En efecto, soy un viejo docente ya jubilado. Pasé en las aulas cerca de 65 años, unos pocos como estudiante. Por estas simples cosas, creo saber algo acerca de lo de ser estudiante, educador y sobre ese asunto que llaman educación y sistema educativo. También viví la dramática experiencia de un padre, profesor de educación media, como todos los pobres, de ver a sus hijos ser víctimas de aquella aberración que llamaron falta de cupo universitario.
La matrícula universitaria pública nuestra es de las más grandes en este universo y, para más, al lado de ella subsiste una relativamente pequeña correspondiente al sector privado.
Esto es motivo para que un nacional, padre, docente y estudiante se sienta orgulloso y lo es más, si tomamos en cuenta que esa educación pública es gratuita; una meta por la cual, tanto en Europa como en gran parte de América Latina combaten diariamente. La gratuidad va más allá de lo que en lo inmediato se piensa, olvidando las becas por miles, las residencias, etc. Nadie es excluido del sistema por razones sociales, económicas, etc.
Por supuesto, bien sé, que dentro de ese amplísimo universo estudiantil universitario, sólo una pequeña parte, compuesta por estudiantes inscritos en pocas “universidades autónomas” y en privadas, quienes conforman en gran medida un bloque clasista elitesco, están quienes luchan, por propósitos ajenos a la educación.
¿Cómo entender que un universitario auténtico, no ideologizado –porque en sus universidades no se ideologiza, según creen ingenuamente – luche por deshacerse de los logros y metas alcanzados en nuestro sistema educativo?
Por supuesto, compartimos con ellos las preocupaciones por deficiencias, en muchos espacios; en veces ineptitud o modorra para abordar problemas, descuido o desidia a la hora de supervisar, etc. y hasta la existencias de algunos que hacen de las suyas como en los viejos tiempos.
¿Pero cómo imaginar, quienes hemos vivido la vida largamente y por supuesto la cruenta historia nacional, que un estudiante universitario anteponga los intereses nacionales, como la soberanía, las grandes conquistas sociales y estudiantiles, con todo lo que ello significa, por la carencia transitoria, programada por los grupos económicos, de algunas mercancías?
¿Qué significa esa consigna, esgrimida por el movimiento estudiantil, según la cual quiere “una educación libre”? ¿Es que acaso, estos muchachos de ahora, con acceso a grandes universidades autónomas que el pueblo paga y sólo pocos disfrutan, están defendiendo el viejo, anacrónico principio que aspira que el Estado renuncie a su condición docente? ¿Qué dueños de escuelas y universidades, que en fin de cuentas no son sino unos comerciantes, definan los objetivos, metas y procedimientos de la escuela?
¿Aspiras dejar asunto tan serio y de tanto valor para la sociedad toda en manos de grupos que se sientan privilegiados y de simples comerciantes? ¿Ellos representan para ti la libertad? ¿Cómo replantear una vieja idea de la ultra derecha que en Venezuela ya fue derrotada en 1936? ¿Tan atrasados así estamos por los lados del sector estudiantil opositor?
Pasado el tiempo, el oscurantismo, ese que promueve la quema de libros y universidades públicas, algo así como la competencia, sin pena, contando con el olvido, han vuelto a retomar la añeja consigna y meta. Formar al hombre no de acuerdo a los fines de la colectividad, unidad nacional, independencia, la defensa de los intereses de la sociedad toda, sino de un pequeño y “selecto” grupo. ¿Es esa la libertad que reclamas? ¿Qué en lugar de la sociedad, el todo, defina sus intereses a través de la programación educativa que iguale y democratice, cada quien le asigne a la educación los fines que le parezca? Eso parece más un desorden que otra cosa, para no llamarlo un estado de destrucción, disolución, promotor de desigualdades y odio; es decir, un revolver el río para que ganen los propietarios.
¿Cuándo el ministro de educación llama a todos a un debate, para ajustar el proceso educativo a las aspiraciones colectivas por qué ver en ello un intento de coartar la libertad? ¿Por qué una llamada tan noble y democrática, te produce a ti tanto estupor y miedo? ¿Eso es verdad o estás siendo víctima de una campaña ideologizante?
Escuché a una joven, tanto que parece ser estudiante de secundaria, plantear algo que este viejo docente ha reclamado por años. ¿Cómo es posible que al estudiar historia, pongamos énfasis en el proceso eurocéntrico que habla de edad primitiva, antigua, moderna y contemporánea, mientras los indígenas nuestros, cuando Colón famélico y perdido, arribo a Macuro, vivían conforme a otras formas y realidades a las cuáles le damos un tratamiento “folclórico”? ¿Cómo ocultar que el capitalismo europeo al llegar a América produjo lo que Darcy Ribeiro llamó un desfase y saqueó para producir allá un crecimiento artificial a costilla de lo de nuestros pueblos originarios? Ese proceder si fue y ha sido ideologizante y todavía hay quienes quieren que esa visión de la historia siga difundiéndose. ¿Cómo desconocer u ocultar las contradicciones entre el planteamiento bolivariano de la Gran Patria y la política norteamericana de aquel tiempo?
Quienes nada quieren cambiar, no preguntan a nadie y menos a las multitudes, simplemente hacen lo que antes del chavismo hicieron nuestros gobiernos; imponían carreras, pensum, objetivos, contenidos y hasta estrategias pedagógicas. Como dijo alguien, en la IV República, “el poder no se consulta, se ejerce”. Se pregunta y se pide y acata órdenes a quienes “quieren que nada cambie ni mejore”.
Para que usted joven estudiante lo sepa, desde que me inicié en el primer nivel de la escuela, hasta que fui jubilado como docente, el sistema que una vez comenzaron a llamar de enseñanza-aprendizaje, pese eso, no dejó nunca de ser ideologizante o mejor dicho transmisor de una cultura oficial y clasista.
Tanta que en la escuela de economía, todavía enseñan que existen unas “LEYES”, pensemos en lo que la palabra significa, “DEL MERCADO”. Según ellas, dentro de su fatalidad, como toda ley, la relación oferta y demanda, determina los precios y que tal relación, como las leyes todas, es ajena a cualquier manipulación. Y eso es una vulgar, ordinaria y rapaz mentira ideologizante, con la que te ocultan delitos como acaparamiento y otros destinados a la especulación.
Sin darle mucha importancia al hecho que jóvenes amigos y nietos, estudiantes de universidades autónomas, deben soportar estoicamente a sus profesores, hablar largamente, todos los días, a cada hora de clase, acerca de “las barbaridades del gobierno de Maduro y lo bueno de la vieja democracia representativa”. En los días electorales y guarimbas, si acaso los muchachos van a las aulas y los profesores cumplen con asistir, muchos de estos, hacen las veces de propagandistas de la política, agitadores, hasta de muy baja calidad.
Deberías, estudiante pensar por qué y para qué luchas. También por quiénes. Porque sigue siendo bello el ideal de dedicar mi esfuerzo juvenil por la justicia. ¿Qué más hermoso que combatir por la verdad, el bienestar de todos y que todos, estudiantes, trabajadores, campesinos, ancianos, niños, podamos encontrarnos en la misma trinchera siendo iguales, en la medida de lo posible y luchando para que esa igualdad, esencial para que la libertad se consolide, prevalezca?
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 4/23/2014 07:10:00 a. m.
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