Ingenuidad, simplismo y dogmatismo. ¿Presentes?
La espiritualidad prohibida No. 525
De lo que he visto, de lo que he vivido, de lo que pienso y creo
Félix Sautié Mederos
DXXV
En algunas ocasiones, no tan esporádicamente como podría parecer, casi sin darnos, cuenta ante nuestros ojos, tal y como pudiéramos decir con el uso de una expresión muy popular, se nos presenta una asociación tácita entre la ingenuidad, el simplismo y el dogmatismo, matizada por una evidente incultura política, filosófica y, en especial, sociológica. Para nada exagero con estos calificativos, incluso puede que me quede corto en su expresión.
Esta es una realidad que está viva y activa, según afirmo en mi respuesta tajante a la interrogante que me planteo en este capítulo de La Espiritualidad Prohibida. Es mi opinión, que sí están presentes de conjunto en una asociación tácita y quizás involuntaria en algunos: la ingenuidad, el simplismo y el dogmatismo, con todos los calificativos que las matizan y que expreso más arriba muy a pesar de sus diversos orígenes. A eso me voy a referir a continuación, como objetivo central de este artículo.
Además, quiero añadir que quizás esa asociación, que califico de tácita conforme a su más estricto significado en el diccionario español, se nos está presentando más viva y activa que nunca ante nuestros ojos, por así decirlo, en nuestra sociedad local contemporánea. Incluso, vislumbro el surgimiento, en consecuencia, de algunos males de fondo que estamos obligados a abordar con urgencia y con la mayor profundidad posible. No son cuestiones nuevas, algunas de ellas pueden ser anormalidades vistas simplistamente como normales, de acuerdo con las alertas que hace algunos días nos planteó el presidente Miguel Díaz-Canel.
Confieso que cuando me puse a pensar en ese asunto y lo refiero a hechos lamentables, criterios, posicionamientos e incluso manifestación de poco interés que de manera a veces ingenua perviven en los ámbitos en que incursiono, pensé entonces que sucede algo que forma parte de una especie de mar fondo presente y más activo de lo que pensamos en el imaginario de muchas personas. Lo que de conjunto, en mi opinión muy personal, no se acababa de enfrentar adecuadamente con la transparencia imprescindible y sin esquematismos dogmáticos en el trabajo político e ideológico que se realiza en estas circunstancias. Trabajo que estamos obligados a hacer como alternativa de vida o muerte y que nos impone la intensidad con que nos está agrediendo el imperialismo más poderoso que haya existido, encabezado por un míster Trump rencoroso y agresivo, con muy pocos escrúpulos, y sus acólitos que lo secundan junto con la mafia cubana de Miami y sus adeptos.
En este orden de pensamiento, además, puedo observar las reacciones primarias que se están manifestando en la población, especialmente en mis vecinos y en los que me rodean en mi barrio; incluso en la web puedo apreciar que proliferan debates al respecto, muchos procedentes de la academia. Estos problemas a que me refiero se le presentan especialmente a la población de a pie, la que en su inmensa mayoría apoya a la Revolución, cuando tienen que resolver una medicina que está en falta y no se le plantea una explicación adecuada, sustituida en muchas ocasiones por un tajante no, sin alguna otra alternativa por falta de profesionalidad de quienes tienen a su cargo la comercialización de las medicinas; cuando los precios en el agro se van por encima de los estipulado, lo que sucede también con mucha frecuencia; cuando los burócratas de turno en cualquiera de los servicios necesarios maltratan a los que acuden a ellos sin consideración de que están ante el pueblo soberano, así como cuando algún que otro funcionario, político y/o administrativo expresa sin pensarlo a profundidad ideas, consignas y criterios junto con la realización de algunos hechos que no están acorde con las circunstancias que estamos viviendo y que resultan virtuales para la realidad pura y dura del pueblo de a pie.
También es importante estar muy al tanto de las informaciones mal interesadas y muchas veces totalmente mentirosas cuando comienzan a circular de boca en boca y se convierten en “bolas” extendidas, que muchos se las creen y se producen entonces determinadas reacciones en cadena que hay que enfrentar.
