lunes, 30 de marzo de 2015
HILTON NADA QUE RECLAMAR
Date: Sun, Mar 29, 2015 9:42 pm
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Hilton: nada que reclamar
Ciro Bianchi Ross * digital@juventudrebelde.cu
28 de
Marzo del 2015 22:19:27 CDT
La visita de Paris Hilton a Cuba, con motivo del
Festival del Habano,
transcurrió con la resonancia que era de esperar. La
heredera de una
de las grandes cadenas hoteleras del mundo no limitó su
estancia solo
a La Habana, sino que estuvo también en Soroa y en Cayo Largo, y
en
todas partes admiró a los que la trataron por su sencillez y
desenfado. En
Varadero, donde también estuvo, se robó el show del
cabaret del hotel
Internacional cuando subió al escenario, agarró una
tumbadora y acompañó a la
orquesta antes de ponerse a bailar y
disputarles así el papel a bailarinas y
figurantes.
La compañía Hilton fue fundada por Conrad Hilton, el abuelo de
Paris,
en 1919, y manejaba en 1958 un capital de 196 millones de
dólares.
Algunos de los hoteles que operaba eran propiedad de la cadena,
otros
los operaba bajo contrato de administración. Conrad había estado
casado
con la actriz norteamericana Zsa Zsa Gabor y había sido suegro
de la también
actriz Elizabeth Taylor. Tenía entre sus propiedades los
hoteles Waldorf
Astoria, Stevens y Plaza, de Nueva York, la cadena
Statler y el hotel
Castellana, de Madrid.
Se dice que la Hilton reclamaría a Cuba el hotel que fue
de su
familia. En verdad, desconoce el escribidor si fue una afirmación de
la
rica, bella y explosiva heredera, o se la atribuyó algún periodista
despistado.
El caso es que esa empresa nada tiene que exigir a Cuba,
porque el hotel Habana
Libre, llamado originalmente Habana Hilton, fue
operado bajo arrendamiento por
la cadena, pero nunca lo tuvo en
propiedad.
El Habana Libre fue siempre
cubano. Lo es y lo seguirá siendo.
Negociaciones
La construcción del hotel
situado en la manzana enmarcada por las
calles L, 23, 25 y M, en el Vedado
--una de las zonas más codiciadas de
La Habana--, fue fruto de un largo
proceso. La negociación la llevó
adelante el doctor Mario Lazo, del Bufete
Lazo-Cubas, instalado en el
noveno piso del edificio Motor Center, en 23 e
Infanta, donde radica
desde hace muchos años el Ministerio de Comercio
Exterior. El abogado
tomó como base el contrato que en 1948 suscribió la cadena
Hilton con
el Gobierno de Puerto Rico para la construcción de un hotel.
Mediante
ese acuerdo, la Hilton administraría el hotel construido por
el
Gobierno puertorriqueño, que retendría su propiedad y al que
entregaría las
dos terceras partes de las ganancias.
Lazo logró que la Hilton se interesara en
el negocio, pero no pudo
entusiasmar en el asunto al Gobierno cubano. Nada
consiguió tampoco
con organismos autónomos ni con la Caja del Retiro Azucarero.
En eso
apareció la Caja de Retiro y Asistencia Social de los
Trabajadores
Gastronómicos que, con sus depósitos y los préstamos que obtuviera
de
la banca paraestatal, financiaría el proyecto. La Caja la
presidiría
Francisco Aguirre Vidaurreta, ministro del Trabajo en tiempos
del
presidente Grau, ex representante a la Cámara y propietario
del
restaurante Kasalta. El dictador Fulgencio Batista le dio su
apoyo
inmediato y calorizó el empeño. Era ya el mes de junio de 1953, y
el
doctor Jorge Cubas, copropietario del bufete, obtendría que The
Trust
Company of Cuba financiara la inversión. La construcción
recibió
asimismo préstamos del Banco para el Desarrollo Económico
Social
(Bandes) y del Banco para el Fomento Agrícola e Industrial de
Cuba
(Banfaic) --los dos empresas paraestatales.
Inicialmente se calculó que
el costo de las obras ascendería a más de
21 millones de pesos. Fue finalmente
de 24 millones. La Frederick
Snare Corporation asumió la construcción, y la
firma de arquitectos
Arroyo y Menéndez se hizo cargo de su dirección
facultativa.
