ELIGIO DAMAS
Aporrea, no por culpa de ella, ni quienes la manejan, sino resultado inevitable de ese generoso espíritu de la página, de puertas abiertas con desbordada amplitud a todos, suele ser con más frecuencia que lo que uno pudiera imaginarse, como una pasarela, donde las vedettes se contorsionan, avanzan entre cruzando las piernas, ponen las caras que más le convengan, pues algunas parecen estar rabiosas, alegres y hasta desvalidas, levantan la mano derecha, mientas la izquierda aferrada a la cadera permanece y saludan como quien poco le interesa a quienes aparentan dirigirse. De paso, dejan ver sus largas piernas, tras un vaporoso vestido que deja espacio o la abertura suficiente además para ese fin.
Hay “analistas”, que según ellos, “por sus internalizadas convicciones”, son de la izquierda, pero también atiborrados de “mellizales odios”, como solía decir un villano, no discrepan del gobierno, sino le confunden con cualquier opositor, con tal de tener que decir algo contra Maduro, hasta por éste mismo. Porque contra la oposición y el imperialismo nada dicen. Esa aparente “confusión”, o hervidero de malos sentimientos o frustraciones por deseos insatisfechos, les lleva a coincidir hasta con los interese ajenos al país, expresados o no directamente por esos sectores anteriormente indicados.
Dije “esa aparente confusión”, porque no estoy seguro como diagnosticar el asunto. He observado que mientras más duro se sea contra alguien conocido, cuyo nombre encabeza el título, más entradas o interesados se logra por lo publicado. Por ejemplo, llamar traidor en titular de artículo a Maduro, un ministro, con nombre y apellido y hasta un dirigente opositor, logrará el deseo de alguien, que suele ser el de estar arriba entre los más leídos.
Calificar lo sucedido en Ecuador, “Como otra derrota para Maduro”, no sólo es un simplismo, manipuleo del lector, un exhibirse en demasía, tal como una “Madama” en baile de carnaval, sino una opinión que no tiene pertinencia alguna y un deseo malévolo, con trasfondo de frustración. Pero, si se le traduce al lenguaje de las pasarelas, incluyendo aquellos de las manitas, una que saluda, otra agarrada de la cintura, mientras se camina contorneándose de manera exagerada y se acompaña con la más amplia de la sonrisas, como quien no tiene dificultades para conseguir crema dental, si no es una obra de arte, por lo menos pondrá al autor de aquel vodevil en las candilejas. ¡Saltarán los números! Aunque advierto, no es necesaria o necesariamente pertinente una sonrisa “dentrífica”, puede ser un gesto hosco, “cejudo”, como escribió un viejo amigo y colega, que aparente sapiencia y profundidad. El ego se eleva, se siente tan rutilante como el imaginado escenario o espacio por donde desfila y se contonea.
Como hay otras vedettes, que ante la crisis, no sólo escriben, sino titulan más menos de la siguiente forma, “La Revolución Bolivariana se debilita por la falta de conciencia popular”. Es una manera simplista de echarle la culpa de uno a otro, atraer hacia uno las miradas y continuar gozando de todos los beneficio de ser oficialista y acrítico. En este caso, esto se sobrepone al interés por los registros numéricos de Aporrea. Los números apuntan hacia otro cosa.
