La calumnia
Por Yndamiro Restano
La calumnia es una mano fina que va estrangulando al calumniado poco a poco. Por supuesto, después de la calumnia viene el crimen, la descalificación o la condena al ostracismo. El calumniador por su parte exhibe las medallas en su pecho por el trabajo de orfebre que realizó para destruir una persona. El aparato de poder lo premia y la envidia se rie de manera macabra frente a la tumba del calumniado. De cualquier manera, el calumniador salió a la palestra pisando el cadaver del calumniado. Hoy el calumniado es Alberto Pujol, albertico como lo conoce el pueblo de Cuba mientras que el calumniador es el abogado Loret de Mola. Qué pena por el calumniador porque además lo que ha hecho el abogado no alcanza ni la categoría de calumnia sino de chisme barato. Si porque en la maldad hay de todo: Hay malvados vulgares y los hay con guante de seda. Loret de Mola se ha comportado como los primeros. Por eso, su calumnia no va a prosperar porque es una maldad sin talento, un chisme que no alcanza la categoría de calumnia.
Que pena por Loret de Mola. Que Gloria para Albertico, que la envidia y la maledicencia le acechan. El fuego homicida de la maldad vuelve diamante la personalidad de los buenos. Yo recuerdo que cuando me expulsaron de Radio Rebelde, me subí en una guagua que iba para las playas del este. Yo estaba triste y era el atardecer. Entonces, salí del omnibus y me pare frente al mar y todo se volvió un alumbramiento. El golpe me dió la clave: el sufrimiento lo produce el tiempo. El chisme de Loret de Mola contra Albertico Pujol nació en el tiempo y morirá en el tiempo. La obra artística de Albertico Pujol se ha quedado fluyendo por lo eterno.
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