lunes, 8 de junio de 2015
RICHARD BLANCO, CON CAMISETA ESPAÑOLA Y NADA EN LA BOLA
ELIGIO DAMAS
-“Creo que mi compañera tuvo razón en lo que me dijo”.
-“Pendejo uno” continuó ella, “cuando juzga a los demás pendejos a la carrera sin meditarlo mucho”.
Estábamos hablando del opositor, creo que militante del partido, grupo o polvo cósmico de Ledezma, quien se quitó la camisa casi con frenesí, para mostrar su amor por la patria, esa misma que ellos desprecian porque no encuentran caviar, no por lo que a nosotros nos falta que a ellos sobra y les llega por distintos caminos. Un patriotismo que han devaluado tanto entre su gente que ésta llega a confundir con una lista de mercado.
Por eso dicen con sorna: “¡No hay arroz, harina, ni tequiche, pero hay patria!”.
Una pretendida graciosa e inteligente manera devaluar la prédica chavista de asegurar la soberanía. En su pequeñez ellos prefieren tener todas esas cosas aun cuando no patria. Es un asunto cultural y de sensibilidad. Los valores entran desde el inicio por grupo familiar, de los amigos y la escuela buena. Una crisis económica, como las que tantos hemos vivido, no destruye el valor y sentido de la patria. Son cosas distintas.
Para ellos, eso lo sabe uno en demasía, lo importante es atesorar dinero, sumar propiedades, satisfacer necesidades desmedidas. Esos sueños de igualdad, justicia distributiva, libertad, cultura, territorio, historia, folclor, costumbres, son pendejadas que con real se pueden hasta comprar por varas.
Es tanta la razón que tiene mi compañera al decirme aquello, que cuando empecé a escribir esto tuve que buscar con cuidado el nombre del personaje. Cuando leí la noticia, hasta vi el video, leí y escuché el nombre del “distraído” personaje, le olvidé inmediatamente. Eso sucede precisamente cuando esos nombres nada dicen, no están asociados a nada significante. Pese que ese apellido significa mucho para mí, pues es segundo de mi padre. Pero no le llegó a éste directamente de España, sino de su padre Jacinto Damas, quien vivió ciento doce años y de los abuelos y tatarabuelos de Cumaná. Pero también es el mismo de Andrés Eloy, cuyo sólo nombre dice demasiado a todos los venezolanos.
Mi compañera dijo aquello porque quise generosamente justificar al diputado diciendo más o menos lo siguiente:
-“Ese tipo, por lo que es, los tiempos que corren, es aficionado al fútbol español; quizás al Real Madrid o Barcelona. Es tan común en ellos como pensar en Miami como sitio de vacaciones y hasta de crecimiento personal. Por eso, tiene esa camiseta española y también la de la Vinotinto; cuando salió de su casa habiendo ensayado lo que haría ese día, siendo un alto dirigente del partido de Ledezma, lo que bien lo define, confundió la camisa. Lamentablemente no tuvo a nadie cerca con la suficiente perspicacia para que le obviara aquella garrafal equivocación”.
Esperé que ella procesara lo que le había dicho o mejor me repreguntara porque suele distraerse con cosas de la casa cuando hablamos, y continué:
-“¿Cómo pensar que un tipo cualquiera, aunque sea del partido de Ledezma, pretendiendo mostrar su patriotismo venezolano a través de la camiseta vinotinto lo haría justamente con la española? Además, son cosas de los colores”.
“No es como tú crees. Es cierto, ese personaje es del partido de Ledezma, pero eso no le impidió percatarse de inmediato que la camisa que debía mostrar no era esa, la española. Sabía bien lo que llevaba puesto. No se confundió”.
-“Cónfiro chama, no te entiendo. ¿Cómo pensar que ese individuo hizo aquello exprofeso sabiendo que pondría el ridículo y mostraría al público al cual se dirigía un gesto hasta ofensivo a la patria y los allí presentes?”
-“Mira Eligio”, esta vez mi compañera habló pausadamente, no con la vehemencia que la caracteriza, propia de los orientales de allá más lejos, de Río Caribe, “para ese tipo como todos ellos, la patria es una lista de mercado, una paca de dólares y un poder ir y venir a Miami a reunirse con sus panas y hasta el Mickey Mouse. Por supuesto, como dijese Alí Primera, la patria para ellos es sólo una mujer para manosearla”.
Continuó diciendo, “ellos se sentirían mejor si fuesen españoles, tuviesen la nacionalidad si es que alguno de ellos no la tiene, pero aquí siguen esperando pegar el cinco y seis para luego largarse a vivir el resto de su vida”.
-“Ese señor”, continuó todavía pausadamente, “sabe a quién le habla; a gente que piensa como él. Para quienes es más “cacheroso” ser español que sudaca”.
-“Pero te voy a decir algo más”, habló mi compañera de nuevo, “tampoco fue tanto por eso que hizo ese estudiado gesto”.
-“¡Cónfiro!” expresé yo intrigado, “¿entonces cual es el motivo por el cual crees que hizo eso?”.
-“Él no es nadie. Tú nunca le has oído nombrar y no es pertinente decir, “por algo que valga la pena”; yo menos. Apenas le conocen quienes estaban allí. Su palabra y su gesto, si son apenas coherentes y dentro de lo que puede hacer y decir normalmente, no hubieran pasado de allí y nadie se hubiera enterado que esa tarde habló y menos de lo que dijo; porque lo más seguro es así como nada dijo, nada tenía por decir”.
Todo lo anterior lo manifestó mi compañera sin perder la compostura, hablar a las montañas, ni intentar hacerlo sobre el ruido de las olas, como solemos hacer los orientales y sentenció para finalizar:
-“Buscó sólo que le nombrasen. Salir como ha salido en videos y en primeras páginas; que tú y yo y otros tantos más estemos nombrándolo aunque sea para reírnos y quizás que tú, y otros como tú, se ocupen de él”.
-“¡Coño! Pensándolo bien. El tipo no es tan pendejo como uno cree. Sin nada en la bola, sólo con mostrar la camiseta de la selección española, logró lo que se propuso. ¡Razón tiene mi compañera!”
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 6/04/2015 05:45:00 p. m.
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