El hotel tuvo dos inauguraciones. Una, informal, el 19 de marzo
de
1958, con la presencia de 300 invitados extranjeros, entre ellos
estrellas
de Hollywood, como Esther Williams y Ann Miller. Y otra,
oficial, tres días
después, a la que asistió Martha Fernández, Primera
Dama de la República.
Batista no se portó por el hotel en ninguna de
las dos ocasiones, pero se
apresuró a recibir a Conrad Hilton en
Palacio.
Cubanos y no
Otros hoteles
se construyeron e inauguraron en La Habana de aquellos años 50.
En 1957 abría
sus puertas el hotel residencial Rosita de Hornedo,
propiedad del senador
liberal Alfredo Hornedo y Suárez, dueño además
de los periódicos El País y
Excélsior, y del Mercado Único de La
Habana. Bautizó esta instalación de 172
apartamentos y dos pent-house
con el nombre de su segunda esposa, Rosita
Almanza, y la hizo
construir aledaña a otras de sus propiedades en la zona: el
teatro
Blanquita, actual Karl Marx, y el balneario Casino Deportivo,
hoy
círculo social Cristino Naranjo.
Otro hotel de la época es el Capri, con
18 pisos y 217 habitaciones,
inaugurado el 1ro. de diciembre de 1957. Era
propiedad de Jaime
Canavés, catalán avecindado en La Habana desde 1913 y
propietario de
la compañía constructora que llevaba su nombre, encargada de
la
construcción del edificio. Canavés arrendó el hotel, por 20 años, a
la
compañía hotelera Sheppard S. A. Era dueña de los hoteles Ponce de
León y
Leamington, ambos en Miami. Sheppard pagaría por el arriendo
del Capri 210 000
pesos anuales.
En 1958 se inauguraba el hotel Flamingo (72 habitaciones),
construido
igualmente con capital cubano a un costo de 700 000 pesos. También
con
capital cubano --más de un millón de pesos-- se edificó, en 1952, el
hotel
Copacabana (124 habitaciones), el único, aparte del hotel
Comodoro, que era
también club privado para asociados. El hotel Vedado
--120 habitaciones en una
inversión de millón y medio de pesos-- es
también cubano, como lo es el hotel
Bruzón --150 000 pesos.
Batista era el propietario principal del hotel Colony,
en Isla de
Pinos, inaugurado en la noche del 31 de diciembre de 1958.
El
Internacional, de Varadero, construido con capital norteamericano en
1949,
fue adquirido por un grupo de firmas cubanas en 1956. El hotel
Jagua, en la
ciudad de Cienfuegos, con seis pisos, no se inauguró
hasta 1959. Era propiedad
de José López Vilaboy, beneficiario y
testaferro de Batista y de la familia
dueña del Palacio de Valle, en
dicha localidad.
A diferencia de los
anteriores, el hotel Riviera se construyó con
capital extranjero, aportado, en
específico, por representantes de la
mafia siciliano-norteamericana, aunque
funcionarios del Gobierno de
Batista respaldaron la operación. Con 21 pisos y
368 habitaciones
--solo superado por el Habana Hilton-- se inauguró el 10 de
diciembre de
1957 con la presencia del cardenal Manuel Arteaga, que lo
bendijo;
Rafael Guas Inclán, vicepresidente de la República; Justo Luis
del
Pozo, alcalde de La Habana, y no pocos ministros del Gobierno. Fue
una
inversión de 12 millones de pesos, y el terreno donde se edificó
requirió
el pago de 1 253 000 pesos. Sus propietarios tenían en mente
la construcción de
otro hotel con el nombre de Mónaco.
Quién es quién
Nicolás Arroyo Márquez y
Gabriela Menéndez, arquitectos facultativos
en la construcción del hotel Habana
Hilton, eran una distinguida
pareja de profesionales con estudio y oficina en
la esquina de Quinta
Avenida y 72, en Miramar. Junto con el general Roberto
Fernández
Miranda, director general de Deportes y cuñadísimo de Batista,
Arroyo
era propietario de Construcciones Codeco, que asumía por encargo
obras
del Gobierno batistiano.
