Cómo
la OEA de Luis Almagro llevó al golpe de Estado contra Evo Morales (y el papel
humanitario de México)
Publicado:12 nov 2019 11:57 GMT
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Después de semanas de
presión de los grupos opositores en Bolivia y un bien orquestado proceso de
desestabilización que incluía a las élites económicas bolivianas, medios de
comunicación afines a ellas, falsas demandas laborales de grupos de represión
como la Policía y en última instancia la participación determinante del
Ejército, el presidente Evo Morales fue obligado a dimitir después que habían
secuestrado a familiares de miembros del Movimiento al Socialismo (MAS),
quemado su casas o los habían ultrajado de distintas maneras. Con una profunda
responsabilidad democrática y con el ánimo de no causar víctimas inocentes (al
contrario de Sebastián Piñera en Chile), Evo decidió dar un paso al costado
para evitar una guerra civil y un baño de sangre en Bolivia.
Esas circunstancias
son especialmente graves porque a pesar de tener una ventaja de poco más de
diez puntos en el resultado electoral, Evo había accedido a que se realizarán
nuevas elecciones y encontrar una salida democrática al laberinto
boliviano. Eso no fue suficiente para la oposición. No. Ya tenían un plan
trazado y no se movieron un ápice de él. Los militares que habían estado
agazapados salieron para forzar la renuncia del primer presidente indígena de
la nación más indígena del hemisferio americano.
Pero los actores bolivianos no son los únicos en la trama. No.
Sabemos de las políticas injerencistas que ha tenido Estados Unidos en el
continente por décadas, desde el final de la Segunda Guerra Mundial por lo
menos. Esta vez no parece ser la excepción como ya lo ha comentado Noam
Chomsky, entre varios otros analistas políticos. En esta ocasión ya Trump ha
aseverado que la renuncia de Evo Morales debe ser un mensaje para países como
Venezuela o Nicaragua. También ha habido otro actor internacional cuyas
declaraciones y posiciones que ha tomado en la región se han convertido en
preocupantes dado su cercanía con las posiciones de Estados Unidos. Me refiero
a la Organización de Estados Americanos (OEA) que encabeza el uruguayo Luis
Almagro.
Javier Buenrostro, historiador por la Universidad Nacional
Autónoma de México y McGill University.
La OEA estuvo convalidando las posturas
opositoras para la anulación de las elecciones, debido a irregularidades que se
encontraron en una reducida cantidad de las actas en una auditoría que había
solicitado el propio Morales. Esta siempre fue una medida diseñada para que la
oposición desplegara una narrativa de fraude electoral y sus protestas ganaran
tiempo y oxígeno para que la desestabilización creciera.
La OEA, que nació en
1948 para proteger los intereses de los Estados Unidos durante la Guerra Fría, ha
tenido una historia de bajas y altas en su historia, aunque son más los valles
que las crestas. Uno de los puntos más bajos fue en Punta del Este (Uruguay) en
1962 cuando se decidió la expulsión de Cuba del organismo, siendo México y la
propia Cuba las únicas naciones que votaron en contra de dicha
resolución. En los últimos años, desde que la dirige Luis Almagro, la OEA ha
mostrado ser un organismo con una profunda parcialidad a favor de las derechas
latinoamericanas y los intereses regionales de Estados Unidos. Apoyaron abiertamente el golpe de Estado
fracasado en Venezuela que, como todos sabemos ahora, se gestó en Washington a
donde fue a recibir instrucciones Juan Guaidó en diciembre del año pasado.
En las últimas semanas
hemos atestiguado acontecimientos en la región andina que muestran el doble
rasero de la OEA. En el caso de Chile, con centenas de miles protestando en las
calles contra el gobierno de Piñera –que ejerce una represión brutal contra los
manifestantes con decenas de muertos y centenares de detenidos–, la OEA mantuvo
un silencio brutal, con tímidas recomendaciones para mantener el orden
democrático. En cambio, después del triunfo electoral de Evo por más de diez
puntos, la OEA estuvo convalidando las posturas opositoras para la anulación de
las elecciones, debido a irregularidades que se encontraron en una reducida
cantidad de las actas electorales en una auditoría que había solicitado el
propio Morales. Esta siempre fue una medida diseñada para que la oposición
desplegara una narrativa de fraude electoral y sus protestas ganaran tiempo y
oxígeno para que la desestabilización creciera. Destacar que el
discurso pasó rápidamente de irregularidades (OEA) a fraude (oposición) a pesar
que instituciones como el Center for Economic and Policy Research (CEPR) con
sede en Washington señaló que "ni
la OEA ni ningún partido político pudieron demostrar irrgularidades
sistemáticas o extendidas en las elecciones del 20 de octubre".
Javier Buenrostro, historiador por la Universidad Nacional
Autónoma de México y McGill University.
