Por: Eligio Damas | Martes, 02/01/2018
Es lamentable que después de
nuestro «Mensaje de fin de año al presidente», en el cual pedimos cambiase de
actitud, como hacer un llamado a los sectores pertinentes para acordarse en un
programa de acción unitario, haya optado por uno escueto, lleno de ilusiones y
los mismos lugares comunes que ha usado en los últimos meses, con la salvedad
que ahora se resguarda en la confusa oferta de la criptomoneda o Petro, con lo
que pareciera creer ofrecernos algo distinto al rentismo petrolero y las
desacreditadas ofertas antinacionales de la vieja derecha de vender al país por
cuotas adelantadas, lo que es lo mismo que subastarlo a cambio de adelantos
sustanciales para salir del atolladero sin nada claro por hacer.
Agradezco al lector no pensar que
esperase el presidente atendiese mi reclamo, sabiendo que ni siquiera nadie en
Aporrea lee y menos me tomase en cuenta, sino más bien al de importantes
sectores de la vida nacional que apuestan por una acción revolucionaria,
cambiante, novedosa, productiva, participativa y nacionalista y sobre todo al
clamor nacional.
Lo del aumento de sueldo en un 40 %
en todas las tablas, no es más que una vieja y demasiado usada,treta, ya
gastada, que la derecha y los comerciantes protestarán pese la miseria que
significa, sólo por aquello de simular ante el pueblo que eso les afecta, duele
y hace daños, cuando en su afán especulativo, de antemano ya han trasegado eso
del bolsillo del consumidor a sus arcas y desde el mismo momento que Maduro
hizo ese anuncio trasladaron al costo, no esa cifra completa, lo que ya es un
robo y asalto criminal, sino que lo hicieron doblándolo, siendo nosotros
comedidos.
Como me dijo en confianza un viejo
empresario en una oportunidad, de esas que se hacen propicias para hacer
confidencias inoportunas:
«A mi no me mortifica que el
gobierno aumente sueldos ni impuestos, ni ninguna otra cosa. Me valgo de mis
administradores y contadores para que, ese aumento completo, no en la verdadera
cifra, que es insignificante, se refleje artificialmente en el costo de
producción y de paso hasta la doblen y así gano mucho más y el público que
consume lo asume tranquilamente como resultado de su aumento salarial y hasta
si llegara a enfadarse le echará la culpa al gobierno».
Pero además, es un juego engañoso
que al gobierno ha terminado gustándole porque eso al incentivar la inflación
se refleja en sus ingresos en materia de impuestos. Ahorita mismo, el SENIAT,
como sucede todos los años, está celebrando con bombos y platillos un nuevo
descomunal aumento de los mismos. Por lo que esos aumentos terminan siendo un
traslado inhumano del menguado salario a las arcas de empresarios, grandes,
medianos y la estatal.
Del mensaje presidencial, además,
me sonó como una burla cruel que el presidente dijese que los trabajadores
venezolanos recibimos un salario digno. Es tan digno que, un trabajador como
quien esto escribe, habiéndose pasado más de cuarenta años en el aula de clase,
hasta el 31 de diciembre percibía un ingreso diario de unos 25 mil bolívares
diarios, mientras un kilo de "pollo entero"* estaba en 125 mil
bolívares. Es decir, que tendría que invertir el equivalente a cinco días de mi
salario para comprar un kilo de esa ave; que si le resto el pellejo, que no
debo comer por razones de salud y los huesos, por razones obvias, se traduce en
cerca de medio kilo. Y dentro de esta realidad, según el discurso presidencial
los tipos, como el suscrito, reciben «UN SALARIO DIGNO».
Escuchar aquello produjo en mí una
enorme indignación y hasta rechazo contra la figura que lo decía. Pensé en una
burla, sarcasmo, pese la cara de dramatismo que esa tarde puso el presidente;
en toda una pesada y desagradable carga que todo eso envolvía.
Pero no se quedó en afirmaciones
fantasiosas, para no decir otra cosa, como esa. También afirmó que los
venezolanos recibían una educación «totalmente gratuita y de calidad». Es muy
complejo desmontar por este medio esa afirmación, se trata de un tema que bien
conocemos e imposible de abordar brevemente; bien sé lo bueno y lo malo. Sería
irresponsable abordar el tema en pocas palabras. Pero simplemente me limitaré a
poner en duda eso suceda, cuando el docente, quien tiene familia, pueda estar
en las mejores condiciones para participar en un proceso de aprendizaje «de
calidad», con el miserable salario que devenga y pendiente de las técnicas y
las artes del aprendizaje, cuando vive a la caza de hallar comida y lo
indispensable para subsistir.
