lunes, 26 de enero de 2015
"EL CAMAJAN"( primera parte )
"El Camaján", libro de los autores Arleen Rodríguez Derivet y Lázaro Barredo Medina
Con la presentación este 18 de agosto en La Habana del libro “El Camaján”, de los periodistas Arleen Rodríguez y Lázaro Barredo, ha quedado al desnudo la verdadera historia de Elizardo Sánchez Santa Cruz-Pacheco, otro de los llamados opositores que han hecho de la disidencia un medio de vida en Cuba.
Todo libro tiene habitualmente en su inicio
un prólogo, una presentación, una introducción...
pero en este caso haremos
una excepción de la regla.
La historia que este libro pone a la consideración
del lector, se explica por sí sola.
No obstante, si alguien creyera que es
obligatorio cumplir con ese requisito, le
recomendamos leer las páginas que vienen
a continuación en: “Doble juego”.
Los autores
Índice
Doble juego. Primera parte
No hay humo sin fuego
Nace una estrella
El cartero siempre llama dos veces
Hombre de “familia”
Testimonio documental y gráfico
Carlos Alberto Montaner
Francisco José (Pepe) Hernández Calvo
Ricardo Bofill Pagés
Hubert Matos Benítez
Nelsy Ignacio Castro Matos
Fundación Nacional Cubano Americano (FNCA)
Domingo Moreira (padre)
Domingo R. Moreira (hijo)
Andrés Nazario Sargen
Entre pillos anda el juego
El padrino
La conexión europea
La dolce vitta
Testimonio documental y gráfico
Frank Calzón
Frank Hernández Trujillo
Misión imposible
Fantomas se desenmascara
Testimonio documental y gráfico
Doble juego. Segunda parte
“El gladiador”
Testimonio documental y gráfico
Otto Reich
Joe García
Sánchez, no te enganches
Doble juego. Primera parte
Es la mañana de un día cualquiera de 1997. En su oficina de Villa
Marista, sede de la Dirección General de la Contrainteligencia
cubana (DGCI), el jefe de un departamento, da instrucciones a
uno de sus oficiales operativos:
—Esta tarde tengo un importante contacto con el agente
Juana. Quiero que estés listo a las 16:00 horas para que me
acompañes, porque de ahora en adelante te vas a hacer
cargo de la S.O. [situación operativa] de este caso, que tiene
bastante complejidad— informa el Jefe al oficial subordinado,
quien inmediatamente se interesa por los detalles.
—Sería conveniente —dice— que me facilitara el expediente
para estudiar el caso y prepararme para el encuentro...
El Oficial superior esboza una pícara sonrisa…
—No, no quiero que veas el expediente todavía. Solo te puedo
adelantar que ya tú conoces a esa persona que vamos a
ver—contesta el Jefe con sorna, disfrutando de antemano la
escena que imagina para esa tarde.
Horas después, los dos oficiales conversan, a la sombra
de los árboles del parque capitalino de 30 y 31, en el municipio
de Playa, cuando el oficial operativo ve avanzar hacia ellos a
una persona conocida.
Mira a su Jefe, que sostiene una jodedora sonrisa y todavía
sin dar crédito a lo que está viendo, pregunta en voz baja:
—¿Y ese es el agente…?
Quien se aproxima para el contacto de contrainteligencia es
un personaje magnificado por la propaganda e inflado de manera
singular por ciertos políticos en el exterior.
El agente Juana para la seguridad cubana, no es una mujer,
sino un hombre. Es, nada más y nada menos, que el connotado
“disidente” Elizardo Sánchez Santa Cruz-Pacheco…
No hay humo sin fuego
Esta historia, que parece cosa de novela, pero es absolutamente
fiel a los hechos reales, corre el riesgo de no ser totalmente comprendida
por los cubanos nacidos después de 1959, si antes no
decimos qué cosa es un camaján, especie política hace mucho
tiempo en desuso, aunque alguna vez fue dueña y señora de la
vida nacional.