La OEA no tuvo ningún reconocimiento de la
acción de Morales de convocar elecciones, a pesar que esta medida era lo que
pretendidamente se buscaba en un principio. Mantuvo un silencio sepulcral que
le dio tiempo a los opositares de perseguir a los miembros del MAS y a los
militares de ponerle el ultimátum al líder aymara.
A pesar de no contar con evidencia de un fraude electoral, Evo
accedió por voluntad propia a que se convocaran a nuevas elecciones
respondiendo a algunos cuestionamientos legítimos y a muchas protestas
orquestadas. La OEA no tuvo ningún reconocimiento de la acción a pesar que esta
medida era lo que pretendidamente se buscaba en un principio. No. Mantuvo un
silencio sepulcral que le dio tiempo a los opositares de perseguir a los
miembros del MAS y a los militares de ponerle el ultimátum al líder aymara.
Después del pronunciamiento militar nuevo silencio, dejando en claro su
aprobación al golpe de Estado mientras el mundo entero protestaba por la
situación en Bolivia.
También México estaba
indignado y consternado. Tanto el presidente López Obrador como el canciller
Marcelo Ebrard dedicaron la clásica conferencia mañanera de este lunes para
dejar en claro el posicionamiento de México, el cual fue que se ha alterado el
orden constitucional de Bolivia y que bajo ninguna circunstancia se aceptará un
gobierno de orientación militar. AMLO cuestionó el silencio de la OEA y la
conminó a tener una reunión urgente para tratar el tema. Un par de horas
después Luis Almagro afirmó que no se aceptaría ninguna "salida
inconstitucional". Como si un golpe de Estado que derroca a un presidente
en funciones no fuera algo "inconstitucional". Cuanta hipocresía.
En las horas subsecuentes y gracias a esta complicidad de la
OEA, el Ejército ha salido a las calles y ya ha empezado la represión contra
aquellos que apoyan a Evo Morales, sobre todo en La Paz y el Alto. Ante el
peligro que corría su integridad física, México decidió ofrecer a Evo asilo
político que aceptó por lo que el gobierno mexicano mandó un avión a Bolivia
por él. El periplo de vuelta ha resultado más complicado porqué Perú decidió de
último momento cerrarle el espacio aéreo y se tuvo que hacer una larga escala
en Paraguay. Al momento de escribir estas líneas Evo Morales viene viajando ya
hacia México acompañado de Álvaro García Linera. Posteriormente vendrán
seguramente otros líderes del MAS.
Javier Buenrostro, historiador por la Universidad Nacional
Autónoma de México y McGill University.
López Obrador reivindica una tradición
histórica que nos llena de orgullo a la mayoría de los mexicanos (obviamente no
a la derecha más conservadora), con este apoyo humanitario ante la barbarie de
un militarismo religioso que está pecando de violencia y un revanchismo
exacerbado.
Con esta acción México ha revivido lo mejor de su historia en
cuanto a la política exterior: el asilo a los perseguidos políticos. José Martí, Víctor Raúl Haya de la Torre,
León Trotsky, los exiliados españoles y de Europa del este en los 30s, Jacobo
Árbenz, los de las dictaduras militares de los 70s en Argentina, Chile y
Uruguay, son solo algunos de los casos en que México abrió sus fronteras y sus
brazos. López Obrador reivindica una tradición histórica que nos llena de
orgullo a la mayoría de los mexicanos (obviamente no a la derecha más
conservadora), con este apoyo humanitario ante la barbarie de un militarismo
religioso que está pecando de violencia y un revanchismo exacerbado.
Este martes la OEA ha convocado a una reunión para tratar la
situación en Bolivia. Ante su preocupante actuación en las últimas semanas
(meses diría yo) sería deseable que Luis Almagro rindiera un amplio informe a
los países integrantes, ya que parece que sigue una hoja de ruta que defiende
los intereses particulares de Washington y no hay una neutralidad responsable
que contribuya a la región en su conjunto.
Tal vez sea momento de empujar mucho más a la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que pudiera representar mejor los
intereses de Latinoamérica y cuya Presidencia pro tempore recaerá por primera
vez en México a partir de 2020. Esta designación fue hecha por unanimidad
semanas atrás conscientes del papel que México está jugando en la región
gracias al liderazgo de López Obrador. El asilo a Evo le ha dado la razón
muy pronto a quienes comparten esta visión. Habrá que ver también cuál será el
peso real del Grupo de Puebla, asociación progresista latinoamericana creada en
julio de este año.
Por lo pronto, ¡bienvenido a México, Evo!
Ojalá tu estancia solo sea temporal para que puedas regresar pronto y más
fuerte a tu patria.
Las declaraciones y opiniones expresadas en
este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan
necesariamente el punto de vista de RT.
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