¿CanceladaLa invasión militar a Venezuela? Pompeo o mejor no alborotar ese avispero
Eligio Damas
La invasión de los marines gringos, un sueño al revés y al contrario de la sempiterna cultura de la nacionalidad venezolana, entonces como ajeno, comienza a diluirse, por lo menos, por ahora.
“Hemos visto a gente pidiendo un cambio de régimen mediante medios violentos y, desde enero, hemos dicho que todas las opciones están sobre la mesa para ayudar al pueblo venezolano a recuperar la democracia y la prosperidad. Eso es desde luego todavía verdad, pero hemos aprendido de la historia que los riesgos de usar la fuerza militar son significativos”.
La nota anterior, toda ella entre comillas, forma parte de un discurso del señor Mike Pompeo. En un ligero análisis, uno constata como pone en evidencia que ha habido gente “pidiendo un cambio de régimen en Venezuela mediante medios violentos”. En el usual lenguaje de los luchadores clandestinos de mi tiempo, se podría decir que “echó al pajón a unos cuantos”. Y lo que es peor, saca su cuerpo y el del Departamento de Estado, pese él, Abrahams, Bolton, unos cuantos comandantes del Comando Sur y hasta el propio presidente Trump, para no ir más allá, han venido diciendo con persistencia que con respecto a Venezuela “todas las armas están sobre la mesa”. Dijo pues, eso son vainas de otros, nunca nuestras.
Pero pese todavía sostiene que su interés es el de “ayudar al pueblo de Venezuela a recuperar la democracia y la prosperidad”, pues pese, según él. eso “todavía es verdad”, declara que “no lo vamos a hacer”, como diría Joselo, porque en eso, el uso de la fuerza militar, hay “riesgos significativos”.
Y es asombroso su descaro cuando todavía se atreve a decir que las invasiones que suelen hacer tienen la meta “recuperar democracia y propsteridad”, mientras la historia habla de otras cosas como que basta mirarnos en el espejo de Libia.
En primer término, como ya dijimos, Pompeo viendo que las cosas no están de lo mejor para insistir en invadir Venezuela para derrocar su gobierno, por lo menos por ahora, no admite que se equivocaron, tanto como que perdieron mucho dinero, recursos materiales de otra naturaleza y hasta humanos, sino que intenta acomodar el asunto de lo mejor y, para eso, en entre dicho, culpa a “gente pidiendo cambios por medios violentos”. Cabría entonces preguntarse ¿quién es esa gente? ¿Dónde está?
Ellos nunca han manejado esa posibilidad, tanto que en su mesa hay muchas cosas, hasta todas, pero menos esa. Ha sido una mala ocurrencia de cierta “gente”.
La verdad verdadera es que los “expertos” del Pentágono y sus aliados en Venezuela, que no son difíciles de ubicar, se equivocaron en todos los sentidos en el manejo político y militar del asunto venezolano. Y la comprobación de esta afirmación nuestra está a la vista y es tanto así que Pompeo lo acaba de reconocer.
Y dijo algo importante que no es una frase convencional, pues ellos saben mucho de lo que les ha pasado en todas la áreas donde han invadido, sobre todo en los últimos años, como que “hemos aprendido de la historia que los riesgos de usar la fuerza militar son significativos”.
La participación violenta, incluyendo la invasión militar, si ha estado y está sobre la mesa, en otra parte de su discurso lo admite, pero sucede que los hechos no se desarrollaron como esperaban. Es más, a Venezuela se la han venido aplicando mediante guarimbas sistemáticas, intento de magnicidio y otras distintas formas. A nivel interno, pese los efectos de las sanciones que aplican a Venezuela que ellos mismos reconocen y hasta anuncian que vendrán más y más rigurosas, pues esto lo anunció días atrás Elliot Abrahams, no logran desatar protestas populares y hasta las convocatorias de Guaidó, son cada día más esmirriadas, lo que este mismo ha reconocido.