Todas estas situaciones que describo, en mi opinión, se convierten en circunstancias muy proclives para que se asocien en la mente y en la conciencia colectivas algunos criterios dudosos y/o a veces adversos sobre la labor de la Revolución y su dirección, así como de conjunto con todo eso las reacciones de rechazo que les corresponde a las acciones de algunas personas indolentes y detenidas en el tiempo que hacen lo contrario de lo necesario y de lo que se dice. Me refiero a una eclosión aditiva por así decirlo, de la ingenuidad con el simplismo y el dogmatismo burocrático. Algo que, en mi opinión, tenemos que saber enfrentar con agilidad, creatividad y con la verdad por delante en nuestro accionar político e ideológico. En consecuencia, considero que actualmente es necesario producir una renovación profundamente creativa y por demás transparente de lo tradicional y lo rutinario con que muchas veces se pone en práctica el trabajo político e ideológico, que en mi criterio debería realizarse siempre acorde con los renovados métodos que está aplicando el Gobierno encabezado por el presidente Miguel Díaz-Canel, quien ha puesto en práctica un ir directamente a las masas inspirado en el ejemplo y las ideas de Fidel y con el apoyo inequívoco de Raúl.
Quiero confesar que estuve pensando en esto y rumiándolo en mi conciencia durante la Asamblea de Balance de mi Núcleo Zonal celebrada hace algunos días. No pude sustraerme de estos pensamientos mientras escuchaba las intervenciones muy emotivas y bien inspiradas de mis compañeros de núcleo. Realmente, participo en un núcleo zonal en que nos agrupamos revolucionarios de muchos años y de diverso origen. Somos 18 en total: 12 mujeres y 6 hombres. Quizás ese número mayoritario de mujeres todas trabajadoras y militantes durante mucho tiempo, así como algunas combatientes de la clandestinidad y de las milicias universitarias y del batallón “Lidia 12” de los primeros años, ya jubiladas, son las que más participan decisivamente en nuestros análisis para que veamos con mayor nitidez las realidades que se le presentan actualmente en su día a día a la sobrevivencia de las familias integradas por el pueblo de a pie. Lo mayoritario en mi barrio.
En resumen, allí todos los militantes que participamos en mi núcleo zonal somos veteranos de mil batallas en el proceso revolucionario cubano, que además en el barrio nos hemos ganado el respeto y la consideración de los vecinos, por causa de nuestro acompañamiento activo como parte esencial del conglomerado social que a pesar de nuestras edades y achaques ponemos en práctica con ellos en los problemas que nos afectan a todos; lo que constituye una fortaleza que en otros barrios no se presenta igual. Atesoramos en nuestra historia local que Fidel en persona nos visitó en varias ocasiones en el barrio. Para mí las reuniones que efectuamos, devienen impulsos de vida que trato de no perderme. Confieso que muchos de los temas que desarrollo en mis artículos semanales, los extraigo de las vivencias de mis vecinos y en otras ocasiones de los debates abiertos que se plantean en el blog “Segunda Cita”, de Silvio Rodríguez, a quien considero y respeto, así como lo que se publica en la columna periodística “Acuse de Recibo” que escribe en Juventud Rebelde el egregio colega José Alejandro Rodríguez, que la califico de extraordinario observatorio de lo que sucede en la base.
Quiero aclarar antes de continuar, que explico estas circunstancias de mi núcleo zonal para dejar bien establecido ante muchos críticos que no dejan otra oportunidad de razón de ser al Partido y a los que durante muchos años hemos militado en sus filas e, incluso, hemos luchado denodadamente por su perfeccionamiento y superación, porque como toda obra humana tiene luces y sombras. En mi opinión de viejo militante, fundador y constructor del Partido Comunista de Cuba, es un partido con más luces que sombras, pero nunca exento de la necesidad de la crítica revolucionaria, justa y objetiva.
Creo en el debate abierto y transparente de los problemas que atravesamos sin secretismos extemporáneos, porque los ataques que estamos recibiendo y las fake news que se repiten y se repiten para convertirlas en verdades, requieren, en mi opinión, un enfrentamiento abierto y directo sin cortapisas de ninguna índole con la ofensiva como la mejor estrategia defensiva que podremos aplicar.
Muchos de los criterios y opiniones expresados por mis camaradas de años en esa Asamblea de Balance que menciono, los compartí plenamente. De manera unánime todos coincidimos que estamos obligados a salvar a la Revolución con más socialismo y no con las armas melladas del capitalismo, frente a las agresiones multiplicadas por el enemigo imperialista. Enfrentando con la verdad por delante, ante todo, al burocratismo, al dogmatismo y a la ingenuidad que en algunos se manifiesta con mucha intensidad. Un conjunto de amenazas internas que se suman a las del criminal bloqueo que el imperialismo nos tiene aplicado y que es nuestro principal obstáculo para el desarrollo económico.
