¿Hasta
cuándo las sanciones contra Rusia?
Por
Hedelberto López Blanch
Resulta
contraproducente en pleno siglo XXI que las naciones desarrolladas de occidente
dirigidas por Estados Unidos y que promueven e imponen leyes neoliberales en un
mundo globalizado, insistan en mantener sanciones económicas y financieras
contra Rusia las cuales resultan en detrimento del comercio global.
Los jefes
del Grupo de los Siete (G7) reunidos los pasados 25 y 26 de mayo en Japón
volvieron a amenazar al gigante euroasiático al que intentan doblegar por
cualquier medio y declararon que las sanciones impuestas a Rusia podrían
endurecerse en caso necesario.
Como se
conoce, Estados Unidos y la Unión Europea
pusieron en marcha varios paquetes de medidas contra Moscú debido a que no se
dejó arrebatar la estratégica península de Crimea después que Washington diseñó
y ayudó a derrocar al gobierno ucraniano de Víctor Yanukovich y en su lugar
instaló un régimen ultraderechista con el objetivo de cerrar el cerco
fronterizo a Rusia, al que observa como un fuerte obstáculo, junto a China,
para preservar un mundo unipolar.
Las
sanciones fueron dirigidas a perjudicar a las industrias petroleras y de
defensa; prohibir a los ciudadanos y empresas de la UE comprar o vender nuevos
bonos, acciones o instrumentos financieros con un vencimiento superior a 90
días emitidos por los bancos estatales rusos y negar visas y congelar cuentas
de ciudadanos rusos y algunos ucranianos del este.
La respuesta
rusa resultó equilibrada al tomar en cuenta los derechos y obligaciones de
acuerdos como los firmados en la OMC , y decidió embargar
algunas importaciones alimentarias, procedentes de Estados Unidos, la Unión Europea ,
Australia, Canadá y Noruega.
En el verano
de 2015, Occidente amplió las absurdas sanciones hasta finales de julio de 2016
y la nación euroasiática también las extendió a Islandia, Albania, Montenegro y
Lichtenstein. Según el Centro Analítico del Gobierno ruso, desde 2014 a la fecha, en total
los países involucrados han perdido unos 130 000 millones de dólares.
Innegablemente
que todo ese accionar crea también dificultades al desarrollo económico de
Rusia al causar la huida de capitales, bajar el volumen de las inversiones e
impedir a bancos tener acceso a créditos foráneos, pero por el contrario, le ha
permitido a Moscú hallar nuevos mercados e impulsar sus producciones internas.
El primer ministro, Dmitri Medvédev, dijo
que la economía se halla en stand by pues en el primer trimestre del año el
Producto Interno Bruto (PIB) disminuyó 1,4 % y lamentó que, aunque
para sectores concretos los resultados económicos "no son malos", la
tasa del crecimiento económico sea negativa.
Medvédev añadió que, al mismo tiempo, "se registran algunas
tendencias positivas" para la economía rusa y llamó a trabajar mucho
"para consolidar estos avances".
Para el presidente de la
Cámara de Comercio de Estados Unidos (AmCham) en Rusia,
Alexis Rodzianko, la economía moscovita logró adaptarse a las difíciles
condiciones macroeconómicas y ya se va normalizando.
"Creo
que la estabilización ya se esboza; cada crisis tiene sus ventajas, ya que
"con la devaluación del rublo, la producción rusa se hace mucho más barata
al mundo entero, por lo que el país ahora exporta bienes que antes no tenían
precios competitivos", aseguró Rodzianko
en entrevista con RIA Novosti.
Rusia
representa un mercado inmenso con sus 140 millones de habitantes, y si se añade
la población de la Comunidad
de Estados Independientes, la cifra alcanza cerca de 280 millones.
El
Kremlin en los dos últimos años ha estrechado lazos comerciales con China, Irán, India y varios
importantes países de América Latina y el sudeste asiático.
Rusia y
China acordaron ampliar el comercio bilateral en rublos y yuanes, y fortalecer
la cooperación entre sus bancos. El intercambio sobrepasó los 100 000 millones
de dólares en 2015.
Las empresas
rusas tienen acceso a financiamiento de bancos chinos, (que cuentan con la
mayor reserva mundial de divisas) lo cual permite esquivar las acciones de
Occidente. También reforzaron sus relaciones con diversas naciones de América
Latina y con la Asociación
de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), integrada por Brunei, Camboya,
Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam,
una de las zonas que más ha crecido en los últimos 10 años.
Ante
esa realidad, la Unión Europea
parece cada día más acorralada y se
multiplican los políticos y organismos que exigen la eliminación de las
sanciones. Un ejemplo fue el de la líder del derechista Frente Nacional de
Francia, Marine Le Pen, quien declaró: "Siempre
hemos sido muy consistentes en nuestra oposición a estas sanciones, las
consideramos como absolutamente estúpidas", y añadió que si llega a la
presidencia francesa en 2017, reconocerá a Crimea como parte de Rusia.
Otra muestra fue la del Consejo Regional de Véneto, en Venecia, que
aprobó una resolución la cual llama al Gobierno nacional a eliminar las medidas
contra Moscú y reconocer la reunificación de Crimea, al esgrimir pérdidas en
miles de millones de euros a cambio de nada, pues no obedecen a sus
necesidades.
El ministro germano de Relaciones Exteriores, Frank-Walter
Steinmeier reconoció recientemente que Alemania considera que este año será
“más difícil prolongar las sanciones de la Unión Europea debido a la
resistencia mayor de algunos países”.
Explicó durante la visita que efectuó a Lituania la pasada
semana que “necesitamos un diálogo con Rusia para reconstruir la confianza
perdida y reducir el riesgo de ser arrastrados por descuido a una espiral de
escalada”.
Se conoce que cinco países miembros de la UE están a favor de suavizar o
cancelar esas medidas: Hungría, Chipre, Grecia, Italia y Eslovaquia.
Compañías
de la principal economía de la UE ,
(Alemania) buscan vías para eludir las sanciones y están abriendo empresas en el
gigante euroasiático, informó el diario WirtschaftsWoche.
Una reciente
investigación de la compañía EY Ernst & Young reveló que alrededor de un 80 % de los
consorcios alemanes no desea prescindir del mercado ruso.
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