Tenemos la razón
¿Porque
perdieron las elecciones los demócratas? ¿Por mentir? ¡No! ¡Todos mienten!
Perdieron,
por cometer un error que es mortal en la vida, pero lo es mucho más en la
política. ¡Perdieron, por creerse sus propias mentiras!
Ello, al
parecer, es una deficiencia genética. Ya comienzan a aparecer análisis de la
derrota, escrito por los mismos perdedores. Fueron víctimas de sus propias
mentiras, y ahora recurren a más mentiras para explicar el suceso.
Ninguno dice que el partido, tiene que redefinirse
y dejar de ser un coto privado de operaciones, al servicio de unos pocos
billonarios, para asaltar el Poder Mundial.
No hay un
solo comentario en el internet, que exija reorientar los objetivos del partido,
y dejarse de discursos tontos, antagónicos con su praxis. Hoy, nadie les cree,
y así será por un tiempo, tal vez por siempre.
Cuando el
ser humano sufre un trauma biológico, de
contundencia significativa, opta por desmayarse. El intelecto, recurre a una
defensa semejante, cuando trata de incorporar un suceso como experiencia, cuyas
ramificaciones y complejidades son inconmensurables, colapsa, renunciando a la asimilación del evento; y luego de la
reducida impresión inicial, lo que queda detrás, representando el resto de la
experiencia asimilada, es una nebulosa confusa inextricable. La consecuencia
inmediata, es que introyectamos el suceso, pero no su magnitud ni todas sus derivaciones.
Eso, lo hacemos, quizá tal vez, dosificadamente
después,
Lo que
hemos presenciado en los Estados Unidos, no es el resultado sorpresivo de una
contienda política entre dos personajes folclóricos.
Lo
sucedido, es un evento con características de extraordinaria rareza y con implicaciones
históricas inimaginables. Su saga, nos seguirá golpeando a través de décadas, aunque puede que no podamos asociar los aconteceres del futuro, como consecuencia de esta aparente contienda política, aun
cuando estén asociados a ella, por miríadas de evidencias.
Se ha fragmentado
en añicos, un mito político cultural, creado
artificialmente, que nos ha acompañado durante décadas. Infinidad de mentiras,
que se habían instaurado como verdades políticas indiscutibles, se han
desvanecido en un instante.
Luego de
décadas en que los videntes políticos no cesaban de advertir inútilmente al
resto de la especie, de que estábamos sufriendo una conspiración por parte de
un grupo muy minoritario para apoderarse del poder mundial, los conspiradores, de
repente, en un error de proporciones desbastadoras, se deshicieron de las máscaras,
y saltaron al ruedo, en una desesperada esprintada en la meta final, creyendo
que el triunfo era definitivo. Quedaron fatalmente expuestos, de manera permanente.
No
van a poder recuperar más el anonimato.
Ni el de anonimato de su presencia en las esferas de influencia, ni el de sus
intenciones de torcer nuestro destino en provecho propio. Lo que ha ocurrido,
es una victoriosa y múltiple toma de conciencia, de un segmento determinante de
la humanidad.
El Sr. Trump, ignorándolo, sirvió como
elemento catalizador, para que una mayoría, vapuleada continuamente durante
décadas, por la elite de Poder, se reconociera a sí misma, identificándose
activamente, a través del voto político, casi sin proponérselo, y se manifestara como
mayoría funcional, capaz de auto cohesionarse espontáneamente, y asumir
actitudes compartidas.
Ellos mismos (los triunfadores), y sus propios
líderes, están tan impactados y sorprendidos, como sus adversarios (los
perdedores). Se corre el riesgo de que esa sorpresa, tan generalizada y colectiva,
impida extraer el sumo a las esencias de la experiencia.
Los
seguidores de los Rockefellers y sus asalariados, habían utilizado exitosamente,
a través de los demócratas, una técnica
para apoderarse del Poder: invertían sumas cuantiosas, en estructurar minorías
de diferente índoles: raciales, culturales, económicas, y luego, las lanzaban
como arietes, sobre mayorías desarticuladas, (cuya desarticulación también
habían subvencionado previamente) Dichas mayorías, sufrían de un sentimiento de
culpabilidad, sintiéndose casi abochornadas de su propia existencia, por las
campañas de descredito desarrolladas por los medios de información, los cuales
se hallaban, de manera absoluta, en
manos de los conspiradores. Ser blanco era casi un pecado, y ser heterosexual,
se había convertido en una aberración casi inconfesable. Mostrar fe en que la
vida era trascendente, adquirió matices de acto delictivo. No es que los proponentes
de las nuevas doctrinas llamadas revolucionarias, pidieran espacio para discrepar,
es que exigían el espacio de sus adversarios.
