Por: ELIGIO DAMAS
Aporrea., 23-08-18
He leído con la debida atención las declaraciones de Reinaldo Iturriza, figura muy importante, tanto que estuvo durante un tiempo al frente de un Ministerio al cual Chávez le dio enorme importancia estratégica. El uso del pasado atiende exclusivamente a la necesidad de ser objetivo. Fue el ex presidente quien dijo “Comuna o nada”. No nos corresponde a nosotros en este espacio, dilucidar la pertinencia o no de aquella sentencia. Menos juzgar ahora si en el tiempo transcurrido, desde su dolorosa muerte, hasta ahora, sus herederos han sido consecuentes con aquella demanda. Nuestra intención es hallar pertinencia y coherencia en los juicios que emitió Iturriza, en virtud que ellos tienen para nosotros suma importancia. Aunque también me guía, quizás por eso de la edad y las responsabilidades, el deseo que en el espacio que Iturriza llama “chavismo”, se desate una serena y detenida discusión sobre los temas referidos.
Comenzaré por resaltar como el entrevistado encuentra, en ese universo, “relaciones decontinuidad con la cultura política adeca: clientelar, fundada en la lógica de la representación, relegando a las clases populares a un rol subordinado, "participando" a través de formas tradicionales de la política (partidos, sindicatos, etc.), privilegiando el corporativismo.”
Pero todavía se atreve a aseverar que “Las líneas de fuerza más conservadoras del chavismo se sienten muy cómodas repitiendo estas mismas prácticas, pero” complementa “eso no es lo que define la naturaleza del chavismo.” Afirmación esta última que compartimos absolutamente y en parte justifica este trabajo.
No cabe duda que Iturriza está denunciando a grupos que imponen en el chavismo aquellas prácticas “adecas” que vienen del pasado y son propias y usuales de la derecha. Eso, lo ha dicho Iturriza, no está en la naturaleza del chavismo. Admite lo que antes otros, como quien esto escribe, han expuesto, que dentro del “chavismo”, aunque prefiero decir Psuv, se ha optado por privilegiar la cooptación, resultado de los acuerdos entre las cúpulas para repartirse el poder y enajenar el derecho de la gente, la militancia, en este caso específico y hasta más allá de ella, para disponer lo que le concierne, como escoger, todas las autoridades del partido. Pues como dice, se relega al movimiento popular a un rol de “subordinado”. Pero hay algo que llama la atención y que debemos tomar en cuenta a la hora de hacer un balance, como que le da poco valor y pertinencia al partido. Además, por lo que veremos al llegar al final, pareciera no haber identificado exactamente quienes componen esas “fuerzas conservadores”, tanto como para aparecer convalidando lo que una de ellas hace.
Pero después de haber dicho lo anterior, al definir un aspecto de ese universo del cual habla, sostiene que “ Lo que hay de novedoso en el chavismo es precisamente todo lo que rompe con la vieja cultura, pariendo una nueva: el sujeto chavista es fundamentalmente esa parte mayoritaria de la sociedad venezolana que fue invisibilizada históricamente, mantenida al margen, que siente una profunda desconfianza en las formas tradicionales de organización, que le apuesta a la lógica de la participación directa, a los espacios de autogobierno. El desconocimiento de esto último suscita equívocos de todo tipo respecto a la revolución bolivariana.”
Además de las prácticas adecas, Iturriza reconoce que “el Chavismo”, hablando de la gente del pueblo, es contrario a ellas y partidario de “la lógica de la participación directa”. Y admite que el “desconocimiento” de esta “lógica”, genera en el chavismo un mar de confusiones. Él habló de “equívocos”, preferí usar la palabra confusión, en plural, aunque pudiera aplicarse en este caso otras como inconformidad, divisionismo hasta la muy habitual de marginar a quien no se amolde “al desconocimiento”, por parte de “de las líneas de fuerzas más conservadoras del chavismo”, para decirlo con palabras suyas. Iturriza, pareciera creer que el pueblo “chavista” privilegia y demanda conductas contrarias a la de esas “líneas de fuerza”. Pese, por ser como en exceso reticente, a esta altura de mi vida, por razones que no cabe dilucidar aquí, no me satisface la connotación de “chavista”, en virtud que es como muy limitante y hasta excluyente, admito que comparto en buena medida, lo que parece ser su reclamo. Pues debe quedar claro que no son solo demandas del“chavismo”, sino también de Iturriza.
