De: Perucho Figueredo
Para: Figueredo Perucho
Enviado: Jueves 19 de abril de 2012 11:29
Asunto: SPD 94
SPD
No. 94 (17/ año 4). La Habana, 18/4-2012
“Se reconoce a los ciudadanos libertad de palabra y prensa conforme a los fines de la sociedad socialista”.
Art. 53 de la Constitución
Boletín por un socialismo más participativo y democrático.
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ÍNDICE
Por cuenta propia… y de todos.
Por José Alejandro Rodríguez
La ofensiva revolucionaria de 1968, 44 años después
Cuando en Cuba se llegó a pensar en eliminar el dinero
Por Oscar Espinosa Chepe*
La izquierda cubana debe “ponerse las pilas”
La izquierda cubana debe pensar en una reagrupación de fuerzas propias para defender las conquistas populares y hacer un frente común contra la restauración capitalista privada
Por Pedro Campos
MILENIO
Por Félix Guerra
CONTENIDO
Por cuenta propia… y de todos.
Por José Alejandro Rodríguez, digital@juventudrebelde.cu
CUANDO aún está por llegar el vuelco más revolucionario del modelo económico cubano: el de quitarle el andador a la empresa estatal socialista, y con él las amarras de tantos tutelajes y prohibiciones; avanza la expansión del trabajo por cuenta propia y otras figuras de la economía
no estatal. El país desataniza el pequeño negocio particular, comienza a impulsar el cooperativismo más allá de la tierra, y al propio tiempo apuesta a que más temprano que tarde,
habrá que cantarle a la empresa estatal, como en la ronda infantil: que la dejen sola, solita, y entre en el baile valiéndose por sí misma, para que alcance sus beneficios, los de sus trabajadores y los de la sociedad.
En poco tiempo, con el auge del trabajo no estatal, se ha expandido la iniciativa ciudadana, y con ella la diversidad. Si se le suman la entrega de tierras en usufructo y otras flexibilizaciones, diremos que la economía adquiere cada vez más colores y acentos, y la vida se torna menos aburrida y monolítica. El hecho de que el número de trabajadores por cuenta propia se haya más que duplicado de octubre de 2010 hasta hoy, refuerza la idea de que esta figura económica va dejando de ser alternativa para convertirse en el fin de una cantidad cada vez mayor de cubanos.
Si bien es un reto para los tradicionales estilos de administración del Estado, el «cuentapropismo» le ha quitado a este cargas pesadas: absorbe fuerza laboral sobrante en medio de una reestructuración del empleo, y lo exonera de elevados gastos en salarios. También los trabajadores por cuenta propia, además de contribuir a mejorar los ingresos de muchas familias, en su condición de contribuyentes mediante la política impositiva van convirtiéndose en garantes sustanciales del erario público y los equilibrios fiscales, a la par que dinamizan la circulación monetaria y llenan nichos vacíos y ociosos del mercado con sus ofertas de productos y servicios.
Sin embargo, la expansión de este sector ha carecido de los necesarios procesos de adiestramiento y capacitación, aunque ya la honrilla la salvan los cursos que la Asociación Nacional de Economistas y Contadores imparte a los nuevos hombres de micronegocios en los precios finales de sus productos y servicios a la población, como en la turbulencia de las indisciplinas económicas y el mercado negro, es la ausencia hasta el momento de un abastecimiento mayorista de insumos para ellos. Así, carenan en la red minorista, a precios que restringen sus márgenes de ganancia, y crean inestabilidad en los abastecimientos. O se nutren del mercado negro.
Analistas del fenómeno, reunidos en el recién celebrado Primer Coloquio sobre Trabajo por Cuenta Propia, abogaban por flexibilizaciones sustanciales en la política impositiva hacia los TPCP, con criterios más personalizados y diferenciadores, que no apliquen tábula rasa. Y en ciertos casos, defendían el acceso al comercio exterior y las importaciones, descentralizadamente.
Otro estorbo es la especificidad de las licencias autorizadas para ejercer, que reducen el margen de iniciativa individual, y en su gran mayoría no aprovechan la potencialidad de actividades más intensivas en conocimiento. Un profesional que quede disponible en su empresa, tiene pocos márgenes para ejercer en lo suyo en esos nichos. Quizá la asunción del cooperativismo pueda abrir nuevos cauces en tal sentido.