Las
mayorías, se abstenían de emitir criterios colectivos. Sus miembros, se sentían
individuos aislados e indefensos ante grupos muy minoritarios pero agresivos,
que reclamaban derechos que nadie les había usurpado. O que de implementarse, mas
como prebendas que como derechos, pondrían en peligro la estabilidad de la
sociedad.
Lo que ha
colapsado, no son las pretensiones de unos pocos billonarios, de apoderarse del
control de los estados políticos mundiales. Tampoco el fracaso se ha limitado a
complejas maquinarias políticas como el
partido demócrata. Lo que realmente presenciamos, es algo de proporciones mucho
más tremebundas que eso.
Hemos
experienciado un evento histórico, donde una estructura axiológica, (de valores),
establecida artificial y férreamente, obligaba a utilizar falsas premisas conceptuales, en
las controversias intelectuales, que
trataban de constatar la adecuación entre
los objetivos de las estructuras del estado, y las pretensiones y preferencias
de su mayoría ciudadana. El esfuerzo, que fue mucho, ha colapsado simplemente de
manera total. Fue aplastada por una elemental gestión electoral.
Los reyes han descubierto, en pleno desfile
existencial, que iban racionalmente desnudos. Nada hiere más a la soberbia
humana, que cuando tiene que dedicarse a cubrir sus desnudeces virtuales, que
son más ofensivas que las corporales.
La manipulada
confusión mental, introducida en la cultura estadounidense, hacía imposible
identificar conceptualmente, entre otras, la diferencia entre inmigración e
indocumentados.
Un
país, un pueblo, hace elecciones (o debería hacerlas) para explorar caminos y
alternativas, en la búsqueda integral de su destino como nación. No para
legalizar movidas masivas de emigrantes, con culturas a las que, artificial y
temporalmente, les habían inoculado militancia y agresividad manipulada.
Hubo
un tiempo en que los “progresistas”, (o algunos de
ellos al menos) eran más sanos socialmente. Se planteaban ellos entonces
(acertadamente) que la solución de las grandes masas humanas, de los países
pobres, sumergidos en la miseria, debía ser la introducción de cambios
radicales en las esencias de las estructuras del estado, para garantizar una
satisfacción más plena de las necesidades humanas. Hoy, movilizan esas grandes
masas, para convertirlos en factores
desestabilizadores, invadiendo naciones, cuyos ciudadanos, cuando tratan de
establecer defensas para controlar la invasión, son tildados de inhumanos.
El
concepto de “NACION” no está obsoleto, si está, como todos los conceptos, en
vía de extinción desde el mismo momento en que fue concebido, en un futuro,
cuando estemos transparentemente unidos, perderá su significado.
No
obstante, hay quienes han creado, para provecho propio, una profesión cuyo
objetivo, es alterar el desarrollo de la historia de la humanidad, mediante la
producción falsificada de sucesos (guerras, revoluciones, estampidas de
emigrantes etc.), que traumatizan las sociedades, lanzándolas por atajos
históricos que conllevan a consecuencias desastrosas. El desarrollo natural de
la sociedad y el ser humano, es inaceptable para ellos, y lo será, hasta que
asuman el Poder. (Les quedó grande la
pretensión)
En
algún momento en el futuro, la humanidad será solo una. Pero ello, no lo
lograremos por decretos, y menos, con estrategias que fueron creadas
paralelamente, para favorecer a una exigua minoria de billonarios. Es en la convivencia
día a día; en la reciprocidad de la conveniencia, en la faena de vivir, en la
laboriosidad mancomunada, y también en los momentos de ocio y regocijos compartidos,
donde las culturas se abrazan y funden.
Tenemos
retos que enfrentar, pero solo podemos hacerlo, luego de alcanzar la madurez
suficiente, y que la Historia les otorgue la relevancia necesaria, así ha sido
siempre.
Miembros
de nuestra especie, inducidos quizá por experiencias vivenciadas en su entorno
en periodos tempranos de su infancia, o por peculiaridad de sus genes, muestran
preferencias que son reflejos de esa peculiaridad involuntaria. Nos acompañan ellos,
en este trayecto por el universo, y tenemos que aceptarlos, no con la
resignación que ofende, sino con un sentimiento de plenitud que abrace e iguale.
