martes, 1 de abril de 2014
Con nuestra propia historia y dignidad.publicado en Por Esto! el lunes 31 de marzo 2014. Copn errata corregida
ATENCIÓN FRANK
Con nuestra propia historia y dignidad
Félix Sautié Mederos.
Crónicas cubanas
Con apenas unas pocas horas de haber regresado desde Mérida a La Habana, después de todas las emociones vividas durante la conmemoración del 23 Aniversario del periódico Por Esto!, a las que hube de referirme en mi crónica titulada No es del color del Cristal con que se mira (1), recibí una llamada telefónica de un compañero de muchos años en la que me invitaba a participar en un encuentro de dirigentes juveniles veteranos que participamos en las luchas revolucionarias desde finales de los años cincuenta y que ya estamos viviendo los 60 y 70 años de vida más menos, según la generación a que cada cual pertenecemos.
Confieso que estaba muy cansado por causa del intenso viaje a Mérida-Yucatán-México, pues el físico ya no me acompaña como en aquellos hermosos y complejos tiempos que me planteaban rememorar. No pude resistirme a la tentación de encontrarme con mis colegas y amigos sobrevivientes, que habíamos comenzado nuestra vida revolucionaria y política en aquella época de la insurrección y del Triunfo de la Revolución Cubana en las que trabajábamos y hablábamos sin tapujos de ningún tipo de libertad, derechos inalienables del pueblo, alternativas económicas novedosas; pero sin que tampoco, pensáramos entonces en los dogmatismos, los esquematismos, los miedos inducidos, las burocracias oportunistas y todo lo que se nos ha precipitado encima durante los años de lucha que nos han envejecido físicamente y que hoy son imprescindible erradicar al ritmo del planteamiento de cambiar todo lo que deba ser cambiado, y además según mi opinión muy personal sin treguas, claudicaciones ni concesiones a la tentación del poder en que algunos se encuentran atrapados.
He vivido durante todos estos años transcurridos desde las épocas a que me refiero, inmerso en lo que en verdad constituye un sueño y una utopía quizás inalcanzable de construir un mundo mejor posible en nuestro Archipiélago Caribeño que es llave del Golfo de México y Antemural de las Antillas. Esos empeños que el amigo de la llamada telefónica que relato me planteó rememorar con mis compañeros, amigos y colegas de entonces, debo decir que me han costado múltiples arañazos y exclusiones inflingidos por quienes se consideran los demiurgos infalibles y únicos de la vida, capaces de clasificar y decidir sin derecho a réplica la exclusión política de quienes no tienen su misma opinión.
No obstante todo ello, me sentí reconocido por quienes como yo ya transitamos por las etapas de la jubilación, el retiro y quizás el descanso; pero que no claudicamos y ni nos sentimos aplastados ni vencidos, porque hay algo muy importante que poseemos que es nuestra propia historia vivida y la dignidad a la que no estamos dispuestos a renunciar cueste lo que nos cueste.
Fueron rememoraciones de momentos memorables que han quedado grabados para siempre en lo más íntimo de nuestras conciencias, alegrías del deber cumplido y recordación de quienes ya se han marchado definitivamente de este mundo y no podían compartir en su manifestación física con los que nos congregamos ruidosamente como en nuestros tiempos juveniles en los salones prestados por la gentileza de la Asociación Canaria de Cuba.
En este orden de cosas, quiero compartir con mis lectores de Por Esto! una enseñanza que de nuevo recibí en el encuentro que les testimonio, que en mi criterio es de fundamental importancia y constituye la demostración de que el paso de los años no nos anula la necesidad de aprender ni la posibilidad de lograrlo.
Me refiero a algo muy importante que volví a analizar con un amigo muy estimado de muchos años que hace ya algún tiempo ha estado muy venido a menos tal y como lo expresé en una muy vieja crónica mía; y, que he mencionado varias veces en mis otras crónicas cubanas, artículos e intervenciones, pero que vuelvo a recordar como resultado de este encuentro de dirigentes juveniles veteranos:
Si importante es haber sabido empezar, más importante aún es saber terminar
¡Quien tenga oídos para oír; oiga!
Así lo experimenté en el encuentro que relato, así lo pienso y así lo expreso, con mis respetos para las opiniones diferentes y sin querer ofender a nadie en particular.
(
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