Lo otro es el marco regulador, que ha abierto posibilidades a ese sector, pero que tendrá que seguir revisándose y actualizándose con los criterios que dicte la vida. Ese observatorio nunca debe fallar. En consonancia, bien debiera atajarse todo lo que permita la excesiva intrusión administrativa estatal en sus dinámicas.
La fiscalización y el control necesarios a la disciplina, pero sobre todo preventivos y educativos. Las potestades de los Consejos de Administración Municipales y de los cuerpos de inspección deben ser utilizadas más para gestar y promover que para prohibir, más para estimular y comprometer que para castigar.
Estando muy cerca de los trabajadores por cuenta propia, y a la vez respetando sus propias autonomías, se logrará la sinergia que, muchas veces, naufraga por viejos prejuicios aún latentes. No olvidemos que el Gobierno cubano, la mismísima dirección del país, ha llamado a favorecer y valorar a ese, un trabajador de este país tan digno como el que más, con todos sus derechos y prerrogativas. Por cuenta propia… y de todos.
Tomado de Juventud Rebelde, 17.4.12
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La ofensiva revolucionaria de 1968, 44 años después
Cuando en Cuba se llegó a pensar en eliminar el dinero
Por Oscar Espinosa Chepe*
La confiscación masiva de pequeños establecimientos, en el marco de la denominada “Ofensiva Revolucionaria”, fue anunciada por el entonces primer ministro Fidel Castro en un discurso pronunciado el 13 de marzo de 1968. Se realizó bajo la consigna de lucha contra el capitalismo y la creación de un “hombre nuevo”. Como resultado inmediato ocurrió un enorme deterioro económico y la disminución extraordinaria en la disponibilidad de alimentos y servicios.
De acuerdo con datos publicados por el periódico Granma en marzo de aquel año, se confiscaron 55.636 pequeños negocios, muchos operados por una o dos personas. Entre ellos 11.878 comercios de víveres (bodegas), 3.130 carnicerías, 3.198 bares, 8.101 establecimientos de comida (restaurantes, friterías, cafeterías, etc.), 6.653 lavanderías, 3.643 barberías, 1.188 reparadoras de calzado, 4.544 talleres de mecánica automotriz, 1.598 artesanías y 3.345 carpinterías.
Esa apropiación masiva de propiedades de pequeños comerciantes y productores estuvo incluso en contradicción con las tesis de que la construcción del socialismo se basaba en la nacionalización de los medios fundamentales de producción, por lo cual hasta muchos especialistas y profesores del Este de Europa presentes en Cuba no comprendían cómo quitar las tijeras a un barbero o la chaveta a un zapatero, podría ayudar a la pretendida construcción del socialismo.
La Ofensiva Revolucionaria de 1968 fue la culminación de un proceso de excesos económicos, irracionalidad y aventurerismo político, empezado mucho antes. Puede afirmarse que en el período 1959-1963 se realizaron las grandes confiscaciones y fueron establecidas las bases de la planificación centralizada al estilo soviético. Pronto surgieron dificultades económicas por la rigidez del sistema, lo que en 1962 llevó a tomar medidas severas como la implantación de un férreo sistema de racionamiento de alimentos y todos los demás productos básicos. Además eso ocasionó que entre 1964-1966 se generaran debates en el seno del Gobierno sobre la necesidad de ajustes en la economía y el grado de decisión que debían tener las empresas, aunque todos los criterios coincidían en preservar el supuesto socialismo, la propiedad estatal sobre los medios de producción y la planificación centralizada.
Surgieron fundamentalmente dos concepciones: una en favor de la autogestión socialista al estilo soviético, auspiciada por el Dr. Carlos Rafael Rodríguez, un intelectual de prestigio, antiguo dirigente del Partido Socialista Popular, con ideas ligeramente influidas por las corrientes renovadoras que por entonces, con timidez, comenzaban a aflorar en el este de Europa, especialmente en Polonia, Checoslovaquia y Hungría, y en menor medida en la URSS.
Este modelo se caracterizaba por cierta descentralización en el marco del plan, concedía a la ganancia un papel importante en la gestión de las empresas, con facultades para que estas crearan fondos propios para el financiamiento de la reposición de medios productivos, otorgamientos de premios por sobrecumplimientos y otros, siempre después de haber cumplido los compromisos con el Estado. Paralelamente, en teoría, se enfatizaba en la utilización de herramientas económicas e instrumentos financieros, como el crédito bancario, políticas fiscales, y elementos adicionales tomados de la economía de mercado, todos con un funcionamiento limitado en la práctica, debido a la camisa de fuerza de la planificación, la falta de aseguramiento de recursos para producir, y una inmensa carga directiva que hacían imposible la toma de decisiones ágiles a nivel de empresa. El modelo de autogestión mantenía la utilización de mecanismos políticos y llamados de tipo moral para incentivar a los trabajadores, pero sin desestimar la motivación material para promover la eficiencia y la productividad laboral.