Las diferencias, no precisamente tienen que
ser dañinas, pero hay preferencias cuyo ejercicio, incluso las naturales, propuestas
por la biología desde la creación de la especie, que se ejecutan en la privacidad, por dictamen
cultural. No hay razón para que las preferencias peculiares de la misma índole,
reclamen su derecho a ejercerse fuera del ámbito de la privacidad. La
privacidad, enaltece la condición humana, al permitir la sublimación de tendencias ancestrales, a
las que debemos nuestra existencia.
Tanto
habían desconfigurado nuestra percepción de la realidad, que se impone, durante
un tiempo, redefinir nuestras pretensiones olvidadas, que han retomado su
legalidad social convirtiéndose nuevamente en licitas. La confusión era de tal
naturaleza, que los traidores, llamaban reaccionarios a las verdaderas
vanguardias sociales.
Se habían
enfrascado actualmente los perdedores de las elecciones, en una complicidad
generalizada con todos los regímenes que, décadas atrás, en la época en que el marxismo-estalinismo
tenía cierto prestigio, se habían declarado como tales. No hubo régimen
totalitario, (disimulado o no, pero todos fracasados como es lo usual), que el
gobierno demócrata de los estados unidos, no le auxiliara con oxígeno
económico, moral, y político. Ofrecían en un sitio, dispensas para el crimen y
represión que habían cometido los regímenes afines de las llamadas izquierdas,
y condenaban en otro sitio, los desmanes
que cometían, tratando también de mantenerse en el Poder, gobiernos que se resistían a la
minoría que estaban practicando exitosamente la técnica del poder mundial. La
moral del partido y gobierno demócrata.
¡Era
política!
Era
explicable que ello sucediera. Porque la aspiración inconfesa, de los mentores
del partido, es la instauración de un sistema de comunismo real, donde una
facción minoritaria, se atrinchera en las estructuras modificadas del estado,
lo conviertan en represivo, y desde allí, instauran una sociedad, planificada
hasta el más intrascendente detalle.
Esa
preferencia política, es, al parecer,
una predisposición con base genética, que sufre una laboriosa e infatigable minoria
emprendedora de nuestra especie, que aparece, desparece y reaparece recurrente
y persistentemente, en repetitivos e interminables intentos de asentarse para
siempre.
Todas las
noches, mientras la inmensa y absoluta mayoría de los habitantes de este
planeta, se introducen en sus lechos, para disfrutar de la revisión de sus
experiencias cotidianas y saborear con anticipación las planificadas para el
siguiente día. Una reducida jauría de
seres humanos, llamadas tecnócratas van a sus mesas de trabajo, para ver cómo
se apoderan de una pizca más de Poder. Son así. Están mal hechos. Están
traumatizados, no tienen vida propia de la cual ocuparse, su vida, es controlar
la de los demás.
Hoy,
están en crisis, han quedado como unos gilipollas, incluyendo a Henry Kissinger
y Zbigniew Kazimierz Brzezinski. Va y
los Billonarios que los contrataron, le exigen que devuelvan los cuantiosos salarios,
que ganaron inmerecidamente, durante las
últimas décadas.
En qué
punto estamos:
Un
fenómeno casi espontaneo, unas simples elecciones nacionales de un país, puso
en evidencia un movimiento clandestino, que durante décadas, había desarrollado
una exitosa estrategia de plantar miembros de sus organizaciones, como
funcionarios de nivel de todas las instituciones políticas mundiales, operando concertados,
para orientar dichas estructuras en función exclusiva de una reducidísima
minoría, con una agenda nefasta. Su único afán, era saciar sus vicios de Poder.
La prensa
mundial, había abandonado su función informativa, para convertirse en
instrumentos conformadores de opinión, haciendo a los ciudadanos, cautivos de
una cultura adulterada.
El voto
que decidió, no fue estructurado, el Sr. Trump, no generó seguidores
permanentes, ni posee estructuras ni cuadros políticos comprometidos con una
estrategia compartida, no están unidos por sus afanes, sino por sus
insatisfacciones de tipo existencial. El Sr. Trump, se manifestó, como respuesta
a un cuadro de inconformidad mucho más restringido, la rebelión, se exteriorizó
en realidad, contra las nefastas consecuencias económicas, de las operaciones
política de una minoría que se había apoderado del estado de una serie de
naciones, desarrollando una agenda paralela oculta de objetivos, los cuales,
eran dañinos para los ciudadanos de las respectivas. Europa, es todavía
prisionera de ese desafortunado proyecto.
