lunes, 28 de octubre de 2019

CADA VIDA TERRENAL TIENE SU FINAL .LO RECONOSCO PERO NO LO ACEPTO, AUNQUE TENGO UNA ESPERANZA


A LA ATENCIÓN DE FRANK
Cada vida terrenal tiene su final. Lo reconozco, pero no lo acepto, aunque tengo una esperanza

La espiritualidad prohibida No. 511


GISELLE22-1-764x570

De lo que he visto, de lo que he vivido, de lo que pienso y creo


Félix Sautié Mederos


  ALICIAALONSO22-750x500
DXI
Descarnadas confesiones de vida
Confieso que en esta última y actual etapa de mi peregrinaje terrenal, a diario mis sentimientos, ansiedades y angustias se desbordan de grandes nostalgias, porque me ha tocado el dramático rol de conocer en vida la partida definitiva de este mundo de muchos de quienes han formado parte de mis entornos existenciales durante largos años.
Físicamente no los volveré a ver, aunque alimento la esperanza de que espiritualmente sí; y sus improntas materiales cada vez más se fundirán con los recuerdos de lo pasado que no regresará. Del polvo procedemos e inexorablemente al polvo regresamos. En la medida que me hago más viejo y más místico, vivo más expuesto a un torrente de despedidas, recurrentes despedidas definitivas que de seguro no habrá de terminar hasta que a mí me toque también el viaje final.
A veces me asalta la preocupación cuando comienza el telediario de la noche, causada por la espera del anuncio en ocasiones sorpresivo de un nuevo deceso de alguien cuya vida se encuentra enmarcada y/o relacionada con mi hacer existencial. Poco a poco me voy quedando históricamente en soledad; y me pregunto cuándo será mi turno. En esta ocasión a la que pretendo referirme, me sucedió de nuevo con el anuncio adelantado al telediario que Alicia Alonso se nos fue para la Gloria de los Justos, a donde se nos espera a todos en el día y a la hora que nos toque.
Confieso también que estas incertidumbres y añoranzas constituyen parte esenciales de mis preocupaciones por conocer el tiempo en que transcurrirá mi futuro final. Sé que es un tema que a muchos no les gusta plantearse. A veces sin ni siquiera tratar de conocerlo en lo más superficial de su profundo contenido, es que se niegan a saberlo; pero es un tema de la vida real del cual no nos podemos deshacer y lo expreso con dolor manifiesto en este capítulo.
Una de las seguridades existenciales con que nacemos es la certeza de que un día vamos a morir, pasando entonces, según mis convicciones cristianas, a otros ámbitos de vida, negados en su existencia por unos y aceptados filosófica e incluso teológicamente por algunos otros, entre los que me encuentro.
En este orden de sentimientos, doy gracias a Dios y a la Naturaleza por yo haber accedido al don de la vida. Eso es lo más maravilloso que puede sucedernos a los seres humanos, porque si no nos sucede quedaremos para siempre en la nada del no existir. Esto lo comprendí a cabalidad, cuando hace años el cáncer le arranco la vida a un pequeño hijo mío que todavía no podía caminar por sí solo, Félix Ernesto, cuando apenas había comenzado su existencia física.
La existencia terrenal es un misterio difícil de comprender, porque a pesar de las contingencias malas y las angustias que puedan sucedernos, la vida es lo esencial. Y con la vida alcanzamos siempre en primera instancia la posibilidad de lograrlo todo menos la muerte. Sin la vida nada acaecerá para el ser humano, aunque en definitiva suceda.
La muerte, pues, es un destino definitivo del gran misterio existencial y contra la muerte me rebelo. Aunque inexorable, tengo la esperanza de que el alma una vez creada sea inmortal, otro misterio de la vida que nunca puedo olvidar. Confieso que después de haber conocido la vida que he alcanzado a sentir, realmente quisiera que nunca terminara. Pero termina y se me van afectos queridos y personas coetáneas que un día conocí y me relacioné con ellas. Eso lo he experimentado muy cerca de mí desde que era un pequeño niño, cuando mi abuela materna un día murió y nunca pude comprenderlo. La muerte es una realidad de la que no he podido escapar, siempre ha estado presente en mi día a día.
He vivido en una de las etapas gloriosas de Cuba, como la actual. Transcurro existencialmente en un largo período que va desde 1938 a la fecha, quizá cercano ya a su fin por mi edad biológica. He podido estar presente en muchos acontecimientos y momentos dramáticos e históricos que ya han quedado grabados para siempre en mi Ser Interior. Estas circunstancias, han dado valores muy especiales a mi existencia terrenal y al peregrinaje que ello conlleva. El tiempo, por otra parte, me ha enseñado muchas lecciones que no puedo olvidar, comenzando por la comprensión más cabal de lo efímero de mi estancia en la tierra.
