La gasolina iraní, su precio y un soñar con un Caracazo. ¡Inflamable gasolina!
Eligio Damas
El artículo que coloco abajo, fue escrito, hace 26 años, en junio de 1994 y publicado en el diario El Norte de Barcelona, 5 años antes que Chávez asumiese la presidencia de la República; en Miraflores estaba instalado el Dr. Rafael Caldera y como decimos en él, “Carlos Andrés Pérez, detenido en El Junquito” y “Chávez deambula por allí” y como este mismo dijo “otros andan como caimán en boca é caño”.
El Caracazo, aquel casi telúrico movimiento de 1989, no ha dejado de estar presente en la memoria de los venezolanos y en el cálculo de los políticos. Cada cierto tiempo, quienes quisieron deshacerse del gobierno de Chávez, ahora de Maduro, viendo fracasados todos sus intentos, han esperado que de repente estalle un Caracazo, o algo parecido, haciendo por supuesto, lo que no deja de ser si no un mal cálculo, algo como azaroso, que pudiera meterles de un envión en Miraflores. Y más de una vez, eso lo asocian a la gasolina. Sería esta no sólo un combustible que puede mover las máquinas, desatar voraces incendios, sino también conflictos sociales de gran magnitud como aquel inesperado de 1989. Suponen que, necesariamente, un estallido de la magnitud de aquel, les pondría en la vanguardia, sin pensar que por su naturaleza clasista, quienes lo pudieran componer, serían motor y fuerza, pudieran venir con exigencias y demandas contrarias a ellos mismos y su clase y como se dice en lenguaje coloquial “más de uno pudiera salir ensartao”.
El Caracazo fue un estallido en primer término dirigido contra la situación, el estado de cosas que hacía la vida muy dificultosa; contra el hambre, las privaciones ancestrales y por aquél aumento de la gasolina que a su vez desató otros aumentos y encareció más la vida de los humildes. En síntesis, estuvo dirigido contra las clases dominantes, las mismas que ahora, pese el carácter y conformación del Estado, siguen dominando e imponiendo su parecer e intereses. El Caracazo fue una obra protagonizada por los humildes que pagaron, según cálculos, con más de 3000 muertos y contra todo aquello y contra el FMI. No tuvo, como no tendría otro, si se pudiese repetir, la finalidad de llevar al poder a quienes pudieran mantener las calamidades que ahora padecen sus autores y hasta aumentarlas. Si hay algo nuevo en todo esto, es que quienes en aquel movimiento participaron y hasta estuvieron ausentes, hablando en términos de clases, ahora tienen más claridad porque ya vivieron una inolvidable y fecunda experiencia. Fue un tren que pasó inesperadamente, pero ahora la gente vive precavida, hasta esperándolo en los andenes.
La lectura de este artículo, sirve entre otras cosas, para poner en evidencia a quienes solicitaron esos aumentos entonces, antes y después de Pérez, sin tomar en consideración, es más, sin importarles los nocivos efectos que eso pudiera tener entre la mayoría empobrecida que pagaría en definitiva los costos. Allí están Edgar Vallée Vallée, Dr. Humberto Calderón Berti, los dos dirigentes de Copei y el segundo de conocida actuación en la oposición extremista de ahora. Caldera había ascendido a la presidencia y visto a reducir el presupuesto en un 10 % dada la caída vertiginosa de los precios del petróleo.
Ahora, en este año 2020 volvemos como al mismo debate. Se reclama para el hidrocarburo un precio, el que debería tener para cubrir los costos y hacer la empresa y el negocio rentable. Pero también uno que tome en cuenta lo miserable del salario. Y hay quienes solicitarán uno que nos ponga a punto de melcocha o la repetición de un Caracazo, por aquello que, dado que Trump no les ha podido llevar a Miraflores, como tampoco la pandemia y ahorita mismo la falta de la gasolina, porque los barcos iraníes entraron pasándole por el lado a la Flota del Comando Sur y estando en estos momentos 800 marines en Colombia esperando cualquier excusa para entrar a nuestro territorio, de lo mejor sería para ellos que estallase una rebelión si no por gasolina por lo menos por los precios de la misma, del transporte, la comida y todo lo que eso impacte, como aquel Caracazo, dado que los salarios hasta son más bajos que entonces, hablando en términos relativos.
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¡Inflamable Gasolina!
Eligio Damas
Diario El Norte
Bna. 07-06-94
Uno se pone de gelatina cuando escucha o lee las opiniones de gente tenida como seria y de quienes un sector importante del país espera soluciones frente a esta crisis que no sólo se alarga demasiado, sino que no atiende a ninguna de las fórmulas mágicas que ellos recomiendan o aplican. El Dr. Humberto Calderón Berti, con afanoso empeño, ha sostenido desde hace meses que, sin titubeo alguno, se debe aumentar el precio de la gasolina. Dice que nosotros pagamos "la más barata del mundo". Y en su doble condición de reputado técnico y dirigente "fundamental" de un partido importante, propuso a través de la prensa que se eleve el litro a bolívares quince y, agregó en tono despectivo, que como de todos modos "la gente se va a disgustar si el aumento es ocho bolívares, entonces vamos a molestarles de una vez y no varias veces".
El senador Edgar Vallèe Vallèe, presidente de la Comisión de Economía de la Cámara, al hablar del asunto, con el sarcasmo de Calderón, comentó que la gente no se queja cuando paga un envase con agua mineral a un precio elevado, pero "llora cuando le hablan de un aumento al litro de la gasolina".
Tales comentarios y proposiciones surgieron como respuesta a solicitud reporteril por el anuncio del sector oficial de aumentar el precio de la gasolina el año venidero. Ante la prudencia oficial que reconoce lo sensible del asunto, tanto que anuncia medidas compensatorias para atenuar los efectos sobre el salario, aquellos personajes muestran apremio y angustia como si el asunto fuese cosa de un simple "soplar y hacer botellas".
Por concebirlo así, Miguelito Rodríguez envainó a CAP; este zorro cayó como ingenuo, precisamente por su mayor defecto, su monumental egolatría.
El dólar dio un gigantesco salto frente a nuestra moneda y aún aguardamos las negativas repercusiones de este hecho; y a esto se le sumarán los efectos de la carga impositiva. No obstante, los "técnicos petroleros", demandan con premura se suba el precio al combustible.
En respaldo a los "técnicos" anteriormente mencionados, participó el economista Pedro Palma con un inusitado discurso demagógico y dijo que los vigentes precios actúan como un "subsidio a quienes más tienen".
No concibo esta clase de "técnicos" que "ignoran" -¡ojalá esto fuese verdad! - que atender su demanda no significa incrementar los costos industriales, los precios de la electricidad, transporte colectivo, de bienes y servicios y pare usted de contar. Esa medida, en lo inmediato, representa un nuevo factor de empobrecimiento y de intranquilidad social.
Es posible, admitámoslo así, que ella conduzca a mediano plazo a ordenar la economía, pero es un trago grueso, muy grueso, detrás de otros tan gruesos como ella.
CAP está en El Junquito, no solamente por los 250 millones; Chávez deambula por allí; y el mismo Comandante ha dicho que otros andan "como caimán en boca e' caño".
Esos técnicos de lo abstracto o tecnócratas emperifollados, creen que el pueblo, por razón de gusto y con cara risueña, compra agua mineral a precio de oro; que un aumento en el precio de la gasolina afectará a los ricos -¡cosa curiosa, son estos quienes claman la medida!- y que el alza inusitada de precios que arrastrará el combustible sólo provocará "una molestia".
¡Para ellos es una simple molestia!
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