Según el diccionario de cubanismos de Argelio Santiesteban,
el camaján es “un vividor en sentido peyorativo”. El adjetivo, originalmente
asociado a la desprestigiada politiquería rural, se inventó
para señalar mordazmente a quienes trataban de sacarle
el mayor placer a la vida con la menor cuota posible de trabajo y
sacrificio. Hablando mucho y haciendo nada.
La república mediatizada sufrió tanto de ese mal, que seguramente
la Revolución se hizo, además, para barrerlos de la escena
cubana. Y el camaján político se fue extinguiendo en la misma
medida en que el pueblo se liberaba, por la cultura de un
sistema donde el esfuerzo es la única fuente legítima de reconocimiento
social.
Parecía que de los camajanes solo quedaba el apelativo en
la memoria de los mayores. Pero algunos resucitaron tan pronto
apareció la primera donación extranjera para vividores cubanos.
De conocer profundamente a esa especie por el hábito de tratarla,
debe haber nacido en los compradores la convicción de que
los camajanes de la vieja política cubana, ya en extinción, podrían
reaparecer al soltarse las monedas imperiales. Y así fue. Particularmente
a partir de la década del 80 del pasado siglo.
Todos los gobiernos de Estados Unidos han intentado destruir
violentamente el proceso de profundas transformaciones que hace
más de cuatro décadas y de manera soberana, se dio a sí mismo el
pueblo cubano. Todos, de una manera u otra, se han empeñado
también en “fabricar” una oposición interna que permita
camuflajear la guerra permanente contra la isla detrás de las ya
desgastadas banderas de la libertad y la democracia. Pero la
llamada era Reagan marca una escalada.
Con el ascenso al poder del viejo cowboy de Hollywood y la
ultraderecha estadounidense a principios de los 80, se profundiza
la política anticubana de aislamiento político y estrangulamiento económico,
de agresiones armadas, de promoción a la subversión
interna y de continuidad de las acciones terroristas contra la Revolución,
concebidas, financiadas y apoyadas por todas las administraciones
anteriores. También se prioriza la fabricación de organizaciones
subversivas.
Bajo esa estrategia nace la Fundación Nacional Cubano
Americana (FNCA), de raíz terrorista y rostro lobbista, que terminó
por consolidarse como la organización hegemónica de la contrarrevolución
en Miami. Y se comienza a trabajar intensamente
en la creación de la quinta columna contrarrevolucionaria.
La Directiva de Seguridad Nacional No. 77 de 1983 del gobierno
de Reagan, más conocida como Proyecto Democracia,
definió que “el objetivo es desarrollar presiones públicas contra
Cuba” y delineó la estrategia de desgaste de la Revolución con
procesos de fabricación de una “oposición” interna.
Tras ese objetivo creció, de manera sustancial, el monto de
los recursos financieros que las agencias norteamericanas encargadas
de fomentar la subversión y la contrarrevolución en el mundo
dedicaban a las acciones encubiertas contra la isla. Y comenzó
la búsqueda de lumpens, oportunistas y camajanes, anticomunistas
furibundos; posibles mercenarios todos por sus tendencias
anexionistas y contrarrevolucionarias y por la predisposición a vender
sus servicios a quien estuviera dispuesto a pagarlos.
Otra de las direcciones principales del Proyecto Democracia
fue estimular la localización y agrupación de individuos
con un pasado junto a la Revolución que pudieran considerarse
frustrados, resentidos o descontentos, por simple oportunismo
o cobardía ante situaciones de real riesgo para el país.
Ese objetivo se intensificaría ante la progresiva crisis política
en la URSS y otras naciones socialistas, en la creencia de que
estaba cercano el fin de la Revolución. La idea era que los
antiguos partidarios y defensores del proceso revolucionario
engrosaran la desgastada reserva de la contrarrevolución, completamente
desmoralizada por su historial terrorista y su alianza
nada discreta con la mafia de Miami.