Quizá, la más importante realidad a que nos enfrentamos cuando accedemos a la vida es la conciencia de que por mucho que hagamos y que luchemos no siempre será así en el tiempo, porque la vida en lo personal tiene un límite final. En mi existencia se ha desarrollado como ya he expresado en una de las etapas gloriosas de la Historia de Cuba, que está determinada por la Revolución cubana de Fidel en la que modestamente he podido ser uno de sus participantes como parte del pueblo cubano, porque habanero y cubano nací como también lo es Alicia Alonso y como tal he de morir. Ello me ha permitido conocer y estar de cerca de muchos de los íconos cubanos de todos los tiempos. Eso también se lo tengo que agradecer a la vida y lo confieso.
He tenido momentos de grandes satisfacciones, de luchas intensas que me parece que nunca van a acabar por lo menos en el tiempo que me queda sobre la tierra. Pero también he sufrido por la maldad que es intrínseca antítesis del bien.
He tenido y tengo amigos del alma, alumnos que siempre me han respetado, pero también detractores que me odian. Algunos con poder suficiente para excluirme y borrarme incluso de los hechos en que he participado. Hay quienes no me perdonan mi fe cristiana en plena concordancia con mis convicciones revolucionarias, al punto incluso de obviar y negar la historia de lo que he hecho y enfrentado; así como de lo que he vivido. En este sentido, he comprendido con el tiempo que el rencor envenena y que es un sentimiento que daña mi integridad personal que siempre debe ser desechado, pero no niego que a veces me aflora ante las evidencias de injusticias que son y que nunca deberían haber sido. En realidad, comprendo que no soy perfecto, pero no me canso de buscar la perfección.
En definitiva, a todos nos llegará el final y después de que nos llegue, siempre se disiparán muchas dudas, todas por así decirlo y en el recuerdo quedarán por siempre en estado latente, algunas que nos han afectado a profundidad por lo positivo y/o lo negativo de su impacto, pero sin nuevos movimientos en lo personal para siempre.
Eso me ha dolido y me duele muy especialmente. No obstante, en la medida que me hago más viejo y a la vez más místico, como ya he expresado al principio, he podido comprender mejor que esos los agravios que he recibido, siempre serán pasajeros porque los hechos y quienes lo profirieron también habrán de morir, y un día la verdad siempre resplandecerá.
La muerte, pues, es inexorable y no se podrá obviar. En este sentido, pienso que lo más importante para cada cual debe ser como se expresa en una frase martiana: cumplir bien con la obra de la vida. En ello hay reglas y procedimientos probados por el tiempo, por las convicciones que se posean y por la vida de la sociedad.
Estos principios que le dan justicia y razón de ser a la vida, se pueden encontrar en el Evangelio desde el punto de vista humano y divino en general; y en el legado que nos dejó Fidel, en lo específico, de la justicia social que deberá imperar en la vida.
En el Evangelio en Mateo 25, 31 en adelante, lo podemos encontrar en la perícopa que en muchas ocasiones he repetido:
Venid benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me distéis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel y acudisteis a mí. Entonces los justos le responderán `Señor ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y acudimos a ti? Entonces el Rey les dirá: En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños a mí me lo hicisteis […].
En tanto que Fidel nos legó su concepción de lo que es Revolución cuando nos planteó que:
Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.
Quiero decir abiertamente que estos temas de nuevo vinieron con fuerza que no pude obviar a mi mente, y no considero ocioso reiterarlos textualmente, cuando informaron la noticia de la muerte de Alicia Alonso porque fueron en mi criterio normas de vida que ella, sin decirlo específicamente, cumplió en su fructífera existencia. Lo realizó en consecuencia, al igual que todos los seres humanos con virtudes y pecados al respecto; pero con muchas más virtudes que los pecados y defectos que pudiera haber tenido.
Desde entonces en que supe de su partida final, no me abandonan estas reflexiones del alma, además de que incluso confieso que ello no es novedoso, sino que en otras ocasiones también me han asaltado. Pero no quiero expresar solo una reacción inmediata, como he hecho anteriormente con otras noticias similares. Recuerdo que cuando supe la muerte de Fidel entonces escribí de inmediato movido con los sentimientos más profundos de aquel momento; pero en este caso más que escribir de inmediato, mis impulsos me llevaron a buscar en los videos lo que directamente viví en sus representaciones en La Habana.
Fue como si quisiera volver a vivirlos, e impedir que lo vivido se borrase de mi espiritualidad, que ya no podrá disfrutar en vida y en directo el arte de Alicia, con la magia hermosa de lo que es bueno, útil y sincero que el arte verdadero puede expresar. En realidad, fue algo prácticamente mecánico, neurovegetativo en lo somático de mi persona.
