la situación política
del país y propiciar el necesario proceso de reconocimiento internacional de la
Revolución Cubana era urgente llevarlo a La Habana, a la que se debía
restablecer la condición de capital. En consecuencia, era necesario lograr que
el Directorio Revolucionario evacuara el Palacio Presidencial para posibilitar
la instalación del Presidente y su gabinete, protegidos por los efectivos del
Ejército Rebelde. El asunto políticamente era complicado, por cuanto el
Directorio Revolucionario tenía exigencias de integración en el Gobierno Revolucionario
y militarmente era engorroso porque podía desencadenar enfrentamientos de no
actuarse con cuidado. La urgencia del asunto era visible: prolongar la estancia
en Santiago de Cuba era contraproducente para el país y para los asuntos
externos, y establecer el gobierno en lugar distinto a la mansión ejecutiva,
menos que inaceptable en aquellas circunstancias. El Presidente no podía
instalarse en otro edificio público porque significaría una evidencia de
precariedad, que dañaría notablemente la capacidad de irradiar control y
estabilidad político-militar, garantías para el pleno reconocimiento
internacional de las nuevas autoridades. En consecuencia, en la tarde del 5 de
enero el Presidente y sus ministros llegaron al aeropuerto de Rancho Boyeros,
donde se les unieron el Primer Ministro designado y varios de los ministros que
aún no habían prestado juramento. Afortunadamente, sin incidentes, esa noche el
Presidente se instaló en el Palacio Presidencial, y formuló declaraciones que
apuntaban a un arreglo político de inclusión del Directorio Revolucionario en
el Gobierno Revolucionario: “Tendremos gabinete de concentración
revolucionaria. Cuantos intervinieron en esta brega tendrán allí su
representación. Es la responsabilidad compartida, y al mismo tiempo el matiz de
las iniciativas según las necesidades populares.”1 Finalmente la anunciada
integración del Directorio Revolucionario al gabinete ministerial no llegó a
producirse.
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Establecidos en La Habana, completar el Consejo de Ministros
fue una de las urgencias. Por eso, la misma noche del cinco de enero, los
ministros designados en Camagüey juraron sus cargos. También lo hicieron dos
ministros escogidos en diciembre en La Rinconada, pero que por no estar en
Santiago de Cuba el 3 de enero, no pudieron jurar sus cargos: Manuel Fernández
García, ministro de Trabajo, y Raúl Cepero Bonilla, ministro de Comercio.
Ninguno de los dos tuvo una militancia activa en el Movimiento 26 de Julio.
Manuel Fernández fue en los años treinta miembro de Joven Cuba, y tras el golpe
de estado de marzo de 1952, uno de los dirigentes del Movimiento Nacional
Revolucionario. Raúl Cepero Bonilla era periodista, economista e historiador,
pero no tuvo una militancia destacada en la insurrección. Los nombramientos produjeron al interior del
gabinete un equilibrio numérico entre los militantes del Movimiento 26 de Julio
y las personalidades cuya incorporación no respondía a su militancia política.
Esta tendencia al equilibrio se acentuó en las horas y días siguientes, a
partir de dos fuentes de iniciativa: la del Presidente u otras figuras
independientes del Gobierno Revolucionario, y la de algunas figuras prominentes
del Movimiento 26 de Julio, especialmente el ministro de la Presidencia. En su condición de ministro de la
Presidencia, sin trámites políticos de consulta con el Movimiento 26 de Julio
dada la envergadura de su iniciativa, el doctor Luis Buch le sugirió al
Presidente Provisional nombrar al doctor Rufo López Fresquet como Ministro de
Hacienda. De esta manera entró al gabinete este economista, experto en
impuestos, Consejero del Ministro de Hacienda en el Gobierno del doctor Ramón
Grau San Martín (1944-1948) y Director de la Sección Industrial del BANFAIC
durante el Gobierno de Carlos Prío Socarrás (1948-1952). López Fresquet se
vinculó activamente al Movimiento de Resistencia Cívica. Su relación personal
con el doctor Luis Buch Rodríguez y su ascendencia profesional llevaron a que
se le considerara para el cargo de Ministro de Hacienda en el Gobierno
Revolucionario que debió instaurarse en caso de que la huelga general del 9 de
abril de 1958 se saldara con la caída de la dictadura. Resolviendo una
situación coyuntural, también a sugerencia del ministro de la Presidencia, el
Presidente designó para la cartera de Transporte al comandante Julio Camacho
Aguilera. En el Gobierno Revolucionario será el ministro de extracción
proletaria, dado su origen obrero en Guantánamo. En la sesión del Consejo de Ministros del 9
de enero fueron designados dos nuevos ministros: el de Comunicaciones y el de
Ponencia y Estudio de Leyes
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Revolucionarias. Las designaciones recayeron en dos
dirigentes del Movimiento 26 de Julio en la provincia de Las Villas: el
ingeniero Enrique Oltuski Ozacki, como ministro de Comunicaciones y el doctor
Osvaldo Dorticós Torrado, como Ministro Encargado de la Ponencia y Estudio de
las Leyes Revolucionarias. La
designación de Oltuski Ozacki, consultada por Faustino Pérez a Fidel, incorporó
al gabinete a un joven ingeniero formado en los Estados Unidos, con una larga y
protagónica labor revolucionaria. El nombramiento del doctor Osvaldo Dorticós
Torrado como Ministro Encargado de la Ponencia y Estudio de las Leyes
Revolucionarias, fue más un acto de previsión legislativa que una necesidad
experimentada. Su nombramiento fue iniciativa de su amigo, el Primer Ministro
doctor José Miró Cardona. Dorticós, Comodoro del Cienfuegos Yacth Club y
Presidente del Colegio Nacional de Abogados, fue dirigente del Movimiento 26 de
Julio en esta ciudad. El 20 de enero, el
Presidente nombró y juramentó al comandante Augusto Martínez Sánchez como
ministro de Defensa Nacional, poniendo fin así al desempeño interino de la
cartera por parte del ministro de Gobernación. Obviamente, su designación
provenía de la iniciativa del Comandante en Jefe, doctor Fidel Castro, a cuyo
lado estuvo Martínez Sánchez desde las primeras horas del triunfo de la
Revolución. Abogado, en su condición de Auditor General, fue el pulmón de la
articulación del estado guerrillero del II Frente Oriental “Frank País”, que
bajo el mando del comandante Raúl Castro operó en las montañas del noreste de
la provincia de Oriente. Ese día el Presidente designó y juramentó al doctor
Regino Boti León, renombrado economista, personalidad en la Comisión Económica
para América Latina (CEPAL), profesor de la Universidad de Oriente y coautor de
un proyecto de Plan Económico del Movimiento 26 de Julio, como ministro
encargado del Consejo Nacional de Economía.
Tres días después, se cerró propiamente el proceso de articulación del
Gobierno Revolucionario, cuando el Presidente propuso y el Consejo de Ministros
acordó la creación del Ministerio de Bienestar Social, el que le fue confiado a
Elena Mederos Cabañas, personalidad de larga y prominente ejecutoria social,
quien era vicepresidenta de la Sociedad de Amigos de la República y directiva
del Lyceum Lawn Tennis Club. Cuando el
Gobierno Revolucionario quede completamente integrado, en la segunda mitad de
ese primer mes, algunas características serán notorias. Fue un gabinete
esencialmente masculino, con la sóla excepción de Elena Mederos, e integrado
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