Debo reiterar, para mejor comprensión que vivo en el muy populoso barrio de Colón, en el municipio de Centro Habana, donde mayoritariamente se encuentra presente el pueblo de a pie; enfrascado en su supervivencia y con pocas oportunidades de participar en los debates y aclaraciones que se producen en la Web porque lo principal para ellos es su lucha por la subsistencia diaria. Pero que, a su vez, según mis análisis sociológicos de vecino de muchos años en el lugar, son proclives a ser bombardeados por las bolas contrarrevolucionarias muy bien diseñadas por parte de los tanques de pensamiento de los poderosos de la tierra. Fundamentadas en fake news científicamente elaboradas para hacer daño y crear dudas, penurias y desesperación entre el pueblo que siempre ha dado su apoyo a la Revolución. En este sentido, estas acciones sutilmente contrarrevolucionarias se enmascaran y se perfilan con especial acento sobre la juventud, que nunca conoció los terribles avatares del capitalismo en Cuba, por no haber nacido en épocas pasadas antes del triunfo de la Revolución del año 1959.
También en mi análisis de mi día a día que les relato, veo un objetivo muy evidente en las bolas y campañas que el enemigo difunde, dirigido a desprestigiar en todo lo que le sea posible al presidente Miguel Díaz-Canel y al Gobierno que dirige, tratando de convertirlo en victimario responsable de las penurias que genera el bloqueo criminal a que estamos expuestos, lo que tiene su talón de Aquiles acompañante precisamente en las manifestaciones de ingenuidad y simplismo, así como en las acciones del dogmatismo y del burocratismo en las bases, que debemos enfrentar con toda energía y sin ninguna tolerancia por mínima que pudiera parecer. En esto es esencial tener en cuenta, el concepto que lúcidamente planteó el Che de que “con el imperialismo ni tantico así”. Este planteamiento guevariano, debe ser nuestra especial consigna de enfrentamiento político e ideológico en estas circunstancias.
Por otra parte, los esperados resultados del juicio político al Sr. Presidente de los Estados Unidos, el tercero en la historia a un presidente de ese poderoso país del “norte revuelto brutal” que nos desprecia, junto con los inicios efectivos de su campaña electoral para su reelección presidencial, precisamente en noviembre del presente año, vislumbro momentos de mayor tensión para nuestro país, que requieren de cabeza fresca, mucha inteligencia y profunda capacidad de análisis de las realidades verdaderas, valga la redundancia del concepto realidad y verdadera, porque para algunos hay planteadas realidades que cuando las analizamos a profundidad encontramos que en su intríngulis conceptual son realidades virtuales, que de una forma u otra tratan de imponernos los poderosos de la tierra, así como quienes por un interés u otro y/o por el odio y el rencor se les asocian e incluso se les subordinan.
Quizás haya quienes, por autocensura, no se atrevan a realizar este análisis, porque cuando se entra a fondo en el tema que expreso, en mi opinión, podemos encontrar fundamentos básicos virtuales, falsos e incluso algunos también verdaderamente objetivos y/o subjetivos que tenemos que cambiar radicalmente. Comprendo que eso cuando se ve de conjunto, puede asustar a algunos; porque es como una llaga cancerosa que cuando aparece proyecta miedo y rechazo a quienes no estén preparados para enfrentarlas con la radicalidad que requieren las ciencias sociales.
En estos casos, ante las circunstancias adversas que estamos viviendo por el aumento de la agresividad imperialista contra la Revolución, tenemos que, por obligación de supervivencia, como se dice popularmente, coger el toro por los cuernos. Guste o no. Eso es también lo que trato de exponer en este artículo. Lo hago por mi convencimiento de la necesidad ineludible de enfrentar estas situaciones que no deberíamos negar bajo ninguna circunstancia. Quiero añadir, que hay otros más que piensan sobre estas cuestiones. Incluso con mayor acierto, con más profundidad; y, antes de que yo lo han previsto y planteado. A ellos, a los que en su afán revolucionario lo plantean con insistencia, muchos desde la Academia, y lo expresan sin ambages, es que quiero unir mi análisis conforme al exergo con que planteo esta serie de artículos “De lo que he visto, de lo que he vivido, de lo que pienso y creo”, que son esencialmente memorias de lo que vivo día a día.
Es desde esos propósitos enunciados en mis exergos, que lo estoy expresando incluso, muy en especial desde algunos de mis anteriores artículos publicados. Me refiero a la necesidad que tenemos de actuar en consecuencia al respecto del tema, además de accionar prioritariamente en la batalla económica, que es donde se decidirán muchas cosas imprescindibles para salir adelante. También considero que tenemos que priorizar el trabajo político e ideológico en las bases, sacándolo de cierto espíritu rutinario que, confieso, percibo en la sociedad contemporánea que me ha tocado vivir en estos años finales de mi peregrinaje terrenal, porque con 81 años no puedo pensar que son muchos más años los que me quedan por delante, aunque lucho denodadamente y no me rindo ante achaques de mi frágil salud. Lo digo especialmente a los que gustan matar al mensajero, porque esas circunstancias me dan cierta fuerza y legitimidad para plantear las cosas abiertamente “más allá del bien y el mal”, sin dorar la píldora como se dice popularmente en Cuba. Lo hago con el mayor respeto que me es posible, pero a la vez con la mayor franqueza que puedo utilizar, sin querer ofender a nadie en particular, tal como expreso al final de mis artículos.