Fue el arquitecto de la ampliación del reparto
Biltmore y de la
prolongación de la Quinta Avenida. También, entre otras obras,
del
colegio Ruston, del Teatro Nacional, de la Plaza Cívica (de
la
Revolución), de dispensarios médicos para la infancia y para
la
rehabilitación de inválidos, y del Hospital Naval 10 de Marzo.
Ministro de
Obras Públicas de Batista, fue el último embajador de la
dictadura en EE.UU.,
ocasión que aprovechó para mejorar el edificio de
la sede diplomática. En
efecto, en los archivos históricos de
Washington, el número 2630 de la calle 16
figura como <> de la
ciudad; un edificio
<>.
Según los escasos
datos preservados, la Embajada de Cuba, actual
Sección de Intereses en
Washington, se edificó en 1917 como residencia
del embajador Carlos Manuel de
Céspedes, hijo del Padre de la Patria.
Nicolás Arroyo la retocaría. Pese a lo
fugaz de su estancia, alcanzó a
decorar la casa con tantas antigüedades que la
revista The Diplomat la
calificó <>.
Mario Kuchilán, en los Fabularios que hace ya muchos
años dio a
conocer en esta misma página y que llevaría luego a libro, decía, y
él
sabría por qué, que Mario Lazo, del Bufete Lazo y Cubas, era el
principal
agente de la CIA en la Isla. Al menos, estaba más enterado
de las decisiones de
Washington con respecto a Batista que el propio
embajador y no era raro, sobre
todo ya al final del batistato, que le
dijera al diplomático por dónde iba la
cosa.
Lazo y Cubas representaban en la Isla los intereses de la United
Fruit
Sugar Company. Su bufete representó a Estados Unidos durante la
II
Guerra Mundial y negoció entonces la instalación de la planta de
níquel de
Nicaro y después la de Moa, y la base aérea de San Antonio.
Eran los consejeros
legales de la Cámara de Comercio Americana de
Cuba, que agrupaba 180 firmas
estadounidenses establecidas en el país.
Trabajaban para ellos 35 abogados y
casi 80 empleados.
Francisco Aguirre Vidaurreta --quien, como ya dijimos, era
presidente
de la Caja de Retiro y Asistencia Social de los
Trabajadores
Gastronómicos, la que sufragó la construcción del actual Habana
Libre--
fue detenido en los primeros días de enero del 59, por sus
vínculos
con la dictadura batistiana y el sindicalismo amarillo. Con el
ánimo
de buscar refugio en una embajada, salió de su casa, una
madrugada,
acostado en el piso de un automóvil, entre el asiento delantero y
el
trasero. Los milicianos que lo buscaban le echaron el guante.
Un millón
por el casino
En un inicio se quiso construir el hotel en la manzana
comprendida
entre las calles Prado, Trocadero, Ánimas y Zulueta. Para
emplazarlo
donde en definitiva se hizo, hubo que romper la resistencia de
Laura
Bertinni, viuda del ya aludido Carlos Manuel de Céspedes, a abandonar
su
casa de 23 y M. Para que lo hiciera, recibió una pequeña fortuna.
Santos
Trafficante controlaba los casinos de juego del cabaret Sans
Souci y de los
hoteles Comodoro y Capri. Meyer Lansky operaba el
casino del hotel Riviera,
quizá el más lujoso de todos los existentes
en La Habana. En el Habana Hilton
los hermanos Roberto y Mario
Mendoza, en sociedad con Clifford Jones, ex
gobernador adjunto de
Nevada, pagaron, en enero de 1959, un millón de dólares
por la
concesión del casino con tal de que no cayera en manos de Joe Barbera
y
Frank Erickson, acusados del asesinato de Albert Anastasia en Nueva
York.
Anastasia fue fulminado por las rivalidades de las familias
mafiosas en disputa
por el control del juego en La Habana.
Ya para entonces, la Caja de Retiro y
Asistencia Social de los
Trabajadores Gastronómicos, dueña del hotel, lo había
arrendado a la
hotelera Hilton por 20 años, a razón de las dos terceras partes
de las
utilidades brutas de la operación, las que en caso de que no llegaran
a
250 000 pesos anuales se rebajarían de las utilidades del
arrendamiento.
(Con
informac
--
Ciro Bianchi
Ross
cbianchi@enet.cu
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http://cbianchiross.blogia.com/
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