Pero el presidente llegó al
paroxismo cuando afirmó que el venezolano tiene acceso a la salud también de
«manera gratuita y de excelente calidad». No voy a caer en la tentación de
hablar de esto para no extenderme y porque al lector nacional, quien sufre ese
drama, eso no le hace falta. A quienes leen desde el extranjero, bastará con
decirle cosas como que los hospitales carecen de capacidad, como que en uno con
servicio pediátrico, se dispone de una cama para cuatro niños que allí acuden
en emergencia, no cuentan con medicinas, hasta de las más elementales y hasta
cosas como alcohol, gasa y jeringas que el usuario, si dispone de los recursos
dinerarios debe adquirirlos a precios escandalosos. Y lo que es peor, el éxodo
de los buenos médicos que se forman en el país va en aumento, tanto que es
demasiado frecuente que los hospitales no cuenten con el número y especialistas
necesarios.
Esta vez, cosa poca usual en el
presidente, habló con demasiada brevedad y hasta dio muestras evidentes de
nerviosismo. Como si esta vez ni él mismo creyese en las «palabras que su boca
pronunciaba». Pero no obstante, se sintió como obligado a recordar, una vaina
que tenía olvidada, porque ni él mismo los siente, de unos motores que según
tiene encendido. Cuando dijo aquello pensé en mi cacharro que por tener malos
los tripoides y los cauchos, tengo estacionado, es decir no anda o no ando en
él, pero le prendo para calentar un poco el motor, lo que me dicen debo hacer y
más bien, en mi caso creo, para hacerme la ilusión. ¿Quién quita que eso mismo
llevó al presidente a nombrar los motores que según tiene encendidos, pero que
tampoco arrancan, en ese medio día de final de año?
Del cúmulo de cosas que el
venezolano espera, el arrume de medidas que cada quien propone, como en
política agraria, asunto de precios, materia cambiaria, revitalización de
PDVSA, como lo relativo a la producción que se cayó desde que los históricos,
por allá cuando Ramírez formaba parte del entorno íntimo de Chávez junto con el
ahora presidente, por haber pospuesto el proyecto inicial y decidido a apostar
al rentismo y lo electoral y tantas otras cosas urgentes y perentorias como
deshacerse de ese ineficiente equipo de gobierno más dedicado a la caza de
votos, nada dijo. No es que no sepa qué hacer. No se trata que allí nadie sabe
absolutamente de nada ni es un grupo gobernante que está en el limbo y se
jorunga la nariz. Más bien creo que está inmóvil por fuerzas que tiran en
contrario. Dentro de ese grupo gobernante que se ha repartido el poder y al
país en parcelas, hay tantas contradicciones en cuanto a cómo asumir el asunto
económico, las alianzas en función del mismo, que el único acuerdo al cual
llegan todos los días es no hacer nada o muy poco, como eso de aumentar los
salarios. Cada uno tiene su altar y sus rezos y miran a un mundo petrificado.
Por eso ese discurso vacío, idílico
y hasta fantasioso del presidente para cerrar el año, en el cual habla de la
criptomoneda o el «Petro», como ve el naufrago el último salvavidas que abordo
queda. Asunto del cual no hablaremos porque no es de nuestra competencia, pero
sí podemos decir que hay que mirar eso con cuidado, pareciera ser un manera más
de revitalizar el rentismo y poner en venta poco cuidadosa el futuro nacional y
las riquezas que el vientre de tierra atesora, la que ningún gobierno ha
construído.
Por supuesto, no negamos las
agresiones extranjeras, eso que se suele llamar la guerra económica, la acción
devastadora de dólar to day, las criminales sanciones gringas y las trampas de
parte del empresariado interno que han logrado incorporar para su ejecución a buena
parte de la población; tanto que la especulación se ha vuelto una práctica
masiva y colectiva. Pero todo eso observado con indiferencia por quienes "manejan"
el aparato del Estado, esencialmente burgués.
¡Pobre discurso presidencial!
Además, como ya dije, asombró por lo breve, lo que es otro discurso; y la
evasión del presente y futuro de la vida de los venezolanos.
Su oferta del petro no la acompaña
de un proyecto o plan político económico, sino que se escuda en lo mismo de
siempre; la oferta de lo por hacer «entre todos», un plan el cual, según él, lo
elaboraríamos los venezolanos todos, con lo que me recuerda aquellas pequeñas
«Asambleas Populares» de la ciudad de Atenas que se convocaban con toque de
corneta. Para luego salir con lo mismo. Que la oferta, como la de los perniles,
el sacudón, revolcón y "Precios Acordados", se quede en el viejo
rincón de los recuerdos. Una ya manida manera de enamorar, para si no ganar
adeptos, mantener atados a los incautos.
*En Venezuela llamamos "pollo
entero", sin filetear o despresar, lo que incluye piel y huesos.
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 1/02/2018 10:28:00 a. m.
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