Desde posiciones profundamente cuestionadoras de la estrategia
revolucionaria frente a todos los desafíos, los nuevos
reclutados comenzaron a cumplir las instrucciones de agruparse
en torno al discurso aparentemente apolítico de los derechos
humanos y se prestaron a la intensa campaña internacional
de los sectores más conservadores de la derecha, con el
fin de desarticular el creciente movimiento de solidaridad con
Cuba y confundir a las fuerzas progresistas a partir de una
magnificación de la labor mercenaria.
Así se fabricó la “oposición” virtual a la Revolución dentro
de Cuba. Sin ningún nexo con el entramado social y la realidad
del país, el germen debuta en la década del 80 del pasado
siglo, con los primeros grupúsculos de apátridas, sostenidos
con ingresos de agencias federales de Estados Unidos y otras
vías creadas o promovidas por el gobierno norteamericano y
sus principales aliados.
A diferencia del anterior programa de subversión acometido
hasta entonces por la Agencia Central de Inteligencia desde su
estación JM/WAVE* en Miami, la nueva oposición no será encubierta
ni violenta. Tendrá un discurso político moderado, incluso “nacionalista”,
y no todos pedirán el derrocamiento del gobierno cubano,
sino un “diálogo para una apertura política y el cambio pacífico”.
Nace una estrella
Entre los elementos reclutados por la Sección de Intereses de
Estados Unidos en La Habana (SINA), para construir esta oposi-
* La estación más grande que tuvo la CIA, fuera de su sede central. Se
asentó en Miami con una cobertura de más de 500 oficiales y unos 6 000
agentes, con un presupuesto de más de 100 millones de dólares anuales
para llevar adelante la guerra subversiva contra Cuba y organizar planes de
atentados contra la vida de los principales dirigentes de la Revolución Cubana
y, en especial, contra Fidel Castro.
Un buen día, el señor Sánchez Santa Cruz-Pacheco comenzó
a aparecer en los grandes medios norteamericanos, latinoamericanos
y europeos y ya no ha dejado de hacerlo hasta hoy. No han
faltado para él invitaciones y giras internacionales, premios y reconocimientos
pero, sobre todo, dinero, mucho dinero, que parece
ser el único amor verdadero de su vida.
La manipulación y la mentira son factores vitales en la promoción
de este hombre péndulo que de partidario de la ultraizquierdista
microfracción1 se transformó en “líder disidente” por obra del poder
mediático que ejercen Estados Unidos y sus principales aliados,
la mayoría de ellos hoy bajo gobiernos ultraderechistas que
no aceptan la sobrevivencia de Cuba al colapso de la experiencia
socialista, o de socialdemócratas de nuevo cuño, arrepentidos de
su pasado en la izquierda y para quienes la dignidad de la isla
debe resultar una alusión incómoda y ofensiva.
Néstor Baguer, uno de los escasos periodistas verdaderos
entre los famosos “independientes” y quien durante años actuó
como agente de la Seguridad del Estado dentro de los grupúsculos
asociados a la SINA, cuenta en el libro “Los disidentes” que en
su primera visita a la casa de Elizardo, fue sorprendido cuando la
novia de aquel lo recibió preguntándole si buscaba “al señor Presidente”.
Otra agente, Tania —la “disidente” Odilia Collazo—, dice
que puso a correr a Elizardo, cuando aquel quiso sacarla de la
presidencia del Partido Pro Derechos Humanos para poner a otro
personaje.
Esas características, que podrían avalar sus socios y abundantes
enemigos en el negocio de la disidencia, desde La Haba-
na hasta Miami, restan total trascendencia a las precisiones de
que nació el 29 de junio de 1944, en la localidad santiaguera de
La Maya, en una familia de “agricultores”, como insisten en presentarlo
los que prefieren su lado izquierdo.
