Una inconformidad que
recorre por dentro
Félix Sautié
Mederos
Crónicas cubanas
En algunas de mis crónicas he escrito con reiteración que no puedo negar ni mis orígenes ni mi historia dentro de los procesos revolucionarios de Cuba en los últimos cincuenta y tantos años; pero si bien este planteamiento formal y muchas veces apasionado lo reafirmo plenamente en la actualidad y no me canso de hacerlo por mucho que transcurran los años, también debo confesar con la misma formalidad y pasión que no por ello quiere decir que ahogue mis inconformidades en un silencio oportunista, miedoso y acomodaticio muy al uso últimamente.
Así mismo debo expresar que en todo este tiempo transcurrido, he estado consciente de lo dañino que es el genocida bloqueo y las múltiples acciones agresivas en lo económico y lo político perpetradas contra el país; pero no obstante también considero que no por ello debería justificarse lo injustificable que hace la burocracia administrativa y política que nos corroe por dentro día a día y que se aferra a consignas dogmáticas y vacías que entre otras cosas atribuyen todos los problemas a las agresiones externas y silencian sus propios errores, corrupciones e insuficiencias acompañadas por acciones encaminadas además a inducir el miedo a la libertad de conciencia y de expresión con el propósito de inhibir, condenar y excluir a las inconformidades y especialmente a los inconformes considerados como enemigos por profesar un pensamiento diferente.
Pienso, en consecuencia, cuando observo desde muy adentro lo que acontece en el interior de nuestras fronteras y nos implica, querámoslo o no, a los que somos cubanos en donde quiera que estemos, que puedo hacerlo con la legitimidad propia de quien se enorgullece de ser profundamente cubano y se encuentra comprometido en cuerpo y alma con el presente y el futuro de su patria, a la que por demás amo intensamente, así como también me enorgullezco de mis convicciones políticas de izquierda y cristianas a favor de un verdadero socialismo participativo y democrático. Esa legitimidad a que me refiero, no me la pueden escamotear los burócratas dogmáticos e incultos que hacen de los poderes temporales el dios Baal adecuado a sus espurios intereses mundanos y que constantemente inventan medidas y procedimientos para contener, reprimir, confundir y enajenar a la población de lo que realmente acontece a su alrededor.
Recuerdo que precisamente el Che hace ya muchos años rechazó el concepto de los que denominó mulos de carga atribuido al trabajador ejemplar que trabaja y trabaja y no piensa. Ese modelo rechazado con fuerza incluso por el Che, es el que valoran positivamente como factor de ejemplaridad, intransigencia revolucionaria y actitud positiva ante el proceso sociopolítico cubano y la vida de un ciudadano que consideran ejemplar. A favor de este modelo de ejemplaridad rechazado por Che, de un ser sumiso que aprueba como bueno todo lo que viene desde arriba es que se dirigen en buena parte los estímulos y los premios de los que a su vez son excluidos los que piensan, critican y tienen el valor de expresar su pensamiento propio.
Si esas concepciones conservadoras y dogmáticas no son derrotadas conceptual y prácticamente como parte esencial de los procesos de cambios anunciados que actualmente, con lentitud a veces desesperante, se instrumentan y ejecutan, en realidad no se podrán resolver los complejos problemas que afectan a la Nación Cubana, que son causa primaria de la diáspora que se generaliza con ritmo galopante y se expande por el mundo, así como del desencanto y el desinterés de una población que cada día se siente menos escuchada y excluida de toda participación.
Vivo muy adentro, participo en las reuniones y encuentros de las organizaciones en mi circunscripción, escucho atentamente las preocupaciones, quejas de problemas de mis vecinos, incluso muy especialmente los planteamientos de personas que como yo llevan muchos años actuando y viviendo profundamente comprometidos con la Revolución Cubana y que expresan con fuerza que no son escuchados, que sus planteamientos de los problemas que se afrontan en la base casi nunca son respondidos por mucho que los reiteren de manera verbal o escrita.
En este orden de cosas, quiero añadir que leo con atención muy especial la columna Acuse de Recibo del periódico Juventud Rebelde así como la Sección Papelitos Hablan del programa Oh La Habana de Canal Habana, televisión de nuestra Capital de todos los cubanos tal y como se anuncia y se presenta, ambos espacios en los que el digno periodista José Alejandro Rodríguez que no tiene nada sospechoso de ser un desafecto del proceso revolucionario, con frecuencia regular se hace eco de los planteamientos y quejas de la población que no encuentran soluciones ni respuestas. Los casos que se solucionan son los menos y también José Alejandro con su profesionalidad y ética periodística los reconoce públicamente.
En consecuencia puedo afirmar que existe una inconformidad que se generaliza, que no es abstracta porque se basa en hechos y circunstancias concretas y que ya no puede ser silenciada con consignas ni campañas. Pienso que es hora de que se escuche y se actúe en consecuencia porque sin la solución de lo que el pueblo plantea, sin escucharlo y sin propiciar su verdadera participación social no se va a lograr nunca el Socialismo Próspero y Sustentable que se plantea como objetivo central de la actual etapa que vive el proceso Socio Político Cubano.
Así lo pienso y así lo expreso desde lo profundo de La Habana en que nací y en que vivo y pretendo vivir hasta el final de mis días sobre la Tierra, con mi mayor respeto por el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular.
Publicado en Por
Esto! el domingo 13 de abril 2014.
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