Pero pese a lo anterior, hallamos como una contradicción, para decir lo menos, que luego haya sostenido: “En primer lugar, considero un acierto que el IV Congreso del PSUV haya decidido ratificar a Nicolás Maduro como presidente del partido.”
Para él parece como muy lúcido y obvio que “La unidad del chavismo se hará reconociendo el liderazgo del Presidente, no al contrario”.
El mismo Iturriza admite que el liderazgo que alcanzó Chávez fue el resultado de un proceso largo que ubica hasta antes del “Caracazo” y el alzamiento del 4 de febrero, en el sentido que el pueblo había buscado una vía y un conductor y lo halló a él en el camino. Es cierto que, como dijese Earle Herrera a José Vicente el domingo pasado, la permanencia del gobierno, pese todo lo que en su contra se ha hecho, es “por culpa de Chávez”. Pero parece inadmisible se piense que esa noche que se despedía para ir a Cuba en un intento de salvar la vida, ante aquella trágica “situación sobrevenida” en la cual llamó a votar por Maduro ante un hecho habría de ser emergente y corto plazo, estaba trasmitiendo su liderazgo en herencia. Si eso hubiese sido verdad, tanto como que todos los sectores del chavismo eso reconocen, no tendría justificación ni siquiera las declaraciones de Iturriza y menos su negativa a admitir que este escoja los demás miembros de la dirección nacional.
Es más, él mismo se desdice, cuando reconoce que “Con más frecuencia de lo recomendable, la clase política chavista decide no prestar atención al profundo descontento popular con la clase política en general, chavista y antichavista, a la que considera desconectada de la realidad, sin conocimiento real de los problemas que debe afrontar día a día la población.
Pero intenta justificar su posición llamando sólo a “la renovación del liderazgo del partido.” Pese que antes como dijimos le dio poca pertinencia al partido por ser unas de “las formas tradicionales que se han usado para “subordinar” al pueblo. Y el presidente del partido, según su criterio, corresponde a un liderazgo que está “conectado con la realidad”, para decirlo con sus propias palabras. Es decir, para él, Maduro es otra cosa.
Según opina, lo mejor “hubiera sido apelar a las bases, jugársela con las bases. No estoy de acuerdo en lo absoluto con aquello de que más democracia genera desunión”. Para él “Es un argumento falaz” y agrega que “Crisis de mediación política que debe ser encarada, con valentía y audacia.
Uturriza parece haber abordado el problema a medias, porque se estancó en la idea que Maduro heredó a Chávez, como se da dado en otros procesos, muy cuestionados por lo de personalismo y estalinismo que hay en ellos. Para él, toda su argumentación relativa al protagonismo popular y chavista, llega hasta los límites donde se roza el poder del ahora presidente. Y lo dice con un argumento que pareciera ser como demasiado indelicado con respecto a quienes ve como adversarios dentro del chavismo y el gobierno, pues asegura que “Ya hemos tenido demasiado de estos políticos de rango medio y alto que exigen al pueblo sacrificios que ellos mismos no están dispuestos a hacer, valiéndose, al contrario, de las posiciones que ocupan”. Creo se refiere a personajes de carne y hueso a quienes se niega a renovarle el liderazgo, como si esos fuesen los únicos y determinantemente responsables de lo que le incomoda.
Pareciera obvio que Iturriza “pudiera” no aspirar haber llegado a la presidencia del partido, pero sí a la dirección nacional a través de los votos que pudiera prestarle alguien, mediante esas negociaciones típicas del pasado o de “la cultura adeca”. Que, como él mismo dice, “es el típico posicionamiento de quienes idealizan las relaciones de poder”.
Para el ex ministro de comunas, no parece importante y puntual someter el cargo de presidente del partido a la libre elección de la militancia, sino “un gesto democrático que “generadesunión”. ¿Por qué no ver esta alternativa como un reconocimiento del liderazgo del elegido?
¿Por qué Iturriza no hace mención que lo que repudia, la típica “cultura adeca”, que niega al pueblo el protagonismo, cuando un congreso no sólo secuestra el derecho de la militancia, al chavismo todo, de escoger su liderazgo, empezando por el presidente, porque, como el mismo admite, “más democracia no genera desunión? ¿Por qué no rechaza ese Congreso se haya excedido también en darle al presidente las facultades que corresponden a la militancia toda de escoger su dirigencia? ¿Por qué no demanda al presidente renuncie a esa facultad por exceso de “celo unitario” de los congresistas y todas las razones que dio en sus declaraciones?
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