Con solo acercarse al cúmulo de reseñas y entrevistas que
sus promotores han puesto a circular por Internet, se puede confirmar
el movimiento de Elizardo de un extremo a otro en disímiles
posiciones políticas y descubrir un solo rasgo invariable en la maraña
de sus declaraciones públicas: la contradicción típica del
doble y hasta del triple discurso.
La verdadera historia de Elizardo Sánchez, la política, podría
decirse que comienza en 1959, cuando se convirtió en militante
del Partido Socialista Popular y ferviente defensor de la
Revolución. Ya en 1962 era funcionario del Ministerio de Relaciones
Exteriores, donde ocupó diferentes cargos hasta 1966, cuando
un curso intensivo lo transformó en profesor de Filosofía Marxista
de la Universidad de La Habana.
Dos años después causaría baja de la Universidad, según
compañeros de entonces, por el peso de la autosuficiencia,
la ambición personal y el resentimiento manifiesto hacia
el resto de la cátedra.
Elisoviet le llamaban con ironía algunos de sus contemporáneos
por la intoxicación de ultraizquierdismo y el vínculo con la
sectaria “microfracción” que en su momento lo llevaron a acusar
a los principales líderes de la Revolución de formar “una elite pequeño-
burguesa que ponía en riesgo el rumbo socialista del proceso
revolucionario”. Es decir, que uno de los más prominentes
asalariados de la SINA que conocemos hoy, comenzó su vida
política nada más y nada menos que como un acérrimo crítico de
la Revolución, por “no estar suficientemente a la izquierda”.
De acuerdo con las pruebas obtenidas por la Contrainteligencia
cubana, también en esa época, y de manera espontánea,
Elizardo se convierte en informante de la Inteligencia norteamericana.
Una declaración firmada por la agente de la CIA Martha
Frayde Barraqué, devela que recibió información de Sánchez
sobre las opiniones de otros “microfraccionarios”, que fueron remitidas
a Langley, sede de la “compañía”.
Pero volvamos a los años 80 del siglo xx y a la política de la
administración Reagan que puso a Elizardo en el camino del dinero,
disculpe, quisimos decir de la creación de organizaciones subversivas.
Quienes han seguido de cerca su itinerario, afirman que a
partir de 1985, tras cumplir una sanción de cinco años por actividades
contrarrevolucionarias, es que comienza a singularizarse
su vínculo con la Sección de Intereses de Estados Unidos en
La Habana.
Bajo la dirección de la SINA, Sánchez Santa Cruz-Pacheco
se consagra a la creación de al menos dos organizaciones de
derechos humanos. Poco importan hoy los nombres —que apenas
varían por el orden de colocación de las palabras—, los objetivos
o la inocultable orientación contrarrevolucionaria de estos
grupúsculos. Todos serían su nuevo medio de vida.
El antiguo revolucionario de extrema izquierda ya se ha convertido
a la ideología liberal burguesa y deviene “defensor” prominente
de esta concepción de los derechos humanos, cuando
ingresa en el denominado Comité Cubano Pro Derechos Humanos,
creado por Ricardo Bofill Pagés, vividor y fullero profesional
que, con su servicios a la SINA ganó finalmente la visa para irse a
residir en Miami.
Por las noticias que los promocionan en esos años y los chismes
frecuentes de El Nuevo Herald, es fácil advertir que ambos,
viejos camaradas de la simulación marxista en la Universidad,
comienzan a colaborar al mismo tiempo que compiten por el
estrellato de la contrarrevolución interna. Las visitas a la SINA se
hacen cada vez más frecuentes con el pretexto de entregar denuncias
sobre supuestas violaciones de los derechos humanos
en el país. Para el año 1987 Elizardo es ya el flamante “Vicepresidente”
del comité fundado por su socio, con el que comienzan
las contradicciones.
