lunes, 18 de noviembre de 2019

MIGUEL ACEVES MEJIAS

Amigas y amigos, noviembre constituye un doble aniversario para el afamado intérprete mexicano Miguel Aceves Mejía. Hoy deseo compartir con ustedes una crónica que le dediqué a raíz de su deceso en noviembre del 2006, publicada en medios impresos y digitales. Espero que la disfruten. Un abrazo.
Miguel Aceves Mejía: crónica póstuma desde Cuba
Por: Alfonso Cadalzo Ruiz
Miguel Aceves Mejía.Ha muerto Miguel Aceves Mejía, el más emblemático intérprete de la música vernácula de México. A los 90 años dejó de existir legando un patrimonio de un millar de piezas grabadas y la participación en cerca de cincuenta películas. Su deceso ha llenado de consternación a la cultura y pueblo de México y de América Latina.
Vio la luz de la vida en noviembre de 1915, y en mes igual de este 2006 fue vencido en desigual combate con la enfermedad y los años. Reconocido como el REY DEL FALSETE, Don Miguel llenó escenarios, salas cinematográficas, grabó discos que fueron codiciados, se hizo escuchar en la radio de toda Latinoamérica y participó en programas televisivos como artista invitado.
Nació en Chihuahua en 1915, y en los comienzos de su carrera tuvo que alternar con el oficio de mecánico automotor hasta que un día de 1936 fue contratado como cantante por una compañía teatral. Más tarde se fue a Monterrey para participar en algunos programas radiofónicos; su periplo incluyó el Estado de Coahuila donde formó parte del naciente trío Los Porteños que integrara junto a Emilio Andrade y Nicolás Jiménez, con grandes éxitos. Fue en 1940 cuando marchó a Ciudad de México y se presentó en la radioemisora XEW. Curiosamente, el primer género que interpretó fue el bolero, y no demoró en cantar temas cubanos, fundamentalmente sones y guarachas de Miguel Matamoros y Ñico Saquito. Cinco años después empezó a incursionar en la Ranchera; sus primeras grabaciones del género fueron “Hay unos ojos”, “Oh, gran Dios”, “Carabina 30-30” (ésta un Corrido) y “La embarcación”. El éxito discográfico resultó tan evidente, que la compañía disquera RCA Víctor lo contrató como artista exclusivo.
Con la difusión de los discos de Miguel Aceves Mejía se sucedieron sus giras internacionales que le llevaron primeramente a Los Ángeles, California, donde estuvo acompañado por el Mariachi Vargas de Tecalitlán. No demoraron las propuestas para integrarse al celuloide, y fue en México donde junto a Rosita Quintana debutó en el filme “A los cuatro vientos”.
EL REY DEL FALSETE
A Miguel Aceves Mejía se le ha conocido como EL REY DEL FALSETE, y esto es debido a que hizo gala de ese registro al interpretar hermosas Canciones Huapango, como “La Malagueña” de los autores Elpidio Ramírez y Pedro Galindo, y “El Jinete”, inspiración de José Alfredo Jiménez. Nadie como Don Miguel puso tan en boga un género devenido canción melancólica casi siempre, alegres otras (“Serenata Huasteca”). La Canción Huapango o Huapango Lento deriva de los tradicionales Huapangos de la región Huasteca mexicana. Son piezas todas bailables en que se cantan coplas, aparece por momentos el falsete del cantante y donde no puede faltar la típica guitarra huapanguera. Con el Huapango Lento nació un género que se incorporó a lo más representativo del pentagrama tradicional mexicano.
No por ello debe limitarse la gloria de Don Miguel a la Canción Huapango, pues en su amplia discografía, que abarca alrededor de mil composiciones, demostró sus excelentes cualidades para interpretar Rancheras, Corridos y Boleros Rancheros. No escaparon a su repertorio temas de Chava Flores, el gran artífice de la Canción Urbana de México (“Chorro de voz” y “Los aguaceros de mayo”) Fue un artista de talla completa con una voz privilegiada que le permitió encarar los retos más difíciles que se le pueden presentar a un cantante. Me atrevo a afirmar que Miguel Aceves Mejía ha sido el más representativo de todos los intérpretes vernáculos que ha dado la nación azteca. México se hizo voz en la de Don Miguel para trascender las fronteras nacionales y proyectarse con todo brío entre los más universales cantores del pueblo.