No se trata tampoco que el gobierno tenga un apoyo descomunal. Las cifras de Dataanálisis, para tomar unas que para la oposición y gobierno de EEUU son confiables, dicen que Guaidó tiene un apoyo de 14 % y Maduro apenas del 12%. Lo que significaría que el 74% de los venezolanos, la aplastante mayoría, no está por ninguno de los dos. Y lo que es más, según cifras de la misma agencia y de Interlaces, un porcentaje parecido a este último está por la opción electoral y en consecuencia pacífica. Se resalta pues que ese inmenso universo rechaza las pretensiones injerencistas de EEUU y sus aliados.
Dicho de otra manera, el gobierno de EEUU y de sus aliados internos no han podido, pese todo sus esfuerzos materiales y propagandísticos, ganar el apoyo de los venezolanos para sus planes.
A pedsar de las insistentes gestiones de la OEA y el grupo de Lima, en ninguna instancia han conseguido apoyo para esa injerencia militar; hasta el gobierno de Brasil o para mejor decirlo de Bolsonaro, se dice que por decisión de sus fuerzas armadas, también se pronunció contra ese contubernio. La convocatoria del TIAR hasta ahora se ha limitado a darle apoyo a las sanciones económicas contra los venezolanos y algunas contra funcionarios del gobierno de Maduro.
En el aspecto militar interno, es evidente que las gestiones de EEUU no han conseguido nada sustancial. Por las razones que sean, si nos limitamos a lo evidente, concreto, quienes han intentado que los militares venezolanos se manifiesten contra el gobierno, de alguna manera que si no lo tumban por lo menos justifiquen la invasión, sólo han conseguido el fracaso.
Es decir, el Departamento de Estado y sus agentes como Pompeo, Abrahams, toda una larga lista de otros funcionarios más un sector de la oposición que ha aplicado sus recomendaciones, han fracasado en sus intentos.
Y en efecto, como dijo Pompeo, “los riesgos de usar una fuerza militar son significativos”. Tendrían que enfrentarse, en primer término, a esa enorme multitud nacional que rechaza la invasión e injerencia.
Además el cuadro de la Sur América de hoy pone de bulto esos “riesgos”. Si revisamos ese espacio y tomamos en cuenta la derrota abierta de que fue objeto Macri en la Argentina, el estado de deterioro del prestigio de Piñera en Chile donde el movimiento popular todavía no le da tregua y sigue combatiéndole porque derogue todas las medidas acordados con el FMI y opte por la convocatoria de una constituyente, uno percibe que hay cambios y una actitud poco propicia para embarcarse en “esos riesgos significativos”.
Pero si recordamos lo acontecido en Ecuador y tomamos en cuenta que allí todo está como pendiente y a punto de un nuevo estallido porque las cuentas no están saldadas y revisamos el cuadro boliviano y pesamos el riesgo que allí se desate con fuerza la frustración dejada al sacar del gobierno el sueño envuelto en el liderazgo de Evo Morales, no hay otra conclusión que sacar sino que cualquier acción militar de envergadura pudiera desatar esos “riesgos significativos”.
Y llegamos a Colombia que es aquí mismo, al lado y tan pegado que en veces, allá en la frontera, uno no sabe si está aquí o del lado allá. El pueblo hermano lleva ya unos cuantos días protestando por lo mismo que protestan los ecuatorianos y chilenos y por lo que los argentinos sacaron a Macri.
Es decir, el “patio trasero” está revuelto y lo está porque no quiere lo que el FMI y sus aliados de USA, como los gobiernos de Piñera, Duque, Macri, le hacen. Y el pueblo venezolano, como dije arriba, no mucho quiere con gobierno y oposición que le han tocado, pero tampoco, como lo demuestran las cifras y su permanente actitud de ignorar a los violentos, que le cambien el gobierno a la fuerza y los intentos injerencistas.
Por todo eso, como dijo Pompeo, ellos han “aprendido que los riesgos de usar la fuerza militar son significativos” y es mejor no alborotar ese avispero.
La oposición violenta, esa de Guaidó, si todavía eso no ha aprendido, por lo menos tendrá que acogerse a lo que dijo Pompeo por distintas razones. Como que la masa no está pa´bollo. Y no es malo equivocarse, pero sí lo es pasarse toda la vida en lo mismo. Y hasta los gringos se cansan y la música la pone quien paga la fiesta.
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