La otra concepción se denominaba sistema presupuestario, aunque también algunas personas la llamaban propuesta “guevarista”, pues su creador y apasionado defensor era el comandante Ernesto “Che” Guevara, ministro de Industrias entonces. Su modelo concebía una mayor centralización económica, con la aspiración de convertir el Estado en una gigantesca empresa, controladora en un alto grado de minuciosidad de la gestión económica nacional a todos los niveles. Para ello, sin soslayar métodos de dirección modernos, copiados de empresas transnacionales capitalistas, privilegiaba los resortes políticos con el propósito de crear el ciudadano comunista, el hombre nuevo, un ser pletórico de virtudes, siempre dispuesto a sacrificios, en aras de la construcción del socialismo y posteriormente del comunismo.
Para “fortalecer” la conciencia de los trabajadores, la utopía “guevarista” —actualmente olvidada en Cuba— a la vez que negaba la existencia de categorías económicas objetivas, como el mercado, priorizaba superlativamente los estímulos morales en detrimento de los materiales: pago por sobrecumplimiento de normas, premios y otros. No obstante, debe subrayarse que los excesos económicos cometidos posteriormente a la salida del comandante Guevara hacia su actividad guerrillera en África y Bolivia, donde murió en 1967, aunque pudieron tener determinadas influencias, resulta improbable que el Che las hubiera aprobado por el absurdo radicalismo a que llegaron.
A partir de 1966 se comenzó a priorizar de forma extrema los objetivos políticos por encima de las realidades económicas. Hubo un proceso de lucha contra las influencias capitalistas en toda la sociedad cubana, desde la economía hasta la cultura. Esto abarcó críticas a los países socialistas europeos por “dejarse permear por el capitalismo”. Ocurrió un cambio radical en la gestión económica, llegándose a eliminar las relaciones mercantiles entre las empresas, y mediante la campana de “lucha contra el burocratismo” se desmantelaron los controles económicos, destruyéndose sin sentido alguno las ricas tradiciones en técnicas contables y de gestión administrativa, acumuladas por generaciones antes de 1959. Se cerraron muchas unidades bancarias y se eliminó el pago de los intereses hasta de las cuentas de ahorro, calificados como “reminiscencias del pasado”. El trabajo voluntario se priorizó de manera que masivamente la población fue obligada a marchar a los campos a realizar labores agrícolas, en planes como “El Cordón de La Habana” para sembrar café, mientras en las fábricas que quedaron funcionando se implantaron los “horarios de conciencia” de más de 8 horas y las “jornadas guerrilleras” de varios días consecutivos, en la mayoría de los casos desorganizadas e improductivas. Quienes dentro del Gobierno señalaron sus preocupaciones sobre la falta de sensatez de las medidas tomadas fueron acusados de desviación ideológica, y en algunos casos, como el autor de este artículo, enviados a realizar trabajo forzado en cuevas y en la agricultura.
Asimismo, entre 1966-1970 el plan de la economía se sustituyó por planes sectoriales, modificados constantemente. En el “fragor revolucionario” se suprimieron las fiestas de Navidad, aduciéndose que constituían un obstáculo a las labores de la zafra azucarera, y se transfirieron al 26 de julio para conmemorar el ataque por Fidel Castro al Cuartel Mondada en 1953. Hasta se pensó en eliminar el dinero y sustituirlo por un mecanismo de distribución igualitaria, lo cual afortunadamente no se ejecutó. Este proceso tuvo su momento cumbre en la Ofensiva Revolucionaria de 1968, como señalamos anteriormente, que convirtió el Estado prácticamente en el único propietario en Cuba, con la exclusión de pequeñas cantidades de tierra en manos privadas, aunque bajo un fuerte control gubernamental. En gran parte la proyección de la desastrosa zafra de los 10 millones de toneladas de azúcar tuvo como génesis esas irracionales concepciones voluntaristas, y con su total fracaso terminó esa superdestructiva etapa de nuestra historia, que Fidel Castro reconoció públicamente como los errores “idealistas” cometidos, y se regresó a los cánones de gestión económica de los países de Europa Oriental, fundamentalmente la URSS.
