Obsesivas
sanciones de Estados Unidos contra Irán
Hedelberto
López Blanch
La
administración estadounidense de Donald Trump, que se proyecta como si fuera
dueño del planeta, continúa su política contra los países que no obedecen sus
propósitos y en esa línea refuerza las sanciones económicas contra Irán.
Como le ha
sido contraproducente a Estados Unidos lanzar agresiones e invasiones a
diferentes naciones pues al final representaron un desgaste internacional para
la Casa Blanca sin obtener los resultados esperados como ocurrió con Afganistán,
Irak, Libia o Siria, la táctica utilizada desde hace unos años es la de imponer
sanciones económicas para tratar de derrocar a los gobiernos desobedientes.
En julio de 2015
se puso en vigencia el acuerdo conocido como Plan de Acción Integral Conjunto
(PAIC), que estipula limitaciones al programa nuclear iraní para excluir su
posible dimensión militar, a cambio del levantamiento de las sanciones
internacionales con el cual Washington fue uno de sus signatarios además de Irán,
Rusia, Alemania, Gran Bretaña, Francia y China.
En mayo
pasado, Trump anunció la retirada de su país del PAIC al acusar a Teherán de
desarrollar en secreto un programa nuclear, pese a que 12 informes consecutivos
del Organismo Internacional de Energía Atómica afirmaron lo contrario. Desde
entonces recrudece el cerco económico y financiero contra la nación persa.
El último
paquete de sanciones anunciado el pasado 5 de noviembre, va destinado a tratar
de llevar a cero las exportaciones de crudo y productos petroquímicos
principales productos de exportaciones de Teherán; impedir operaciones con
puertos y empresas marítimas.
La tanda de
restricciones incluye la oposición a la compra de petróleo y productos
petroquímicos y bloqueo a las transacciones de instituciones financieras con el
Banco Central de Irán.
Las
prohibiciones para impedir negociar con Irán se extienden a: La Organización de
Energía Nuclear del país persa y sus 23 subsidiarias e individuos asociados; más
de 50 bancos y filiales en el extranjero y domésticas; la aerolínea Irán Air y
sus 67 aviones; las Líneas Marítimas de la República Islámica, la Compañía
Nacional de Buques Tanqueros, las 23 subsidiarias e individuos asociados y sus
122 buques.
Para no verse
enfrentado inmediatamente con importantes países que compran petróleo a Teherán,
Washington ofreció una exención temporal de 180 días a ocho países, las que
afirma no serán prorrogadas: China, la India, Italia, Grecia, Japón, Corea del
Sur, Taiwán y Turquía.
El presidente
Hassan Rohaní declaró que Teherán continuará vendiendo su crudo a pesar de esas
ilegales e injustas restricciones y agregó: "Estamos en la situación de
una guerra económica, controlada por el poder de la intimidación… que están en
contra de las leyes y los acuerdos internacionales".
En 2017 Irán
quedó como el quinto mayor productor de petróleo del mundo, con una extracción
estimada en alrededor de 4 millones de barriles diario, pero desde que en mayo
de 2018 Trump anunció la reanudación de su cerco a ese país, su producción cayó
en casi un millón de barriles.
A pesar de que
Estados Unidos ha indicado que desea mantener precios del petróleo más o menos estables
para que no existan mayores crisis de combustible, la realidad es que le
interesa mantenerlos alto para poder costear la gran producción de
hidrocarburos de esquisto que está obteniendo, la cual resulta muy
costosa.
Por eso la
Casa Blanca ha presionado a su aliado en Oriente Medio, Arabia Saudita, para
que eleve su producción que alcanza los 11 000 000 de barriles diarios para
compensar el déficit que supone la salida de Irán del mercado mundial,
situación que será difícil de lograr por la capacidad extractiva de esa nación árabe.
También
Estados Unidos, que ha incrementado a 11 000 000 de barriles diarios en los
últimos tiempos su producción de hidrocarburos debido al procedente de
esquisto, quiere penetrar en los mercados de otros países, aunque ese tipo de
crudo no siempre encuentra clientes pues no es adecuado para todas las
refinerías.
Esa es la
razón por la que Washington continúa adquiriendo petróleo venezolano ya que las
refinerías de Texas no están adaptadas para el petróleo ligero, y su re-equipamiento
supone gastos e inversiones adicionales.
Aplicar las
sanciones imperiales en un mundo globalizado donde toma fuerzas el
multilateralismo le va a ser difícil a Estados Unidos pues hasta sus aliados de
la Unión Europea se han opuesto, por el momento, a acatarlas y han manifestado
que tomarán varias vías para evadirlas.
Un país que no aparece en la lista de las exenciones por 180 días para
continuar adquiriendo crudo iraní como es Irak, acaba de firmar un convenio con
Teherán para suministrarle alimentos y mercancías a cambio de petróleo.
El diario estadounidense The Wall Street Journal opinó que las empresas
rusas podrían comprar el crudo iraní (de similares características), refinarlo
y utilizarlo en su consumo interno mientras exporta sus producciones a países
de Europa y Asia.
Rusia e Irán comercian desde hace un tiempo sin utilizar el dólar y sus
intercambios podrían incrementarse con esa variante. O sea, el mundo necesita
cada vez más los hidrocarburos y Teherán buscará las formas, como lo ha hecho
en otras ocasiones, de sortear las múltiples medidas económicas y financieras
impuestas por Washington.
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