EL CAPÍTULO CUBANO DE MIGUEL ACEVES MEJIA
Miguel Aceves mejías,Más que capítulo pudiera decirse que Cuba fue para él parte de su historia, de su propia vida. A pocos años de su exitosa vida como solista, La Habana le atrajo. La capital cubana ha sido siempre una plaza fuerte para los artistas latinoamericanos y europeos; aquí se prueba suerte, se miden alcances. Cuba es un termómetro que marca las perspectivas de cultores de diferentes expresiones artísticas. Un público exigente y culto que no aplaude a todo el mundo. Si se triunfa en Cuba, puede darse por sentado que los lauros están a la vuelta de la esquina, en cualquier parte. Por eso nos visitó Don Miguel por primera vez en 1951.
Quienes peinan canas recuerdan que el excelso cantante se estrenó en Cuba apenas un año de haberse iniciado aquí la televisión. La aceptación de que gozó entre los cubanos le hizo posible regresar en varias ocasiones durante toda la década de los cincuentas para presentarse en la pequeña pantalla al tiempo que sus discos se vendían como pan caliente y sus canciones sonaban en la radio y las consolas de bares, conocidas popularmente como “traganíqueles” por la moneda de cinco centavos que había que depositar para que sonara el disco favorito.
Sus películas marcaron época en las taquillas cubanas, tanto de La Habana como en el interior del país. No pocos recuerdan con nostalgia filmes como “La despedida”, “Amor se dice cantando”, “Tú y las nubes”, “La monja, el niño, mi caballo y yo”, “Échame a mí la culpa”, “Cuatro copas” y muchas más.
Cuanto he escrito se relaciona con el aspecto artístico, pero con igual fuerza lo vincularon a Cuba vínculos afectivos, amistades eternas. Vale reiterar que los géneros cubanos fueron de los primeros interpretados por Miguel Aceves Mejía cuando aún no había decidido dedicarse a la música ranchera hasta convertirse en el REY DEL FALSETE. Los más diligentes coleccionistas atesoran como grandes trofeos varias grabaciones suyas, entre ellas “Amorosa guajira”, de Jorge González Allué”; “Que siga el tren”, de Miguel Matamoros; “Así no papacito”, de Ñico Saquito; “Repica la tambora”, de Israel López “Cachao”, y “Dos letras y un corazón”, debida a la inspiración de Alfredo Brito.
Un episodio memorable ocurrió en México cuando Benny Moré, entonces un joven cantante en busca de futuro, contrajo matrimonio con la enfermera Juana Bocanegra, secretaria del médico cantante Alfonso Ortiz Tirado; Don Miguel fue testigo de la boda.
En época posterior, hace ya más de treinta años, Don Miguel nos visitó accidentalmente cuando el avión en que viajaba procedente de República Dominicana fue desviado y aterrizó en el aeropuerto de Santiago de Cuba. Fueron escasas horas que el connotado artista aprovechó con toda intensidad para cantarle a la gente que fue a su encuentro y caminar por la ciudad. En el testimonio fílmico de entonces se le ve sonriente y feliz de estar en tierra cubana, como en casa propia, rodeado del afecto de autoridades y pueblo en general.
Con su voz capaz de registrar un impecable falsete, su rostro afable y el lunar de canas sobre la frente, Miguel Aceves Mejía ha dejado de ser un artista de ayer o de hoy para serlo de siempre. Como el México que lo vio nacer, Cuba también lo llora y sufre su pérdida, sólo con el aliento de saber cuánto ha dejado como patrimonio artístico para que las nuevas generaciones lo recuerden y actualicen.
Como dijera el Poeta Nacional de Cuba Nicolás Guillén: “Se es más universal en la medida que se es más nacional”. Ese arraigo nativo y autóctono que caracterizó la carrera artística de Miguel Aceves Mejía es la piedra angular que lo proyecta hacia la universalidad.
(Noviembre 2006)

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