Sucesivos desencuentros y rencillas personales deben haber
empujado su salida del grupúsculo encabezado por Bofill e
“inspirarle” la fundación, el 23 de octubre de 1987, de la denominada
Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación
Nacional (CCDHRN), de la cual inmediatamente, se nombra Pre-
sidente, cargo que todavía sigue ocupando —a despecho de sus
pasos políticos posteriores—, para asegurarse la llave de la fuente
más segura y permanente de financiamientos encubiertos.
Es precisamente ese año 1987 el del salto a la vida sin
escaseces y plena de comodidades que disfruta Elizardo con
los dividendos que le proporciona su “gestión humanitaria”, completamente
enajenada de las dificultades que atraviesa su país.
No sorprende por eso su insistencia en que el bloqueo norteamericano
no es la causa real de los problemas económicos
cubanos.
A partir de 1989, año de inicio de la debacle socialista
europea, y en una práctica que persiste en la actualidad, la
SINA comienza a planificarle entrevistas a Elizardo con cuanto
político o legislador de Estados Unidos visite a Cuba. Su misión
es entregar información —falsa o manipulada— y trasmitir
“preocupaciones” con el claro propósito de interferir en los
crecientes esfuerzos de un sector cada vez más amplio y diverso
de la sociedad norteamericana a favor de un entendimiento
entre ambos países sobre la base del respeto mutuo,
algo que pondría en peligro a la jugosa industria de la contrarrevolución
de la que él se alimenta.
Por esos años, Elizardo consolida sus contactos con organizaciones
transnacionales de derechos humanos, como Human
Rights Watch y Amnistía Internacional, hacia las cuales canaliza testimonios
de supuestas violaciones de los derechos humanos en
Cuba, fabricados por él mismo y sus principales colaboradores.
Vendrán después múltiples conspiraciones y traiciones, además
de otra condena de privación de libertad por poco más de
un año. Al salir de la prisión en 1992, Elizardo se enfrascó afanosamente
en la tarea de presentarse como una alternativa política
interna, relegando a planos secundarios su supuesta lucha por
los derechos humanos. Es cuando crea el llamado Proyecto de
Programa Socialista Democrático, así como el Centro de Estudios
sobre Democracia (CEDE).
¿Qué había pasado? ¿Por qué el “luchador por los derechos
humanos”, que más de una vez declaró no tener ningún interés
político, presenta en 1992 un ambicioso proyecto de ese tipo?
¿Acaso la desaparición del campo socialista, la desintegración
de la URSS, el recrudecimiento del bloqueo y el superanunciado
fin de la Revolución Cubana, le hacen creer a Elizardo Sánchez
que “ha llegado su hora” de asalto al poder?
¿O lo inspira la agitación de la mafia, que alista otra vez sus
maletas en la vana ilusión de instalarse en una Cuba poscastrista
y la atmósfera creada por el entonces presidente de Estados
Unidos, George H. Bush, quien por aquellos meses proclamó que
él sería el primer presidente norteamericano en pisar tierra libre
cubana?
Muy oportunamente y como adelanto, para que “a la otra parte”
no le quedaran dudas de su posición conciliadora, en una entrevista
para El Nuevo Herald el 27 de julio de 1991 Elizardo
había afirmado que “Es absurdo que alguien de la disidencia
interna cubana no necesite el apoyo de los exiliados…” “[…] En
la isla, la intolerancia de la izquierda comunista es realmente
peligrosa, ya que nos encarcelan. Sin embargo, los grupos de
extrema derecha en Miami no son un peligro inmediato para
nosotros […]”
El cartero siempre llama dos veces
¿Quién no recuerda el desesperanzador año 1991? ¿Quién que
haya compartido alguna vez las ideas revolucionarias puede olvidar
el desastre inminente sobre la entonces Unión Soviética como
confirmación del amargo y adelantado aviso de Fidel en 1989 de
que Cuba debía prepararse para despertar un día con la noticia
de que aquella gran nación dejaba de existir?