Todo esto lo planteo no por gusto, sino porque para muchos revolucionarios militantes hablar y señalar debilidades y deficiencias del trabajo político e ideológico es un verdadero tabú; pero si somos marxistas en verdad tenemos que coincidir en que el análisis de la realidad tal cual es, sin omisiones onerosas, constituye lo primero a poner en práctica en los métodos que los revolucionarios estamos obligados a aplicar. Incluso en los momentos más difíciles que requieren de la calma y la profundidad en la apreciación del teatro de operaciones y en la evaluación de las fuerzas y de las realidades con que nos están atacando. Ello es, en mi opinión, una alternativa esencial de vida o muerte.
Sé perfectamente que en la estrategia y la táctica de la defensa hay cosas que son clasificadas y no para divulgarlas; pero también pienso y lo expreso abiertamente que, en los enfrentamientos políticos e ideológicos con los enemigos, la mejor estrategia y la mejor táctica es con la verdad por delante, no esconder nada y decirlo todo con inteligencia y habilidad imprescindible para desarmarlos en sus mentiras propias de las guerras de cuarta generación.
Lo que planteo sobre la intensificación necesaria del trabajo político e ideológico se fundamenta en los siguientes ejes principales que resumo a continuación:
– Poner en práctica priorizada e integralmente lo que se plantea en el Legado de Fidel con una profunda aplicación a las realidades del momento que vivimos.
– Superar la rutina y la falta de creatividad que en mi opinión se están manifestando.
– Desarrollar nuevos métodos creativos que incluyan debates abiertos de las realidades adversas que estamos viviendo y de cómo superarlas sin exclusiones ni silenciamientos de ninguna índole.
– Diferenciar las labores del Partido y del Gobierno sin suplantaciones también de ninguna índole, al respecto de lo que se norma en la Constitución del 2019 que mayoritariamente hemos aprobado por la población y que, por tanto, es la Ley de Leyes que nos rige mientras esté en pleno vigor.
– El trabajo político e ideológico debe desarrollarse libre de cualquier secretismo, autoritarismo y del dogmatismo burocrático del tipo que sea. Siempre abierto y directo con la intención principal del convencimiento razonado.
– Es necesario priorizar, perfeccionar y agilizar los sistemas de opinión del pueblo para conocer y analizar lo más científicamente posible lo que piensa el Soberano y cuáles son sus preocupaciones e inconformidades.
Quizás algunos por ahí se escandalicen o incluso se rasguen las vestiduras por lo que aquí expreso. El problema es que la crítica y la autocrítica objetiva y responsable, sin mutilarla, constituye un método marxista esencial de enfrentar la realidad objetiva y actuar en consecuencia.
En muchos de mis artículos, los que me lean regularmente, deben recordar que en diversas ocasiones he expresado el concepto de que vivimos en presente, que nuestro presente cotidiano se va manifestando con un ritmo lineal que se va renovando en el tiempo, pero que siempre estamos en un presente, que debemos expresar junto con las experiencias del pasado que la historia nos trae y con las previsiones necesarias de los presentes que tenemos por delante nosotros y quienes sean nuestros descendientes.
La vida no es una competencia deportiva o un juego de competencia en el que se puede ganar y/o perder a partir de que lo importante es sencillamente la participación. En la vida la participación tiene que ser siempre para luchar por ganar, porque cuando lo permanente es siempre perder y se deja la lucha a un lado, entonces la vida pierde buena parte de su razón de ser y podemos terminar esclavizados por los poderosos de la tierra para siempre.
Los cubanos nacemos en unas circunstancias sociopolíticas en lo geográfico caracterizadas por la necesidad imprescindible de luchas permanentes, pues nuestro archipiélago tiene como vecino muy cercano al imperio más poderoso que haya existido, que desde su surgimiento siempre ha ansiado hacerse de nuestro país, para ellos una parte esencial de lo que sería su frontera sur, completamente determinada.
Así lo pienso y así lo expreso, con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular.
Continuará.
Finalmente, les reitero mi correo electrónico con el propósito de que puedan trasmitirme, criterios, opiniones y preguntas: fsmederos@gmail.com
Publicado en UNICORNIO Suplemento de ciencia y cultura de Por Esto! y la Sección digital de Especiales del periódico Por Esto! de Mérida, Yucatán, México el domingo 1 de marzo del 2020.
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