Aquellos colosales horrores todavía afectan la economía y la sociedad cubana en su conjunto. La llamada actualización del modelo económico no es más que una tímida reversión de la arbitraria apropiación estatal de todo el tejido productivo y de servicios nacional. Un fenómeno propulsado por insaciables deseos de poder absoluto y concepciones aventureras que han llevado el país al desastre. Lamentablemente la nueva etapa rectificadora, encabezada por el general Raúl Castro, está todavía lastrada por muchos de los dogmas y fantasmas del pasado, y por consecuencia las verdaderas soluciones urgentemente necesarias continúan sin vislumbrarse, mientras los grandes retos siguen incrementándose.
La Habana | 27/03/2012
*Este artículo es publicado con el consentimiento expreso del autor.
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La izquierda cubana debe “ponerse las pilas”
La izquierda cubana debe pensar en una reagrupación de fuerzas propias para defender las conquistas populares y hacer un frente común contra la restauración capitalista privada
Por Pedro Campos
Cuba vive momentos trascendentales de su historia caracterizados por el declive biológico de la figura de Fidel Castro, el abierto reconocimiento generalizado del fracaso del modelo de “socialismo de estado” que encubría un capitalismo monopolista de estado y la pugna en torno a la restauración del capitalismo privado o al avance a una nueva sociedad verdaderamente socialista y democrática.
Un factor adicional es la compleja situación que afronta la hermana nación venezolana y su eventual impacto en la economía cubana.
El gobierno-partido desde su política de la “actualización” privilegia la continuación del trabajo asalariado para el estado y para los privados nacionales y extranjeros, por encima de las formas cooperativas y autogestionarias de producción que tipificarían el socialismo, al tiempo que pretende mantener un control absoluto del estado sobre todo el movimiento económico de la sociedad.
Paralelamente, se aprecian contradicciones en el discurso oficial sobre su disposición a realizar transformaciones democráticas en el sistema político: Raúl habla de una mayor democracia para el partido y la sociedad, las vallas publicitarias del PCC expresan que los cambios en Cuba son para más socialismo; pero Marino Murillo dice que no habrá cambios políticos.
No es posible el desarrollo socialista pleno, sin libertad ni democracia verdaderas. Como son prácticamente imposibles la libertad y la democracia plenas, sin el verdadero socialismo.
Pero, favorecidas por los déficits democráticos y libertarios del actual modelo estatalista de sociedad, se aprecia un reacomodo de las fuerzas pro-capitalistas, unas desde el propio estado y las otras, que están fuera del mismo, cambiando su enfrentamiento a formas pacíficas y al diálogo, mientras, desde la diáspora, connotadas figuras capitalistas se muestran dispuestas a incorporarse, con sus inversiones, a la “actualización”.
Hay quienes consideran que estos movimientos pudieran reflejar la existencia de una especie de concertación tácita entre el ala pro-capitalista del gobierno-partido, parte de la jerarquía de la Iglesia Católica Cubana, importantes grupos inversionistas de la emigración y del Partido Demócrata de EE.UU. en el poder, para realizar un tránsito pacífico hacia la restauración del capitalismo privado, pero como en China, manteniendo el control del partido Comunista sobre la sociedad.
Las recientes visitas a Cuba del Papa y del importante empresario cubano-americano Carlos Saladrigas, podrían estar contribuyendo a ese marco.
El imperialismo norteamericano sostiene muchas de sus leyes de bloqueo, pero ha aflojado algunas de sus cuerdas (remeses, venta de alimentos y medicinas, viajes de cubanos e intercambios culturales) alentado “cambios democráticos” que el gobierno no parece dispuesto a emprender. La eventual reelección del demócrata Barak Obama, crea expectativas de que continúen aflojándose otras cuerdas del bloqueo.
La reciente Cumbre de las Américas evidenció el aislamiento de la política de bloqueo y el gobierno de EE.UU., deberá tener esto en cuenta. Cuba, ausente, fue la verdadera protagonista del evento.
El norte revuelto y brutal está listo, lo mismo para intervenir militarmente, si en Cuba se diera una represión masiva, que para invertir sus capitales con “generosa” amplitud, para “desarrollar” el país, igual que en China, y explotar, en contubernio con el estado, ese gran “capital humano” creado en estos años de revolución.