No
sabemos todavía, si la experiencia del histórico triunfo electoral, es producto
de un accidente de la historia, o
realmente representa un minúsculo salto en la conciencia humana, que la
capacita para detectar permanentemente a esta nueva cepa de conspiradores
mundiales.
Las masas
que ha movilizado el Sr. Trump, son las correctas, pero las elites que ha
convocado en la primera cita, para que lo secunden, no prometen que abran un
frente a los verdaderos enemigos, por haber estado ellos, anteriormente
comprometidos con los enemigos de hoy,.
Es cosa
de observar, porque a lo mejor la Historia se comporta como un ente con
criterio propio (como lo planteaba el viejo Marx, pero sin clases) y declara
ineptos e incapaces a los componentes de las elites que promueven el Poder
Mundial. Es sospechosa una agenda que aúpa como líderes, a personajes como
Maduro en Venezuela, o los narco guerrilleros en Colombia, a Raúl Castro en
Cuba, o la familia Clinton en los Estados Unidos. Esa pérdida de calidad humana
en los dirigentes políticos, parece síntoma que incita a la sospecha.
La
contienda electoral en los Estados Unidos, estuvo como todas las contiendas,
llena de héroes, miríadas de ellos, con el Sr. Julián Assange, a la cabeza; y
junto a él, todos los que a través de décadas, mantuvieron perennemente un
frente abierto contra el poder de la prensa mundial de pervertir la verdad.
Se suman
a los anteriores, los que ignoraron la campaña desbastadora de difamación
contra los que sostenían que existía una
conspiración, y mantuvieron a pesar de ello, el dedo índice, enhiesto y
acusador.
Tal vez
todo es mejor así, tal como sucedió, de manera improvisada; porque el ser
humano tiene tendencia a pervertir las estructuras. Estas elites del Poder Mundial, que se
dedican a generar condiciones seudo históricas falsas, no son capaces de
anticipar el surgimiento y consolidación
momentánea de una fuerza, con capacidad volátil, de imponer criterios, quedando
expuestas e indefensas ante ella. Va y sin saberlo, solo somos instrumentos de
la Historia, que tiene su propio criterio de
lo que está bien y de lo que no, viniendo de tarde en tarde, a
signalizar, como muestra de aprobación, las páginas con las que está de
acuerdo, mostrándose iracunda con los que tratan de insertar en su decursar,
intentos absurdos, que violentan el rumbo natural, asignado a la especie.
Los Clinton,
junto con la decena de billonarios que los acompañaban en el inmundo propósito,
perdieron su momento. No obstante, queda su impronta en la política nacional y
mundial. Ya los pueblos saben que además
de la irresponsabilidad en el manejo de la información confidencial, hay que
estar atentos a los destinos de la
vajilla de las casas de gobierno, y a las empresas de pasaje.
Años
atrás, Ortega en Nicaragua, con su piñata, había ingresado el raterismo, y el
robo al descuido, en la práctica de la política gubernamental.
La existencia de esos personajes, es
explicable, lo inexplicable, es la aceptación, por parte de sus seguidores, de la
existencia de estos dirigentes, con tamañas
cualidades. Nos deja el acontecer, con la impresión, de que hay
elementos ausentes en nuestra experiencia humana, que nos permitirían, de estar
presentes, entender el hecho.
Un
análisis frio, aporta conclusiones, netamente coyunturales y circunstanciales:
En 1995,
en un evento festivo en que se celebraban cincuenta años de fundada la ONU, el
Dr. Fidel Castro Ruz, trotó a través del salón, apartando a los que se
interponían en el camino que lo separaba de David Rockefeller. Casi lo abraza,
posando ambos finalmente, asidos de las manos,
para las cámaras de la prensa mundial.
El Dr.
Fidel Castro, compartió dos días con David, en la mansión neoyorkina de los
Rockefellers.
En el
2001, (cinco años después) David Rockefeller, viaja a Cuba con una comitiva de
sesenta ejecutivos de sus instituciones mundialistas, y siguiendo la
acostumbrada política de encubrimiento estúpido de la diplomacia americana, se hace
acompañar por nietas y amigas de las nietas, para descaracterizar a la visita
de propósitos institucionales. Los anales de ambos encuentros, solo citan los
contenidos idiotas. La sustancia, hasta el día de hoy, permanece en el secreto.
