Saludos,
Vivir del cuento: programa humorístico estelar de la televisión cubana
Jesús Dueñas Becerra
Crítico y periodista
Vivir del cuento, con guión de Jaime Fort, y dirección del realizador
Ignacio Hernández (Nachi), es el espacio humorístico que transmite los
lunes, de 8:30-9:00 pm, el Canal Cubavisión de la Televisión Nacional.
Jaime Fort es escritor, dramaturgo y miembro de la Asociación de
Medios Audiovisuales y Radio de la Unión de Escritores y Artistas de
Cuba (UNEAC). Realizó una versión criolla del clásico Alicia en el
País de las Maravillas, obra original del ilustre escritor Lewis
Carroll. Incursionó con éxito en el campo de la dirección teatral con
la puesta en escena de Pedro y el Lobo y escribe guiones para
disímiles espacios de la pequeña pantalla insular.
Según los hallazgos de encuestas realizadas por el departamento de
Investigaciones Sociales del Instituto Cubano de Radio y Televisión
(ICRT), Vivir del cuento es el programa humorístico que cuenta con
mayor aceptación por parte de la teleaudiencia en la mayor isla de las
Antillas.
El papel protagónico lo interpreta —con indiscutible excelencia
artístico-profesional— el laureado actor Luis Silva, Premio Caricato
de Actuación 2012, quien le presta piel y alma a Pánfilo Epifanio. A
su alrededor giran el carismático actor Andy Vázquez (Facundo,
«Aguaje», Bienvenido), Mario Sardiñas (Chequera), así como un grupo de
actores habituales o invitados, quienes configuran el elenco artístico
de dicho espacio estelar (por la calidad estético-artística que lo
identifica en la pequeña pantalla insular).
En Vivir del cuento, el telerreceptor disfruta al máximo cómo los
personajes interactúan con la comunidad, con los vecinos del edificio
multifamiliar donde viven, aman, sueñan y crean, así como participan
en las situaciones involucradas en la cotidianidad de la existencia
terrenal humana.
La característica fundamental de ese programa es la comedia de
situaciones o de equívocos, generados por la torpe conducta de
Chequera (la contrafigura), quien compromete la paz y la tranquilidad
espiritual a la que aspira el viejito Pánfilo, quien se caracteriza
por resolver con jocosidad los conflictos generados por su «amigo del
alma».
El ocurrente personaje que desempeña Silva es —hoy por hoy— el más
popular en el género humorístico, ya que, con inteligencia global y
emocional, utiliza recursos técnico-interpretativos que sabe alternar
con gran talento, para provocar la sana carcajada e invitar al
televidente a la meditación serena y profunda, que consiste en hacer
silencio interior para escuchar los sonidos que emite nuestro yo, el
auténtico, el verdadero.
Según mi apreciación, hay un Pánfilo en potencia en todas las personas
de la tercera edad. Tiene algo de los ancianitos que deambulan por la
calle, pero no solo frases interiores, emociones, sentimientos y
preocupaciones de las personas de edad avanzada, sino también los
gestos, así como la forma de caminar con cierta dificultad en la
locomoción.
Para prestarle piel y alma a ese personaje, Silva departió con
familiares de la edad tardía en el hogar donde reside. Por lo tanto,
Pánfilo tiene un poco del carácter de los adultos mayores que conviven
con él, y que se alteran, se descompensan por cualquier cosa, por
insignificante que parezca ser, pero para ellos/as es muy importante.
Sin embargo, en su comportamiento cotidiano, son seres humanos muy
correctos y educados.
Silva descubrió en esos senescentes los valores éticos-morales,
humanos y espirituales en que se estructurara la personalidad de
Pánfilo, quien lucha para ganarse un poco de guita (como diría un
argentino), pero lo hace desde una irreprochable posición ética: no
roba, no estafa, no agrede a nadie ni con el pétalo de una flor.
Por otra parte, Pánfilo es una persona con cierto nivel cultural y
educacional, que ha leído mucho. Tanto es así, que se inventó la
historia de que les sabe un mundo a las matemáticas, porque laboraba
como economista antes de acogerse a la jubilación por vejez.
Pánfilo siempre ha dicho lo que se le ha ocurrido, pero lo ha sabido
decir sin herir o lastimar a nadie y mucho menos ridiculizar al otro o
no yo. El tema puede ser en extremo complejo, sensible y hasta difícil
de tratar en los medios, ya que son situaciones embarazosas, pero él
se las arregla ingeniosamente para conferirles un toque humorístico
sui generis, y como por arte de magia, convertir lo feo en bello
(entendido como todo cuanto enaltece la dignidad humana del hombre y
la mujer).
El personaje es, en esencia, muy simpático. No es grosero, ordinario,
o jactancioso. Todo lo contrario, respetuoso en grado sumo.
El telespectador que cada semana le abre las puertas de la pantalla
chica se solidariza con él. El adulto lo percibe como compañero y
amigo, ya que afronta idénticos problemas y parecidas reacciones; los
adolescentes y jóvenes ven en Pánfilo a los progenitores; y los
«pequeños príncipes» idolatran al abuelito que tienen en casa.
No obstante la creciente popularidad de que goza dicho espacio en la
televisión cubana, estoy completamente seguro de que si no fuera por
la puntual participación de Luis Silva en Vivir del cuento, hubiera
sido «otra historia […] otra historia».
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