De estas reproducciones hasta el cansancio, me han salido del alma los párrafos que escribo por lo que Alicia ha sido en mi vida cultural y política y que, con el paso de los días, poder revisarlos para convertirlos en un capítulo de mis memorias de vida que publico en Unicornio de POR ESTO! con el objetivo de expresar como expreso a la cabeza de cada artículo “De lo que he visto, de lo que he vivido, de lo que pienso y creo”.
Alicia Alonso siempre ha sido una heroína mítica en vida, que formó parte de mi día a día cuando en los años setenta del siglo pasado me tocó desempeñar la dirección de la Escuela Nacional de Arte, la ENA como todos la han conocido siempre, así como la Dirección de escuelas de arte en el país y la vicepresidencia del Consejo Nacional de Cultura, el CNC, lo que me acercó esencialmente a Alicia, a Fernando, a las cuatro Joyas, a Ramona de Saá e incluso a Pedro Simón, quizás olvidado por algunos pero que lo comprendo en lo más profundo de mi ser.
Fueron años de un relacionamiento directo con el Ballet Nacional, con Alicia y con Fernando Alonso, a quien también me tocó en vida su despedida definitiva. Pero con esta partida de Alicia he sentido que un mundo en el que había vivido algunos de los más sentidos años de mi vida, por fin para mi persona se estaba terminado para siempre. La nostalgia y la tristeza me embargaron por completo y me aferré a reproducir con insistencia los numerosos videos de sus bailes en muchos de los cuales asistí en persona, que se presentan en la web con motivo del impacto universal de su deceso. Reitero que muchos los viví en persona en el Teatro García Lorca de entonces. La vi bailar, vibré con sus sentimientos, pude verla ocasionalmente acompañada de sus cuatro joyas: Josefina, Mirta, Aurora y Loipa. Confieso que con ella aprendí a profundizar espiritualmente con los sentimientos que genera el arte verdadero.
Incluso, quizás algún día me ocupe de narrar algunas anécdotas al respeto, pero confieso que hoy la emoción y los sentimientos no me lo permiten, porque la veo en su integridad inmensa y me siento infinitamente muy pequeño para ello. Pido disculpas, pero es que en realidad no puedo, porque lo importante es la grandeza de lo que en vida se nos ha ido definitivamente.
Coincido plenamente, con que la música es una expresión muy sentida del alma inmortal que habita en lo físico que es nuestro cuerpo. Pero quiero también expresar que la música alcanzó con Alicia una muy especial sublimación danzaria, única cuando forma parte del baile en el que el cuerpo físico se funde con la espiritualidad de los sentimientos más profundos del ser humano y los pone al desnudo para que los demás podamos disfrutarlos e incluso participar espiritualmente en su trama.
Alicia ha sido toda sentimiento, toda música, toda fidelidad a sus principios éticos, estéticos y revolucionarios; en resumen, de lo que es. Todo arte como expresión que quizá nunca más vuelva a repetirse, porque en realidad es absoluta y verdaderamente única: y quienes pudimos apreciarla en vida nos llevaremos para siempre los impactos verdaderamente únicos y profundos de su también verdaderamente sublime interpretación.
No me ha dado rubor alguno escribirlo y sincerarme, porque lo importante en la vida es ser sinceros y abiertos hacia lo externo, así como hacia nuestros sentimientos y nuestra conciencia. Además, considero que nadie es dueño de la realidad, ni de los sentimientos ni de la cultura. En este sentido poco me importa lo que puedan expresar quienes así no lo piensan. En definitiva, cada cual es responsable de su vida, de lo que piense y de su actuación.
Alicia es un paradigma, y un icono de lo bello y lo hermoso, de lo ético y estético que es cumplir bien con la obra de la vida. Ese en mi criterio ha sido y será su principal legado en lo humano, en lo cultural y en lo revolucionario para quienes en el tiempo habrán de vivir y no la hayan podido conocer en persona.
También confieso que la muerte me impresiona e incluso me angustia, por los seres queridos que dejaré atrás y muy especialmente por mi Elena y por mis hijos y nietos, porque no puedo eludirla y en ello asumo la esperanza en que el futuro no será el fin de todo y que la vida de los sentimientos y del alma en verdad serán siempre una realidad que le dará razón de ser al Universo en que estamos enclavados.
En este orden de pensamiento repito con Don Pedro Casaldáliga, poeta, obispo, adelantado de la Teología de la Liberación y mi mentor espiritual, unos versos suyos titulados “Pequeña Profesión De Esperanza Total”:
Garza blanca, adiós,
pequeña.
Buena Noticia de Dios.
Signum credibilitatis
de la Nueva Creación.

