Anuncios cubanos inolvidables.
Bibe Vázquez Robles
Conozco personalmente a Pedro –pocos saben que se llama así. Es un mulato jabao, ojipardos, tan ancho como alto, sin cuello aparente y con una sonrisa a cara plena. Trabaja en los muelles.
Por las tardes, cuando termina su dura faena diaria, sudando a chorros la simpatía de la que está lleno, corre hacia la cantina y allí, sobre el mostrador están sus dos cervezas Hatuey, casi congeladas, destapadas… ¡esperando por él! Las engarfia, una con cada mano, y se las empina a la vez con la avaricia de un sediento.
De inmediato: el erupto. Se saborea los labios una y otra vez si como lo bebido hubiera sido una ambrosía. Alza los brazos, los agita y plétorico de placer lanza al aire su grito de victoria.
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Un día al pasar, en ese momento por alli, accidentalmete un hábil agente comercial, capta lo que nadie: el anuncio impactante y lo deja hacer. Luego se le acerca:
- Amigo, ¿cuántas cervezas usted se toma aquí todas las tardes?
- 10 ó 12- es la respuesta.
- Desde ahora en adelante usted tendrá pagadas diariamente 24, o sea 1 caja; digo, si es que usted le permite a la firma Bacardí comercializar su expresión de complacencia.
El aludido vuelve a agitar en el aire sus manazas y repite, casi vociferando, con inefable contentura:
¡¡QUE BIEN ME SIENTO, PELENCHO!!
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