ELIGIO DAMAS
Esta mañana leí la noticia según la cual, en República Dominicana, representantes del gobierno, entre ellos Delcy Rodríguez, Jorge Rodríguez y Elías Jaua, se habían reunido con una representación opositora, integrada por Alfonso Marquina, Luis Aquiles y Timoteo Zambrano para abrirle cauces al diálogo y asumir que esta no es una mala palabra sino una forma de hacer política sin entre matarse, sobre todo habiendo de por medio tantos intereses comunes. El diálogo está más que justificado si se observa que entre planes opositores y el hacer del gobierno, aparte del discurso en veces como calcado de jornadas épicas, no hay grandes diferencias.
Pareciera ser esta escala resultado de la iniciativa tomada por los ex presidentes Ernesto Samper, Omar Torrijos, Leonel Fernández y José Luis Rodríguez Zapatero. No me cabe duda que la mayoría de los venezolanos apuestan a favor de esta jornada. Contra ella sólo pudieran estar quienes sobreponen intereses subalternos y aspiraciones personales desmedidas. Sobre todo, cómo que si repito, en esta pugna la mayoría nacional parece “no verle el queso a la tostada”.
Al conocerse la noticia, Jesús “Chúo” Torrealba, algo así como coordinador de la MUD, cargo complicado y en buena medida ineficiente, porque coordinar allí es más difícil que “matar un burro a pellizcos”, salió apresurado a desmentir aquello. Para eso, dijo que una representación de la MUD había ido a la isla antillana, “no a reunirse con gente del gobierno, sino con los ex presidentes antes nombrados”. Para él, ellos iban allí con unas propuestas, las cuales desgranó, en lo que no faltó lo de “libertad a los presos políticos”. Pero más nada. Menos eso de reunirse con gente del gobierno. Para “Chúo”, según entendí no hay nada que hablar con ese sector, simplemente allí están sus peticiones, algo así como un tómalo o déjalo. Sentí que él, por la manera de abordar el asunto y lo que aspira, no está ganado para empezar a conversar sino romper el diálogo mucho antes de iniciarlo. Entonces, en el criterio singular y diminuto del personaje, los facilitadores, todos ex presidentes, sólo serían unos lleva y trae al servicio suyo, de Chúo la brillante cabeza opositora.
“Llévenle al gobierno esto, díganle que fuera de eso nada tengo por hablar y aquí espero que traigan la respuesta ya”. Así, de esa manera, como quien está peleado con la mujer, asume Chúo asunto de tanta envergadura.
Después que “Chúo” habló y puso sus condiciones, de las cuales no espera ningún retruque, pues cree que el gobierno está agotado, perdida todas sus fuerzas y no tiene más nada que hacer sino entregarse, lo hizo desde Dominicana la Canciller de Venezuela, participante en aquellas conversaciones. Según esta, en declaraciones para Telesur, la reunión se produjo. Y pareciera por lo poco que se sabe, empezó como es natural, cosa que el “Chúo” no concibe, por explorar los espacios para emprender lo que será, como todos sabemos, una marcha tortuosa por caminos hasta plagados de minas, sobre todo porque habiendo diálogo que esperamos fructíferos, habrá especies no aptas para subsistir. De estas Torrealba es una muestra muy “fresca”.
Es decir, lo que “Chúo” dijo que no hubo, si lo hubo. Estando de por medio gente experta en estos menesteres y, como bien se sabe, para que todo diálogo fluya es normal que las dos partes se acerquen, hasta con comedimiento y acuerden conversar. Esto es lo inicial y no lo que quiere Chúo, pues, lo que él quiere, según su actitud como comandante vencedor en medio del campo de batalla, es que el proceso ni siquiera comience; por eso su metodología es al revés, empezar por las conclusiones que añora. Comience para no ponerse de acuerdo en nada. Por eso dice que desde ya el gobierno no tiene otra opción que aceptar o darle visto bueno a lo que a él se le ocurre. Y no es así. Lo primero es acordarse en conversar y otros asuntos pertinentes. Lo otro, que es de vital interés, viene después. Pues para dialogar se necesitan dos y lo que Chúo quiere más parece un monólogo. Que el gobierno y los facilitadores escuchen lo que él quiere y aquél, sin condiciones porque no tiene opción, le complazca. Vean pues, como dije antes, los facilitadores sólo serían unos mandaderos. Para “Chúo” lo de Dominicana no sería el prolegómeno de un diálogo sino la elaboración de un acta de rendimiento y entrega.
Si hubo reunión “tete á tete” o no, entre representantes de la oposición y gobierno, que no es lo fundamental, hay una voluntad de acercamiento y ella no puede ser perturbada adelantándose o apurando los tiempos. Lo primero es lo primero y este es acordar reunirse, elaborar una agenda de trabajo y establecer la voluntad de buscar acuerdos mínimos.
Entonces, para dialogar es necesario, en primer término, que las partes admitan la necesidad de hacerlo y ponerse de acuerdo sobre asuntos de forma y fondo, sin entrar al “rompe” en lo específico. También es indispensable que los dialogantes, sobre todo en la Venezuela de hoy, tengan claridad de las dificultades y lo laborioso que debe ser el proceso.
Por supuesto, quienes abordan el asunto como el “Chúo”, de manera pedestre, rugosa, no quieren diálogo porque podría terminar con su carrera o simplemente no están a la altura que demandan las circunstancias y el interés nacional que empieza porque los venezolanos no quieren destruirse mutuamente.
Por eso, para que haya diálogo, debe empezarse por donde según la Canciller ha empezado, en el acercamiento de las partes, en el medio de ellas los facilitadores y un acuerdo para continuar reuniéndose, hablando y luego comenzar a sacar conclusiones.
Creo que el “Chúo”, debería cerciorarse con quien le plazca, entre quienes han manejado las conversaciones de paz en Colombia, para que aprenda que eso no es de la manera que él lo concibe. Este no es un asunto de guapos, sino de gente llena de buena fe que ponga en primer plano los intereses colectivos. En este asunto, bien cabe, aquel lugar común, de hilar fino. Quien tiene las manos torpes y hasta entumecidas lo que hace es romper cada pespunte.
Mencionaré otra vez, ya lo he hecho en otros trabajos, habiendo en Venezuela una “guerra a muerte”, donde no se respetaban los derechos de las gentes y especialmente de los prisioneros, se inició aquella jornada que pese el torpedear de tipos como Torrealba, de lado y lado, el odio y las cuentas guardadas, se pudo firmar el “Tratado de Regularización de la Guerra” porque pesó más la buena fe, humanismo, paciencia y desinterés personal de los diplomáticos.
Para que haya diálogo deben sentarse los dos factores discrepantes e ir poniendo en la mesa lo que sea menester en el orden correspondiente. Para que haya diálogo, gobierno y oposición, deben deshacerse de tipos como el “Chúo”. Pues sus declaraciones parecieran destinadas a sabotear el diálogo antes del inicio.
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 5/29/2016 05:38:00 p. m.
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