Mientras toda Cuba se disponía a enfrentar el recrudecimiento
oportunista de la política de bloqueo y los impactos de una campaña
de desmoralización de las fuerzas progresistas sin precedentes
en la historia —como resultado del desmerengamiento socialista
europeo— los estrategas de la subversión interna sentían próxima
la concreción de sus aspiraciones más profundas: crear partidos
políticos de oposición que minaran la mayor fuerza de la Revolución
Cubana desde los días fundacionales de José Martí: la unidad.
Una carta de Carlos Alberto Montaner lo explica todo. Escandalosamente
silenciada por los grandes medios que sostienen
las campañas anticubanas y hasta por quienes se han rasgado
las vestiduras declarándose partidarios críticos de la
Revolución, el documento firmado por el viejo agente de la CIA,
que presume de “intelectual liberal”, es indispensable para comprender
la historia de los llamados “partidos políticos de la oposición
en Cuba”.
Fechada en Madrid el 29 de julio de 1991 y dirigida entre otros,
a Gustavo Arcos Bergnes, Oswaldo Payá y Elizardo Sánchez Santa
Cruz-Pacheco, la carta es una descarada invitación a la subversión
interna, que solo podrían aceptar sin insulto, personas con alma
mercenaria. Dice Montaner a sus pupilos en Cuba:
Mis queridos Gustavo, María Elena/Luque, Payá y Elizardo:
No quiero parecer dramático, pero esta carta puede ser muy
importante para el destino de la democracia en nuestro país.
Les ruego la lean con mucho detenimiento.
[…] Quien lleva la carta es una persona de absoluta confianza.
Un viejo amigo que siempre ha estado junto a nosotros,
aun cuando el anticomunismo o más todavía, el
anticastrismo, no estaban de moda. Si pueden volver a verlo
antes de que él salga del país y comentar cuanto les planteo,
creo que sería provechoso.
Y ahora la orientación:
[…] En síntesis, lo que quiero que estudien es la creación en
Cuba, a corto plazo, de la PLATAFORMA DEMOCRÁTICA
CUBANA, no como un apéndice o filial de lo que nosotros
hemos hecho en el exilio, sino al revés, como la instancia
principal, la cabeza de la institución, convirtiéndonos nosotros
en delegados en el exterior del núcleo central de la Isla.
La trampa es clara: el mundo debe ver a una oposición interna
capaz de concertar en un solo cuerpo a muchas fuerzas, incluidas
las externas. Y es preciso que los de afuera se subordinen
aparentemente a los de adentro para hacer invisible la mano extranjera
que mueve los hilos.
Pero para que no haya duda respecto a quienes realmente
deciden, se aclara que todo esto lo respalda el poder de Miami:
[…] Por supuesto, antes de escribir esta carta he consultado
con José Ignacio Rasco, Presidente de la Democracia
Cristiana y con Enrique Baloyra y Alfredo Sánchez, personas
claves de la Coordinadora Socialdemócrata.
Más adelante, aparece un verdadero ejemplar de “cartilla de
alfabetización” para los futuros “dirigentes políticos” sobre las organizaciones
que deberán fundar y dirigir:
[…] debo extenderme en algunas consideraciones que me
parecen útiles. Y la primera tiene que ver con la naturaleza
de la PLATAFORMA. Como sabrán, la institución está
compuesta por tres partidos vinculados a otras tantas tendencias
ideológicas: liberales, democristianos y socialdemócratas.
Estas tres tendencias pertenecen a un arco democrático
común, y conviven más o menos armoniosamente dentro
del mismo sistema de economía de mercado, pluralismo
político y defensa de las libertades. Si hubiera que marcar
diferencias, que siempre son de matices, habría que decir
que los democristianos subrayan cierto orden, los socialdemócratas
la justicia y los liberales las libertades individuales.
Pero eso sólo como referencia inmediata porque
en la vida cotidiana los límites son mucho más borrosos.
