Crónicas cubanas
Félix Sautié Mederos
Crónicas cubanas
Lo que me faltó por decir
De nuevo regreso a Encuentro, diálogo y acuerdo
Queridos lectores de Cónicas cubanas, en mi anterior crónica hube de escribirles con el título “Un libro providencial en un momento significativo”, al respecto de mi asistencia a la presentación en Cuba del libro titulado Encuentro, diálogo y acuerdo,(1) escrito por el cardenal Jaime Ortega y Alamino; y les confieso que, en mi crónica mencionada, por limitaciones de espacio, no me fue posible expresar todos los sentimientos y consideraciones que me provocó la actividad en sí misma y la posterior lectura del libro que, por cierto, cuando la comencé no la pude dejar hasta terminarla. El tema no podía ser más sugestivo: un testimonio de primera mano escrito por quien fue el principal enlace, designado por el papa Francisco, en el proceso de encuentro, diálogo y acuerdo entre Cuba y Estados Unidos. Hecho extraordinario y trascendental que culminó con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas después de más de medio siglo de rupturas –especialmente agresiones latentes y reiteradas del gran país que José Martí denominó como el “Norte revuelto y brutal”–, y que también restableció la intercomunicación pública entre vecinos muy cercanos que no podemos mudarnos del espacio geográfico que compartimos.
Continúo pues con mis consideraciones y reflexiones con relación a un libro que considero providencial por el testimonio que nos plantea, por los principios éticos que destaca y nos induce, e incluso, por el momento en que se produjo su presentación en La Habana: el mismo día que el presidente Donald Trump expresaba en Miami sus últimos planteamientos contra Cuba. Coincidencias y desenlaces que me hacen pensar muy profundamente en los designios de la Divina Providencia, que siempre pone ante nuestro libre albedrío un recurso, de los que se denominan las segundas causas, por medio del cual Dios participa en nuestros momentos difíciles y trascendentales; porque, además, en política realmente las casualidades no existen. Comprendo que muchos no van a coincidir con este criterio devenido de mi cultura religiosa, específicamente católica, porque su fe no les alcanza para ello y/o en realidad no la profesan. Respeto sus criterios, pero debo expresar los míos, que considero decisivos e importantes en este asunto tan trascendental para todos los cubanos, piensen como piensen y crean en lo que crean.
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En consecuencia, les ruego a los que no creen en la Divina Providencia que se planteen un paréntesis con esa consideración mística mía y nos remitamos a proseguir con el análisis de los hechos significativos que quiero continuar comentando en esta crónica de continuación, y valgan las redundancias, de los términos. En este orden de pensamiento, debo añadirles, además, que no dudo en la catalogación descriptiva de crónica a mis escritos sobre el particular, porque les narro hechos acaecidos junto con sentimientos y consideraciones conceptuales planteadas por el autor que me han producido un muy especial aprecio.
En consecuencia, les ruego a los que no creen en la Divina Providencia que se planteen un paréntesis con esa consideración mística mía y nos remitamos a proseguir con el análisis de los hechos significativos que quiero continuar comentando en esta crónica de continuación, y valgan las redundancias, de los términos. En este orden de pensamiento, debo añadirles, además, que no dudo en la catalogación descriptiva de crónica a mis escritos sobre el particular, porque les narro hechos acaecidos junto con sentimientos y consideraciones conceptuales planteadas por el autor que me han producido un muy especial aprecio.
En mi opinión muy personal, como el título del libro lo enuncia, Encuentro, diálogo y acuerdo, el cardenal Ortega, desde su posición sacerdotal y pastoral de obispo comprometido con su pueblo, el pueblo de Dios, a la que le ha entregado toda su vida, nos expone un camino a seguir por todos, efectivo y probado, que testimonia y describe, resaltando las enseñanzas éticas que se desprenden del acontecimiento en cuestión. Lo plantea con el propósito concreto de enfrentar los diferendos, los desacuerdos y las contradicciones en nuestro mundo contemporáneo, en el cual, contradictoriamente, las guerras, la fuerza y la violencia se usan para dirimir los problemas existentes entre las naciones.
Actitudes muy al uso y extendidas que nos han puesto más de una vez al borde de un verdadero holocausto final del género humano. Situaciones, como se demuestra papablemente en este testimonio del cardenal Ortega, que ha encarado con valentía y decisión el papa Francisco. En este sentido, es que considero que el cardenal cubano puso con su libro en nuestra manos, quizás sin proponérselo, una herramienta concreta que no se debería desestimar en los momentos que desde Miami nos ha llegado un verdadero espectáculo de promoción de los rencores, los odios y los pases de cuenta, con los que nunca podrá edificarse una paz con justicia social y equidad distributiva que faciliten la participación más efectiva en una república en que quepamos todos, con todos y para el bien de todos, como lo soñó nuestro José Martí.
El planteamiento esencial del papa Francisco, que se expresa en el testimonio que nos entrega el cardenal Jaime Ortega en su libro, es que la más efectiva respuesta a los desencuentros, las agresiones, los rencores y los odios no está en el uso de la fuerza, de las represiones y de las revanchas, vengan de donde vengan, sino que están en el amor compartido, en el perdón, en el encuentro, en el diálogo y la reconciliación que nos faciliten actuar todos juntos en favor de la paz y la felicidad que Dios espera de todos los seres humanos, tengan las creencias o no. Porque el Dios Trino es de todos sin excepción.
Este libro, en mi opinión muy particular, es demostrativo de los valores éticos que propugna y pone en práctica el papa Francisco con su testimonio de fe evangélica y su actitud ejemplar en favor del amor compartido por todos sin excepción, en pro de la justicia, la paz, la defensa y protección de la vida, para que, con la solución de los desencuentros y conflictos mediante el diálogo civilizado, podamos avanzar hacia un mundo mejor posible. ¡Albricias por Francisco y por su colaborador el cardenal Jaime Ortega y Alamino!
Nuevamente insisto en la importancia de la lectura y estudio de este libro, y reitero lo que no me canso de expresar en nuestras aciagas circunstancias y coyunturas: ¡Quienes tengan oídos para oír, oigan!, no vaya ser que se nos haga demasiado tarde para la paz.
Nuevamente insisto en la importancia de la lectura y estudio de este libro, y reitero lo que no me canso de expresar en nuestras aciagas circunstancias y coyunturas: ¡Quienes tengan oídos para oír, oigan!, no vaya ser que se nos haga demasiado tarde para la paz.
Así lo pienso y así lo expreso en mi derecho a opinar, con mis respetos para la opinión diferente y sin querer ofender a nadie en particular. fsmederos@gmail.com
(1)- Ediciones Paulinas, S.A. de CV., México, D.F.
Publicado en el periódico Por Esto!, sección de Opinión, de Mérida, Yucatán, México el jueves 22 de junio del 2017
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