El ciclón Sandy, el cambio de mentalidad y la información
Félix Sautié Mederos.
Crónicas cubanas
Las dificultades para obtener una información objetiva y abarcadora de lo que sucede en los ámbitos de la realidad en que estamos insertados, es una constante angustiosa que se mantiene vigente en la Cuba de hoy; frustrando entre otros efectos adversos, los sentimientos humanos y especialmente familiares de los cubanos que en la actualidad día a día nos preocupamos por la suerte de nuestros compatriotas en Santiago de Cuba, Holguín y en los territorios aledaños, incluyendo a las inundaciones extraordinarias acaecidas en las provincias del centro; todas éstas, zonas que de una forma u otras sufrieron los embates del extraordinario Ciclón Sandy.
Los que no vivimos en esas provincias afectadas, tenemos que calcular las situaciones que en ellas se han presentado por causa de estos trágicos acontecimientos sólo a partir de las informaciones de corte triunfalistas, que día a día nos trae la prensa local escrita, radial y televisiva, sin ofrecernos un testimonio vivo y cotidiano de lo que ha sucedido y sucede a las familias y personas. Mientras tanto conocemos del arribo de aviones de otros países al Aeropuerto Antonio Maceo de Santiago de Cuba, con una ayuda externa que mucho agradecemos, así como de barcos de cabotaje con materiales de construcción y alimentos que desde el occidente del país atracan al puerto de Santiago de Cuba o enviados por ferrocarril. Se nos ha informado también sobre medidas gubernamentales al respecto de la situación prevaleciente; además en La Habana se ha planteado una gestión del gobierno local para recibir donativos en especie y en efectivo. Por otra parte, se presentan a los reparadores que han ido desde otras provincias a trabajar en la recuperación de la electricidad y del teléfono, incluyendo las imágenes de almacenes e industrias que recuperan sus techos y se aprestan para renovar sus actividades, escuelas que se recuperan, escombros y árboles que se recogen. Todo eso está muy bien y lo saludo, constituye un movimiento muy positivo.
Pero a la vez me pregunto: ¿Y
qué ha sucedido con las personas y con las familias?, porque salvo las imágenes de los primeros momentos y las de algunos de los recorridos oficiales, no hay más información sobre la vida de las personas en estas difíciles condiciones. ¿Cómo lo están pasando las personas en medio de tantas afectaciones? Esos testimonios de vida son muy importantes. ¿No son acaso esas informaciones también una fundamental misión de los periodistas?: reflejar las angustias y los dolores del pueblo. ¿No son esas informaciones necesarias para estimular los sentimientos de las personas y a la solidaridad humana que no solo debería ser una acción del Estado? ¿Noson acaso esas informaciones y crónicas también una parte esencial de lo que constituye cumplir con un principio ético profesional de primer orden para quienes pretendan ejercerse como comunicadores sociales? En mi opinión estas interrogantes resultan esenciales para los análisis que se plantean realizar sobre el desempeño de la profesión en los debates que están previstos con vistas a un próximo congreso de los periodistas cubanos del cual debido a determinadas concepciones burocráticas se nos mantiene alejados a algunos de los que hemos ejercido el periodismo durante años.
Como periodista en activo durante más de 40 y tantos años, no puedo comprender las razones válidas que justifiquen esos vacíos informativos y esas concepciones burocráticas. De conjunto lo considero un daño de primer orden para el presente y el futuro de nuestra prensa nacional tan deprimida y monótona. ¿Son esos vacíos lo que se les debería plantear a quienes estudian o pretenden estudiar una profesión tan noble como el periodismo?: realizar una práctica encaminada a elogiar, siempre elogiar lo que se hace oficialmente; presentar, siempre presentar en primer orden lo que se hace oficialmente. ¿Y, en dónde quedarían entonces las vivencias, las angustias, las vicisitudes y los dolores del pueblo? Testimoniarlas y reflejarlas ¿es acaso función enemiga? ¿Hacerlo, en qué está reñido con la justeza o no del sistema socio político establecido en el país: exponer con objetividad los sentimientos y los problemas de la población que sufre las consecuencias de un ciclón tan dañino, o de otras vicisitudes que suceden día a día? ¿Acaso la objetividad es función exclusiva de los enemigos?
Sé que hay quienes se van a molestar mucho con que se expresen estos criterios, pero la ocasión es propicia para reiterarlos, ya que los he planteado en otras circunstancias, porque anhelo que en Cuba se realice un mejor periodismo y una información más objetiva, ya que el pueblo así lo requiere. Es mi derecho expresarlo, como persona que piensa, como partidario de un socialismo participativo y democrático; y, sobre todo como periodista de muchos años de ejercicio, que aún me mantengo escribiendo con mis 74 años a cuestas. De qué podrían acusarme los que siempre optan por matar al mensajero; ¿De tener opiniones y expresarlas públicamente con toda honradez?, para coadyuvar a que se produzca el cambio de mentalidad que incluso se ha planteado por el Presidente Raúl Castro y que en mi criterio es fundamental lograrlo en nuestros medios masivos de divulgación que actúan sobre la conciencia de las personas y que muchas veces promueven la desconfianza y el hastío en vez del estímulo y el espíritu de lucha por la vida. Cuando se le pide a la población que tenga confianza en lo que se va a hacer o en lo que se está haciendo, en mi criterio hay que tener muy en cuenta si los procesos de información y comunicación social son consecuentes con los anhelos y necesidades de una población, que muchas veces se entera de las cosas por el eco que nos llega desde el exterior del país.
Estamos en un mundo intercomunicado en tiempo real y donde el protagonismo informativo de las personas es cada vez mayor porque pueden ejercerlo directamente desde donde viven, dadas las posibilidades tecnológicas propias del Siglo XXI surgidas por el uso masivo de INTERNET y de las redes sociales que en Cuba no es posible dado las vigentes limitaciones y prohibiciones obsoletas y absurdas. Los sentimientos y sensibilidades humanas juegan un papel muy importante en la vida, son como la sal que le da sabor y la luz que ilumina nuestro día a día, estimulan nuestro apego a la existencia. Vivir al margen de los sentimientos y las sensibilidades es hacerlo rutinariamente como autómatas movidos como si fuéramos fichas de ajedrez. Así lo pienso y así lo afirmo con mi mayor respeto por las opiniones diferentes. fsautie@yahoo.com
Publicado en Por esto! el martes 13 de noviembre del 2012.
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