(WikiLeaks no existía cuando aquello).
La
condición de tropical y caribeño del Dr. Fidel Castro Ruz, disminuye un poco
por prejuicio étnico geográfico, su estatura y talla como dirigente. Pero si se
tiene en cuenta las repetidas veces que convulsionó el mundo, enquistado en su
pequeña isla, con apenas diez millones de habitantes, debemos aceptar su
excepcionalidad aun entre los miembros de las grandes ligas políticas. Esta
apreciación, es reforzada por lo exitosa de su gestión, para permanecer de
manera inamovible en el Poder. Dicho mérito, es incrementado por el hecho de
que su genialidad política, fue siempre acompañada por una ineptitud de índole
supina para la gestión económica-administrativa. Su pueblo, sufrió perennemente
de miseria, mitigada a veces por la práctica de una mendicidad internacional,
que no lo abochornaba, ni a él, ni a sus seguidores. La miseria, es una
cualidad endémica de los sistemas marxistas-totalitarios. El régimen apetecido
por los Rockefeller y los Clinton, disfrutará también de esa cualidad.
Si se le
mide por la talla de los enemigos, a los que no venció, pero si sobrevivió, su
tamaño se agiganta, debido a los enfermizo de la Historia de nuestra especie,
pero es esa Historia, la que brinda los parámetros para la medición que estamos
haciendo,
Ni
Stalin, ni Hitler, ni Churchill, ni ningún otro dirigente político, tiene
cualidades que se pueda argumentar superan la del Dr. Fidel Castro.
Llegamos
a las vísperas del segundo milenio de la era cristiana con la presencia de una
elite multi billonaria, y personajes de primer nivel de la farándula político
mundial, que han sido subrepticiamente concertada por varios personajes, entre
los que se destaca David Rockefeller, en una laboriosa tarea de décadas; para
comprometerla en un proyecto político,
que implica la instauración de un gobierno mundial, dirigido por el resumen de
todas las oligarquías y tecnócratas del planeta.
Keynes,
Marx, y Lenin, se funden en la cabeza de esos dirigentes y sus seguidores, que
creen poder excluir a Stalin de la convocatoria ideológica.
Mientras
que la propuesta política que están incubando, necesita de factores agresivos
para su ejecución, el perfil psicológico de los conspiradores, tiene las dosis
indispensables de conservadurismo que exige el universo de los negocios. Rechazan
cualquier crimen, con el que se pudieren ver directamente conectados, aceptando
y promoviendo, solo aquellos crímenes indispensables, cuya responsabilidad, su
prensa, es capaz de atribuirle a otros.
Durante
décadas, el proyecto prospera ininterrumpidamente, desarrollando un Poder
latente, que solo se manifiesta a través de una monstruosa influencia en el
acontecer mundial, que va despegando a
los pueblos, de su capacidad de influir en el rumbo de la sociedad que los
acoge.
Finalmente
ocurre un embotamiento, por crecimiento descontrolado del poder, que ante la
imposibilidad de poder manifestarse, comienza a producir facciones (en
principio inadvertidas). Las elites, cada una de ellas piloteando su cabina de
poder, amenazan con colisionar.
Es, en ese
punto de la Historia, donde el Dr. Fidel Castro Ruz, navega por el salón donde
se celebra el aniversario de la ONU, para producir el estrechón de manos y de
ideas con David Rockefeller.
No
sabemos que figuras disfrutaron de la estadía de dos días del viejo guerrillero
en la mansión de los Rockefellers. Pero de seguro que este desplegó su arte. En definitiva, él
era bueno no solo para seducir a las masas, conglomeradas en las plazas de sus
ciudades. Aquellos ricachos políticos improvisados, jugando juegos de Poder,
sin querer correr riesgos, ni manchar su
reputación, serian también fáciles victimas del líder superdotado. En esos dos
días, desplegó las premisas de su teoría y estrategia política, que demostraban
que las vísperas inmediatas del asalto al poder mundial habían arribado.
Deben haber establecidos acuerdos, compromisos, y premisas básicas, así
como canales permanentes de comunicación, y el Dr. Castro debe haber
garantizado, que instruiría una elite en los pormenores de la estrategia.
Cinco
años después, luego de continuos intercambios de impresiones, David Rockefeller
arribó a la isla, con su comité ejecutivo del Poder Mundial.
El resto,
es historia más reciente.