En la amplia izquierda democrática cubana, crítica del estatalismo tradicional pero también anticapitalista, abundan las preocupaciones y alertas sobre el curso futuro del país y los resultados de la “actualización”. Sin embargo, aunque axisten algunos programas y muchas declaraciones individuales, no se aprecia la necesaria articulación de sus posiciones. Hay bastante confusión.
Por cierto, cuando se conoce de una política cooperativa oficial en experimentación, aparece un administrativo local, en el canal de TV de la capital cubana, planteando que las cooperativas de parqueadores en edificios múltiples, quizás las más auténticas de todas las formas cooperativas existentes hoy en Cuba, deberían ser estatalizadas “para alcanzar un nivel superior”. ¡Socialistas, todos alertas!
Es hora de que esa izquierda, todos esos defensores individuales o colectivos de las ideas anticapitalistas, del socialismo, de la democracia revolucionaria que abarca muchos intelectuales, funcionarios del mismo partido y del gobierno y sobre todo a muchos comunistas de base, vaya pensando en una reagrupación de fuerzas propias para defender las conquistas populares alcanzadas, básicamente salud y educación para todos y hacer un frente común contra la restauración capitalista privada, venga de donde venga.
Si no somos capaces de darnos cuenta del momento histórico que estamos viviendo, de dejar atrás sectarismos y protagonismos y formar un frente amplio capaz de preservar el camino revolucionario, podríamos acercarnos al doloroso final de la experiencia socialista intentada, vernos desbordados por la plena restauración del capitalismo privado que avanza aceleradamente de la mano derecha del estado, o ante una posibilidad de intervención imperialista, (Cuba no es China) en la medida en que el estado cubano se siga negando a realizar las reformas democráticas que cada vez, demandarán más personas.
Los partidarios de un socialismo más participativo y democrático hemos expresado siempre nuestra disposición a un diálogo nacional sin exclusiones, por la reconciliación entre todos los cubanos, en la búsqueda de un camino común aceptados por todos y para el bien de todos: lo que se haga debe partir del acuerdo de todos y no solo de los que tienen poder político o económico. Pero mienpras, la izquierda amplia debería concertar sus posiciones.
Democracia sí, pero para todos, donde sean todos los que decidamos en conjunto sobre las leyes fundamentales que nos afectan a todos, los proyectos de inversiones con el dinero del pueblo, los presupuestos de la nación y los municipios y todos los cargos públicos, por medio de referendos, del voto directo y secreto. Se trataría de una democracia directa y participativa, donde sea el pueblo el que decida sus destinos.
Toda esa izquierda debe “ponerse las pilas”, pensar sobre esta situación y tratar de asumir la posición que estime más conveniente, más allá de seguir aceptando todo lo que se nos viene imponiendo con apariencia participativa.
¡La emancipación de los trabajadores es obra de ellos mismos!
Socialismo por la vida
La Habana, abril de 2012. perucho1949@yahoo.es
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MILENIO
Por Félix Guerra
Cae el muro, con tendencia a ensanchar
la base: busca pólizas y alas
desesperadas, pirámides para agonizar.
Cae. Nunca debió erigirse. Fortachón.
Pero con solo la mitad del bulto hubiese impedido iguales evasiones. Pasión de engordar paredes reproduce ansias de violar: virtud y dramaturgia
de las resistencias.
Longitud y altura: miden perversidad
de quien erige.
Al pie de lo que fue, quedan cascotes,
guijos, escombros, residuos
en congoja horizontal.
Segundo bullicio
sigue y otra muralla y otra barrera con similar vocación
de escombros, suma a la agonía de los muros.
Comienzan a extinguirse parapetos:
les toman el pulso y solo quedan algunas piedras bajando los últimos escalones.
Desenfreno y desplomes: tercero y cuarto muro, y quintos amurallares, y sextos y séptimos blindares,
son arrasados, ladrillo a ladrillo, humo a humo,
ojo a ojo,
lengua a lengua, y en el sitio deserción y ausencia, y
en los vanos, entre codos y rodillas,
se erigen columnas de los inválidos polvos.
Rancios horizontes en decadencias. Mortandad
de vallas, tapias y tabiques. Cortafuegos
de Norte y Sur,
de Este y Oeste, Altos y Bajos, Tapias Interiores o mentales, es decir, Todos
los Muros comienzan
a desfallecer: y el agua que emerge ensancha
comprensiones y esperanzas.
Los muros no impiden sino represan.
No disuaden sino alientan la paciencia. No detienen sino que inventan los rodeos.
Poemas de la sangre cotidiana
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