Y como no olvida que solo se harán efectivas las orientaciones
si aparecen razones financieras, Montaner explica a sus discípulos
de dónde y cómo sale el pago por las órdenes que se
obedecen, según su experiencia:
[…] nosotros no nos embarcamos en la creación de la PLATAFORMA
solamente por amor a las convicciones ideológicas,
que todos las tenemos y muy firmes, sino porque en
ese concepto estratégico había un enorme caudal de ayuda
potencial.
[…] De manera que al juntar en la misma mesa a liberales,
democristianos y socialdemócratas, la PLATAFORMA
[…] se abría paso hasta la ayuda que las Fundaciones europeas
destinan a las causas políticas. Cada Internacional
tiene por lo menos una gran fundación que suele contribuir
económicamente a los grupos afiliados.
[…] Por otra parte, al margen del respaldo económico, este
contacto entre la PLATAFORMA y el mundo político internacional
aportaba beneficios muy concretos: acceso a gobiernos,
parlamentos e instituciones académicas para volcarnos
en nuestra dirección; acceso a medios de comunicación vinculados
a los grupos políticos; posibilidad de influir sobre los
centros de poder que tienen alguna relación directa con Cuba:
Moscú, Washington, Madrid, Caracas, México, etc.
Por supuesto que todo el desparpajo con que este hombre
habla en una carta de destinatario colectivo, tiene que ver con la
euforia que inundó a las fuerzas contrarrevolucionarias en el portal
de los 90. A fuerza de anunciar repetidamente la caída de la
Revolución, llegaron a creer firmemente en ello y así lo trasmitieron
a sus colaboradores dentro del país como preámbulo a las
órdenes más importantes y concretas:
[…] Partamos de la base, bastante razonable, de que el
castrismo se encuentra en su último episodio […] Esto nos
precipita a una conclusión inevitable: en cualquier caso hay
que fortalecer a la oposición política dentro de la Isla […]Y
si esto es así, la pregunta que se hace inevitable es ésta:
¿se puede, desde los grupos de Derechos Humanos, hacer
una oposición política con gran peso? Por supuesto que
las denuncias que estos grupos —ustedes— llevan a cabo
han sido fundamentales para desenmascarar al castrismo,
pero —a nuestro juicio— hay que dar un salto cualitativo y
pasar al terreno de la oposición política.
Y aquí aparece un leve toque de cinismo:
[…]no es lo mismo movilizar a los liberales o a los
democristianos alemanes, por ejemplo, para ayudar a un
perseguido independiente que a un correligionario en peligro.
Esto podrá parecer injusto, o hasta mezquino, pero
forma parte de la naturaleza humana.
En cuanto al insalvable obstáculo de la división que suele
aparecer en todas las actividades movidas por dinero, Montaner
trasmite la misma orden con la que 12 años más tarde desembarcará
en La Habana James Cason: Tienen que unirse ahora,
que después nosotros nos encargaremos de separarlos.
[…] la primera batalla contra el totalitarismo hay que darla
en un solo frente. Una vez derrotado el castrismo ya habrá
tiempo para la muy conveniente diversidad e incluso atomización,
pero el primer golpe requiere toda nuestra energía.
Así ha sido en todos los lugares donde mejor se ha
conseguido derrotar a los comunistas.
Más claro ni el agua, dirían nuestros abuelos. Pero Montaner
no cree en el talento de la gente a la que manda su carta y se esmera
en los detalles de lo que deberían hacer en el mercenarismo:
[…] supongamos que Elizardo, Payá, Mariela, Luque, Gustavo
Arcos, Indamiro Restano, etc., deciden darle vida a la PLATAFORMA
dentro de la Isla. Esto puede hacerse asumiendo
cada grupo la representación de uno de los partidos que
constituyen la PLATAFORMA en el exterior. Gustavo, por
ejemplo, si se siente cómodo, o Mariela/Luque, pueden asumir
la presidencia de la Unión Liberal Cubana dentro de la
Isla. Payá puede hacer lo mismo con la Democracia Cristiana.