Pero eso sucede por las virtudes de Aporrea, página en la cual no sólo escribo con frecuencia, quizás con bastante, sino que le doy un valor sustancial por su talante democrático, como para darle espacio a todas las formas del pensamiento, sobre todo cuando se trata de dirimir el destino de la revolución bolivariana. Siendo así no puede evitar que en ella desfilen las vedettes y gente muy preocupada por los números, pues la fama, como el dinero, viejos vicios del capitalismo, siguen siendo valores intrínsecos a él y en este sistema vivimos. Claro. Si usted aspira que la ruleta se pare en donde está usted, anodino y lo “coopten para diputado”, está perdiendo el tiempo. ¡No señor! Usted, eso lo dicen fundamentándose en una vaina que llaman algo así como “Marketing”, debe elevar sus números. A menos que esté pegado o mejor enchufado a un grueso cable de alta tensión, en este caso, es suceptible “le coopten”. El mismo personaje, que en el fondo y forma se alegra porque Lenin Moreno no haya ganado en la primera vuelta, evadiendo o ignorando más por sus deseos que por ignorancia verdadera los factores en juego en Ecuador, porque eso le permite culpar a Maduro en un título para que le lean bastante, un tiempo atrás, informó algo que me pareció insólito, dio el número total de entradas alcanzadas por él en Aporrea por años hasta ese día. Es decir, se dedicó a sumar el número de ellas logradas en cada artículo. Aquello, hablo de un relativo largo tiempo atrás, me asombro, no sólo nos echó en cara lo tanto que trabaja, tanto como para ponerse en eso, un asunto que parece tedioso e inoficioso, pero propio de un ego hinchado, como cachete con “postema”. Y denunció su preocupación por esos números, más que por lo dicho y las formas expresivas usadas en sus trabajos. Eso significa que su interés vital es lograr que la gente lo lea y escuche; y más que eso, le vea en demasía. Esa ventaja la tienen quienes tienen acceso a los medios, como quienes tienen poder o están al servicio de ellos y, para ser justo, quienes como Luis Brito, su sólo nombre atrae y hasta a quienes “ese famoso diario que llaman El Nacional” entrevista para reportar su “renuncia a su Carnet de la Patria”, porque prefiere que de los beneficios de este “gocen los más necesitados”. Si esta cursilería, además de serlo, le parece sacada de guión de Félix B. Caignet, o aquel libretista y hasta locutor de “La Tía Julia y el Escribidor” de Mario Vargas Llosa, no es culpa de Aporrea, pues ésta, como lo hemos dicha lo suficiente, le da espacio a todos, hasta a enemigos a ultranza de Maduro, no por serlos, sino por su generoso concepto de la libertad de expresión y derecho a disentir; no es su culpa, aquéllos se pasen de raya y le hagan el juego al imperialismo, aunque digan que se mantienen en la izquierda; como quienes por hacer como demasiados ejercicios y aspavientos en la pasarela, halan la cinta que marca los límites de ella, como forma de llamar la atención de los jueces y así ganarse el premio deseado.
De manera que hay muestras de egolatría de diferente índole. Como la de aquél que con tal de llamar la atención es capaz de insultar a su madre en público, dándole la razón a los vecinos que ya venían hablando mal de ella, tal cual “el revolucionario”, que trata de ponérsela fácil al imperialismo. Pero también, la de aquél muy aficionado al gobierno y más que éste a quienes gobiernan, desde un tiempo para acá, aparece en todos los espacios, del gobierno, opositores y hasta en rediles del capital imperial, porque desea estar en sitios donde si nada dan de inmediato pudieran ofrecer ventanas para deslizarse hasta dónde si hay y ansía estar. Este aventaja al anterior con creces, pues está con el gobierno, según dice, tanto como que ya sacó su “Carnet de la Patria” y está dispuesto a renunciar a él para favorecer a alguien que quedó desprotegido, con lo que desmiente a Maduro, quien asegura que de esos carnets hay “como para tirar para arriba”, por eso extendió el lapso para sacarlo hasta marzo; pero aquel analista o predicador también es demasiado hábil, tanto como acceder a medios opositores, porque les hace creer un portavoz autorizado del gobierno y persona amplia y agradable, susceptible de ser entrevistado por ellos. “Seguro no se trata de un chavista “desdentao”, “incurto”, “mugroso” y menos “tierrúo”, pues aparte de su lenguaje suave y ondulante como el vestido que se traslada envolviendo a la vedette por la pasarela, además porta una barba bien cuidada y viste muy bien. Imagen esta última por cierto, que en estos tiempos se le toma como un indicativo que está pensando como el común, cosa extraña, pero también que la “cabra siempre tira al monte”; es decir que, al capitalismo vinimos a sacarle provecho “contante y sonante”. Además, como todo ególatra, habla y escribe, dice cosas, que más que eso nos las tira a la cara a sus pobres lectores, en demostración que “sabe que jode” y quien le lee un pobre y simple hijo de la “puta madre”.
Cuando esos personajes entran en la pasarela, todas las miradas se dirigen hacia ellos. Ya saben, vienen meneando “la colita”,cruzando las piernas, como uno cuando se viene meando, una mano a la cadera y otra levantada para saludar al jurado, no al público grueso, y esperan que los torniquetes revienten. ¡Y en efecto, estos revientan! Para envidia de uno, los tipos se la comen en cada salida. Pese que uno, el lector, se pone como bateador a espera de una sinuosa, indescifrable curva o una recta de por lo menos cien millas, y se poncha con un piconcito frente al “jon”.
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Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 2/28/2017 07:13:00 a. m.
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