El presidente Obama toma el Poder en los
Estados Unidos, y en determinado momento pone sobre la mesa un juego de cartas
inacostumbrado, que ni los políticos, ni el pueblo, están acostumbrado a jugar.
El desarrollo de los acontecimientos, adquiere un ritmo que no permite
organizarse a la oposición, (parte de la oposición, está comprometida con las
mismas estructuras políticas que son las que están provocando los cambios a
través del gobierno). El pueblo siente que ha quedado sin respaldo
institucional.
A
la par, en América Latina, elites somnolientas, despiertan con bríos sorprendente,
convocadas por el viejo guerrillero, que viene a cobrar favores viejos, y
apoyos añejados.
La
OEA se reorientó políticamente, los Estados Unidos se replegaron en su papel de
líder ideológico del continente, y los grupos identificados como de izquierda
radical, son subvencionados, en muchos casos, por fuentes desconocidas. Cuba
comienza a actuar como Metrópolis ideológica, cobrando gabelas políticas a
Venezuela, que dilapida el resto de la riqueza de su pueblo, en subvencionar el
resurgir neo imperial ideológico en el
área.
El desenlace, parecía inevitable, sin embargo, comienzan a aparecer
síntomas de que la estrategia está simplemente abortando.
Los gobiernos radicales en los países
más ilustrados, del continente americano, empiezan a quedar evidenciados como
ladronzuelos desesperados, y a perder las elecciones.
En
Europa, los ingleses, el pueblo con más larga tradición parlamentaria, rechazan
su participación en el proyecto de la Unión Europea, porque descubrieron que
estaban gobernados por organismos a los que no podían presionar como votantes
ni como ciudadanos, y que los ignoraba
como nación.
En Colombia, el esfuerzo de la
guerrilla narcotraficante, por tomar el poder mediante procedimientos
democráticos, aborta por el fracaso de un plebiscito popular, cuando el pueblo
descubre, ilustrado por sus dirigentes
demócratas, que los crímenes cometidos, iban a quedar impunes, dejando abierta
las vías, para que volvieran a repetirse.
Finalmente en los Estados Unidos,
ocurren los sucesos narrados al inicio
de este escrito. Las elites, entusiasmadas infantilmente con lo que parece un
triunfo absoluto e inmediato, tal vez sufriendo el entusiasmo inoculado por
el viejo guerrillero, se lanzan
festinadamente, en lo que parece ser el último asalto contra la
institucionalidad, que protege al pueblo de sus desmanes. Pensaron saciarse.
De
lo único que lograron hartarse, es de derrota y fracaso.
No
se van a rendir, volverán de nuevo a las trincheras, renqueando y
malheridos, les queda el dinero, trillones. Se resisten a que solo
pueda servirles para comprar bisutería en los purgueros. Ellos ven en el dinero
una herramienta de Poder, y quieren usarla.
El viejo guerrillero no los engañó, pero
tampoco se lo dijo todo. Les ocultó, que para apoderarse de la conciencia del
“ser” de los humanos, hay que salpicarse de sangre. Sin niveles de
criminalidad, el proyecto no tiene probabilidades de factibilidad. Y aun así,
el éxito, no está garantizado para siempre.
Se ha desatado una ola de violencia en los
Estados Unidos, por parte de los perdedores, impugnando el resultado de las
elecciones. Era de esperarse, los promotores del Poder Mundial, no tienen
ideología, solo propósitos de control y dominio, adaptables a cada situación.
El éxito de su reclutamiento, es la
cantidad de dinero que distribuyen, y los recursos de los estados de los que se
apoderan, los cuales ponen de inmediato a su propia disposición, (Mr. Obama
incluido).
No tienen ideales motivacionales, (ni
malos, ni buenos), no hay polea ideológica que impulse a la acción. La
violencia, es un razonamiento extremo, es la conclusión sin el argumento.
Debemos esperar más violencia por parte de ellos.
El
Sr. Trump, es simplemente una transición. La única alternativa disponible, eso,
la califica como buena. Trabajemos en ella, porque el infierno sigue ahí, al
pasar la página.
En
política, con lo que discrepan las partes, es con las soluciones que se
brindan. En la detección e identificación de los problemas que hay que
resolver, usualmente hay unanimidad.
Disfrutamos
la inconmovible convicción de que el ser humano, tiende a la libertad. Aun a
pesar de nosotros mismos.
Pedro
Fraga Miami 11/20/16
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