Elizardo y Restano, que se han movido en el entorno socialdemócrata,
acaso pueden encarnar en Cuba a la Coordinadora
Socialdemócrata, lo que llevaría a Cernuda a formar
parte en la emigración de este sector.
Una vez asumidas y aclaradas esas representaciones, se
pasaría a firmar un documento en el que dan por constituida
la PLATAFORMA dentro del país, toman como propias las
Declaraciones de Madrid y de Caracas —que se adjuntan—
aceptan dirigir la Institución ratificando a la PLATAFORMA
en el exterior como organismo delegado del que existe dentro
de la Isla y acaso redactan un manifiesto que recoge estos
extremos.
Ese documento podrá ser sacado del país por una delegación
internacional formada por un liberal, un socialdemócrata
y un democristiano, enviados a Cuba con ese fin, y
quienes tan pronto llegaran al extranjero (a Caracas, Madrid
o Berlín, por ejemplo), darían una conferencia de prensa
y anunciarían la formal constitución de la PLATAFORMA
dentro de la Isla. Simultáneamente, nosotros lo
tendríamos todo preparado para anunciar a bombo y platillo
la consolidación en Cuba de una oposición moderada,
respetable y con un gran reconocimiento internacional. Inmediatamente
notificaríamos a las Internacionales y a los
partidos que forman la creación de esta organización.
[…] Esa sería la oposición, la gran e internacionalmente
reconocida oposición.
Pero, no sabemos si por un arranque de sinceridad, se le
escapa la más elemental de las dudas:
Por último, no se me oculta que en este planteamiento hay
un aspecto mecánico un poco difícil de tragar. ¿Cómo y
por qué transformarse súbitamente en liberales, socialdemócratas
o democristianos? […]
Conociendo, como conoce bien el viejo agente de la CIA a
Elizardo, Payá y los demás, Montaner advierte:
[…] esta tarea requiere una cuidadosa carpintería entre todos
ustedes y la voluntad de olvidar viejos agravios y rencillas.
Sé que la parte humana es la más difícil de todas,
pero también sé que lo que los une es infinitamente mayor
que lo que los separa.
Si una cosa hemos aprendido en contacto con chilenos y
polacos, con húngaros y checos, con quienes han conseguido
liquidar por vías pacíficas a la dictadura, es que es indispensable
unir a la oposición política para la tarea. Créannos
que la PLATAFORMA surgió con ese propósito […]
[…] Van con ésta otros papeles relacionados con el tema.
Y mi abrazo fraterno y esperanzado como siempre.
Carlos Alberto Montaner
Así nació, en 1991, de la mano de la CIA y con abundante
financiamiento externo, la Concertación Democrática Cubana
—como arreglo de conveniencia impuesto desde el exterior a
varios pequeños grupos contrarrevolucionarios— de la que
Elizardo queda como organizador principal.
Pero si bien cumplió al dedillo la instrucción norteamericana
de entrar en el juego de la “oposición política”, creando un partido
político de naturaleza virtual, el señor Sánchez consideró conveniente,
por razones financieras, no abandonar su anterior puesto al
frente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación
Nacional (CCDHRN), posición que le ha permitido continuar
desempeñándose como el principal centro distribuidor del
dinero destinado a la “asistencia humanitaria” de los mercenarios
y antipatriotas al servicio de Estados Unidos y sus familiares. Y
como dice el refrán, entre los pícaros, el que reparte y reparte…
Al final, la actividad contrarrevolucionaria de Sánchez Santa
Cruz-Pacheco consistirá primordialmente en intentar socavar
las sólidas bases de la Revolución Cubana, fabricando y
potenciando una “oposición política” supuestamente pacífica,
que hasta ahora solo ha existido en la febril imaginación del
gobierno de Estados Unidos y sus medios transnacionales de
propaganda.
(continuara)
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