Ala de todos mis vuelos
estos años de sertao.
Vela de tantas orillas
que acogen la desazón
de las aguas y los hombres.
Manilla de este reloj
de esperas y esperanzas.
En mis silencios, canción.
En mis altivas respuestas,
signo de interrogación.
Y en mis prisas temporales,
campanilla de oración.
En mi Gracia,
gracia blanca,
Creación.

Yo me voy para volver,
vivo de Resurrección,
para llevarte conmigo
y devolverte mejor:
¡vivos en –Carne y en Gloria
Para la nueva Creación,
libres de todo pecado
y de toda explotación
-Cielos Nuevos, Nueva Tierra-,
ríos, garzas, hombres, Dios!

En definitiva, Alicia es símbolo de todo eso que quedará inscripto en mi alma por siempre. Mi dolor se hace más profundo porque mi condición física actual no me permite ir en persona a despedirla; pero en lo espiritual de seguro que donde estés me comprenderás.
Hasta siempre, quizás es mi fe de vida que en algún día volveremos a espiritualmente vernos, junto a tantos que han sido y que están presentes en la Gloria de los Justos, en donde tú ya estás y espero algún día encontrarte, porque es ley de vida.
Así son mis sentimientos en estas circunstancias y así los expreso con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular.
Continuará.
Finalmente, les reitero mi correo electrónico con el propósito de que puedan trasmitirme dudas, criterios, opiniones y preguntasfsmederos@gmail.com
Publicado en el Suplemento UNICORNIO de Ciencia y Cultura de Por Esto! y en la Sección de Especiales del periódico Por Esto! de Mérida, Yucatán, México el domingo 27 de octubre del 2019

 Reply  Reply All  Forward

No hay comentarios:

Publicar un comentario