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“La Reforma .” Boletin Num. 97. 01/12/2012
Auspiciado por la “Fundación Cambio Cubano.”
Trabajando por el Desarrollo Sostenible
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La moneda cubana en el año cero de la reforma
Tuesday, 10 January 2012 22:41 Gerardo Arreola
Por Gerardo Arreola
De La Jornada
LA HABANA - Su abuelo fue un próspero comerciante que perdió todos sus negocios después de la revolución de 1959. Miguel Ángel Morales Menéndez tiene ahora un año al frente de su propio restaurante, en la misma casona en la que ha vivido su familia durante cuatro generaciones, en el corazón del casco antiguo de la capital.
La reforma emprendida por el presidente Raúl Castro amplió el espacio del mercado y restauró la propiedad personal sobre recursos básicos como la vivienda y el automóvil, con lo cual rompió con la política que durante cincuenta años limitó el pleno dominio de los particulares sobre sus bienes.
Miguel Ángel, de 37 años, pudo abrir su restaurante porque ahora un privado puede operar en una zona turística, lo que antes estaba prohibido. Tiene un amplio salón comedor, porque ya no es obligatorio contratar sólo a familiares y puede atender a la vez a 50 clientes, no sólo los 12 que se permitían. Si quisiera, podría vender su casa, construida con piedra firme en 1882.
Cuba vive el año cero de la reforma, a partir de que el congreso del Partido Comunista refrendó la nueva política. Hasta noviembre de 2011 había 357 mil 663 microempresarios, más de tres veces los 99 mil 917 que operaban en septiembre de 2010, cuando cambió la legislación. Ese incipiente sector privado aportará en 2012 algo más del 2 por ciento de los ingresos fiscales.
En noviembre de 2011 estaban registradas 6 mil ventas y 2 mil donaciones de autos y 301 ventas y mil 315 donaciones de viviendas. Las dimensiones son minúsculas, pero contrastan con décadas en las que nada de eso era posible.
Uno de los resultados más significativos es que ahora es posible vender una vivienda, sin importar si la propiedad se obtuvo mediante pago, lo cual estaba prohibido antes de la reforma. Así se produjo una virtual y silenciosa amnistía para quienes operaron en el mercado negro inmobiliario durante años.
El Estado retiene la mayoría de las empresas y el monopolio de los servicios públicos. Entre otras limitaciones, una persona no puede tener más de una vivienda, la compra de autos nuevos es selectiva y se pagan impuestos más altos mientras más empleados se contratan. Pero ahora se reconoce un lugar al mercado y el ejercicio real de la propiedad personal.
Para el comercio de autos y vivienda, el derecho lo da la ley y usted lo hace efectivo ante un notario, explicó el vicepresidente Marino Murillo, en agosto de 2011. No tiene que ir a pedir permiso, como era obligatorio antes. Cuando un funcionario tiene que empezar a aprobar cosas –agregó, en alusión a la corrupción y el mercado negro-, lo menos que le puede ocurrir es que se le atrase el proceso (…) y si usted quiere al menos que vaya rápido…no hay más nada que hablar…”
La moneda cubana
El asturiano Ramón Menéndez llegó de 15 años a Cuba, en 1920. Venía con un hermano, unos primos y algo de dinero, para iniciar la aventura de su vida. En 1924 empezó a comprar en abonos parte de un caserón de tres pisos, a unos pasos de la catedral de La Habana. En la planta baja puso una tienda de comestibles y vinos y un bar de tapas.
Prosperó con la venta a crédito, se hizo de toda la casa y compró edificios de departamentos para alquilar. La tienda-bar se llamó La moneda cubana y ganó renombre antes de que Ángel Martínez pusiera en 1942, por la misma zona, lo que ahora es la famosa Bodeguita del Medio.
Al triunfo de la revolución, Menéndez siguió con sus negocios, pero en 1964 empezó a perderlos, por las nacionalizaciones. Al final perdió todo. Conservó la vivienda y trabajó como administrador de una tienda estatal hasta que se jubiló.
En una ofensiva revolucionaria, el gobierno confiscó los negocios medianos y pequeños que quedaban en manos privadas. Se hizo oficial la identidad entre socialismo y estatismo. No se hizo una revolución aquí para establecer el derecho al comercio, dijo Fidel Castro el 13 de marzo, en el discurso que marcó el giro. Prometió que no dejaría un solo bar abierto y advirtió: no tendrán porvenir en este país ni el comercio, ni el trabajo por cuenta propia, ni la industria privada, ni nada.
Subsistieron los pequeños campesinos y por periodos cortos reapareció el mercado de oferta y demanda de alimentos y bienes de consumo. En los años 90 –en la crisis que siguió al derrumbe soviético–, fueron legales de nuevo los pequeños negocios privados, aunque bajo fuertes restricciones.
En la nueva etapa, Miguel Ángel ha convertido la mayor parte de la casa de la catedral en el restaurante que lleva el antiguo nombre, La moneda cubana. Su abuelo murió en 1987, a los 82 años, cuando ya sólo hablaba de la tienda; fue el primer triunfo que tuvo y fue lo último que recordó.
Miguel Ángel estudió turismo, conoció los secretos de la barra en el bar Floridita y llegó a ser instructor de meseros. Pero su meta era reponer algún día el negocio del que tanto hablaba su abuelo. Siempre lo estuve pensando. En mis días de descanso hacía algo en la casa, me hacía una idea del espacio. Tumbé una pared, quité un techo de vigas. Esto fue tomando forma desde 2007. Mucha gente me decía que estaba mal, que aquí nunca se iba a permitir eso.
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